Capítulo 20


El sábado por la mañana, bien temprano, salimos junto a los Andrews rumbo a la finca del abuelo de Molly que estaba a dos horas en auto de aquí. Lastimosamente fuimos en el helicóptero de la familia, así que el viaje no fue muy largo. Harrison decía que quería aprovechar al máximo estos dos días, ya que volveríamos mañana al anochecer.

 A eso de las nueve de la mañana, cuando estábamos preparando las cosas para ir de pesca, recibí un mensaje de Kye. En él, me invitaba a una gloriosa feria hippie en Beverly Hills. Me hubiese gustado decirle que sí, que me encantaría, que era un gran plan de sábado por la mañana... Pero no pude. Estaba lejos y rodeado de gente con quién no quería estar, no había forma de escaparme de aquí.

Le respondí y decidí guardar el celular hasta el domingo. No quería ningún tipo de tentación, necesitaba desconectar.

—Raggy, ¿ya estás listo? —Molly apareció por el cuarto.

—Sí, vamos.

Tomó mi mano y ambos salimos de la cabaña rumbo a la mansión. Porque sí, nosotros dos estábamos en una cabaña detrás del enorme terreno de la finca Andrews. Cómo si la estancia no fuese lo suficientemente gigantesca para albergarnos allí. Al llegar al frente de la casona, nos encontramos con nuestros padres y tomamos tres Jeep costeros que nos llevarían a la playa privada del abuelo Andrews. El camino no duró más de siete minutos, una vez estacionados, nos esperaban con bebidas y las cañas ya listas para pescar.

¿Que sentido tiene venir a pescar si nadie pesca?

En fin, mientras mi padre y Harrison "pescaban", yo me tendí sobre una toalla bajo la sombrilla. No podía tomar mucho sol, por más que me gustase, mi piel se enrojecía con facilidad y luego quedaba como un tomate con piernas.

—Amor, ¿por qué no te acuestas aquí a mi lado en la reposera? —La mano de Molly palmeó con suavidad la parte mullida del otro asiento a su lado, invitándome.

—Eh... —Corrí la vista de Madchen y de mi madre, que nos veían sonrientes, y me puse de pie—. Claro, cielo.

Me tumbé en la reposera y abrí mi libro en la página que me había quedado hace un par de horas.

Al cabo de unos minutos, la mano de Molly bajó el libro dejándome su rostro en primer plano.

—Cariño, ¿me acompañarías a ver unos trajes de baño al centro de la bahía? Así aprovechamos y estamos un poco solos, mamá ya me tiene harta.

Miré a los dos pares de adultos, ya que en realidad no parecían muy concentrados en nosotros... De todas formas acepté, dar vueltas por ahí era mejor que no hacer nada. Les avisamos a nuestros padres que nos iríamos por un rato, y nos pidieron que regresemos temprano para el almuerzo en el chalé de los Andrews.

Tomé uno de los tres jeeps y salimos rumbo a la bahía. Ya me conocía el lugar de memoria, puesto que desde siempre había pasado mis veranos aquí, codo a codo con la rubia a mi lado.

Al llegar al centro, ambos bajamos y ella tomó mi mano.

—¿No dijiste que iríamos a comprar? Es en la dirección opuesta. —hablé cuando nos dirigíamos a otro lugar que no era el planeado.

—Tengo demasiado trajes de baño como para agregarle otro a la lista. Quería sentarme a tomar algo contigo y charlar de la vida como en los viejos tiempos, sin mis padres dando vueltas. Siento que hemos perdido un poco la costumbre de hacerlo...

Sonreí y la abracé por los hombros. Me gustaba cuando ella tenía aquellos momentos en los que se permitía distenderse un poco de su vida rutinaria y estaba dispuesta a pasar tiempo de calidad conmigo, como alguna vez lo hicimos siendo grandes amigos.

Tomamos asiento en una de las mesas de afuera, y pedimos dos smoothies refrescantes para aprovechar la cálida mañana. Este clima tan diverso iba a volverme loco, el cambio de temperatura solía darme una alergia terrible.

Una vez que nos trajeron las bebidas, comenzamos a charlar como hace bastante no hacíamos, me reía de algunas cosas con las que bromeaba, recordando por qué me gustaba pasar tiempo con ella.

