45. Imperios Caen.
XLIV:
Imperios Caen.
❝Nunca someterás a un enemigo con la misma intensidad❞.
LYSANDER
Apoyé mi mano sobre los grabados de la puerta, como si así pudiera, de alguna forma, sentir a Astra a través de ella.
──No deberíamos dejarla sola con ellos, Lysander ──El recelo envolvió la voz de Eskandar.
De soslayo, observé a Raelar colocar una mano sobre el hombro de su hermano menor.
──Ellos saben lo que hacen.
──Sabes que vinieron a ejecutarla.
Y a mostrarle la profecía, Astra debía saber a lo que se enfrentaba si quería estar lista.
──Por eso Astra no está sola, estamos acá.
Las sombras seguían con ella en la habitación, podía sentir la inquietud y recelo de Astra como una segunda piel. Me recordé porqué no estaba entrando en la habitación para tomarla en brazos y sacarla de aquí.
El miedo fue creciendo en ella, la energía de la habitación condensada de una manera que los demás no parecían percibir.
Y luego sucedió, las sombras me abandonaron para correr en su auxilio, las escuché chillar y atacar en la habitación contigua, por el horror reflejado en los rostros de Lectar, Yak y Raelar ─e incluso del despreocupado Eskandar─, ellos también lo habían hecho.
Ela fue la primera en romper el silencio, se dejó caer de rodillas mientras trazaba un círculo de tiza.
Su mano fue hábil al dibujar los patrones y símbolos que conectaban los puntos cardinales.
Dibujó la Luna, el Sol, la representación vaga de la Madre y la protección del Sae.
Podía ver sus labios moverse con rapidez sobre las palabras en un idioma que parecía ser fajrakí, pero no podía estar segura.
No le presté atención a nada más antes de entrar en la habitación, los demás me siguieron con mucha más prudencia.
Observé la noche a través de los arcos, el cielo negro y cubierto por una bandada de cuervos.
Escuchaba a las sombras chillar mientras Astra sostenía su poder, ella tenía los ojos negros, con rastros de humo y tinta negra fluyendo de sus manos.
No quise dar otro vistazo a los restos de los cuerpos ensangrentados.
Ninguno de ellos me siguió dentro de la habitación.
──Astra.
Ella me miró con ojos vacíos, sin verme, con piel cetrina y rostro impasible.
Me apresuré hacia ella, al alcanzarla, la sostuve en mis brazos aun al sentir cómo sus uñas se clavaron en mi cuello.
Los cuervos comenzaron a bajar hacia nosotros, uno a uno sus graznidos fueron haciéndose eco, como si se estuvieran poniendo en línea para un ataque.
Sabía que eso hacían.
¿De dónde siquiera habían salido?
──Astra, escúchame, tienes que volver, de donde sea que estás.
Presioné mis labios sobre su frente, intentando utilizar el vínculo de pacto como un puente entre nosotros, la encontré enajenada, cediendo la riendas a una bestia embravecida.
Una que vivía dentro de ella.
Llamé a las sombras y ellas se negaron a reconocerme como su señor, demasiado cegadas por ese poder inquebrantable que les ofrecía Astra.
Por sus venas corría sangre de los fundadores, de los primeros pueblos, era hija del Cuervo y el pacto abría un vínculo entre nosotros que la dejaba utilizar el poder de los Sinester.
Era demasiado.
Demasiado para no consumirla, corromperla, dejarla en cenizas.
La sostuve con más fuerza, y empujé hasta que las sombras volvieron a doblegarse, dejaron de bailar en torno a Astra, las obligué también a mantenerse lejos de ella.
Su nombre era todo lo que podía escuchar en siseos.
──Ya estás bien, Astra, estás conmigo, solo… vuelve.
Medí el pulso en su muñeca, la forma en la que sus músculos se relajaron, su cuerpo se volvió pesado antes de que su cabeza cayera en mi hombro.
Presioné mis labios sobre su pelo, poco a poco, la dejé recostada sobre el suelo de piedra, sin soltarla.
Uno a uno, como humo que se perdía en medio de la noche, los cuervos rompieron vuelo, se alejaron de la escena en graznidos ensordecedores.
No me separé de ella hasta que la parvada se disipó y las sombras se esfumaron, quedando solo perceptibles a mis sentidos.
Y de la chica que estaba demasiado cansada como para percibir nada.
Levanté sus párpados solo para comprobar que volvían a su color normal.
