03. Príncipe de Plata

❛Las causas más nobles, llevan la sangre más espesa❜

Estaba otra vez en medio del banquete, el de esa noche, pero de alguna forma yo sabía que en realidad se trataba de la trágica noche en la que masacraban a mi familia. Todos vestidos con sus máscaras y atuendos extravagantes, y las luces seguían brillando como plata.

El sonido de los violines fue reemplazado por los tambores, en un lento compás, resonando con fuerza, una inquietante melodía, hasta que buscaba la salida por las puertas principales, y ahí los veía entrar con pieles de lobos, leones y fieras.

Cuando retrocedía, lo único que quedaba del banquete eran cuerpos desgarrados y la sangre corriendo espesa hasta formar ríos entre los cadáveres.

Desperté con las arcadas quemando, hasta que vomité todo lo que había ingerido, encorvada sobre la vasija de metal, seguí hasta que mi garganta ardió como una lija vieja.

──Astra.

Ciara entró sin anunciarse, como era su costumbre, y hasta entonces noté que todavía llevaba el mismo conjunto de la noche anterior.

No necesitaba su mirada sorprendida para saber que mi imágen debía ser deplorable.

──Buenos días ──Le sonreí limpiando el rastro de vómito con la manga del viejo camisón, debía ser un espectáculo horrible con el pelo ébano despeinado y la piel de un oliva amarillento, pero eso no me importó y le quité lo que tenía entre manos.

──¿Qué es esto?

Recibir un anillo de un noble era confundido con una invitación, tan casual como tomar el té o presenciar un partido de bertok, en realidad era mucho más que eso. Grupos, cultos y afiliaciones secretas habían rondado Valtaria mucho tiempo, por lo que algunas costumbres todavía permanecían.

Un anillo, según los libros de historia, había sido una invitación utilizada entre miembros de una misma logia, para reconocerse e invitar a realizar tratos y alianzas.

──Tal parece que llamaste la atención de alguien anoche ──Me dió una barrida con la mirada──. ¿Volvieron las pesadillas?

──Nunca se fueron, pero no importa.

Ese era el motivo por el que me daban una habitación apartada de las demás doncellas, así que por mí estaba bien.

Sobre la cómoda, reposaba una bandeja, de donde Ciara había tomado el anillo de plata que llevaba el pequeño diamante brillando con orgullo.

──Es el anillo real, me dijeron que bailaste con el rey anoche ──inspeccionó el objeto con interés renovado──. Ten cuidado, al antiguo rey le encantaba coleccionar meretrices y el nuevo estará feliz de seguir el legado de su padre.

──O podría querer hacerme reina ──Y lo dije con el maquillaje corrido y oliendo a vómito.

──O para ofrecerte en sacrificio, ¿sabías que festejan la Luna de Sangre?

──Por algo siguen a Rella.

Ciara sonrió de forma amplia, antes de proseguir, como hacía justo antes de recordar algo.

──Iremos a la ciudad, cortesía de nuestra excelentísima majestad, quizás quieras arreglarte un poco.

──Preferiría no ir.

──Oh, pero no fue una pregunta. Hay un par de vestidos que ya no me entran, así que le pedí a Seda que te los traiga, lo hará cuando termine con las medidas de mi madre ──indicó──. Está el azul oscuro que te gusta.

Cuando volví a estar sola tomé el anillo y me acerqué hasta la ventana para observarlo mejor, los finos grabados que emulaban las alas de un pájaro.

Pasé los dedos por mi rostro como si todavía tuviera la máscara puesta y recordé cómo me había sentido anoche, encandilada ante el lujo. No, no algo tan vano como el lujo o la ostentación, sino por lo que significaban… poder.

Unos momentos más tarde volverían a golpear mi puerta, sería la reina Tania hablando sobre lo poco que valoraba todo el incondicional apoyo de su familia, y que como siguiera de haragana me vendería a una jauría de soldados en celo.

El rencor se estrechó junto al resentimiento y la rabia, contrayendo mi pecho hasta que respirar se volvió una travesía, apreté los dientes con fuerza, respiré hondo y clavé mis uñas en mis palmas con tanta fuerza como para formar medialunas de sangre.

Un momento después, Tania se había ido y las heridas ya no estaban.

