Fuera de lo normal
Con el pasar de los días, desde que Ian fue a la casa de Azul ella se había sentido extraña. La situación en la universidad era aún más extraña.
El día después de que él visitará la casa de Azul, al llegar a la universidad, Ian se acercó a ella.
—¿Vamos juntos?—pregunto Ian.
—¿lo dices en verdad?—preguntó ella.
—claro que si— contesto él.
Azul no confiaba en nadie, pero algo en la actitud de Ian la atraía hacia él.
Fueron juntos hasta la clase, al entrar todos los miraron raro, sin entender cómo Azul estaba junto a alguien.
Durante la clase todo fue normal.
—¿ustedes pueden quedarse?—pidió Isak a Azul e Ian quienes se quedaron en el salón.
—¿Qué pasa profe?— pregunto Azul.
—no es nada malo tranquila. Solo quería agradecerte por poner a Ian al corriente— explico Isak a su alumna.
—de nada, sabe que me encanta ayudar y explicar— respondió ella.
—lo se, por eso quería ofrecerte que des tutorías a otros alumnos—expreso Isak.
—sabes que lo haría encantada, pero todos me odian, nadie quisiera tomar las tutorías conmigo— explico Azul.
—dales una oportunidad— pidió Isak.
—no puedo, todos me ven como un fenómeno, no tengo amigos, solo a mí madre y mí familia, y a usted—afirmo ella.
—yo no te juzgué, y me caes muy bien a pesar de conocerte poco— intervino Ian.
—ves, Ian te apoya— explico Isak.
—lo pensaré— contesto ella.
—gracias—contesto Isak.
Ambos salieron del aula y de la institución.
Azul caminaba hacia el parque no se había dado cuenta de que Ian la estaba siguiendo.
Al llegar al parque hizo lo que siempre dejo la mochila en los escalones, puso la música desde el celular para comenzar a bailar.
Ian la miraba maravillado, los pasos de baile eran perfectos parecía que Azul volaba mientras bailaba. Después de bailar Azul tomo sus cosas para volver a casa, dejando atrás a todos.
Ian había entendido en ese instante que Azul si era especial, ahora sabía que era una eximia bailarina.
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POV IAN
Ver bailar a Azul era un placer, ella lo hacía perfecto.
En la universidad había escuchado toda clases de rumores sobre ella, algunos decían que era una bruja, otros que era una inadaptada, otros que ella tenía problemas de socialización. Pero yo no les hacía caso con el pasar de los días entre yo y el profesor Isak la convencimos de dar las tutorías, de tanto insistirle ella lo hizo. Con el correr de los días nos habíamos convertido en amigos.
Ese viernes era el último día de clases ya que comenzarían las vacaciones de invierno.
—Ian, me acompañas a buscar a mí prima a la casa— me propuso Azul.
—claro, me encantará conocer a tu prima y tu tia— contesté.
—bueno, cuando termine la hora vamos— me dijo ella.
La clase había terminado, todos salieron emocionados de la universidad hablando sobre lo que harían en las vacaciones.
Mientras caminábamos hasta la casa de la tía de Azul, charlamos ella me explico lo que haría en las vacas y me invitó a pasar algunos días en la playa junto a ellas.
Acepte total yo no tenía planes para las vacaciones.
Habíamos llegado a una casa estábamos frente a esta la fachada era antigua, Azul se paró frente a la puerta y tocó el timbre, minutos después la puerta se abrió.
—Azul, que bueno verte pasen— nos invitó la mujer que debía de ser la tía a Azul.
—gracias tía, ¿Celes está lista?—pregunto Azul.
—lista— contesto una niña de diez años apareciendo con su mochila.
—¿Y quién es él?— preguntó una mujer mayor de unos ochenta años.
—abuela—dijo Azul corriendo a abrazar a la mujer.
—es Ian, un amigo. Ella es mí abuela Rosa, mi tía y mí prima— me presento ella.
—un gusto— dije saludándolas a todas.
—un placer conocerte— comentó Rosa.
—me alegra mucho conocerlas a todas— respondí.
—bueno, Celes te portas bien con Azul — dijo la tía de Azul a su hija.
—si mamá, nos vemos cuando regresen— saludo Celeste.
—adiós abuela, adiós tía—saludo Azul.
—adiós— me despedí.
—adiós, gracias por venir—se despidieron ellas.
Salimos de la casa para ir a la de Azul, al llegar ella busco las cosas que tenía preparado.
—iré por mis cosas y nos vemos en dos horas, para ir a la playa— le propuse.
—te esperamos acá— indico Azul.