Cuando me tomé el tiempo para detallarla, la fragilidad de su aspecto me extrañó, sus labios estaban resecos y partidos, su piel cetrina había perdido todo color, haciendo que el negro opaco de su pelo le diera un aspecto todavía más vulnerable.
Dejé un beso en su muñeca, en sus dedos fríos, sobre su frente desprovista de calor.
Hasta entonces noté que ellos todavía no parecían seguros de seguir la escena.
Ela me dedicó una mirada cargada de emoción.
Le respondí con un asentimiento que no podía expresar la suficiente gratitud, porque sabía que sin esa barrera de protección, probablemente Astra no hubiera corrido tanta suerte.
Me quité la chaqueta para cubrirla, luego la alcé en brazos sin más explicación que la obvia.
La sacaría de ahí y el resto vería lo que hacía.
Cubrí su rostro ante cualquier mirada indiscreta, y la llevé directo a su habitación.
Puse dos criadas para que la vigilaran por la noche, no quería que sufriera ningún sobresalto en su descanso.
Cinco soldados estuvieron al cuidado de su puerta, me aseguré de que fueran de Seleari, porque últimamente no confiaba en la Guardia Delheit y su ferviente lealtad hacia Raelar.
Siendo soldados de Seleari, sería más fácil que tomaran esa tarea con una responsabilidad necia, en busca de ganarse el favor del rey.
Un criado me tendió otra chaqueta, una de un verde tan denso como el negro de mis puños y jobat.
Procuré arreglar mi apariencia y dejarla en un estado propio, mientras caminaba hasta el vestíbulo del palacio.
Desde ahí, la algarabía llegaba de forma escandalosa.
Me encontré con una multitud de sirvientes, doncellas y nobles curiosos, reunidos en un círculo alrededor de Ela y los dos escoltas de Kaeser que la retenían.
──Elara de Brena ──leyó un hombrecito enjuto──. Se ve usted acusada por el cargo de felonía y asesinato hacia miembros del Consejo de Profetas y la señorita Astra Vakinder, además de confabulación y espionaje en contra de su reino.
La habían obligado a hablar sobre la hermandad del Sae. Leí el terror en sus ojos.
Elara se mantuvo firme, ocultándose detrás de su fachada de soldado, pero podía ver las lágrimas agolparse en sus ojos marrones, y el nerviosismo con el que le temblaban las manos.
──¿Se encuentra usted consciente de sus cargos?
──Sí, lo estoy ──Intentó mantener la frente en alto, pero su mirada cayó de forma irremediable en el suelo.
──Sentado entonces, ante los ojos de la Madre y contando con la firma de los tres testigos correspondientes, queda usted en custodia de la Sagrada Ciudad Antigua de Kaeser y su juicio justo.
──Es ridículo, está armando una fanfarria barata ──ladró Eskandar, luego me captó al llegar──. Lysander, hermano, diles que lo que hacen es un sinsentido.
El hombre realizó una reverencia apresurada al verme, luego hizo otra más rápido pero con más convicción.
Sabiendo que nunca me lo perdonaría, a ninguno de los dos, firmé el dictado que tenía el escriba, dando carácter oficial a la acusación.
──Pueden proceder. Lectar, Yak, sostengan a Eskandar.
Eskandar forcejeó mientras los escoltas arrastraron a Ela hasta el carruaje, ella evitó mirarlo en todo el trayecto, ellos me observaron como si me pidieran permiso, una forma de actuar ante el comportamiento de Eskandar, les indiqué que siguieran con un leve ademán.
El carruaje no tardó en avanzar y sabía que las velas estarían listas pronto para zarpar con Ela lejos del puerto.
El fuego ardió entre los soldados, y les indiqué que lo soltaran.
Eskandar corrió detrás del carruaje, solo un momento hasta notar que le habían sacado demasiado ventaja.
Cuando creí que tendría que dejarlo inconsciente, volvió su ira hacia mí.
Su puño asestó un golpe certero en mi mandíbula, escupí un rastro de sangre en el piso de mármol.
Los soldados se acercaron, listos para encarcelarlo. Otro ademán los detuvo.
Me limité a limpiar la sangre de mis labios.
──Ni quisiera vas a decirme el porqué.
Su rostro era una mezcla de rabia, bronca y dolor, evité no detenerme demasiado en lo último.
──Te estoy dando la razón que querías para odiarme, ¿no te parece bueno?
Eso solo pareció encender la ira en el rostro de Eskandar, sus ojos pálidos se vieron tan vacíos de repente, que me pregunté si alguna vez habían sido de otra forma.