“En cualquier parcela gobierna un rey”, era un dicho que se había popularizado cuando el Imperio de Escar se disolvió y todos sus territorios comenzaron a partirse en reinos imaginarios.
Algunos con muy pocos recursos, otros ni siquiera poseían títulos de renombre ni apellidos con dinastías antiguas que los respaldaran. Cualquier tonto quería usar una corona, e incluso las posadas, a modo de burla, habían comenzado a colocarse nombres como “Reino del Pata Chueca”, o “Rey del Agua Sucia”.

Con la convocatoria del rey proveniente no solo de un linaje de siglos, sino con un territorio basto y rico, iban a tener que bajar sus ideales a tierra si querían seguir existiendo al menos como señores de alguna parcela.

El rey ya debía de haber elegido a sus aliados, pero su esposa seguía dando vueltas con casas menores como los Dellare.

Como nos había señalado la reina Feryal, las calles de Valtaria estaban siempre congestionadas y la forma más rápida para cruzar de un lado a otro eran los callejones entre ellas. Debido a los robos, también eran las menos convenientes.

Cuando Ciara terminó de escoger una bolsa de manzanas, fui yo la que le pagó al vendedor. Me lanzó una mirada desdeñosa, murmurando algo como “sucia tala”, y ganándose un codazo de su esposa.

Reprimí el impulso de actuar, o me acusaría de felonía enfrente de una multitud.

No estaba de ánimos para ser linchada.

──Creí que en Valtaria los Raguen eran aceptados ──preguntó Ciara, cuando creí que no había notado la situación──. ¿No es así desde el Pacto de Vaktra?

La determinación brilló en los ojos esmeralda de la reina, como una alumna sometida a un exámen para el que sí había estudiado.

──Es más complicado que solo firmar un papel ──Relajó su expresión──. En todo caso, vamos por buen camino, la verdadera rivalidad ahora es contra Kaeser.

──Creí que se mantenían en buenas relaciones.

La reina lanzó una carcajada al aire que se perdió entre toda la algarabía de la plebe.

──Cordiales, sería más cauto ──comentó──, pero desde que atacaron a la gran protectora en Kaeser, muchos creen que es momento de que el reino de Valtaria busque su independencia, que termine con el apadrinamiento, otros sí creen en la alianza. Somos el único reino con un ejército especializado en la synergia, además de Kaeser, la unión de ambos imperios es importante para los Raguen.

──¿Y los soldados?

En una guerra, era principal definir las lealtades entre las filas.

──Escarios de pura cepa. Para ellos cualquier capitán vale más que su madre.

El rey Lysander Sinester había sido astuto al coronarse soberano del imperio y capitán del ejército.

──Las causas más nobles, llevan la sangre más espesa ──resumió Ciara.

La reina asintió, dubitativa ante la vaga interpretación de la frase.

Para su paseo, Feryal había hecho buenas elecciones, como invitar a miembros de la corte de Ketrán o de las islas de Katreva, pero entre todas las grandes familias, los Dellare parecían desentonar de gran forma. Pese a eso, Ciara era la única que parecía dar una opinión sincera y no asentir con ciega docilidad a todo lo que Feryal comentaba.

“¿Han notado que el cielo no es azul, sino de un color verde intenso?”

“¡Claro que sí, alteza! Es usted muy perspicaz”.

Obviamente ella no cargaba el peso de ningún ilustre apellido.

Aprovechando la distancia que habían tomado, decidí acercarme al miembro de la Guardia Delheit.

──¿A quién hay que matar para ser Guardia del rey?

Se trataba de una joven de largos cabellos castaños recogidos en una trenza, que hacían lucir su rostro aun más ánguloso. Llevaba la pechera con botones dorados y marcadas hombreras, el uniforme de la Guardia. Sonrió de forma amplia, asintiendo con simpatía.

──A menos personas de las que crees.

──Astra Vakinder, esclava honorable de los Dellare.

──Creí que los esclavos no tenían nombres ni apellidos ──mencionó, sin la sutileza de una doncella.

Me encogí de hombros.

──De ahí el honorable, ¿por qué estás oculta? ¿A nuestra reina le gusta llenarse la capa de mierda?

──Como a todo gobernante ──Sonrió──. Pero es una decisión propia de la Guardia, es mejor si los enemigos no conocen el punto desde donde les vendrá el ataque. Soy Ela.

──Un gusto, Ela.

