Encuentro casual (Maria x Peggy)

Notas: Ningún personaje me pertenece, todo es obra de su respectivo creador.

Advertencia: Pareja lésbica. AU Modern. Headcanons.

-Encuentro casual-

Tener un pato de mascota no era tan raro, o al menos así lo veía Peggy Schyler. Solo era una parte más de su picosa personalidad.

Aquello que la diferenciaba de sus hermanas mayores.

Ella no era tan "refinada" como Angélica como para considerar un gato ni tan cursilera como Eliza para desear un conejito.

No, ella siempre quería romper el molde, y su peculiar mascota no fue excepción a tal regla.

Después de todo... ¿Por qué no querría un pato? Si eran tan adorables, emplumados y graciosos; especialmente el suyo.

Un pequeño patito al que nombró Cookie. Lo tenía desde hacía un año, cuando su padre lo trajo con la intención de volverlo la cena para el día de acción de gracias, pero no contó con que su hija menor terminase encariñándose con el ave.

Y no era para menos, considerando que Peggy era quien más pasaba sus ratos libres en el jardín, donde su emplumado amigo residía temporalmente. Siempre se le acercaba por las migas de galletas o panecillos cuando salía a comerlos en el jardín.

¡Tan adorable y lindo! Francamente no entendía cómo es que su padre creyó que querría comérselo luego de gozar por meses de su tierna compañía.

Incluso se atrevió a nombrarlo, detalle que terminó por dejar más que claro que no iba a permitir que sacrificaran al pequeño pato, por lo que actualmente tenía a Cookie como su inseparable compañero y tuvieron que comer jamón ibérico en acción de gracias.

Victoria para Peggy y Cookie.

No podía creer que tantas personas despreciaran a las aves de cortar cuando podían ser tan adorables.

¡Eran lo mejor del mundo!

Excepto claro... Cuando deseaban pasear y no lograba encontrarlo, justo como a cierta castaña le había sucedido minutos atrás, cuando empezó a recorrer a lo loco las calles cercanas a su hogar.

- ¡Cookie! ¡¿Donde estás, Cookie?! -Gritaba, mirando de un lado a otro mientras revisaba la hora en su celular cada tanto. Llevaba buscando al mencionado pato desde hacia media hora, pero nada.- ¡Se me hará tarde por ti!

No era tan inusual que se le escapase en ocasiones, de hecho, tendía a ser rutina en los días que olvidaba convidarle su panecillo mañanero, pero es que el hambre a veces le ganaba y terminaba en situaciones como esta, en donde debía vagar de un lado a otro en busca del patito.

Suspiró.

A este ritmo no iba a llegar a ningún lado; y lo peor, ni siquiera podía contar con algún tipo de ayuda porque sus hermanas ya se habían ido a clases y sus padres al trabajo.

Estaba sola en esto.

Ya estaba a punto de rendirse y llamar quizás a la policía (aunque suponía que no querrían ayudar a buscar un animalito de corral) cuando un grasnido conocido la hizo levantar la cabeza un momento hacia algunos árboles.

- ¿Uh? Eso es... ¿Cookie? -No, ese no podría ser él ¿O sí? No recordaba que supiera volar para llegar tan alto, pero...

Nunca podría confundirlo, sin embargo la sorpresa fue aún mayor cuando finalmente lo visualizó en la rama de un árbol cercano... ¡Y junto a un gato! - ¿Pero qué...?

¡¿Cómo rayos llegó hasta allí arriba?!

¡Bah, como sea! ¡No tenía tiempo para pensar en eso!

- ¡¿C-cookie, cómo diablos subiste hasta allí?! -Corrió tan rápido como pudo hasta el árbol, sin separar sus ojos en ningún momento del ave. No quería descuidarse y que ésta se largara de allí por más cómodo que luciera, aunque esto casi causa que choque con alguien que estaba allí también.- ¿Uh? ¡Oh, hola! Soy Peggy y... Ahm, venía por mi pato. Ya sabes, el que está en ese árbol junto a aquel gato. -Saludó con improvisación, como si la situación fuese la más normal del mundo.

Y vamos, para sí misma lo era incluso si la mirada sorprendida de la chica que recién notaba a su lado no parecía estar de acuerdo.

Tan bajita como ella misma, castaña y de ojos café, aunque con una expresión entre desanimada como agotada ¿Habrá estado dando vueltas de un lado a otro también?

Podría ser, pero...

¿Quién era esta chica? Su rostro se le hacía familiar, aunque no mucho.

- Maria Reynolds y... -Respondió sin gran animo, volviendo la vista hacia la rama donde el par de animales parecían compartir con marcada comodidad.- Ese es mi gato.

¡Ah, será por eso! Rápidamente pudo asumir que sin duda Maria había pasado por el mismo tipo de mañana atareada detrás de su mascota, lo que hizo nacer en sí una expresión comprensiva.

- ¡Oh, eso significa...! Que estamos en el mismo predicamento, creo. -Rió un poco, señalando al par que reposaba cómodamente sobre una rama, como si nada importante estuviera pasando.- Porque al parecer ambos quedaron atrapados allí. -O al menos eso creyó al no ver señal alguna de ningún animal por moverse.

Bufó.

¿Para qué subían si luego no sabían bajar? Un misterio sin resolver.

Meh, lógica animal.

- Eso supongo...

