Cap. 3 FINAL
Lo que no sabían es que alguien estaba escuchando la conversación.
Hoseok se fue a su reino transformado en humo para llegar más rápido, y mientras tanto, Yoongi se fue a su aposento para poder descansar.
Se metió en su cama, pero no podía descansar, sentía frío. Era la primera vez que sentía frío, y eso que él era un hombre de hielo.
Pero sentía la ausencia de Hoseok. Su calidez ni muy caliente ni fría, lo cautivó.
Así que deseoso, esperó que llegara el segundo día para verse de nuevo. Pero al día siguiente, unos gritos lo despertaron.
—¡Hijo! ¡Hijo! ¿Cómo has podido? —entró la reina apresurada, mientras miraba con desesperación a su hijo Yoongi.
Este no comprendía nada de lo que estaba sucediendo, pero tuvo una mala intuición.
—¿Cómo pudiste darle el deseo a uno del Reino de Fuego? ¡Es inconcebible!
Lisa, la reina, gritó desesperada. Ella no había sido la que escuchó todo anoche, pero se lo habían contando, lo que habían escuchado. Y esto era una mala noticia.
—¡Tu padre está en la guerra y tú mientras otorgando un poder tan fuerte a uno del fuego! ¡Que sepas que nosotros hemos ganado la batalla, y mataremos al príncipe y al rey del Reino Fogus!
Lisa estaba loca, loca porque no podía concebir tal desastre. Estaba ida, y aquella situación apretujó el corazón de Yoongi. ¿Cómo que iban a matar a Hoseok? ¡Eso no podía ser así!
Yoongi, ignorando a su madre, fue corriendo a las puertas del Reino y como Rey que es, tuvo el derecho de salir del Reino sin ningún problema. Se transformó en vapor de agua para ir más rápido, y con toda velocidad, llegó al Reino de Fogus.
Miró aquel lugar lleno de llamas, que desprendía un calor inaudito, lo que hizo que nada más entrar al Reino, Yoongi sintiera unas náuseas impresionantes.
Aún transformado en vapor de agua, fue al castillo que estaba a lo lejos, y entró a la primera sala que encontró, teniendo suerte que fuera la habitación de Hoseok.
Esta era roja, con toques anaranjados por el techo.
—¡Hoseok! —Yoongi empezó a sentirse muy mareado. Sintió que en cualquier momento iba a desfallecer. —¡Hoseok! —volvió a gritar, mientras hacía un intento de mantenerse en pie.
Pero era en vano. Empezó a ver borroso y las pulsaciones empezaron a tornarse muy altas. Por un momento dado se sintió perdido, hasta que alguien entró a la habitación.
—¡Yoongi! —era Hoseok.
Lo agarró con fuerza por los hombros, y lo zarandeó varias veces para que recobrara el sentido, siendo imposible. Este había perdido el conocimiento. Corriendo, fue al baño y con el agua más fría que podía, se lo empezó a echar por la cara a Yoongi, haciendo que esté reaccionara.
—¿Donde estoy?
—Yoongi, estás en mi cuarto.
Yoongi se incorporó y miró fijamente a Hoseok, viendo que estaba bien. Que no le había sucedido nada. Este miró con los ojos llorosos y abrazó de imprevisto a Hoseok.
—Maldita sea, estaba preocupado.
Yoongi miró el vaso de agua que tenía Hoseok entre las manos y este lo agarró y con sus poderes, lo congeló para así metérselo en la boca y sentirse más fresquito.
—¿Por qué estabas preocupado?
—Mi madre...
Y cuando iba a empezar a contarle lo sucedido, alguien entró por la puerta dando un portazo, haciendo que resaltaran los dos en sus respectivos sitios.
Unas personas con atuendo que parecían ser del Reino del Hielo, entraron y cogieron a Hoseok por los brazos.
—¡No! ¡Dejadlo!
—¡Yoongi! —Un hombre de mediada edad, agarró a Yoongi y este intentaba zafarse, siendo en vano.
Llevaron a Hoseok no se sabe dónde, mientras que a Yoongi lo llevaron de nuevo al Reino. Yoongi no paraba de llorar, estaba mal muy mal. Odiaba con todo su ser la guerra que había entre los dos Reinos, odiaba eternamente a su reino.
Lo encerraron en su cuarto con llave, y Yoongi no pudo salir de ahí durante dos días enteros.
Por otra parte, Hoseok se encontraba en un calabozo con su padre y su madre. Su madre lloraba, y su padre estaba resignado.
—Si no hubiera bajado la guardia... —dijo el padre de Hoseok, lo que hizo que este se cabreara.
—¡Si no hubiera guerra esto no hubiera pasado!
Hoseok apretó con fuerza sus puños y dio un golpe a la pared. Aquel lugar era oscuro y de piedra, donde no se escuchaba ningún ruido, excepto algunos guardias que venían para traer su comida.
—Esta tarde será la ejecución. —dijo un guardia viendo cómo Hoseok empezó a gritar.
Quería salir de ahí, no quería estar donde estaban. Quería ser libre, quería ver a Yoongi.