Me despedí de ambas, para ir a casa, no había nada raro en Azul como decía la gente, lo único extraño era que no tenía padre, por lo demás era normal como cualquiera.
Mientras estaba en casa le expliqué a mis padres que iría a la playa por unos días, ellos estuvieron de acuerdo.
—disfruta—me dijo mí padre.
—lo haré— respondí.
—y queremos conocer a esa chica— pidió mí madre.
—mamá— dije. Sabía que ella pensaba que Azul me gustaba, tenía razón con el tiempo me había enamorado de ella.
Salí de la casa sin admitir nada camine hasta la casa de mí amiga. Al llegar escuché a las chicas hablar.
—nada de magia— escuché decir a Azul.
—peroooo...—protesto Celeste.
—no hay peros, somos brujas tenemos que pasar por gente normal, además te acuerdas lo que pasó la última vez— comento Azul.
El que fueran brujas con magia era extraordinario, eran algo fuera de lo normal, eso era lo que ella tenía de especial.
—me acuerdo lo de la explosion y las quemaduras en tu habitación— dijo Celeste.
—lo que me costó reacondicionar mí cuarto tuve que hacer varios conjuros mágicos para volverla a la normalidad— explico Azul.
—lo siento, no lo haré— dijo Celeste.
—no lo harás porque no usaremos magia— comento Azul.
—bien— afirmó Celeste.
Toque a la puerta y Azul abrió.
—vamos— dijo entusiasmada Celeste
Salimos de la casa para ir a la playa en el colectivo. Tenía que hablar con Azul sobre su secreto, lo haría cuando tuviéramos un tiempo a solas.
Durante el viaje Celeste cantaba parecía una niña encantadora.
—es un terremoto— comento Azul
—¿Por qué lo dices?— pregunté.
—es hiperactiva— me respondió ella.
—pero es una buena niña—afirme
—sin dudarlo, solo que no para ni un minuto— contesto ella.
Durante el trayecto charlamos, mientras que Celeste miraba por la ventana del colectivo el paisaje.
—llegamos—anuncio Celeste feliz al bajar del transporte para correr hacia la playa.
—primero nos instalamos, luego puedes ir al mar— comento Azul.
—bien—dijo Celeste siguiendo a su prima al igual que yo, frente al mar había una cabaña.
—¿es tuya?— pregunté.
—no, de la familia—explico Celeste.
Mientras Azul abría la puerta de la misma. Al hacerlo di un vistazo panorámico, la misma Hera hermosa.
—te mostraré el cuarto— me explico Azul — Celes te encargas del nuestro—pidió Azul a su prima.
.
—encantada—dijo la pequeña.
Seguí a Azul hasta el cuarto dónde me quedaría, ella abrió la puerta y me sorprendió al ver el cuarto.
—instálate, yo iré a ver a Celes para ayudarla— me comentó ella saliendo del cuarto.
Al quedarme sólo pensé en que hacer, debía de hablar con Azul lo más pronto posible.
—vamosssssss— escuché gritar a Celeste.
—bueno vamos. a la playa— contesto Azul.
—espérenme— les pedí.
—te estábamos esperando— comento Azul.
Salimos de la cabaña, caminando hacia el mar, al llegar pusimos la manta sobre la arena nos sentamos mientras Celeste se quitaba la ropa para meterse al mar.
—te acompaño— le ofrecí a Celeste
—Azu ven con nosotros— propuso Celeste a su prima.
—sabes que no me gusta—comento Azul.
—vamos no seas aguafiestas—le dije.
Ella solo se levantó para acompañarnos al mar, llevaba puesto una malla negra enteriza, se veía hermosa.
Al entrar al mar comenzamos a nadar, además de jugar entre los tres, me estaba pasando un buen momento.
Cuando salimos del mar nos secamos con las toallas, para luego sentarnos a comer sobre la manta.
—pero mira, la ratita tiene un amigo—comento una de nuestras compañeras de escuela.
—porque no se van y nos dejan tranquilos—intervine.
—no quieres pasarlo con nosotras en cambio de estar con la bruja y su niña—comento otra de las chicas.
—no gracias— contesté.
— no me llames niña, soy su prima— comento Celeste, pegándole a una de las chicas. —si vuelves a llamarnos brujas vera lo que está niña puede hacer— dijo Celeste.
—maldita mocosa—dijo la chica de cabello negro de nombre Mía era la abeja reina de la universidad.
—no te atrevas a ponerle una mano encima— afirmó Azul enojándose y poniéndose frente a Mia para proteger a Azul.
—hablas—dijo Mía.
—mas te vale alejarte—afirmo Azul fuera de control, algo en ella estaba cambiando.
