CAPÍTULO XI.
—Quédate conmigo —dijo Taemin, sorprendiéndose un poco a sí mismo por tan atrevida petición.
Minho le ofreció una hermosa sonrisa.
—Eso es justo lo que deseo, Tae. Quedarme toda la noche a tu lado y hacerte mío. Quiero que disfrutemos de nuestros cuerpos desnudos, recorrer cada rincón de tu piel con caricias ardientes. Quiero conocer tus más íntimos secretos y que tú descubras los míos.
Luego, se metió con él en la cama, quedando sus rostros a escasos centímetros de distancia. Taemin temblaba, sin saber qué hacer.
—Eres virgen, ¿verdad? —preguntó delicadamente Minho.
Prácticamente su cuerpo era virginal, pues lo que el innombrable le había hecho no contaba. Ni siquiera valía la pena recordarlo; había sido hace muchos años.
—N-no... no creo... no sé... —Taemin bajó la mirada.
—¿Cómo es eso posible? —cuestionó Minho.
—Yo... yo... fue hace mucho... y... —Taemin estaba a punto de llorar. Minho lo notó y trató de calmarlo, arrepintiéndose de haberle preguntado eso.
—No, por favor, no llores. Fui un idiota. Yo no debí...
Taemin lo silenció suavemente, poniendo un dedo sobre sus labios.
—Shh, no digas más. Me da mucha pena. Lloro porque temo que te vas a desilusionar de mí. Yo... yo... soy frígido. Y... no... no tengo nada para hacerme el lavado intestinal.
Taemin se llevó las manos a la cara.
—¡Soy tan deprimente! Puedes irte si quieres. No sirvo para esto. No pierdas tu tiempo en alguien como yo.
Minho parpadeaba, asombrado por el concepto que Taemin tenía de sí mismo. "¿Quién carajos lastimó así a este chiquillo tan hermoso?", pensó. "Su autoestima está por los suelos".
Pero no lo cuestionaría. No pensaba herir a ese bello ser humano con preguntas fuera de lugar. No era el momento para eso. Lo que ahora debía hacer era prodigarle todo el cariño y la confianza para que disfrutara del placer del sexo.
—Te prometo que ambos disfrutaremos por igual. No tengas miedo. Además, esta mañana tu cuerpo me demostró que eres ardiente; dudo que seas frígido. Y no necesitamos que te hagas ningún lavado. Así estás perfecto.
Minho había cautivado su corazón. Le miraba con intensidad, como si fuera lo más asombroso y bello del mundo.
Minho se inclinó hacia adelante y, sin tocarlo, lo besó suavemente. Taemin correspondió al beso, que poco a poco se fue haciendo imponente y abrumador, pero no se tocaron mientras duró, lo que lo hizo aún más erótico.
Taemin se estaba volviendo loco de deseo. Sus ojos brillaban de lujuria. Sentía humedad y calor en su entrepierna; estaba excitado al máximo. Minho alzó las manos hacia la cabeza de Taemin para sostenerla con suavidad, ladeando la suya para frotarle los labios a lo largo de la garganta, exhalando su aliento tibio. Taemin se estremeció, y su respiración se volvió jadeante. Luego comenzó a retorcerse, a restregarse contra Minho, frunciendo el ceño mientras emitía ligeros gemidos.
Minho le tomó de los hombros y le regaló un beso estremecedor, mirándolo a los ojos con una sonrisa sensual. Se paseó la lengua entre los labios, dejándolos húmedos. Sin dejar de mirarlo, le levantó la camiseta y se la quitó de manera seductora, luego recorrió su torso con los dedos y la lengua, ansiando explorar todo ese esbelto y níveo cuerpo.
Taemin jadeó y se apretó contra Minho cuando éste pasó la yema de su dedo por su rosado pezón, mordiéndolo suavemente después. Tae volvió a estremecerse, y entonces sus manos adquirieron vida propia, comenzando a bajarle los pantalones de pijama. Minho tuvo que moverse un poco para facilitar la acción. Las manos de Taemin pasearon por las musculosas piernas de Minho, deleitándose con la maravillosa sensación de su piel firme. Los músculos de las pantorrillas eran duros como el acero. Un gruñido deleitoso brotó de la garganta de Minho, y Tae soltó una risa ronca pero sensual.
—Eres tan hermoso —susurró Minho.
Taemin contestó tímidamente.
—Y tú... tú eres muy guapo.
Minho despojó a Taemin de sus bóxers de seda azul, quedando ambos totalmente desnudos. El calor que emanaba de sus cuerpos era sofocante, pero al mismo tiempo embriagador. La luz de la lámpara de noche permitía que sus cuerpos se vieran en una atmósfera agradable para ambos. Los ojos de Taemin centelleaban codiciosos. Ese hombre, con ese cuerpo espectacular, iba a poseerlo, y él estaba dispuesto a darle todo lo que le pidiera.
Ambos estaban excitados. Minho buscó otro beso mientras sus manos jalaban del cabello de Taemin, su miembro erecto y duro presionando con fuerza la cadera ajena. Luego le separó las piernas y se hincó entre ellas, inclinándose para meter la polla de Taemin en su boca. Este último metió sus dedos entre las hebras de cabello azabache, tratando de guiar los movimientos, pero realmente no había nada que dirigir; Minho sabía lo que hacía a la perfección. Su lengua serpenteaba por todo el miembro adolorido de Taemin, chupando de vez en cuando, como si en ello se le fuera la vida.
