CAPÍTULO VIII.
Taemin no sabía qué hacer, estaba asustado; pensaba que ese hombre había muerto.
—¡Ayyy, no! ¡Señor, no me haga esto! ¿Y ahora qué? ¡No se muera, por favor... señor!
"Por una vez en tu vida, deja de lloriquear, Taemin, y ayuda a este pobre ser humano" —se reprendió a sí mismo—. "¿Pero cómo...?"
Taemin comenzó a mirar hacia todos lados, como si de pronto la respuesta fuera a aparecer de la nada. Y así fue: vio la colcha sobre la cama y la tiró al suelo. Luego tomó al hombre por las axilas y lo jaló hacia la colcha, poniendo una almohada bajo su nuca y envolviéndolo. Poco a poco lo fue arrastrando, siempre cuidando de mantener la cabeza elevada para no lastimarlo más. Taemin era menudo, y el hombre era grande y corpulento, por lo que sufrió bastante. Primero para sacarlo del yate y luego al atravesar las piedras. Finalmente, llegó hasta la playa; en la arena no fue tan difícil, a pesar de que estaba mojada, pues seguía lloviendo.
Iba apenas a la mitad del camino, y Taemin ya sentía que le dolía todo el cuerpo. Jamás en su vida había hecho tanto ejercicio... corrección, nunca había hecho ningún tipo de ejercicio.
—¡UHFFFF! Creo que me voy a desmayar yo también. Pesa demasiado, parece que traigo arrastrando un muer...to. ¿Qué...? —De inmediato se llevó una mano a la boca y negó repetidas veces con la cabeza—. ¡No!... ¡NOOOO! Taemin, ya cállate, deja de decir tonterías.
Comenzó a caminar desesperadamente en círculos, con los nervios al borde del colapso. De pronto paró en seco, se hincó y le habló al oído al desconocido, muy bajo, prácticamente en un susurro.
—Señor... por lo que más quiera... no se muera... Está usted muy guapo y joven para dejar este mundo. Mire, vamos a hacer un trato: yo lo voy a cuidar mientras conseguimos un médico, pero usted tiene que prometer que no se morirá, que va a resistir, ¿vale?
Pero como el hombre no podía contestar por estar desmayado, Taemin entrelazó su meñique con el del susodicho.
—Bien, así está mejor —exclamó Taemin.
Después de haber realizado el trato, volvió a su tarea de llevarlo hasta el interior del faro. Fue terriblemente cansado, pero lo logró. Preparó el sofá con unas mantas limpias y, como pudo, lo acostó allí. Lo siguiente que hizo fue limpiar la herida de la frente con un paño y agua caliente, luego colocó un vendolete para cerrar la cortada. Se dio cuenta de que el hombre ardía en fiebre; necesitaba quitarle esa ropa empapada. Tardó unos minutos en decidirse a desnudarlo, pues le daba vergüenza tener que hacerlo. Jamás había visto a un hombre totalmente desnudo, ni siquiera a Zhang. El único cuerpo desnudo que había mirado era el suyo. Bueno, también hasta hace poco el de Hee, pero eso fue tan natural que no hubo reacción morbosa alguna; su amigo ya era como un hermano.
Sus dedos temblaban tratando de desabotonarle la camisa. Cuando terminó de hacerlo, sus ojos se abrieron enormemente al ver el pecho y abdomen del desconocido. Era puro músculo, y los pezones estaban erectos. En concreto, el tipo estaba buenísimo. Taemin pensó en cómo se sentiría acariciar ese cuerpo fibroso y bronceado.
"Dios, Taemin, eres un cerdo. El hombre está inconsciente, no te atrevas."
Trató de calmarse y dejar de pensar obscenamente, pero eso era casi imposible, sobre todo porque aún faltaba quitarle la demás ropa. Primero lo despojó de los zapatos y los calcetines. Tragó grueso al retirar los pantalones. Para cuando metió sus dedos entre el resorte de los bóxers, ya tenía la boca seca. Contó hasta tres antes de bajarlos: 1... 2... 2 y 1/2... y... 3. Cerró los ojos y tiró rápidamente hacia abajo, los sacó por los tobillos, luego los botó lejos... —¡Ayyy! —seguía sin mirar. Había encontrado una pijama grande en uno de los cajones, seguro era de Siwon. Le puso el pantalón, y antes de terminar de hacerlo, una vocecita interna lo instó a echar una miradita discreta.
"Total, no es como si se fuese a dar cuenta."
Abrió solo uno de sus ojos, su corazón dio un vuelco cuando pudo observar sus partes íntimas. Se congeló, pero finalmente le ganó la curiosidad y abrió el otro ojo.
"¡Dios mío!"
Taemin no supo cuánto tiempo se quedó embelesado por tan increíble imagen. Sus mejillas se sonrojaron, sintió su piel caliente... ¿caliente?...
—¡Dios, se me olvidó! Por estar de sucio, se me pasó que tiene fiebre. ¡Perdón!... ¡Perdón, señor!
Como pudo, terminó de vestirlo y le colocó unos paños fríos para bajarle la calentura. El hombre abrió los ojos dos veces, pero solo por algunos segundos; ni siquiera alcanzó a pronunciar algo. Taemin no se despegó de él hasta que ya no tuvo la temperatura alta.
Un aroma delicioso inundó sus fosas nasales, y sus ojos se abrieron. Confusión era todo lo que había en su mente; no lograba reconocer el lugar en donde se encontraba. Intentó levantarse, pero no lo logró, ya que un terrible dolor en su cabeza lo hizo desistir.