—Azul, mírame, tranquilizarme— le pidió Celeste a su prima. Entonces entendí que sus poderes estaban fuera de control.
—que se vallan—grito Celeste, tomando la mano de su prima, pero Azul la lastimó.
Todos se fueron, pero las miradas seguían sobre Azul.
—Azul, me lastimas—se quejo Celeste.
—¿Qué pasa?—pregunte.
—me lastimó— contesto Celeste.
En ese momento me acerque a Azul para tranquilizarla, ella aún seguía enojada, le quite a Celeste la mano de Azul, al ver la herida me preocupe.
—estoy bien, encargarte de ella—me pidió Celeste.
—Azul, Azul mírame concéntrate en mí, por favor tranquilizante—le pedí.
Ella cerró los ojos y volvió en si, había salido del transe.
—¿dime que no he lastimado a nadie?—me pregunto ella.
—si lo hiciste, Celes tiene una quemadura— le expliqué.
—levantemos todos, tengo que curarla—dijo ella.
Levantamos todo para volver a la cabaña, al entrar dejamos todo en su lugar.
—se que no puedo hacerlo, pero no queda otra—comentó Azul.
—¿estas segura?— pregunto Celes.
—no dirá nada— confirmo Azul comenzando a hacer magia para curar a Celeste.
—magia— dije.
—somos brujas, una quemadura de bruja necesita magia para curarse— explico ella —guarda el secreto— me pidió ella.
—lo guardaré, no te preocupes— contesté.
—gracias, por ayudarme a controlarme— me dijo ella mientras curaba a su prima.
La magia hizo desaparecer la quemadura de Celeste.
—iré a dormirme, quiero descansar, me llaman cuando esté la cena—pidió Celeste.
—claro—afirmo Azul sentándose en el sillón.
Al quedarnos solos Azul comenzó a explicarme la historia de las brujas , de su familia, de su padre, la magia entre otras cosas. La entendía debía de guardar su secreto. Ella me explico que cuidaba de Celeste porque su madre, su tía y su abuela, estaban en el consejo.
—gracias por escucharme—comento ella.
—de nada, y puedes contar siempre conmigo—le dije abrazándola.
—vamos a hacer la cena, el mounstrillo, Débora todo— explico Azul.
—no le digas así— le pedí. —¿Y qué pasó con la explosión?—pregunte mientras caminábamos a la cocina para preparar la cena.
—cada año muestras madres y nuestra abuela van al consejo, el año pasado, nos quedamos en casa, mientras le preparaba la cena, hizo un hechizo e incendio mí habitación—me explicó mientras ponía agua a calentar para la pasta, mientras yo cortaba las verduras.
—lo siento— contesté.
—no es nada, las brujas pequeñas aún no controlan la magia, pero yo puede anular el fuego y reconstruir mí habitación— respondió ella.
—sabia que había algo especial en ti— le dije.
—no soy especial— contesto ella.
—para mi lo eres— respondí.
—gracias— contestó ella.
Hicimos la cena, mientras yo ponía la mesa ella fue a despertar a Celeste.
—todo listo—dije.
Los tres nos sentamos a la mesa para cenar, mientras lo hacíamos
charlábamos, después de la cena lavamos las cosas y nos fuimos a nuestras habitaciones para dormir.
La semana paso rápida estábamos disfrutando el último día en la cabaña ya que se había largado una tormenta, habíamos decidido jugar juegos de mesa los tres juntos, nos estábamos divirtiendo cuando el celular de Azul sonó.
—mamá— dijo Azul.
—cariño hay buenas noticias— comento la madre de Azul.
—¿ya están en casa de la abuela?—pregunto Azul, su célula estaba en altavoz.
—por llegar, ¿ustedes?—pregunto su madre.
—por salir— respondió Azul.
—ni bien lleguen te decimos la buena noticia— comentó la madre de Azul.
—las quiero mucho, nos vemos en un rato— comento Azul.
Terminamos de jugar salimos de la cabaña con las valijas hacia la parada del colectivo que nos llevaría al pueblo.
Durante el trayecto Celes se durmió, al llegar a destino bajamos del colectivo yo alce en mis brazos a Celes y. Azul llevaba las valijas.
—gracias—me dijo ella.
.
—para que están los amigos— conteste.
Habíamos llegado luego de caminar hasta la casa de la abuela de Azul, golpeamos y su tía abrió la puerta.
—adelante— indico la tía de Azul.
—¿Dónde la dejó?—pregunte
—por aquí—me indico la abuela de Azul, dirigiéndose hacia una habitación donde deje a la niña.