—¿Cómo vas con la búsqueda de universidades? —preguntó de repente en un momento de silencio.

—En realidad estoy tildado... Tengo varias opciones, el único problema es que debo ingresar en una carrera que no me agrada, así que no tengo muchas motivaciones para hacerlo.

—Ragnar, algún día deberías decirle a tus padres que no quieres seguir con el legado familiar... Estoy segura de que serías un gran abogado, tienes que entender que no puedes complacer a todo el mundo, y vida para hacer lo que quieres solo tienes una —su mano tomó la mía—. Lo mismo te ocurre con la fotografía, apuesto a que sigues captando los mismos paisajes desde tu ventana una y otra vez, día tras día. Eso no es vivir la vida, cariño, es derrocharla. Tú mereces más de lo que tus padres están dispuestos a ofrecerte.

—¿Eres feliz conmigo?

—¿Qué? ¿Por que cambias tan bruscamente de tema? —rió—. Claro que soy feliz contigo, eres mi amigo, mi novio... Eres todo lo que siempre soñé en un hombre. Sabes que haría cualquier cosa por ti, porque estamos destinados a estar juntos. ¿Tú eres feliz conmigo?

Sus ojos brillaron de una forma que me secó la garganta.

—Claro, claro que soy feliz contigo. No hay nadie que me conozca tanto como tú —aún—. Pero, ¿has pensado que ocurriría si algún día dejamos de ser felices juntos? Es decir, puede pasar que encontremos a alguien que nos haga sentir más de lo que sentimos ahora...

—¿Qué pretendes decirme con todo esto? ¿Acaso estás enamorado de alguien más? —Sus ojos se aguaron.

Recordé lo que mamá me había dicho el mismo día que me enteré de lo de Molly, cerca de la medianoche. "Emociones fuertes, sucesos repentinos, tragedias, noticias sorpresivas... La salud de Molly ahora está mucho más susceptible que antes, cualquier cosa que provoque una alteración demasiado fuerte en sus emociones podría ocasionar una decaída de su sistema inmune, y podría ser fatal".

He aquí la razón por la cual seguía con ella. No por mis padres, no por dinero. Por su salud. Si a Molly le ocurría algo por mi culpa, no podría perdonármelo nunca.

—No, no. Claro que no... Tú sabes cuanto te quiero. Es solo que... ¿Nunca lo has pensado?

—Bueno, en realidad no. Desde que recuerdo, he estado perdidamente enamorada de ti, Raggy. No me imagino con nadie más, pero la vida es muy incierta, y a decir verdad nadie elige de quien se enamora. Si algún día ocurre, espero que no, pero si sucede, quiero que sepas que ante todo merecemos ser sinceros el uno con el otro. Yo se que no dejaré de amarte, pero si tu dejas de sentir algo por mí, prefiero que me lo digas... Es más valioso tenerte al menos como amigo, a perderte por completo.

Le sonreí, ¿qué más podía hacer? Ella se estaba sincerando por completo y yo tenía atragantada las ganas de decirle sin pelos en la lengua la situación que ambos –conscientes o no– estábamos atravesando.

—Molly... Respóndeme algo y sé sincera. ¿Estás viviendo la vida como realmente quieres?

—Siempre me ha gustado la complejidad en la simpleza de tus preguntas... Es una de las cosas que más adoro de ti. Respondiéndote, supongo que no todos alcanzamos a vivir la vida que realmente queremos, hay cosas que nos impiden hacerlo, hay obstáculos en el camino que no siempre podemos esquivar. Digamos que tengo los medios y las herramientas para acercarme bastante a lo que soñaba vivir. ¿Tú vives como quieres?

—Yo...

—¿Molly? —Una voz me interrumpió— ¿Molly Andrews, eres tú?

Ambos nos giramos hacia la persona que había hablado. Un sujeto de más o menos nuestra edad, quizás un par de años más, estaba de pie con una cara de sorpresa notable. 

—¿Aren? ¡Santo cielo! —La rubia saltó de su asiento y abrazó al chico de pelo castaño—. Raggy, amor, él es Aren Beckett, un amigo del campamento de verano de hace cinco años. Aren, él es mi novio, Ragnar Novak.

