CAPÍTULO XVI.
Minho había recibido su dinero y ya se le había ocurrido algo para trabajar, pero necesitaba meditarlo un poco más. Quería pedirle opinión a Taemin, pues ya lo consideraba su pareja, aunque dudaba si su pequeño pensaba lo mismo. No es que fuese pesimista o que dudara del amor que sentían el uno por el otro, eso nunca. Sabía que ambos estaban completamente enamorados. Pero como en todo, había un pequeño detalle: Taemin seguía casado, y cualquier cosa podría suceder.
De repente, se escucharon unos golpes fuertes en la puerta de entrada. Taemin gritó desde el piso de arriba; había visto el auto de Hee desde la carretera. Sabía que vendría hoy, así que desde temprano se había preparado y apostado frente al ventanal, esperando su llegada.
—¡Min, ya llegó!
—¡Sí, Tae, ya abro! —respondió Minho mientras se acercaba a la puerta.
Minho jaló la puerta y, al abrirla, se encontró con un par de personas sonrientes. Antes de que pudiera decir palabra, fue sorprendido por un abrazo.
—¡Ahhh! ¿Minho, verdad? Soy Kim Heechul, el hermano de Tae-Tae, por lo tanto, soy tu cuñado. Y esta hermosa dama a mi lado es... tu suegra, Lee Yuri.
Minho estaba sorprendido. ¿Su suegra? Taemin no le había mencionado que su mamá vendría con Hee.
—M-mucho... gusto, señora. Soy Minho, Choi Minho —dijo, haciendo una reverencia algo torpe.
La señora también lo abrazó cariñosamente.
—No te sonrojes, hijo. No soy una mujer mala, no tienes por qué apenarte. Y puedes llamarme "mamá" —le dijo con una sonrisa.
Cuando Minho se hizo a un lado para que entraran, Taemin, que estaba parado detrás de él, vio a su madre. De inmediato corrió hacia ella y la abrazó con fuerza.
—¡Mamá! ¡Mamá! —gritó, emocionado—. ¿Cómo es...? ¿Hee, cómo...? —volteaba a ver a todos, buscando una explicación, algo que le confirmara que su madre realmente estaba allí.
—Hijo, mi pequeño Tae. Hay mucho de qué hablar, pero primero quisiera darme una ducha; el viaje ha sido largo —respondió su madre.
—Claro, mamá, ven. Tendrás que subir muchos escalones.
—No importa, hijo. Por estar contigo nuevamente, subiría la montaña más alta del mundo.
Mientras subían, Taemin comenzó a llorar.
—¡Mamá! Te he extrañado tanto. Perdóname por no haber ido a verte en estos dos meses. Yo... yo necesitaba...
—Hijo, lo sé todo. Hee y yo hemos hablado mucho. No tienes que preocuparte más. De ahora en adelante, todo irá bien. Además, ese chico parece haberte cuidado muy bien.
—¡Mamá! —respondió Taemin, sonriendo entre lágrimas.
Minho ayudaba a Hee a sacar el equipaje de la cajuela. Una de las maletas pesaba una barbaridad.
—¡Caramba! Seguro que esta es tuya —comentó Minho.
—Jajaja, ¿cómo adivinaste, Minhot?
—Tae habla de ti todo el tiempo. Ya te conozco de sobra sin siquiera haberte visto.
—¿De veras? Es bueno hablar con gente bien informada. Así no hay sorpresas.
—Te juro que eres exactamente como Tae te describió.
—¡Oh, qué bueno! Y déjame decirte que tú también eres justo lo que me recetó el doctor. ¡Ups! Perdón, quise decir lo que me contó Tae-Tae.
Minho movió la cabeza de un lado a otro, sonriendo.
—Te advierto que mi novio es muy celoso.
—Nah, don't worry. Sé respetar al hombre ajeno, pero no puedo ignorar que estás... guapo.
Después de que Hee también se aseó, se sentaron a comer. Minho había preparado un delicioso platillo. Desde que se terminaron los botes de comida, él había comenzado a cocinar, ya que Tae no sabía nada de cocina. Solo sabía recalentar. Incluso solía comprar comida hecha a escondidas del innombrable.
—Esto está exquisito —comentó Yuri.
—Fabuloso, diría yo —exclamó Hee.
—¿Verdad que sí? Min es increíblemente bueno cocinando —aseveró Taemin, con orgullo.
Minho, sintiéndose halagado, tomó a Tae por la mandíbula y le dio un beso tierno.
—Gracias, bebé.
Yuri observaba la escena con beneplácito. Estaba segura de que ahora sí, su pequeño era completamente feliz, que Minho era un verdadero caballero que lo amaba y lo trataba como a un príncipe. Su corazón de madre no se equivocaba.
—¡Oigan, no cuenten dinero delante de los pobres! —bromeó Hee, con una sonrisa.
Taemin se sonrojó, pero su madre salió en su defensa.
—No los molestes, Hee. Están felices, y no hay nada como el primer amor, ¿o no, chicos? —con esas palabras, Yuri confirmaba que tanto su hijo como Minho estaban enamorados por primera vez en sus vidas. Y eso, jamás podría estar en duda.
Cuando terminaron de comer, entre los cuatro limpiaron todo. Luego se sentaron afuera del faro, en un pequeño porche con vista al océano. Era hora de aclarar muchas cosas.
Yuri comenzó.
