23. La Sociedad de Elegantes Verdugos.
❛Puedes ser un buen soldado, o puedes seguir tus propios deseos, no hay espacio para los dos❜.
Estaba demasiado agotada, cada extremidad dolía y al estirar mi brazo percibí como si miles de agujas hormigueran sobre mi piel. Exhausta, dejé que Eskandar fuera mi soporte al ponerme de pie.
Él formó una línea con sus labios, luciendo más afligido que yo, mientras ponía toda mi energía en respirar. Luego de un momento, me obligué a continuar.
Estallidos llegaron desde el techo. Me coloqué en guardia, cuando vidrios estallaron rompiendo la monotonía de los pisos de mármol negro y blanco, como la alerta caótica del desastre.
Las corrientes de aire arrasaron un momento en la habitación, cubrí mi rostro con ambos antebrazos, dejando solo el espacio que me permitió reconocer las figuras encapuchadas. El viento artificial amainó en la habitación, dejando a Ela y Anya sin rasguños.
──Protectoras del Viento ──noté.
──Servidoras del gran Aeres ──se burló Anya──. Querías una misión más interesante, Astra, todo sea concedido. Tendremos visitas, nos toca salir por los tejados. Cúbranse los rostros.
──¿Y nos iremos sin más?
──Mi parte está hecha, Eskandar ──rebatió Anya.
──En marcha, no vinimos acá para hablar ──Ela volvió a convocar el viento entre nosotros.
──Espera, ¿qué haremos?
Si bien podía presumir cierto nivel de destreza en combate, no estaba al nivel de ninguno de los tres en agilidad, prefería morir luchando con una daga en la mano, antes que torcerme el cuello al caer de un torreón.
Lo que no se me hacía una muerte muy heroica.
Las puertas se abrieron dejando entrar una tormenta, corrientes de aire bailaron como bestias embravecidas, enjauladas en la habitación, dispuestas a lanzar su furia hacia cualquiera que osara retenerlas.
Me vi maravillada un momento.
──¿Ahora?
──Haz lo tuyo, Eskandar.
La habitación se incendió en llamas que corrieron, empezando por las columnas, a consumir todo como si la furia del Arakh se hubiera desatado. Me obligué a espabilar y salté a la cornisa de la ventana, maldiciendo a los tres.
Desde ahí noté a Eskandar contemplar su obra con una admiración sádica, haciendo que los tres tipos se quemaran al son, antes de que Ela lo empujara lejos de la escena.
Salté obligada por el empujón en mi espalda, cubrí mi cabeza antes de caer de muy mal modo, sobre el techo contiguo, rodeé hasta chocar contra la estatua de algún ancestro de los que veneraban en Valtaria.
El cielo gris cargado de nubarrones en la siempre apacible ciudad del arte, la imagen de Anya fue un recorte torpe al panorama.
──Arriba.
──Eres una jodida.
Anya sonrió, convocando el viento para hacerme volar lejos, volví a chocar contra otro edificio antes de caer sobre un techo.
──Lo has hecho a propósito.
Su sonrisa fue tan sádica como para golpearla.
──Tal vez.
Ví el mundo a través de la escarcha, observé a Ela y Eskandar saltar hasta el siguiente edificio, con la misma experiencia de unos ladrones fugitivos y la elegancia de unos bailarines, ella los impulsó hasta un torreón, ambos se escabulleron hasta perderse en el interior.
Me puse de pie, todavía cegada por la vista lechosa, decidí dejar el panorama abierto para tener un mejor alcance.
Un tipo corrió hasta Anya, estuvo a punto de alcanzarla, pero se detuvo cuando una daga se hincó en la cuenca de su ojo. Sonreí al dar con el objetivo, y obtener el pánico de Anya. Ella estuvo sinceramente aterrada un momento.
──Lo has hecho a propósito.
Dejé que mis ojos volvieran a su percepción normal.
──Tal vez.
Ella rodó los ojos, pero en un acuerdo tácito, decidí seguirla en su huída, me concentré para observar el panorama desde mi limitada perspectiva. Iban como manchas sobre los tejados, al menos cuatro y ninguno había seguido en dirección a Ela o Eskandar. No sé habían detenido al alejarnos de la casa.
Nos estaban cazando.
No, habían tenido oportunidad de atrapar a Anya y no lo hicieron.
Venían por mí.
Corrimos sobre la Casa de Comercio, ahí teníamos unos buenos metros para avanzar, pero una vez que terminara debía lanzarme a la calle anterior al canal, o caer en los callejones que formaban laberintos hasta el antiguo templo.
Una vez ahí sería acorralada, otra presa fácil.
Volteé solo para verlos corriendo hacia nosotros, era una posición difícil cuando estábamos prácticamente en campo abierto.
Anya me detuvo cuando comencé a desviar.
──Astra, debes ir por la derecha, Ela y Eskandar están ahí, Yak y Lectar te encontraran.
Negué, era como tirarse de un risco.
──Astra, es una orden directa.
──No soy tu maldito soldado.
──Astra.
Corrí hasta tomar el suficiente impulso para cruzar hasta el edificio entre el canal y la Casa de Comercio. Me dejé caer, para delizarme por la pared.