—¿Novak? ¿El mismo Novak dueño de aquella multinacional? —Me tendió su mano en forma de saludo.

—Su hijo —sonreí.

—Increíble. La verdad es que no pensé encontrarte nunca aquí, Molls. Teníamos tiempo sin hablar.

¿Molls?

Ambos se enfrascaron en una conversación alegre en la que por obvias razones me sentí de más, así que decidí sacar mi celular e idiotizarme por un rato hasta que la rubia tuviese ganas de volver. Decidí enviarle un mensaje a Kye para disculparme por lo cortante de mi mensaje de la mañana, por lo que le pregunté si le molestaba que la acompañase al aeropuerto a despedir al chico francés que se hospedaba en su casa.

No respondió al instante, pero no me preocupé por ello. Justo cuando estaba por decirle a Molly que ya era hora de volver para el almuerzo, ella me llamó.

—Cariño, Aren nos invita esta noche a una fiesta en el chalé de sus padres. ¿Qué dices? —La rubia me sonrió de oreja a oreja.

—Eh... —La tomé de la mano y hablé en voz baja—. ¿No crees que podría hacerte mal ir? Es un ambiente poco favorecedor para ti ahora.

—¡Pff! ¿¡Qué cosas dices!? Tengo dolores de cabeza solamente. No hagas de esto una bola de nieve gigante. Aren —se giró hacia el castaño—, iremos.

Rodé los ojos ante su testarudez, tuve que cerrar mi boca y decirle que la esperaría en el Jeep. Ese tal Aren me caía como patada en los testículos, y sabía que Molly no daría el brazo a torcer con el tema de la fiesta. 

Tras quince minutos más de esperar, ella regresó y volvimos a la finca de los Andrews. Llegamos justo para el almuerzo, uno que hubiese sido realmente aburrido si Molly no hubiese comenzado a lanzar pequeñas bolitas de pan a las cabezas de sus padres y de los míos. Enojados y pensando estúpidamente que se trataba de ardillas o pájaros que se habían colado en la casa, los cuatro se levantaron y decidieron ir a dormir. Ambos estallamos en risas y luego de eso pudimos comer sin elegancia, hasta reventar.

La tarde fue tranquila, Molly quiso ir a descansar un rato, y yo aproveché para sacar mi cámara de fotos y salir a dar una vuelta. Por fin mi rollo iba a tener otra cosa más que aquellos clásicos paisajes de mi ventana que Molly había mencionado antes. Volví cuando el sol cayó, la rubia ya había despertado y se estaba preparando. Así estaría lista luego de cenar.

—¿No te ducharás? —me preguntó apenas llegué.

—Luego.

Ella sonrió y siguió en lo suyo. Tomé mi celular, y con la curiosidad ganándome, revisé el chat con Kye.

Leyó el mensaje pero no contestó. ¿Eso que significaba? ¿Estaría bien? ¿Se habría enojado?

Dios, me sorprendía lo intenso que podía ser a veces.

Luego de la cena, y tal como prometí, estuve listo en menos de veinte minutos. Sostuve a Molly de la cintura, y a fuerza de insistencia salimos de la finca Adrews y de la sobreprotección de nuestros padres.

Al llegar al chalé del castaño amigo de Molly nos costó estacionar. No entendía como siendo temporada baja y este un pueblo pequeño, podía haber tanta gente. Cuando conseguimos dejar el auto más o menos cerca, nos adentramos a la fiesta de Aren Beckett.

Un puto desmadre. ¿Qué mejor descripción que esa? Ninguna. 

No iba a entrar mucho en detalles de lo que mis ojos veían, era primerizo en esto de las fiestas puesto que era literalmente la segunda vez que asistía a una.

Vaya, otra cosa cosa en la que soy virgen.

—¡Vamos, vamos, vamos! ¡Quiero ir a bailar! —Molly me tironeó— ¡Camina, Ragnar!

—Espera —la tomé del brazo—. No tomes nada que no sea agua, no aceptes cosas de extraños, no te drogues, y mucho menos te vayas lejos.

—Para eso me quedaba pescando en el muelle. Atrápame si puedes...

