Cap. 2
Ellos dos se quedaron mirando, el uno al otro. Hoseok tenía la boca entreabierta, y Yoongi se percató de ello, lo que hizo que su mirada se dirigiera a sus labios. El peliblanco suspiró y sonrió enternecido.
Eran enemigos. Pero al mismo tiempo era el único amigo de su edad que había tenido. Que había pasado tanto tiempo juntos.
—Ahg, me duele la cabeza. —Dijo Yoongi interrumpiendo el ambiente que había. La luna se asomaba por la ventana, y desprendía una tranquilidad indescriptible.
—¿Tal vez es por el calor?
—Es verdad que hace mucho calor aquí. No sé si podré aguantar. —admitió Yoongi incorporándose de nuevo del regazo de Hoseok.
—Lo siento.
—No importa. Oye, —prosiguió un poco ebrio— cuando acabe toda la fiesta, ¿Te apetece dar una vuelta por mi reino? Como nuevo rey que soy, lo puedo permitir. —Dijo sonriente. —Pero tendrás que abrigarte bien.
—¡Me parece una gran idea!
Y los dos se sumergieron de nuevo en una conversación trivial, pero que hacía conocerse los dos aún más. De vez en cuando se escuchaba ruidos, y apresurados se escondían para que nadie los escuchase, hasta que se quedaron dormidos abrazados el uno al otro.
Cuando todo parecía ir bien, Rose entró a la sala y vio a ellos dos juntos y abrazados. Al percatarse de que era del Reino Fogus el acompañante de Yoongi, esta se alarmó. Pero se tranquilizó después de ver que estaba bien su querido Yoongi.
Esta los despertó, ya que quería explicaciones. No comprendía como el hijo del rey, aún sabiendo lo que estaba sucediendo, pudiese juntarse con uno de Fogus.
—Yoongi, ey. Yoongi. —zarandeó al albino, y este se quejó, hasta que se levantó alarmado. Cuando vio a Rose este empezó a temblar, un miedo impresionante empezó a crecer dentro de él.
Estaban perdidos.
—Por favor Rose, no digas nada... —dijo suplicando el príncipe que ahora era rey.
—No voy a decir nada, pero necesito una explicación muy buena si no queréis meteros en un lío.
Hoseok se despertó y al ver a una joven de pelo amarillo y ojos azules mirarlo, este se quedó petrificado.
—Pues verás, nunca había visto el reino de hielo y... decidí entrar para verlo. No podía creerlo, hasta que me metí en la habitación de Suga —dijo su apodo—.
—Yo le encontré —prosiguió Yoongi— y en vez de matarlo, decidí escuchar sus palabras y al ver que era un buen tipo, decidí protegerlo.
—Yoongi, recuerda que los del Reino del fuego son personas sin sentimientos, pueden ser muy manipuladores.
Y Hoseok agachó la cabeza al escuchar eso de Rose. Realmente su reino tenía muy mala reputación, cuando en realidad eran todo lo contrario. Su Reino desprendía un cálido y embriagante placer y paz por donde quiera que fuera.
—Eso no es así, puedo asegurar que Hobi es diferente a lo que cuenta papá. Te lo aseguro. —Hoseok sintió felicidad al escuchar aquello de su amigo, pero tenía la sensación que algo iba a pasar. Algo que los iba a separar a los dos.
—Está bien —suspiró Rose— pero ten cuidado. Solo digo eso. Las apariencias engañan.
Yoongi asintió y después de hablar un poco más, Rose se fue dejando a solas a ellos dos. Se miraban fijamente, hasta que echaron una carcajada. Pudieron librarse de una buena, y eso los ponía muy felices.
—¡Vayamos a ver el reino! —dijo Yoongi, y ellos dos, con cautela se fueron yendo de un lugar a otro viendo cada rincón del Reino.
Viendo en primer lugar, el "Cisne de hielo" un estatua legendaria que suelta agua por la boca, a un estanque. Seguidamente vieron el "Copo helado" un copo que daba cada invierno una nueva y buena noticia al Reino, con niños recién nacidos.
Estuvieron viendo todo el lugar, hasta que llegaron a las puertas del límite del lugar y Yoongi miró a Hoseok.
—Y este es el final. Se llama la puerta de los deseos. Si sabes adivinar la adivinanza, se te cumplirá un deseo. —dijo feliz ya que nadie nunca pudo acertar los acertijos de la puerta de oro.
Hoseok leyó la adivinanza y miró interrogativo a Yoongi. Realmente era muy difícil, pero tuvo una corazonada y viendo a Yoongi con su pelo claro, sus ojos blancos y preciosos. Aquel contorno que brillaba a la luz de la luna, su corazón empezó a latir con fuerza.
—Hielo ardiente. —dijo de la nada, lo que hizo que la puerta empezara a brillar fuertemente, al asombro de Yoongi y Hoseok.
—¿Pero qué?
Y cuando dejó de brillar, la puerta se abrió y esta empezó a hablar.
—Puedes pedir tu deseo. Será concedido dentro de tres días. Ese es el único requisito.
Hoseok miró a Yoongi y no sabe por qué, empezó a llorar. Sus lágrimas resbalaban en sus mejillas. Nunca había llorado antes, pero su corazón empezó a acelerarse. A saber que algo iba a pasar.
—Deseo que los reinos del hielo y del fuego se unan. Vuelvan a la paz. —dijo Hoseok y Yoongi sonrió ante su deseo. Le pareció el mejor que podría haber hecho.
La puerta hizo un ruido y seguidamente se volvió a cerrar.
—Tu deseo será concedido.
Y finalmente se cerró completamente la puerta, dejando intrigados a Hoseok y Yoongi.
Hoseok volvió a mirar a Yoongi y sus facciones, y realmente, lo cautivaba sin poder evitarlo. Era una droga para él, era como el mismo frío que le entra hasta en lo más profundo de su pecho.
Hielo ardiente.
¿Qué podría significar?
—¿Crees que se hará realidad?
—Las leyendas de mi reino nunca fallan. Yo creo que sí. —Dijo Yoongi sonriente.
—Esperemos que sí... No quiero que haya más guerra entre nuestros reinos. —argumentó Hoseok.
—Solo hay que esperar tres días ¿No? Mientras tanto, solo hay que aguantar. —Dijo Yoongi sonriente.
—Sí. Tienes razón.
Los dos se miraron y se abrazaron como si se conocieran de toda la vida.
Poco después Hoseok decidió volver a su reino, teniendo como acuerdo que se verían dentro de dos días para visitar el Reino del otro.
Pero lo que ellos no sabían era que alguien estaba escuchando toda la conversación.
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