Ciertamente, Maria tampoco lo entendía, pero no parecía muy dispuesta a decir mucho más, y Peggy no tardó en notarlo en cuanto un repentino silencio cayó entre ambas.

Aunque este no duró mucho, pues nuevamente la joven Schulyer volvió a hablar con su animado tono usual.

- Y... ¿Se te ocurre algo?

- ¿Eh?

- Ya sabes, para bajarlos. -Señaló con el pulgar hacia el árbol.- Usualmente en casa lo bajo tentándolo con unas migas, pero... Ya me comí mi panecillo esta mañana.

Y quizás fue por eso que huyó enfadado de . Pero no creía muy necesario el mencionarlo.

Nadie tenía porqué conocer sobre la divasidad de su pato.

- Uhn... No estoy segura.

- Uhn... En ese caso... -Tenía que hacer algo, dejarlos allí arriba no era opción; y luego de mucho rato, la bombilla al fin se encendió sobre su cabeza.- ¡Ya sé!

De hecho, era tan simple que hasta se regañaba por no haberlo pensado antes y ni se molestó en dar explicación, tan solo siguió su instinto y comenzó a trepar al árbol ante los ojos impresionados de la pobre Maria.

- ¡H-hey, espera! ¡¿Qué haces?! -Eso podría ser peligroso, aunque a la tal Peggy no parecía importarle mucho.

- ¿No es obvio? ¡Treparé hasta allí y los bajaré! ¡Pan comido!

- ¡E-eso es peligroso, es muy alto! ¡Y estás usando falda! -Tuvo que recordarse mirar a otro lado cuando cayó en cuenta de aquel detalle.

¿Qué acaso esa chica no conocía el pudor o el sentido común?

- Bah, el manzano de mi casa es más alto... -Hizo una mueca, restándole importancia al asunto, continuando lo suyo como si nada.- Y traigo shorts abajo, así que... ¡No hay problema! -Era una mujer preparada después de todo.

Ninguna falda tonta la detendría en salvar a su querido patito y a aquel dulce minino de la adversidad como lo era aquella rama, a la cual, dicho sea de paso, no le llevó tanto alcanzar.

Y-ya casi... ¡Ya casi!

No era tan difícil, tan solo se trataba de sostenerlos bien entre sus brazos y asegurarse de bajar a salvos, pero...

- ¡...!

...No tuvo tanta suerte con lo segundo, resbalando cuando tan solo le faltaba medio metro para regresar al suelo y recibiendo en su aterrizaje un no muy cómodo colchón de hojas.

- ¡Cuidado! -Dios, casi le dio algo al verla caer así, pero al acercarse no tardó en constatar que tanto ella como los dos animalitos estaban a salvo.- ...¿Estás bien?

- S-sí, solo... Auch, necesitaré un cojín por un par de días. -Recordatorio para Peggy: las hojas amontonadas no son tan suaves como parecen. Le dolió incluso al ponerse de pie, por lo que intentó contornear el cuerpo un par de veces en pos de estar segura de no haberse golpeado tanto, a la par que entregaba a la gata a su dueña y acurrucaba a su propia mascota.- ¿Uh? ¿No se me aplastó mucho o sí? ¡Era mi único punto fuerte en atractivo!

- ¡¿A-ah?! -Ok, ese comentario la descolocó un poco.

¿Qué le pasa a esta chica? Maria comenzaba a creer que en lugar de golpearse el trasero, Peggy se dio duro en la cabeza.

Y es que... Vamos ¿Quién en su sano juicio ponía a contornear el trasero luego de una caída?

Suspiró, optando por darle una respuesta para que se detuviera. Si seguía así, los transeúntes iban a quedarse a verles raro.

- ...Tú...

- Uhn... Creo que está todo en orden... ¿Maria, cierto? ¿Tú que opinas? ¿Mi trasero aun luce bonito, cierto?

- ¿Qué clase de pregunta es esa...? -Ni siquiera estaba segura de cómo o qué responder, pero finalmente asintió. Todo con tal de detener aquella extraña charla.- Uhn, supongo que... Sí. Creo.

¿Qué podría saber del tema? No se le quedaba viendo eso a la gente.

Sin embargo, sus palabras bastaron para tranquilizar a la menor, quien sonrió alegre poco antes de mirar su reloj de pulsera.

- ¡Perfecto! Ay, se me hizo tarde ¡Debo irme y dejar a este tonto en casa! -Balbuceó antes de despedirse, apresurando su paso lo más que podía. Si no corría ahora, ya se perdería las primeras dos horas de su clase.- ¡Fue un placer conocerte, Maria! ¡Ojalá nos veamos pronto!

- Sí, eso espero... -La aludida apenas y pudo balbucear, mirando extrañada la dirección por la cual Peggy desapareció junto a su pato.

Bien, oficialmente esta fue la mañana más extraña de su vida.

Que chica más rara... No podía pensar otra cosa luego de tan casual encuentro, así como tampoco una pequeña parte de sí no pudo evitar preguntarse si se verían de nuevo.

Quien sabe.

Por ahora, prefería no pensar mucho en ello y volver a casa. Tanto su gata como sí misma necesitaban terminar su desayuno.

- Vamos, Petunia. Nosotras también debemos apurarnos.

Notas finales: Una cosa rara, lo (?)

Pero necesitaba hacerlo, mi kokoro lo pedía (??)

Hace demasiado que no escribía de bebas <3

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