Y tú ya no esta

Desde que ella falleció mi vida se fue a picada...

La había conocido desde que nacimos su madre y la mía eran mejores amigas,  a medida que creíamos nuestra amistad fue fortaleciendose y afianzándose.

Elisa y yo hacíamos todo juntos, fuimos al mismo jardín, al mismo colegio y luego a la misma facultad, pero esa fatídica noche terminó todo.

Habíamos ido a una fiesta por la noche del viernes se hacía en el campus de la facultad.

—Leo vamos a los juegos— me propuso Elisa al llegar. Habían armando una feria en el campus.

—bueno ¿con cuál quieres empezar?—pregunte. Desde los ocho años adornamos jugar en los juegos de las ferias, nos encantaba los dardos o derribar las latas con una pelota.

—datdos— respondió ella muy animada.

Caminamos hasta el puesto para comenzar a jugar, mientras lo hacíamos el chico que estaba en el puesto nos miraba impresionado, ya que los dardos estaban clavados en el centro del blanco.

—ganamos— dijo Eli chocando su puño con el mío ese era nuestro saludo especial.

—les corresponde un peluche gigante de cualquier animal—explivo el chico.

—el que quieras tú—comente a mi amiga.

—el león quiero— respondió ella. El chico saco el premio y se lo dió a Elisa que lo abrazaba fuerte. —lo llamaré Leo— prosiguió ella.

Me rei, pero me gustaba su gesto de ponerle mi nombre a su peluche.

—si ganamos en el siguiente juego yo llamaré Eli al mío y será un delfin— le indique sabía que su animal favorito era ese.

—genial gracias—me abrazo ella.

Caminamos hasta otro de los puestos para jugar a otro juego, el cual también ganamos sensillamente y el premio fue para nuestra vez.

—voy por algo de comer, ¿quieres lo de siempre?— me preguntó Elisa.

—claro, ya sabes que me gusta— respondí.

Camine hasta las gradas con el muñeco para esperar a Elisa. Habían pasado media hora y de golpe escuché tiros, me levanté para buscar a Elisa, entre los disturbios, pero no tuve éxito, de golpe los disparos sesaron y pude ver a mi amiga en el suelo sangrando, le habían disparado. Tomé el celular llame a la ambulancia y luego a la policía, ambas llegaron al mismo tiempo, deje que llevarán a Elisa mientras explicaba a la policía lo sucedido.

—gracias señor Guzmán, valla con su amiga—me dijo él policía.

Corri hacia la ambulancia y me subí. Elisa estaba grave, esperaba lo peor. Durante el trayecto llame a su madre para explicarle lo sucedido.

Cuando llegamos al hospital la bajaron en la camilla y la entraron al hospital, entre con ella hasta que los médicos me impidieron entrar.

—entendido, me quedo aqui—dije sentandome en la sillas con los dos peluches que nos habíamos ganado.

La madre de Elisa llegó con mi madre.  Las abrace a ambas.

—es mi culpa yo tendría que ser el que esté en la operación, debí de ir yo por la comida— comenté.

—cariño no es tu culpa, ahora solo hay que esperar— respondió su madre.

Las horas pasaban y no había noticias
hasta que uno de los médicos salió.

—lamento darles la noticia pero hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance pero ella no sobrevivió, falleció, lo siento mucho— nos dió la trajo a noticia.

Los tres nos pusimos a llorar mientras nos abrazabamos, luego rompí el abrazo y comencé a pegarle a la pared, mientras maldecian.

—Leo ya basta— me reto mi madre que intentaba calmarme, pero era inútil.

Luego de la noticia, nos quedamos junto a María la madre de Elisa para apoyarla.

—gracias— dijo María.

—de nada te ayudaremos en todo—comento mi madre.

Los días pasaron mi madre y yo ayudamos a María a organizar el funeral y el entierro. Fueron dos días muy duros para su familia y para la mía ya que Eli era parte de nuestra familia.

Después de ambas ceremonias regresamos a casa me encerré en mi habitación con los peluches los cuales deje sobre la cómoda, puse una foto de nosotros juntos con los peluches.

—hermosa hermanita, cuidare de Leo, te extraño mucho—dije mirando la foto, en ella ambos estábamos en la playa junto al mar, yo tenía a Eli en mis hombros, mamá había sacado esa foto en las últimas vacaciones.

—Leo abre—llamo mi madre.

—mamá vete de aquí—le pedí que me dejara solo.

—hijo déjame entrar—ptosiguio mi madre.

—mamá déjame en paz—le pedí.

Ella no insistió, no escuché nada más de su parte.

Los días pasaban y yo no salía del cuarto había faltado a la escuela, no me había bañado en días, ni había comido, ni bebido nada me había convertido en un hermitaño.

Había días que mi madre y mi hermano mayor Dilan tocaban a la puerta pero no los atendía no estaba de humor.

Esa noche de viernes Dilan entro a mi cuarto por la ventana, yo estaba intentando suicidarme cortándome las venas con una hoja de cúter, mi hermano me quito el objeto.

_estas loco— comento él —¿Porque lo haces?—preguntó.

—no quiero vivir si ella—respondí

—hermano ¿crees que ella querría verte así?— me preguntó Dilan.

—no, ella quisiera verme feliz pero no estoy bien— respondí.