Ella salió disparada en cuestión de segundos. Realmente no estaba con ánimos de ser niñero, pero no podía descuidar a Molly por cuatro vitales razones: sus padres, los míos, su salud y Aren Beckett.

—¡Molly! —Corrí tras ella hasta que la encontré moviendo las caderas en el medio de la pista. Suspiré y me acerqué.

—Baila conmigo, guapo —me pidió.

No me negué, era mi novia al fin y al cabo. Si eso implicaba evitar perderle de vista, bailaría hasta que los pies me doliesen.

Sus manos tomaron las mías y las dirigió a sus caderas. Comenzó a bailar lentamente y a rozar su cuerpo con el mío. De inmediato mi mente comenzó a divagar y me llevó de la mano directo a aquella fiesta donde me sentí tan nuevo y sorprendido por todo lo que veían mis ojos...

<<Ella está allí, es el centro del movimiento. Es el punto de fuga de todos los ojos presentes, magnética. Mueve las caderas de una forma que no podrías creer que es posible, el vaivén de sus muslos crean un ritmo hipnótico que causa explosiones en el cerebro. Su cintura es rodeada por las manos de un sujeto más alto, pero esto no le impide ser quien marca el ritmo y el roce. Yo, que antes me encontraba mirándola, me veo reemplazando a aquel tipo. Mis manos son las que la sujetan, es mi vaivén el que impulsa el suyo. Un golpe sensual de caderas, una mano en mi pecho, mi brazo atrapando su cintura, su cuerpo pegado el mío. Ella es droga y yo el principal adicto. Una dosis pura y mortal de aquella belleza de ojos universo.

El calor crece a pasos agigantados, nuestras respiraciones mezcladas me están por llevar al borde del colapso. En un lapsus de segundo sus brazos sueltan los míos, toma mi mano y nos saca de allí. Vagamos embriagados del deseo escaleras arriba, la primera puerta es la elegida. Vacía. Sus manos revoltosas me recorren, yo la imito, pero con poca experiencia. 

—Déjame a mi... —pide.

Absorto en sus curvas dejo que desabroche los botones de mi camisa y el cierre de mi pantalón. Es curiosa, no me deja respirar, toma aquella parte de mi cuerpo que responde a sus caricias. Me ahogo en un jadeo... Es algo inexplicable. Su movimiento... Arriba, abajo. Repite.

¿Te gusta? No sabes cuanto he esperado esto, Raggy...>>

Abro los ojos. Los ojos de Kye se distorsionan y aparecen los de Molly.

El rostro de Molly, el cuerpo de Molly, la voz de Molly. 

Las manos de Molly.

—¡Espera! —Salté de la cama dándole la espalda y guardando mi miembro dentro del pantalón, de donde nunca debió haber salido.

Desesperado, sintiéndome enfermo por haber tenido aquella fantasía tan traicionera, salí huyendo de la habitación, buscando con urgencia un baño. Al encontrarlo, lavé mi rostro para espabilar.

—No, no, no. ¡Como pudo pasar! ¡Jodido enfermo! —me grité—. ¿Cómo voy a verles a la cara? Maldita sea.

Pasaron varios minutos hasta que me tranquilicé y pude salir del servicio. Estaba avergonzado de lo que había hecho. Dejar que Molly me masturbase pensando en Kye era algo que nunca me había pasado... Primero porque era mi primer experiencia sexual, y segundo porque la morena de ojos bicolor jamás había cruzado mi mente al tocarme. Sentía que sería muy irrespetuoso pensar en ella al hacer eso.

Con la mente a mil busqué a Molly por toda la casa, incluso en la habitación donde la había dejado. Abrí puerta por puerta, me llevé varios gritos y vi situaciones que me dejaron algo asombrado.

Solo quedaban tres puertas, abrí la siguiente. Otra pareja teniendo sexo.

Iba a girarme y cerrarla cuando noté algo que me llamó la atención...

Joder...

La noche estuvo llena de sorpresas, pero sin duda lo que más me dejó pasmado fue ver a Molly gemir y cabalgar sobre Aren, luego de haberme tocado hace menos de quince minutos.



Jejejejeje... Ando con bloqueos.

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¡Nos leemos pronto, besitos virtuales!

Sunset.

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