CAPÍTULO III.

Una buena tanda de besos profundos y unas cuantas caricias atrevidas en los lugares adecuados, y Taemin ya estaba gimiendo. Zhang era un maestro del engaño, siempre hacía lo necesario para obtener lo que deseaba. A pesar de su heterosexualidad, que esta vez tendría que mantener bajo llave, haría lo que fuera necesario para obtener su botín.

Los arrumacos pararon en el momento exacto, dejando a Taemin caliente y ansioso por más.

—Discúlpame, bonito, no sé qué me pasó. Es solo que, al verte tan frágil, sentí el impulso de protegerte con mis caricias y besos. Entenderé si ya no deseas volver a verme; probablemente pienses que soy un pervertido, tratando de aprovecharme de ti.

Zhang se dio la vuelta hacia la puerta, pero Taemin lo detuvo con su mano. El profesor sonrió ladinamente, sin ser visto.

—No, no se vaya, por favor.

Taemin, avergonzado, bajó la cabeza. Era demasiado para él y no sabía cómo actuar. Zhang se giró de vuelta y lo abrazó con fuerza, haciéndolo sentir protegido. Luego, le tomó la barbilla y acercó su rostro para darle otro beso suave.

—No te preocupes, bonito. Si tú me lo pides, yo voy a cuidarte de ahora en adelante. Haz las paces con el amor y acepta ser mi novio. ¿Quieres, bonito? —Zhang le depositó un beso en la punta de la nariz.

A Taemin le temblaban las piernas y su estómago dolía. Todo aquello era nuevo para él; estaba experimentando las sensaciones del primer amor.

—Sí, sí quiero que me cuide y me abrace siempre.

—Eso haré, bonito, pero primero debes dejar de hablarme con tanta formalidad. No soy tan viejo.

—Yo... yo no creo poder —respondió Taemin, aún más avergonzado.

—Claro que puedes. Anda, dime algo con más familiaridad. Tú puedes hacerlo, bonito.

—Quiero ser tu novio y que me cuides siempre.

—Muy bien, ya ves cómo sí podías. —Luego de eso, se siguieron besando por un rato.

Zhang se despidió, pero no desaprovechó la oportunidad de darle un último beso frente a la vecina Yonna. Lo hizo con todo el propósito del mundo: quería dejar en claro que él era el novio de Taemin.

—Bonito, vamos a darle de qué hablar a la chismosa. —Las mejillas de Taemin se sonrojaron, pero aceptó dar la nota con un beso profundo.

Zhang se marchó y Taemin entró a su habitación, dejándose caer de espaldas sobre la cama. Acarició con las yemas de los dedos sus labios, aún adormecidos por los besos, y una ligera sonrisa brotó de su boca. "Es tan varonil, huele delicioso y besa tan bien. Le gusto, me quiere cuidar y es mi novio... mi novio... mi novio..."

Taemin agarró la almohada y cubrió su cara con ella. Estaba completamente feliz; el profesor era su primer novio y no le había cuestionado nada sobre su aspecto. Lo había aceptado tal como era, sin importar que no fuera tan bueno componiendo música. Ya le pediría que le enseñara cómo hacerlo. Después de todo, era un profesor universitario.

Quedaron en verse al día siguiente en la cafetería donde Taemin trabajaba. Zhang estaba muy interesado en escuchar sus composiciones en vivo.

Taemin llegó temprano a su trabajo, como todos los días. Le gustaba leer un rato antes de comenzar a tocar; los libros le daban la imaginación y la inspiración para escribir nuevas obras. Saludó a los clientes y de inmediato se dirigió a la oficina de su jefe, el señor Lee Jinki, quien era sumamente amable y respetuoso.

—Buenas tardes, señor Jinki. —La voz de Taemin era insegura; tendría que explicar lo sucedido el día anterior.

—¡Hola, Tae-Tae, pasa! —El chico obedeció y tomó asiento en el sillón frente a su jefe.

—Acaba de llamar tu amigo Henry para preguntar cómo te fue en la audición. Le dije que no sabía todavía, pero que seguramente los dejaste impresionados y pronto estarás estudiando en esa prestigiosa universidad. ¿No es así, Tae-Tae? —Jinki movía sus cejas de arriba abajo, con una pícara sonrisa en sus labios.

