Momentos cruciales

Una vez que decidieron ponerle fin a la sesión de ensayo, Maia no tardó en recoger sus cosas para luego despedirse de forma escueta. Se marchó con tal rapidez que parecía estar huyendo de una terrible peste. No quería pasar más tiempo del que fuera necesario al lado del nuevo cantante. Si trabajar junto a ese chico la hacía sentirse mal, ¿acaso no sería eso un obstáculo que entorpecería su desempeño artístico? ¿Sería capaz de dar lo mejor de sí en la gala a pesar de la incomodidad? A la muchacha le urgía estar a solas para despejar las enormes nubes de duda que ahora le saturaban las neuronas.

Justo después de que la violinista y el barítono por fin abandonaron el estudio, Jaime le envió un mensaje de texto a Darren para ponerlo al tanto de la situación. "Ya no hay peligro para vos, pero la enana todavía sigue acá. No sé si querés que ella te vea". Tras leer la nota electrónica, al muchacho no le importó que Raquel todavía estuviera presente, solo salió de la bodega sin detenerse a pensar en nada más. Había pasado casi cuatro horas de suplicio allí dentro, escuchando su preciada canción en la voz del usurpador hasta el hartazgo.

—¡Ay, Dios! ¿¡Vos estuviste ahí todo el tiempo!? ¡No puede ser! —exclamó la chica, tras lo cual se cubrió la boca con ambas manos.

El varón le dirigió una mirada cargada de rabia a la jovencita. Aunque la joven Silva no era el verdadero desencadenante del enojo y la frustración de Darren, fue inevitable que él descargara sus emociones negativas en contra de ella.

—¿Desde hace cuánto conocés a ese tipo?

—Se llama Álvaro, ¿sabés? Es un buen amigo mío desde hace varios meses.

—Lo de que él cantara en la gala, ¿fue idea tuya o suya?

—Fue idea mía. No podía dejar que Maia perdiera la oportunidad de presentarse solo porque está peleada con vos.

—¿¡Y te pareció que tirarle encima a un imbécil como ese era la mejor solución!?

—¡No es ningún imbécil! Es un cantante excelente, un gran profesional en su área. Tú mismo lo escuchaste.

—¡Claro! ¿¡Cómo no!? ¡Es tan profesional que le está haciendo el verso a Maia con mi canción! ¿¡No te diste cuenta!? ¡Estás ciega!

Antes de que comenzaran a caldearse más los ánimos, Jaime decidió intervenir en los asuntos. Dio unos cuantos pasos rápidos para acercarse a su hermana y susurrarle un mensaje al oído.

—Este no es un buen momento para él. Mejor dejalo así, andate ya. Dejámelo a mí, yo me encargo...

El fotógrafo hizo una mueca disimulada para indicarle que no dijera ni una sola palabra más y así extinguir el fuego de la discordia. Sin embargo, el mal genio de Raquel salió a relucir antes de que pudiera pensar con más claridad.

—¡No hice nada malo! ¿¡Por qué me tengo que bancar la bronca de otro cuando no tengo la culpa!? —declaró la chica, a voz en cuello.

—¡Y encima te hacés la inocente! —espetó Darren, usando un tono sarcástico.

—Por si no lo sabías, Maia también es mi amiga y lo que hice fue buscarle un bien a ella. ¡Si alguien tiene la culpa de algo acá sos vos!

—¡Basta los dos, por Dios! ¡Enana, andate ya! ¡Es una orden!

Acto seguido, Jaime se puso de pie detrás de su hermana, la sujetó de los brazos y comenzó a empujarla con firmeza para obligarla a salir del estudio. Al principio, la chica intentó oponer resistencia, pero no le quedó más opción que ceder. El varón era mucho más alto y fuerte que ella. Al llegar a la entrada, el muchacho abrió la puerta con un brazo, mientras sujetaba a su hermana con el otro. Tan pronto como ambos estuvieron afuera, él le echó llave a la cerradura y luego se giró para encarar a Raquel.

—¿¡Vos también te volviste tarado!? ¿¡Qué te pasa!?

—Ya sé que lo de Maia no fue hecho con mala intención, pero igual le dolió muchísimo a Darren. ¡No tenés ni la más remota idea de lo que él está sufriendo!

—¡Si no tengo idea es porque no me contaste casi nada! Solo me dijiste que ellos se pelearon feo, que no le mencionara nada del tema a Maia y ya está...

—No me corresponde a mí contarte todo lo que pasó. Es un tema privado, serio y delicado. Por favor te lo pido, andate a la casa y dejame hablar con Darren. Aunque quizá no te lo parezca, él necesita todo el apoyo del mundo, ahora más que nunca.