—entonces tienes que ponerte bien,por su memoria—acoto Dilan para luego llamar a mi madre, quien llegó a mi habitación, al entrar luego que mi hermano abriera la puerta llamo al médico.

—hijo— me reto mamá acercándose a mi lado.

—lo siento, yo— intente hablar.

—te entendemos—dijeron ambos abrazándome.

El timbre sonó y Dilan bajo a atender, minutos después entro con el médico a mi cuarto, este me reviso y comenzó a curarme los cortes, luego me recetó cremas para las heridas.

—gracias doctor— dijo mi madre.

—descansa, mañana volverás a la facultad— comento mi hermano.

Pensé en Eli, necesitaba su apoyo, su sonrisa, sus consejos, nuestras noches de cines entre otras cosas. Necesitaba su compañía.

Me acosté en la cama pero no lograba dormir, hasta que mamá me trajo un té calmante, y así logré conciliar el sueño.

Estaba dormido y en el sueño apareció Elisa.

—Leo, tienes que seguir adelante, sabes que siempre estaré a tu lado pase lo que pase. Y lo que me pasó no fue tu culpa— decía ella.

—Eli, te extraño y te quiero mucho— respondí.

—yo igual, pero debes continuar con tu vida, yo estaré siempre en tu recuerdo y tu memoria, cuidar de mi madre, y de mi peluche, he dejado cartas para todos—comento ella en el sueño.

—lo hare— respondí.

Esa mañana me desperté exaltado por el sueño, me levanté de la cama para entrar al baño y tomar una ducha. Después de lo cual me cambié la ropa para ir a desayunar.

—Matia ha llamado tiene cartas para nosotros— explico mi madre.

—iremos por ellas— dijo mi hermano.

—luego de la facultad— propuse.

—avisare—contesto mamá tomando su celular.

Después del desayuno salimos de casa y fuimos a la facultad, las horas eran interminables y las clases aburridas sin Elisa. Cada lugar me traía un recuerdo diferente con ella.

Estaba parado en el campus mirando a la nada cuando sentí una brisa helada en mi cuerpo. Según decían las creencias populares eso se debía q que un espíritu rondaba cerca.

—Elisa— murmuré, de seguro era ella estaba enviándome una señal.

Dilan me irrumpio.

—vamos— me llamo.

Caminamos hasta la casa de Elisa, su madre nos esperaba con las cartas. Antes de entregarnos las mismas nos abrazo.

—me alegra verlos bien—dijo María, pero al ver mis heridas se sorprendió. .

—Leo— me llamo la atención.

—solo son cortes—explique.

—intenyo quitarse la vida—corrigio mi hermano.

—¿pero por qué?— pregunto María.

—porque la extraño y la necesito era mi jermana—comente.

María se acercó a mi para abrazarme y murmurarme al oído.

—no debiste hacerlo ella hubiera querido que continuarás tu vida siendo feliz—

—ahora si lo entiendo—comente —gracias—

Nos despedimos de ella.

—ire a casa—me informo Dilan

—yo al cementerio— expliqué. —nos vemos luego—

—te veo en casa— se despidió Dilan.

Camine hasta el cementerio, a la entrada compré flores y cuando llegue a la lápida las puse sobre ella.

—hola hermanita tengo tu carta, ahora la voy a leer— le hable abriendo un sobre azul para sacar la hoja de papel blanca y así comenzar a leerla.

Leo:
          Si estás leyendo esta carta es porque mi vida se ha terminado. Pero no te preocupes por mi vive tu vida yo he sido feliz por todos los momentos que disfrutamos juntos
Se que nunca los vas a olvidar al igual que yo. Espero estar en tus recuerdos siempre.
Estaré siempre a tu lado te quiero hermano, gracias por hacerme feliz....

            Te ama Eli

PD: Cuida de mi madre, y quédate mis juegos... Por favor dona mi ropa.

Me quedé un rato procesando todo hasta que la lluvia se hizo presente, comencé a caminar hacia casa, llegue mojado de pies a cabeza.

Luego de una ducha y de cenar fui a la cama, esa noche volví a soñar con Elisa, verla en sueños ya se hacia recurrente.

Había pasado dos meses desde su muerte y la policía había encarcelado a los responsables eso me aliviaba.
El sábado por la tarde había ido a la casa de María habíamos quedado en llevar la ropa a un hogar de niños.

El trayecto fue silencioso al llegar los niños estaban sorprendidos. Nos presentamos ante ellos y repartimos la ropa, Eli era muy solidaria con los demás, siempre ayudaba a los que menos tenían.

Desde esa visita al hogar había vuelto varias veces, para llevar comida, juguetes, ropa, ya se me había echo una costumbre.

Actualmente a mis cuarenta años continuo haciéndolo. Me he recibido de médico y trabajo en el hospital de la ciudad.
.
Esa fecha era especial, había pedido el día en el trabajo, para la celebración. Mi hija adoptiva Elisa cumplía  4 años, la había nombrado así en honor a mi mejor amiga.

—papá—grito ella al verme llegar a casa, estaban mi madre, mi hermano, María y los niños del hogar además de los niños del jardín.

—feliz cumpleaños hija— le dije abrazándola.

El día paso entre juegos, regalos y por último soplar las velas y cortar el pastel para después comerlo.

—gracias— escuché que decía el viento esa era la voz de Elisa quien nos cuidaba desde el cielo y era un angel protector para todos nosotros....




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