—Hijo, ahora que ya no vives con el diablo, voy a contarte lo que realmente sucedió con mi enfermedad. Unos días antes de que fueras por mí a la clínica, él se presentó para amenazarme. Me dijo que tenía que quedarme ahí, porque yo era una carga para ti, y si no lo obedecía, podría pasarte "un accidente". Me asusté mucho, así que fingí estar más enferma. Preferí que me internaran, a poner en riesgo tu vida.
—¡Mamá! ¿Por qué nunca me dijiste nada?
—Tae, quizá no me habrías creído. En ese entonces, estabas cegado. Hacías todo lo que ese hombre te decía.
Taemin agachó la cabeza. Su mamá tenía razón; el innombrable lo dominaba en todo, y él lo obedecía sin protestar. Ahora se preguntaba, ¿cómo había permitido tantas vejaciones?
—Pero ya no te preocupes, desde que mandaste a Hee a verme, platicamos mucho, y a la semana siguiente ya me había ido a vivir con él —dijo Taemin con un tono más relajado.
—Mamá, perdóname por no haber luchado por ti. Estaba ciego, nunca quise ver la maldad de ese señor. Yo quiero tenerte conmigo, así como lo habíamos planeado —susurró, con un dejo de nostalgia.
—Nada me gustaría más, hijo, pero quiero que disfrutes del amor verdadero, al lado de este guapo caballero —dijo ella, mirando a Minho con una sonrisa cálida—. Él sí te ama, mi corazón lo sabe. Llevo aquí solo unas horas y puedo decirte que te veo inmensamente feliz y enamorado, jamás te vi así.
Minho, con una suave sonrisa, tomó con cariño la mano de Taemin y la entrelazó con la suya. Luego, mirándolo a los ojos, agregó:
—Escucha a nuestra mamá, ella es sabia.
Taemin entrecerró los ojos, devolviendo una sonrisa. Las personas más importantes de su vida estaban ahí, y eso le llenaba de paz. ¿Qué más podía pedir? Nada.
Hee y Taemin decidieron ir a caminar por la playa un rato, necesitaban ponerse al día de sus confidencias. Mientras tanto, la señora Yuri y Minho se quedaron en la casa, platicando sobre su vida como pescador; habían congeniado muy bien.
—Ahora sí, cuéntame absolutamente todo, Tae —preguntó Hee, con ojos curiosos.
—Solo puedo decirte que estoy profundamente enamorado —respondió Taemin, con una sonrisa luminosa—. Él es el hombre más caballeroso, más amoroso, más complaciente, más guapo... y hace el amor como un dios.
—¡Woooow! Con razón traes esa sonrisa permanente. Antes solías estar triste todo el tiempo. ¿Y dime, has pensado en un futuro con él?
—Todos los días. Pero tengo miedo de ver al innombrable para pedirle el divorcio. ¡Es capaz de matarme a golpes, Hee!
—¡Que se atreva ese hijo de puta, y ahora sí lo capo! —exclamó Hee, con furia contenida—. Ya ni te platiqué para no preocuparte más, pero me fue a buscar al trabajo y trató de pegarme si no le decía dónde te encontrabas. ¡Jajaja! Pero se topó con pared, el pendejo. Ya sabes cómo soy cuando se meten con mi familia.
—Gracias, Hee. Has hecho tanto por mí y ahora por mi mamá... No tengo cómo pagarte tanto cariño.
—¡Nah! No tienes que hacerlo. Mientras yo esté aquí, ese malnacido no volverá a tocarte. Y si lo hace, te aseguro que Minho no se quedará con los brazos cruzados.
Ya era tarde cuando todos decidieron ir a dormir. Yuri y Hee se quedaron en la habitación, mientras que Taemin y Minho optaron por el sofá de la sala.
—Min, ¿estás despierto? —susurró Taemin, rompiendo el silencio.
—Sí, bebé. ¿No puedes dormir? —respondió Minho en un susurro también.
—No. ¿Sabes algo?
—¿Qué?
—He estado pensando... voy a iniciar el juicio de divorcio.
—¡Oh, qué bueno, Tae! Ya es hora de dejar el pasado atrás. Tú mereces seguir adelante, sin miedos —le animó Minho, acariciándole el rostro. Taemin asintió y suspiró profundamente.
—Min... estoy cachondo.
—Yo igual, bebé. Con esa minifalda te vi los calzones todo el tiempo. ¿No te da vergüenza ser tan hermoso?
—Me la puse a propósito. Quería que te calentaras para que me dieras una buena revolcada.
—Tae, mamá está allá arriba... No creo que podamos ser silenciosos. Pero te propongo algo: cada uno tapa la boca del otro mientras nos masturbamos. ¿Aceptas, chiquillo caliente?
—Sí, acepto, guapo.
Taemin, con una mano, tapó la boca de Minho y con la otra empezó a masturbarlo. Minho hizo lo mismo, y en la sala solo se escuchaban los gemidos apagados. El placer los dominaba, sus piernas se entrelazaron mientras sentían cómo sus cuerpos se tensaban en un clímax inminente. Finalmente, sus orgasmos explotaron, y el semen caliente de ambos se mezcló entre sí.
—Te amo, Min —susurró Taemin, exhausto.
—Y yo a ti, bebé.
CONTINUARÁ...
🔥💫❤🔥💫❤🔥💫
Taemin ya se nos liberó. Ya no habrá quien lo pare. 😁
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