La menor de los Silva resopló con algo de fastidio, pero el mal humor se le pasó en cuanto vio a Jaime a los ojos. Había verdadera angustia reflejada en aquella mirada masculina. Además, el ceño fruncido y el semblante pálido del muchacho mostraban con claridad que no estaba bromeando.

—Dale, ya entendí. Perdoname por ser tan cabezona a veces. Andá tranquilo, yo voy a pedir un taxi —dijo ella, en tono compungido.

Para confirmar su arrepentimiento, Raquel dio un pequeño salto hacia el frente y rodeó el torso de su hermano con los brazos.

—Aunque no entienda bien lo que pasa, igual espero que Darren se ponga bien. Decile que tengo ganas de pedirle disculpas como se debe la próxima vez que nos veamos, ¿puede ser? Aparte de eso, creo que le debo una explicación.

—Está bien, yo se lo digo todo. Por esto ni te preocupés ahora —El muchacho se inclinó para besar la frente de la chica—. ¡Cuidate, enana!

—¡Te quiero, jirafa!

Unos instantes después de que los jóvenes Silva se despidieron, Jaime ingresó de nuevo al estudio. Él no podría irse a dormir en paz si no se aseguraba primero de que el ánimo de Darren mejorara. Rogaba al cielo por una buena dosis de sabiduría para encontrar las palabras adecuadas. No le cabía duda de que también debía armarse de paciencia. Tenía una larga conversación con su amigo por delante, pero valdría la pena si eso lo ayudaba a sanar.

♪ ♫ ♩ ♬

Maia quería borrar aquella desagradable sensación que ahora se alojaba en toda su piel. Desde el instante en que se produjo el primer roce de los dedos de Álvaro, la muchacha experimentó unos intensos deseos de apartarlo con brusquedad. Quiso huir del estudio cual si fuese una gacela acechada por bestias felinas. El peor de sus padecimientos comenzó cuando sintió el tibio aliento del muchacho cerca de la mejilla derecha.

Al girar la cabeza para mirarlo a los ojos, descubrió que había un ligero brillo de algo semejante al deseo en ellos. Casi podría jurar que su alma comenzó a gritar del espanto en ese momento. No quería creer que el chico hubiese sido tan desprendido y atento solo porque se sentía atraído por ella. La jovencita pensó en la posibilidad de abofetearlo, pero se contuvo porque sabía muy bien que él en realidad no había hecho nada malo.

Solo estaban ejecutando la secuencia de movimientos necesarios para presentar una simple coreografía. El chico hacía la parte que le correspondía de manera correcta y elegante. Además de eso, la letra de la sonata era romántica y los pasos de la pareja debían ir acordes con ese concepto. Sin embargo, a Maia le parecía que la estaban obligando a participar en una interminable danza demoníaca diseñada para torturarla.

Cualquier acercamiento de las manos masculinas sobre el cuerpo de la violinista resultaba ser un choque emocional negativo para ella. Cada contacto con la piel del varón enviaba poderosas descargas de repulsión hacia todas las terminales nerviosas de la chica. No estaba acostumbrada a tanta cercanía física de nadie, mucho menos cuando esta provenía de completos extraños.

A pesar del esfuerzo que había hecho por ocultar el creciente desagrado en su interior, la máscara de inexpresividad se le resquebrajaba por momentos. Ni siquiera la frialdad del Polo Norte le hubiese alcanzado para aplacar el malestar de su espíritu. A medida que los minutos transcurrían, empezaba a odiar más y más la idea de presentarse junto al joven Rodríguez.

"¡Estoy podrida de que este tarado me ponga las manos encima! Esa mirada de enfermo me da escalofríos... ¡ya no me lo banco más! ¿¡En qué mierda estaba pensando cuando dije que aceptaba esto!?" Maia sacudía la cabeza cada vez que la asaltaban las dudas y el pesimismo. No podía dejarse llevar por ideas suyas que quizá no eran otra cosa que malinterpretaciones. Tampoco permitiría que sus fuertes impulsos de fugitiva empedernida arruinaran los ensayos. "Acepté esto pensando en la beca, sí, ¡por eso fue! Todo sea por mi carrera, por irme a vivir a Alemania... Solo espero no volverme loca durante el proceso".

Con todo, lo más mortificante de la noche no había sido aguantar a Álvaro, sino la insistencia de los recuerdos que la asaltaban cuando menos lo esperaba. Sin importar cuánto se esforzara por concentrarse en las prácticas, la mente de la chica evocaba oleadas de imágenes relacionadas con Darren. El subconsciente creaba decenas de espejismos en donde contemplaba aquella hermosa sonrisa de niño una y otra vez. Aunque todavía no quisiera admitirlo en voz alta, la violinista anhelaba despertar de aquella pesadilla. Quería abrir los ojos y encontrarse de nuevo con el amable rostro del joven Pellegrini.

