Dulces compañeros
Capítulo número diez
...Y necesito verte, pero no te veo, y necesito escucharte, pero no te escucho, y necesito tocarte, pero no te toco, y necesito pensarte, y es lo único que hago
Charles Bukowski
Kodaline — All I want
El día transcurrió de manera lenta estaba esperando que dieran las tres de la tarde, Lucas me había enviado un email en el que me explicaba que el pequeño concurso comenzaba a las tres. Se suponía que debía de estar estudiando como hacer un pastel decente, pero por supuesto, yo soy Alba, nunca estudio y menos para cocinar, aunque ya sabía lo que iba a hacer.
Cambié mi atuendo cómodo y holgazán, por uno más formal, vestí unos jeans color azul oscuro, una blusa blanca y un abrigo de felpa, lo suficientemente acogedor para que no me congelase, ya diciembre se estaba acercando y el frío aumentaba cada día más.
Observé mi reloj y noté que solo restaban veinte minutos, corrí hasta el garaje y puse en marcha mi coche nuevo, me gustaba mi coche. Aceleré y llegué en menos de quince minutos, el lugar citado era solo a cinco manzanas de mi casa, así que pude llegar justo a tiempo.
— Hola — le susurré a Lucas y el sonrió
— Hola — respondió con un tono teñido de felicidad y emoción
— ¿He llegado tarde? — pregunté un poco confusa, pues los jueces estaban hablando entre ellos
— No, están escribiendo los nombres de los concursantes — contestó y yo respiré más aliviada, reí de los nervios, tomé un pañuelo que había llevado conmigo y sequé mis manos que sudaban de los nervios — ¿Estás bien?
— Totalmente — dije y el se encogió de hombros — ¿Qué vamos a hacer?
— Tu no lo eliges, los jueces te lo dirán — explicó Lucas y juro que nunca había sentido tanto miedo y nerviosismo a la misma vez — Eso es lo divertido de este juego
— Ya veo — comenté entre risas bajas llenas de intranquilidad, si perdía la competencia, perdería los boletos para el concierto también y Lucas se molestaría
— ¿Qué tal tu noche? — enfatizó en la palabra noche y no pude evitar soltar una risilla
— Bien, dormí como un bebé
— No que los bebés no duermen — se burló y yo reí por lo bajito, me gustaba su sentido del humor
— Ja Ja, muy gracioso, Lucas — ironicé y el se acercó unos pasos hacia mi, estaba solo a unos centímetros de distancia de mi
— Al menos te hice reír — pronunció de forma lenta y estoy segura que ne sonrojé porque sentí un calor enorme en mis mejillas
Coloqué un mechón de cabello detrás de mi oreja y oculté mi rostro, bajando la mirada, me avergonzaba un poco el hecho de haberme sonrojado.
— ¡Señoras y señores! ¡Les damos la bienvenida al concurso anual de repostería! — exclamó una señora mayor con una vestimenta muy tierna y un pañuelo alrededor de su cabeza
Por algún motivo me recordaba a mi abuela, mi abuela siempre estaba en la cocina y con el rostro lleno de harina, el abuelo y ella tenían una panadería pero fue demolida en 2010, y con ella, una parte de los abuelos.
— ¡Este año será un poco diferente, los jueces elegirán los platillos que van a preparar! — recitó la señora y dio una pequeño palmada mientras hablaba — ¡Abran los papeles que hay en sus mesas!
Lucas y yo ya habíamos vestido nuestro delantal, eran blancos con unos adornos navideños muy bonitos. Tomé el pequeño papel que había dentro de una cajita y lo abrí con pulso tembloroso
Pastel de tres leches
¡Maravilloso!
Lo sé hacer desde que tengo diez años y es uno de mis postres favoritos. Mi madre me enseñó a hacerlos para Melissa.
— ¡Ya que todos han leído sus platillos, tienen diez minutos para buscar sus ingredientes! — explicó la señora y sonrió — ¡El tiempo comienza, en, 3, 2.....1! ¡Qué comience el juego!
Corrí por los pasillos buscando los huevos, el azúcar, la harina, polvo para hornear, luego busqué las leches y la crema de leche para la crema y corrí de nuevo hasta mi mesa de preparación.
Precalenté el horno a 200°C, Lucas me ayudó batiendo los huevos pero derramó un poco de la mezcla en la mesa, tuvimos que limpiar y batir dos huevos más, le ayudé agregando el azúcar pero no coordinabamos los movimientos y puede que sus dedos estén llenos de azúcar.
El siguió batiendo y yo vertí la harina y el polvo para hornear, pero Lucas estornudó y me cayó harina en los brazos. Comenzamos a reír pero seguimos mezclando hasta que logramos el volumen que queríamos
— ¡Trae el molde! — le ordené y lo buscó rápidamente, vertimos la mezcla dentro, no sin antes echar la mantequilla con una brocha — ¡Mételo al horno!
— ¿Cuánto tiempo? — preguntó rascando su nuca
— 30 minutos — respondí y tomé la batidora de mano
Vertí las tres latas de leche, la batí hasta que quedó la textura perfecta. El merengue siempre es lo más sencillo, es solo batir las claras y ya está, bueno y agregarle azúcar por supuesto, parezco una señora hablando así.
— ¡No te comas el merengue! — le reprendí a Lucas y el comenzó a reír a viva voz
— Está sabroso — comentó y yo volteé los ojos en blanco
— Vierte la mezcla de las leches dentro del bizcocho — mandé a Lucas luego de escuchar el sonido del horno
— ¡Me quemo! — se quejó y bañó sus dedos en agua
— Toma esto — le dije y le tendí los guantes que obviamente no había visto
— Oh, cierto — comenzamos a reír mientras el agregaba la mezcla en el bizcocho. Esperamos casi una hora, hasta que estaba listo. Mientras esperamos estuvimos jugando con la harina e hicimos galletas porque nos alcanzaba el tiempo
— ¡Ya está, Alba!
Decoramos el pastel con el merengue de una manera muy creativa, haciendo un muñeco de "nieve" y la boca y los ojos fueron de chispas de chocolate y la nariz, con un pequeño trocito de fresa. Todo estaba listo
Y aún nos restaban una hora, así que no solo habíamos terminado, si no, que incluso, antes de tiempo. Éramos buenos compañeros
Chocamos los cinco y esperamos a que terminasen las personas que faltaban. Habíamos hecho un buen trabajo.
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