—las dejo, nos vemos en la universidad—le dije a Azul ya que las vacaciones terminaban en una semana.
—nos veremos—contesto ella viendo como salía de la casa.
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Azul estaba nerviosa y ansiosa por escuchar las noticias que tenían para ella.
—¿Cuál es la noticia?—pregunto ella.
—tendrás la iniciación—comento su abuela.
—genial, ¿cuando?—pregunto ella.
—el 31 de octubre— afirmó su madre.
—¿has decidido que deseas?—interpelo su tía.
En la ceremonia de iniciación a las brujas se le otorga un objeto mágico de su elección, una mascota, una escoba y una joya mágica. Azul lo había pensado, pero aún no se decidía tenía varias ideas.
—aun tengo tiempo, no lo he decidido— comento ella —tengo algo que contarles— dijo ella.
—¿Qué pasó?— pregunto la tía de Azul
—tuve que contarle la verdad a Ian, prometió no decir nada— contesto Azul.
—hija sabes que no podemos revelarlo— la reto su madre.
—no tuve otra opción. La magia se salió de control y queme a Celes, pero la cure con magia curativa— explicó Azul.
—ese chico te ama, lo puedo ver en tu futuro y en la bola de cristal— explico la abuela de Azul a su nieta.
—si abre la boca lo convierto en rana o sapo— exclamó Blanca.
Luego de la noticia Blanca y Azul regresaron a su casa.
—me alegra que tengas un amigo al fin—dijo Blanca a su hija.
—gracias mamá, a mi también me alegra— contesto Azul.
Blanca noto la felicidad de su hija nunca antes la había visto tan feliz como aquel día.
Era hora de volver a la universidad, ya las vacaciones habían terminado. Azul se despidió de su madre y salió caminando hacia la institución, en el camino Ian se unió a ella.
—parece que la noticia te puso de buen humor —comento él saludando a su amiga.
—pues claro, la iniciación para una bruja es muy importante—explico ella.
—¿Qué hacen?—pregunto él.
—nos entregan objetos mágicos— explico Azul —pero no sé que elejir, me ayudas— pregunto.
—claro en el receso— afirmó Ian.
—gracias,—respondió ella mientras entraban a la clase para sentarse en sus respectivos asientos.
Durante la clase no paso nada interesante, ya había llegado la hora del receso y ambos estaban comiendo algo.
—bien ¿Qué has pensado?— interrogó Ian.
—como mascota un oso polar, como objeto creo que un collar y una bola de cristal— explico Azul.
—buena elección, tu familia que tienen?—pregunto Ian curioso.
—mi abuela una lechuza, un anillos, y una varita. Mi tía un búho, una pulsera, y un espejo y mi madre un gato, una pulsera, y un caldero— explico Azul.
—me gusta tu idea es diferente— comento Ian.
—lo se— contesto Azul.
-¿y cómo es la ceremonia?-'preguntó Ian
-es el día de brujas el 31 de octubre se realiza en el circulo de piedra con el consejo y las chicas de mi edad que vienen de todo el país, para nuestra suerte el lugar es imperceptible al ojo humano- comento Azul.
—me alegro por ti—cometo Ian a su amiga.
—gracias dijo ella.
Durante los siguientes meses todo fue normal, la amistad de Azul e Ian crecia conforme pasaba el tiempo y se iba afianciando.
El día había llegado Azul se había despedido de Ian y bajado con su familia al círculo de piedra donde daría sería la iniciación.
—no tienes que estar nerviosa—dijo Blanca a su hija.
—lo dices por que ya lo psasate—comento ella.
—no es nada nuevo sobrina— comento su tía.
Al llegar al círculo de piedra Azul noto a varias brujas de su edad con sus familias.
- esta es una noche especial es la noche en que nuestras niñas se convierten en adultas y al fin se estabilizarán sus poderes como brujas- anuncio una de las ancianas del consejo.
- todas ya saben lo que deben de hacer, así que adelante— anuncio otra de ellas.
El consejo era integrado por tres brujas.
Todas las iniciadas comenzamos a realizar el rito para conseguir nuestras cosas, podía pensar en Ian y en lo que habíamos hablado eso me ayudó a ganar los objetos que deseaba.
Mí mascota era un oso polar blanco, en mí cuello apareció un collar con una luna azul y en mí mano una bola de cristal.
—ahora las escobas— anuncio la otra bruja del consejo.
Todas estiraron las manos y sus escobas volaron hacia ellas.
Al terminar la celebración todas volvían a sus casas. Azul estaba contenta de regresar con su magia y sus objetos, pero algo pasaría que cambiaría su vida.
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