¿Qué clase de criatura despreciable era ella para sentir afecto por el asesino de su madre? ¿Cómo podía sentir deseos de verlo a pesar de todo lo ocurrido? No le extrañaría que aquel insólito anhelo se debiese a alguna nueva forma de desequilibro mental. No hallaba ningún argumento coherente para explicar esa rara sensación de ternura y calidez que se alojaba en su pecho. Aún sonreía al recordar los días tan felices que había vivido en compañía del muchacho.

La encarnizada batalla entre lo que ella pensaba que debía sentir y lo que realmente sentía era abrumadora. Su consciencia no cesaba de castigarla por seguir siendo incapaz de repudiar al chico. Había momentos en los que deseaba olvidarse de todo cuanto conocía para siempre. Estaba agotada del dolor, de la rabia y del resentimiento, ya no deseaba pensar en nada ni nadie. Anhelaba obtener el eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Pero, ¿cabría la posibilidad de ser feliz en esa condición? ¿Acaso no eran las memorias, tanto alegres como tristes, piezas esenciales de su identidad?

La expresión dulce en el semblante de su mamá cada vez que la abrazaba, las cariñosas palabras que le dedicaba Rocío todas las mañanas, la alegría en la mirada de Raquel cuando se reencontraban, las infaltables bromas de Jaime para aliviar la tensión, el amor tan sincero de Darren que le sanaba el alma... ¿estaría ella dispuesta a perder todas las maravillosas memorias de sus seres queridos? ¿Quería experimentar una existencia vacía, sin mayor sentido?

Maia había comprobado numerosas veces que, a pesar del sufrimiento, ella siempre lograba encontrar motivos para sonreír otra vez y continuar luchando. La felicidad a menudo se camuflaba tras el manto de la cotidianidad. La chica sabía que la clave estaba en aprender a distinguir esa escurridiza silueta en medio de los pequeños detalles. En su mente estaban almacenadas muchas imágenes distintas, pero era ella quien decidía cuáles volvería a mirar.

Si ella de pronto perdiera sus preciosos recuerdos, su espíritu se convertiría en un yermo ceniciento. La poca esperanza que todavía conservaba se derramaría sobre las rosas marchitas de la que una vez fuera su esencia multicolor. Pero entonces, ¿qué haría? ¿Debía obedecerle a su mente o le haría caso a su corazón? El implacable tiempo seguiría su curso sin detenerse para que Maia pudiera desenmarañar sus asuntos con calma. ¿Tomaría las manos de Darren otra vez, o las apartaría de manera rotunda? La joven López debía tomar una decisión antes de partir hacia tierras germanas.

♪ ♫ ♩ ♬

Un año atrás, Rocío jamás hubiese creído que estaría en el despacho de su abogado para dar inicio a un proceso de divorcio. La determinación de rehacer su vida en soledad no había estado en sus planes hasta que abrió los ojos a la realidad. Tanto Matías como ella se habían hecho mucho daño por largo tiempo mientras fingían amarse. Se lastimaron a sí mismos y también dañaron a sus jóvenes hijos solo por mantener una falsa apariencia de matrimonio feliz. Sin embargo, todo eso estaba a punto de cambiar de forma brusca.

Justo después de que concluyeran las presentaciones de Mauricio y Maia en la gala final, la señora Escalante arreglaría un encuentro a solas con su esposo para el día siguiente. Necesitaba hablarle acerca de la separación definitiva cuanto antes y luego le entregaría los documentos que estaba preparando. Su pecho bullía en ansias por dejar atrás el triste pasado que la había encadenado.

Tras firmar la disolución legal de su matrimonio, Rocío podría comenzar un viaje en busca de la identidad a la que había renunciado al casarse con el hombre equivocado. Quería irse a conocer el mundo desde una perspectiva distinta, aprender a tomar riesgos de nuevo, respirar sin angustia, sentir intensamente, volver a amar. Sería una mujer libre.

♪ ♫ ♩ ♬

El día del concierto de cierre se encontraba a las puertas. Sin lugar a dudas, sería un día para recordar por más de una razón. Los caminos de padres e hijos que habían estado entrelazados durante años por fin convergerían en un solo punto. Ciertas sendas seguirían muy unidas, otras se alejarían durante una temporada, pero algunas más se independizarían para siempre. El futuro de muchas personas comenzaría a reescribirse a partir de esa noche...


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