—Sabes tan bien, Tae. Tu esencia es dulce.
Taemin levantaba las caderas desesperadamente. Los gemidos de ambos inundaban la habitación.
Taemin gritó:
—¡Me... me vengo!... ¡Ahhhhh!
—¡Sí, hermoso! ¡Descarga toda tu semilla en mi boca!
Taemin lo hizo, los chorros de esperma llenaron la boca de Minho, y este los tragó gustoso sin reparo alguno. Luego lo miró y dijo:
—Ahora voy a penetrarte. No tenemos condones, pero no te preocupes, no he tenido sexo con nadie en cuatro años.
Tae asintió lentamente con la cabeza, como si temiera que el hechizo se rompiera.
Minho subió las piernas de Taemin hasta sus hombros. Su boca quedó a la altura de su pequeño agujero rosado, y comenzó a lamer esa entrada para lubricarla lo mejor posible. Taemin, en los primeros segundos, sintió un bochorno indescriptible, pero luego su cuerpo se acostumbró a experimentar tan deliciosa sensación. Las manos de Tae se agarraron a la sábana con desesperación; pensaba que se volvería loco de un momento a otro. Ese hombre era... era un jodido dios del placer.
Lo siguiente que sintió Taemin fue un dedo entrando en su orificio. Al principio dolió, pero cuando Minho añadió otro, la sensación empezó a ser agradable. Minho metió un tercero y los movió de tal forma que Taemin ya ansiaba sentir dentro de él el miembro grueso y grande que había observado.
—Min... Minho... por... por favor... entra ya...
—Tranquilo, bebé. Necesito lubricarte bien. No quiero lastimarte. Quiero que me recuerdes siempre como algo agradable.
¡Claro, era verdad!. ¿Cómo pudo olvidarlo? Minho se iría en unos días, y todos esos momentos se romperían como lo hacían las olas al llegar a la playa. Su cara se descompuso completamente. Quería llorar; un nudo se formó en su garganta. Pero no lo haría, no ahora, cuando las puertas del cielo se habían abierto y un ángel llamado Minho lo estaba recibiendo con los brazos abiertos, justo para llevarlo a la gloria eterna.
Minho alineó su viscoso miembro y empujó poco a poco. Taemin experimentó una quemazón en los bordes de su intimidad. Minho le habló para distraerlo del dolor.
—¡Acaríciame, bebé!
Taemin puso sus manos en las nalgas ajenas, paseándolas en círculos, disfrutando de la sensación que le otorgaba la piel de Minho.
Minho empujó con más fuerza hasta hundirse por completo en esa cavidad caliente y estrecha que lo recibió gustosa. Sus testículos comenzaron a golpear el pequeño trasero de Taemin con cada vaivén sincronizado. Taemin tenía los ojos cerrados y gemía. Minho lo miraba embelesado; las emociones tan abiertas del chiquillo lo tenían absorto. El dolor desapareció, convirtiéndose en placer infinito.
—¡Dios mío! —exhaló Taemin—. ¡Esto se siente tan correcto, tan bien! Nunca lo imaginé así.
Minho se agachó y le chupó los pezones, luego el cuello, donde le dejó un ligero moretón, mientras seguía moviéndose profundamente. Sus pieles ya estaban resbaladizas por el sudor
el olor a sexo ya era penetrante. Y cada segundo que pasaba Taemin sentía que moriría del placer. Minho gemía como animal salvaje. Jamás había tenido un amante así, tan hermoso, tan dispuesto, tan entregado. Taemin era jodidamente sexual.
El miembro de Minho embonó a la perfección en la entrada de Taemin, estaban totalmente complementados. Cualquiera diría que estaban hechos el uno para el otro. Taemin giraba sus caderas y Minho lo follaba con fuerza, con deseo total. Las envestidas eran íntimas, intensas y profundas. Los ruidos ya eran descontrolados, llenos de necesidad y desesperación.
Taemin sintió un fuerte cosquilleo en su bajo vientre, anunciando su orgasmo. Para Minho en ese momento exacto sintió un tirón en sus testículos, uno lleno de calor, aferrándose a Taemin. A ese chiquillo hermoso que le estaba entregando su virginidad, su vida entera. Y para Minho eso significaba más de lo que hubiese podido imaginar a sus 35 años.
Minho inundó la sedosa cavidad, y Taemin le cubrió el abdomen y pecho con su caliente semen. —Esto es mejor de lo que jamás había imaginado. —dijo Taemin apenado. —Sí, —Contestó Minho. —Tan increiblemente bueno bebé.
Taemin sonrió ante la palabra bebé. Sí, le gustaba como se escuchaba en esos labios gruesos y e hinchados. Lo hacían sentir especial, por primera vez en su vida había hecho el amor, porque sí, para él, eso fue lo que hizo con Minho. Y aunque este se fuese para siempre, él podía decir con orgullo que se entregó en cuerpo y alma a un ser maravilloso.
CONTINUARÁ...
🔥🔥🔥🔥🔥
¿Les gustó, fujoshis?
Gracias por leer, comentar y votar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top