—Me temo que no es lo correcto, señor Jinki. Yo... yo no pude llegar a tiempo y los profesores se fueron. Lo eché a perder todo, como siempre. Ni siquiera sé cómo voy a decírselo a Henry; estuvo tanto tiempo buscándome esa oportunidad y yo, con mis tonterías, lo arruiné todo en un solo día. Merezco que nunca más me vuelva a dirigir la palabra. Me quiero morir. —Taemin comenzó a sollozar.

El señor Jinki se levantó rápidamente de su asiento y fue a consolar al chico. Lo estimaba demasiado y sabía lo difícil que era su vida; le tenía gran cariño.

—¿Ese viejo reloj, verdad? Ahora ya no pondrás más pretextos; recibirás el que te compré hace mucho y que no has querido aceptar, solo por orgullo, jovencito.

—Lo sé, jefe. A usted también le pido perdón. Sus clientes se van a reír cuando se enteren de mi fracaso, antes de comenzar siquiera. Todo lo hago mal.

—Ellos no me interesan. A mí quien me importa eres tú. Dime, ¿cómo te sientes? ¿Estás bien para tocar o prefieres tomarte unos días de descanso?

—Gracias, señor Jinki, por preocuparse. Le debo tanto; usted ha sido un padre para mí. Confió en mí desde un principio, sin saber si la gente me aceptaría o no.

—¡Bah! No es nada. Soy yo quien está agradecido contigo, pues desde que tocas aquí los clientes han aumentado. Yo sé que algunos ni siquiera leen; solo vienen a escuchar tu música.

—Pero cuéntame, ¿hay alguna posibilidad de que esos profesores estirados te den una segunda oportunidad?

—Bueno, uno de los profesores me auxilió ayer y parece que hablará con los demás. Espero que digan que sí.

—¿Te auxilió?

—Sí, es que me caí y, como llevaba falda, mis rodillas sufrieron las consecuencias. Pero ya estoy bien. Lay fue muy amable conmigo; me acompañó hasta mi departamento y me curó.

El señor Jinki entrecerró los ojos, tratando de comprender la familiaridad con ese profesor.

—¿Lay? —preguntó.

Taemin se dio cuenta tarde de la indiscreción cometida, por lo que trató de enmendar su error.

—Es que ya somos amigos. El profesor es una persona muy amable. Hoy va a venir a escucharme tocar.

—Pues entonces no te quito más el tiempo. Ve a prepararte; tienes que demostrarle de lo que eres capaz. Eso podría animarlo a conseguir tu nueva audición más rápido, ¿no crees, Tae-Tae?

—Eso espero. —Taemin se sintió mal por no mencionar que el profesor Zhang era su novio, pero pensó que era lo mejor, al menos por el momento. Nunca había tenido un novio y no sabía si era correcto decirlo. Ya le preguntaría a Lay.

Taemin estaba tan ensimismado tocando el piano, que no se dio cuenta a qué hora llegó su novio. Por unos segundos, se puso algo nervioso al verlo sentado en uno de los sillones, pero logró recuperarse de inmediato. Zhang le guiñó un ojo y Taemin le dedicó una linda sonrisa. Cuando hubo terminado de interpretar una sonata de su autoría, el lugar se llenó de aplausos; los clientes amaban el talento del chico.

—¡Bonito! ¿Cómo sigues de tus heridas?

—Perfecto, todo porque tú las curaste con mucho cuidado.

—Te faltó decir que también lo hice con cariño, porque tú, mi niño, me robaste el corazón en el mismo instante en que te vi.

Taemin se puso tan contento que creyó de verdad que esas palabras eran ciertas. Zhang aprovechó el momento para acercarse y darle un beso profundo a la vista de todos los presentes. Para sus planes era muy importante que la gente notara el amor que se tenían. Y así fue; el mismo señor Jinki se dio cuenta de la situación e íntimamente lamentó que el chico estuviese saliendo con un tipo tan mayor. Pensó que nada bueno le traería a Tae-Tae esa relación tan dispareja. Luego hablaría con él, pues ahora solo se vería como un viejo impertinente y metiche.

CONTINUARÁ...

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