──Eskandar ──La voz de Raelar cortó el ambiente──. Si vuelves a incurrir en una falta más, serás considerado traidor para el imperio y se te condenará según eso, sin indultos.
Observé sus manos abrirse y cerrarse en un puño, sus nudillos blancos.
Realicé un pareo rápido a todos los presentes.
Lo que necesitaba, el héroe Raelar Sinester poniendo todo en orden.
Eskandar se acercó a mí con rabia contenida, arrojó el broche con el símbolo del dragón a mis pies.
Me mordí el interior del labio con fuerza, sin nada más que acotar.
──¿Convoqué alguna reunión de la que no estaba enterado? ──vociferé──. Fuera todo el mundo, no quiero a nadie rondando por el palacio, a menos que quiera pasar la noche en las mazmorras.
La gente se dispersó con más eficacia de la que esperaba.
Pasé la noche en vela, junto a Astra, verla me trajo cierta paz, sus hebras azabaches enmarcando su rostro perfecto, sus facciones marcadas y sus labios rellenos y quebrados, suspiró por lo que parecía un mal sueño.
Me incliné para observar si se encontraba bien, pero ella abrió sus ojos a los míos, su mirada cansada y somnolienta, todavía tenía algunos cortes leves sobre su piel oliva.
──¿Qué ocurrió? ──preguntó en un hilo de voz.
──Solo duerme.
Atrapó mi muñeca con sus dedos, sus uñas oscuras se clavaron en mi piel y bajé mis labios a su frente, a su piel suave y tersa.
──Quédate.
Así lo hice, me quité las botas y la chaqueta, antes de deslizarme debajo de las sábanas de seda, envolví su cuerpo entre mis brazos para aspirar su aroma.
Olía a orquídeas y a una fragancia salvaje, algo indómito y cautivador, decidí que entregaría un reino por ella.
Esperé la salida del sol en el balcón principal, el cielo todavía se teñía en tonos rosados, el aire del mar era más frío por la mañana pero me calenté con un vaso (o varios) de raven.
Me llegó la noticia de que Eskandar había partido en la madrugada junto con un grupo de cincuenta soldados.
Feryal lo hizo unas horas después, solo había ocupado la silla frente a mí, con su pose recta y elegante de siempre, la cabeza siempre en alto cuando sus ojos esmeralda me exigieron una respuesta.
──Le declaraste la guerra a Kaeser, por ella.
──Lo haría diez veces más.
Su cachetada no fue tan fuerte como la de Eskandar, pero dolió de igual forma.
Aun así, ninguno de los dos golpes fueron nada como el que recibió mi orgullo cuando Raelar se sentó a mi lado, llenó dos vasos como si pudiera existir aunque sea un débil hilo de hermandad entre ambos.
──Abdica el trono, vete con ella y yo tomaré tu lugar para defender Valtaria.
──Perdiste el derecho ──respondí con la vista todavía fija en el horizonte.
──Eres como un perro necio, Lysander ──me acusó──. No vas a dejarla ir, y aun así dejarás a Valtaria hundirse contigo.
──Un buen capitán se hunde con el barco ──Le sonreí de forma perezosa.
Él tenía más años, experiencia y autocontrol que Eskandar y Feryal, pero eso no volvía menos obvio el desdén en sus ojos.
Y cualquiera de ellos era nada en comparación a la mirada iracunda en los ojos grises de Astra.
Previne el golpe al sujetar su muñeca, ella inhaló sobre mis labios antes de que tomara su boca con la mía.
No intentó liberarse, ni alejarme, parecía haber despotricado suficiente contra mí, o quizás encontró más utilidad en liberar esa rabia y bronca contra mi boca, mientras yo lo hice por la incertidumbre que me había invadido durante su convalecencia.
En comparación, todo lo demás fue mínimo.
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NOTITA:
¿QUÉ LES PARECIERON ESTOS CAPÍTULOS?
Es más o menos el mismo final anterior, pero mucho más detallado, a mí en lo personal sí me dejó mucho más satisfecha esta versión porque creo que se entienden más, por ejemplo, los sentimientos de Lysander y las razones de Kaeser, etcétera.
Sé que muchos están algo perdidos, pero lxs que se animaron a comentar o a hacer teorías, hasta ahora los veo bien encaminadxs.
Siempre que crean que no entienden algo sepan que la opción más obvia seguramente es la correcta, difícilmente llegue al final de una novela con algo de lo que no hice foreshadow antes.
¿Qué creen que hagan Lysander y Astra ahora?👀
Bueno ahora sí, ya no corto más el hilo con mis notas
jsjsjs
❤️
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