💫 C a p í t u l o 5 💫

💫💡💫
Hola mis ángeles particulares.
Amores, personitas lindas que me inspiran.
Tengo que decir que me obsesionan las ideas nuevas.
¡Jaja!
¡Jesús la muerte!
No me recuerden esto luego.
En fin, quedan ideas locas aún rondando mi mente así que nos leemos.
Besos mortalmente risueños ☠😘
💫💡💫

A los diez años, los albinos ya dominaban cada rincón de esa zona del planeta y se incursionaron aún más en la selva de gigantezcos árboles. Y dieron la órden a sus parejas de que fecundasen otro óvulo en los laboratorios, ya los niños tenían once años y querían hermanitos para jugar.

Todos conocían el riesgo de esa petición pero era o los padres o los hijos.

Han pasado cinco años desde que murió el trío Albino hijo del fundador y Esencia; hoy sus hijos tenían diesiés años, sus hermanitos tenían cuatro cuando una nave aterrizó en el angar y de ella salió un grupo de sujetos vestidos de negro que parecían malos.

Todo el pueblo o la sociedad escondió a los niños albinos en el convento del centro de la selva dónde enseñaban artes marciales y meditación; dónde también recluían a los niños más rebeldes.

Pasado un mes o más, no era confiable el tiempo ahí, pasaba tan de prisa haciendo las labores o fortaleciendo los músculos o mejorando dibujos o aprendiendo cosas nuevas que no era posible recordar nada más.

Alguién muy malvado decidió fecundar todos los óvulos a la vez.

¡TODOS!

Los óvulos conservados por años, de sus madres y padres, de sus abuelos y tíos.

¡TODOS!

Fueron fecundados. Fue una revelación inadmisible para muchos. Era un insulto.

Ese hecho acarreó una docena de bebés albinos o semialbinos surgió.

Cuando el rumor se esparció todos los demás planetas de la Unión Planetaria comenzaron a temer por eso "fenómenos" como les llamaban.

Los nietos del fundador, los nueve primeros, no tuvieron hijos hasta los treinta y dos años cuando salieron del monasterio porque debían aprender a socializar con los demás Chesterianos. Aunque eso era algo natural para ellos.

Los idiotas que vinieron hace años no sabían que en todos lados se puede conservar material genético; los monjes también tienen un pequeño laboratorio.

--¡Ay, el abuelo! -suspiró uno.

--Siempre tan previsor del futuro. -espetó una chica y el resto concordaron con sus afirmaciones.

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