Caí sobre las botas reforzadas, e ilesa.
Seguí sin detenerme hasta llegar a un callejón. Ahí no tardé en verme rodeada, un muro de granito terminando con mi carrera.
No pude evitar la evocación de un recuerdo, cuando había sido acorralada por un grupo de matones al salir del Templo, no podía olvidarlo, y si lo hiciera aún tenía las marcas en mi espalda para demostrar su salvajismo. Como si la violencia de sentirse impotente y frágil no hubiera quedado ya grabada como una herida a mi orgullo.
Vi el mundo a través de la escarcha.
Me prometí que esa vez no sería débil.
Los pasos no tardaron en alcanzarme, me vi interpuesta por una línea de tres hombres.
Rebusqué hasta encontrar lo que necesitaba, me dirigí al más robusto, que llevaba un collar con un zafiro incrustado, rompí la barrera hasta acceder a su mente y tiré de los hilos como si fuera una correa.
Pese a que su apariencia era solemne, vistiendo el azul refinado de los altos guerreros, su voluntad se quebró con la facilidad del cristal, lo moldeé como agua bajo mis órdenes, con la misma fluidez de un río corriendo en calma.
Lo dominé como él lo hacía con su elemento y lo obligué a guiar el agua del canal hasta el callejón. Apenas si percibí la frialdad cubriendo mi piel.
Por un momento estuvimos dentro de una pileta artificial, sus ropas flotando en una vitrina improvisada, pero reaccioné al notar la falta de aire. Entonces nadé hasta la superficie, mientras que a ellos los obligué a permanecer en el fondo. Al ser el más robusto, fue fácil hacer que retuviera a sus compañeros, sosteniendo sus pies y evitando que nadaran en busca de aire.
Escuché llamados a mi nombre que sonaron muy distantes, rompí la unión con el tipo cuando supe que el trabajo estaba hecho. Me aseguré de flexionar las rodillas y caer de forma correcta.
Rostros azules y cuerpos levemente hinchados, los soldados estaban muertos cuando Anya corrió en su socorro.
──No hay nada más que hacer.
──Los mataste ──me acusó.
Mi pelo húmedo se pegó a mi piel mientras tiritaba por el frío de Valtaria.
──Lo mataste.
──Lo maté, sí, ¿querías darle unas últimas palabras?
──¿No te das cuenta lo que acabas de arruinar? ──espetó, por un momento creí que se lanzaría contra mí.
El subidón del peligro ya había bajado, me topé con una pared al terminar mi segundo aire, una vez el estado de alerta terminó. Si Anya liberaba la rabia que veía consumir sus ojos marrones, no tendría oportunidad de defenderme.
A ese punto ya ni siquiera lo quería.
──Astra.
Ela se dejó caer desde arriba, como un escudo entre Anya y yo.
──¿Estás bien?
──Parece que no, acabo de matar a los amigos de Anya.
──Bravo ──Alcé la vista para encontrarme con la sonrisa cínica y aprobatoria de Eskandar──. Parece que ya hiciste lo tuyo, chérie.
Sin embargo, Ela no parecía muy orgullosa de mi actuar, ni los soldados que se acercaron a la escena.
──Ellos me hubieran matado ──fulminé para defenderme otra vez.
──Claro que te hubieran matado, porque no seguiste el plan ──La rabia envolvía la voz de Anya.
──Déjala, ella no sabía qué debía hacer ──intercedió Ela.
──Claro que sabía qué hacer ──bramó──, debía seguir mis órdenes y apegarse al plan. Cuatro refuerzos te hubieran ayudado, hubiéramos cumplido el objetivo.
Eskandar cayó entre nosotros, como un soldado de marfil. Su rostro abandonó toda candidez al interponerse.
Entonces lo entendí, la misión nunca fue entrar a la casa de Baseret, sabían que la información no se encontraría tan fácil.
──Planeaste usarme como cebo ──la acusé entonces sí, con la bronca cubriendo mi tono.
──Y hubiera funcionado, ahora tendríamos la información que hacía falta ──insistió──. Tenemos un juramento a Valtaria y a nuestros compañeros. Puedes ser un buen soldado, o puedes seguir tus propios deseos, no hay espacio para los dos.
Ni Eskandar ni Ela apuntaron nada más, pero permanecieron firmes; Yak y Lectar, que se habían mantenido al margen, llamaron a su superior con un asentimiento de cabeza.
Una vez se fueron, Ela me cubrió con su abrigo, hasta entonces noté que temblaba.
Dirigí mi mirada a Eskandar.
──Si tu hermano quiere matarme, hay formas mucho más fáciles.
──Aquí entre nosotros, a Lysander es a quien más le gusta el teatro.
¿Cómo fue su semana?
Espero les haya gustado el capítulo, porque admito que las escenas de acción no son mis favoritas, y lo reescribí varias veces.
Btw, voy a hacer una playlist para la historia, así que vayan dejándome canciones que creen que podrían ir con la novela uwu
quizás lo suba con el próximo capítulo.
Por último, ¿cómo les cae mi preciosa Anya hasta ahora?
Besos♥
PD: leer el capítulo con este cover de fondo>>>
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