Al momento de regresar al palacio, las demás damas se retiraron, pero Feryal insistió en invitarnos a visitar a la sacerdotisa del Templo de Rella, una antigua fórea de la Casa de Vaestea, que había encontrado refugio en el exilio, sirviendo a un dios que no era el suyo.

El Templo a Rella, tal como se supondría, estaba oculto entre pasadillos y escondrijos de la ciudad, el aire era frío y oscuro, la tarde cayendo como una sombra sobre los muros de piedra de Valtaria, haciendo que el camino hasta el recinto fuera todavía más pesaroso.

──¿Qué se supone que haremos en ese Templo? ──Por su tono, Ciara ya había perdido el interés.

Si podía guiarme por su rostro pálido y las medialunas que lo bordeaban, le estaba pesando la noche en vela.

──Visitaremos a una de las fóreas, mi madre perteneció al antiguo Imperio y me gustaría rezar a los dioses antiguos.

Habló con la inocencia de quien no conoce la mentira, por lo que supuse debía ser muy buena en ello.

──Ya es muy tarde, las campanas anunciarán el toque en unos momentos, su alteza ──le recordó Mert, su doncella──. Quizás sería mejor dejarlo para otro momento.

Giré el rostro hacia atrás, captando movimiento entre las sombras, no podía verlos pero podía sentir su energía pesada fluir entre los corredores. Al acecho, con la sutileza de un ladrón.

Murmuré las palabras en el idioma antiguo, sintiendo los latidos burbujeando en mi cabeza, con la sangre fría de un asesino.

──Astra ──Ciara sonaba aterrada.

──Son soldados, al menos seis.

La primera en reaccionar fue Ela, la soldado de la reina, la ví liberarse de un agarre en su cuello con un golpe tan básico que solo podría haber servido por dirigirse a alguien que no esperaba un ataque. No de una doncella.

Yo me dirigí a Ciara, que ya estaba retenida por uno de los hombres de capuchas color sangre, mientras que la siraytza Feryal también era apresada. Me pregunté qué métodos encontrarían para llevársela, si algún plebeyo había prestado su casa para facilitarles el camino.

Alcé ambas manos, presioné, con fuerza, murmurando las palabras que los hicieron retorcerse en mis puños, podía sentir su sangre como el correr de un río, cada respiración que daban; pero cuando intenté acceder a los pensamientos que ocupaban su cabeza, no encontré nada.

Eran bóvedas blindadas.

El rango que tenía para actuar era muy corto.

──Formen una fila.

Los hombres obedecieron, aterrados con sorpresa, me dirigí solo a uno de ellos.

──Hincate.

El hombre cayó con sus rodillas contra la piedra, un remalazo de dolor me llegó al no haber mantenido la distancia de forma correcta.

Respiré de forma superficial.

──Dime de dónde vienes y quién te envía.

Mi nombre fue un grito de urgencia, apenas tuve tiempo de reaccionar, el soldado venía directo hacia mí cuando alguien le arrancó la cabeza con la delicadeza de un artista.

Era Eskandar, el bastardo hermano del rey, con el pelo plata escapando rebelde de su capucha negra, montado a caballo como un príncipe pálido.

Volteé para ver al hombre que tenía cautivo, pero se había arrancado la garganta. Prefirió suicidarse antes que revelar información.

──¿Están bien?

La fila de hombres seguía formada, con un miedo extrañamente renovado.

La reina Feryal estaba siendo consolada por Ela, como la dama de cualquier acto terense, Ciara seguía en pasmo. Volví mi atención hacia Eskandar, él sonrió como si el hombre no se tratara más que de un buen tiro de puntería.

──Gracias por salvarnos, mi señor, no sabemos qué hubiéramos hecho sin su llegada ──le dije en mi mejor intento de pasar por una cálida doncella.

La diversión brilló en sus ojos de cristal, aunque él no parecía tener la misma transparencia.

──¿Para qué estamos los nobles caballeros si no es para salvar a las dulces damas?

──Para servilas.

──Touché.

Luego él siguió mi teatro con una increíble naturalidad. Cuando el resto de los soldados llegaron, la historia ya estaba sentada, Eskandar nos había salvado de una horda de bandidos y nada más.

Nadie podía saber que habían estado a punto de acabar con la reina.

Ahora bien.

¿Cuál es el personaje que más les llama la atención hasta ahora?

¿Ven más o menos por dónde viene el origen de Astra?

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