Y como si una luz le hubiera iluminado, se acordó que hoy se iba a cumplir su deseo. Así que esperanzado, esperó a que fuera así. Mientras tanto, les fue contando todas las aventuras que había pasado con Yoongi el otro día.
Ellos dos, el padre y la madre aunque no estuvieran de acuerdo con lo que hizo su hijo, se sintieron muy felices al ver que su hijo estaba sonriente. Y en un momento de pausa, los dos reyes se miraron enternecidos.
Era imposible no darse cuenta que Hoseok estaba por Yoongi. Su mirada, su forma de hablar de él, su comportamiento. Todo indicaba que su pequeño se había enamorado de Yoongi.
Pasaron las horas, y llegó la tarde, donde los guardias se miraron fijamente, y abrieron la Zelda donde estaban los tres. Los agarraron, los esposaron, les dieron una crema para que no pudieran utilizar sus poderes, y se lo llevaron a la calle, donde estaba la guillotina preparada ya.
Yoongi por otra parte seguía encerrado en su cuarto,y viendo su ventana, miró hacia abajo, viendo a lo lejos la plaza llena de gente y entre esas personas, diferenciar una cabellera rojiza. Era Hoseok.
Alarmado, miró cuánta altura había entre el suelo y su habitación, y había mas posibilidades de acabar muerto, pero aún así quiso intentarlo. Se dispuso a saltar, cuando alguien abrió la puerta. Era Rose.
—Yoongi ¡espera! —dijo Rose y Yoongi la miró. Indicó que saliera por la puerta, por lo que el albino agradeció enormemente.
—Gracias Rose. Por todo.
Y era inevitable no ayudarlos, cuando desde el primer momento que vio a aquellos dos juntos y dormidos, desprendían un aura de enamoramiento muy grande. Tenía que ayudar, tenía que hacer lo posible para que su Yoongi estuviera bien.
Siguió a Yoongi y le indicó los lugares donde no había guardias para que pudiera escabullirse. Y después de ponerse una capa por encima de la cabeza, se dirigió a la plaza donde se encontraba Hoseok.
Pasando por la puerta de los a deseos que estaba al lado. Deseando que funcionara con todo su corazón.
Al ver como colocaban a Hoseok en la guillotina, este no pudo evitarlo y salió entre la multitud gritando.
—¡Parad! ¡O sino me asesinaré! —agarró el cuchillo que tenía en su bolsillo y lo apuntó sobre su pecho.
Todos gritaron alarmados, ya que el nuevo rey estaba a punto de hacer una locura.
—¡Parad! Ahora.
Y el verdugo que estaba ahí, soltó a Hoseok y alzó las manos en siglo de rendición. El rey que estaba mirando, se sintió indignado por el comportamiento de su hijo, pero antes de que pudiera decir algo, Rose apareció a su lado y lo miró.
—Espera. Mira a tu hijo. Es valiente y dispuesto a dar su vida por salvar las de otras. Por salvar a nuestros rivales. Pero for favor, fíjate en sus ojos. Esta decidido. No le impida conseguir sus propósitos. O sino hará una locura. —Intentó convencer Rose. Lo que hizo que el padre se sentará de nuevo en su trono y mirase la situación.
El rey vio a Hoseok, y miró sus ojos. Estaban llorosos, pero se podía trasmitir mucha paz en ellos, y estos no apartaban la mirada de Yoongi. De su hijo.
—Detened todo. —y el rey se dio cuenta que su hijo estaba enamorado, que el príncipe del Reino del fuego estaba enamorado de su hijo, y no podía hacer nada por evitarlo.
Y no quería ser como su padre, el abuelo de Yoongi, que le prohibió acercarse al otro reino por ser diferente. No quería ser como él, y prohibir el amor que sentía por otra chica. En efecto, el padre de Yoongi no ama a su mujer, está enamorado de Rose.
Y como si algo creciera en su interior, se levantó de su asiento, miró a Rose, la abrazó y fue a la plaza con la mirada atenta de todos los ciudadanos.
—¡Parad todo esto! ¡Lo ordeno!
Yoongi vio como gritaba su padre, y ante la atenta mirada de todos, el rey ordenó liberar a los padres de Hoseok y al mismo Jhope. Ante eso, Yoongi y Hoseok nos dudaron en ir y abrazarse.
Los dos empezaron a llorar. Y decididos, se miraron y se besaron en frente de todos. Al asombro de cualquiera que mirara, haciendo que una luz resplandeciente saliera de ellos dos, donde el hielo se derretía, y el Fuego se se congelaba, llegando a un equilibrio mutuo.
Y ellos dos se transformaron en un nuevo elemento, en un elemento donde el fuego y el hielo pudieran convivir.
Porque de eso consta el deseo que pidió Hoseok. De eso consta el acertijo de la puerta, donde la respuesta era Hielo ardiente.
El amor puede derretir cualquier hielo y puede congelar cualquier fuego. Todos si es en un equilibrio.
—Te amo Hobi.
—Yo también te amo, Yoongi.
Y se abrazaron.
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FIN
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