—¡Auch! —Se llevó una mano a la frente, justo en donde se había hecho la herida—. ¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy?
Frente a él, Taemin sonreía.
—¿Morí y estoy en el cielo, verdad? ¿Eres un ángel? —dijo el sujeto.
Taemin frunció el ceño; no estaba acostumbrado a escuchar piropos, así que intentó hacer como si no hubiese entendido y sonar casual.
—¡Vaya, por fin despertó! ¿Cómo se siente? ¿Tiene hambre?
—Sson... sson... muchas... preguntas a... la vez —exclamó el hombre.
—¡Ohhh, lo siento! Es que me tenía muy preocupado. Usted ha estado inconsciente durante un día y... pensé que... ya no despertaría.
—Lo último que recuerdo es que encallé en unas rocas, antes de perder el rumbo en mi yate. La tormenta me alcanzó en alta mar. —Se llevó la mano a la frente y dijo—: Y por lo que siento, me golpeé en la cabeza. ¿Tú me curaste?
Taemin sonrió tímidamente y le relató toda su hazaña para poder ayudarlo.
—¡Ohhh, muchas gracias...!
—Me llamo Taemin Zh... Lee Taemin —omitió su nombre de casado.
—Pues mucho gusto, Tae. Yo soy Minho, Choi Minho —ambos inclinaron sus cabezas.
—Hay sopa caliente, ¿le gustaría comer un poco?
—Sí, por favor. Muero de hambre.
—Bien, pero no intente levantarse tan rápido, le puede hacer daño.
—Mmm, necesito ir al baño. ¿Podrías ayudarme?
—¡Claro! —Taemin se agachó para ayudarlo—. Sosténgase de mí.
Minho lo hizo, rodeando la diminuta cintura de Taemin, quien sintió un apretujón en el estómago. El tipo lo ponía nervioso, muy nervioso, sobre todo cuando su aliento cálido le sopló en el cuello. Sus piernas se debilitaron y por poco perdió el equilibrio, pero logró sobreponerse al recordar por qué el hombre se abrazaba así a su cuerpo. Paso a paso lo llevó hasta el baño; allí lo dejó solo, no sin antes recomendarle que tuviera mucho cuidado.
—S-si... si necesita ayuda, me avisa. Esperaré aquí afuera —ofreció Taemin, titubeante.
"¡Ajá, sí! Lo único que deseas es volver a verlo desnudo. ¡Maldición! ¿Qué me pasa?"
El suplicio de sus pensamientos se acabó en cuanto Minho salió y le mostró una hermosa sonrisa. Taemin notó esos fantásticos hoyuelos que se formaban en las comisuras de sus labios. Pero ahora ya no solo eran sus pensamientos, sino también su vista, los que se habían puesto de acuerdo para joderle la existencia. Cada segundo le demostraban que el cuerpo de ese hombre llamado Minho era digno de admirar por donde se le viese.
Comieron juntos, al principio en silencio, pero después Taemin rompió el mutismo. Necesitaba hablar para descargar toda la ansiedad que lo consumía. Aunque, por culpa del innombrable, había aprendido a permanecer callado para evitar insultos o golpes, en esta ocasión era diferente: la paz que emanaba su huésped era realmente reconfortante.
Minho jugueteó un poco con la cuchara antes de contestar. —Por estúpido. Me creí un pescador experimentado y tomé decisiones incorrectas.
—Yo... digo... ¿usted pesca en un yate?
—Mmm, algo así. Pero lo bueno de todo este desastre es que tú me salvaste la vida, y ahora estamos aquí compartiendo los alimentos. Siempre he pensado que las cosas pasan por algo. Dime, Tae, ¿tú crees en el destino?
Taemin sacudió la cabeza. —No... no lo sé. Nunca me he puesto a pensar en ello.
Minho respondió con una sonrisa. —Pues yo sí, y creo que el destino me tenía preparado un lindo encuentro con alguien tan hermoso como tú.
Taemin se ruborizó al punto de que sabía que Minho lo notaría. Se levantó rápidamente de su asiento. —Yo... yo creo que usted tiene fiebre de nuevo y ya comienza a imaginar cosas que no son.
Minho tomó suavemente la mano de Taemin, impidiendo que se alejara. —No, espera. No te molestes, disculpa mi falta de modales. He sido pescador los últimos cuatro años de mi vida, y mi cercanía con otros pescadores me ha hecho olvidar que hay personas sensibles.
Taemin permaneció en silencio, sin palabras. La mano que lo sujetaba era cálida, pero a la vez fuerte. La sensación de su toque provocó estragos en su mente y cuerpo, sintiendo que una oleada de calor lo invadía. Instantes después, unos labios se estrellaron contra los suyos, dejándolo aún más desconcertado. Una corriente eléctrica se apoderó de su boca, y cuando el beso terminó, sus labios permanecían adormecidos, una deliciosa sensación.
Lo único que pudo hacer Taemin en ese momento fue correr, correr fuera del faro. Lo hizo tan rápido que solo paró cuando llegó al acantilado. La brisa aún conservaba los remanentes del tifón, haciendo que su cabellera volara en todas direcciones. Llevó una mano a sus labios; ese beso había causado un efecto de deseo en su cuerpo.
De ahora en adelante, Taemin sería una bomba de tiempo que podría estallar en cualquier momento.
CONTINUARÁ...
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Minho no pierde el tiempo.❤️😉
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