Los molestos pitidos perturbaron el sueño del joven zorro de dos colas. Llegado cierto momento Tails terminó cediendo a las molestias y se despertó, pero no donde él esperaba. No tardó mucho en recordar que esas paredes pertenecían a las de la Resistencia.

―Supongo que he vuelto ―pensó Tails.

Tails trató de incorporarse, aunque cuando vio todo el equipo médico que le habían colocado por su cuerpo, decidió desistir.

―Todo me da vueltas, desde luego Metal Sonic sabe como hacer daño ―se quejó Tails.

―Tú lo has dicho hermano ―dijo Classic Sonic sumándose a la conversación.

Tails giró lentamente su cabeza a la izquierda y vió como a su lado se encontraba Classic Sonic tumbado en una camilla. El pequeño zorro no pudo evitar sonreír de felicidad al ver que su amigo se encontraba bien o al menos todo lo que podía estar.

―Bienvenido al mundo de los vivos compañero ―dijo Classic Sonic mientras le devolvía la sonrisa.

―AGGG, creo que ya me había dado cuenta ―dijo Tails bromeando sobre su estado físico.

―Pues esperate a que se pasen los tranquilizantes, te vas a cagar ―bromeó Classic Sonic.

―¿EEEEE? ¿Que estoy con anestesia? ―le preguntó Tails.

―JAJAJA, que cara se te ha quedado ―respondió Classic Sonic.

―No sé si te ríes porque estás hasta arriba de calmantes o para vacilar ―comentó Tails.

―Ambas respuestas son igual de buenas ¡JAJAJA!, AGG, mierda ya paro ―dijo Classic Sonic tras que le volvieran a doler las heridas.

―Desde luego eres de lo que no hay ―dijo Tails mirando al techo.

―Tú también eres genial ―le respondió Classic Sonic.

―Gracias por el cumplido, pero... ―dijo Tails.

―Lo eres, Tails ―dijo Classic Sonic.