¿Crees Que Iré Al Infierno?

—Siento no poder ofrecerte más pero nuestra situación económica es...—Dice la señora mientras recoge la mesa.

—Pero, ¿Qué dice? La cena estaba deliciosa—Contesto con una sonrisa ayudandola recoger—No había comido algo tan bueno en meses.

“O...más bien, no he comido nada en meses”

—Hey, Ames, ya te he preparado la cama.—Anuncia Sonic entrando en la cocina.

Lleva las púas mojadas y una toalla sobre sus hombros. Debe de haber salido de la ducha.

—¿Mmm? Ah, no, yo puedo dormir en el sofá...

—De ninguna manera, eres nuestra invitada.

No tengo otra opción que aceptar tras insistir un poco más. Subo a su habitación y me tiro sobre las sábanas. Esa tacto tan suave y cálido me recuerda a los viejos tiempos, pero esta vez diferente, esta vez estoy feliz. Nunca me había sentido tan cómoda y calmada, ya apenas recuerdo lo que causó mi locura en mi anterior vida.

—¿Quieres que te traiga alguna almohada más?

—Nah, estoy bien.—Respondo levantándome de un salto.

—Bueno... ¿Qué quieres hacer?

—¿A qué te refieres?—Pregunto confusa.

—Tienes menos de 24 horas. ¿No es mejor aprovechar?

—Mmm....tienes razón. ¿Pero qué podemos hacer?

—No sé, algo que tengas pendiente, algún deseo...

—Se me ocurre algo.—Le interrumpo mirándole seriamente.

No es algo que deba a hacer, pero lo necesito, debe de dejar de atormentarme a mí misma. Es una ironía porque se supone que soy un demonio y mi trabajo es atormentar.

—Sígueme—Le cojo de la mano y salimos fuera.

Estuvo todo el camino preguntándome a dónde íbamos pero no consiguió una respuesta hasta que llegamos. El viento hace que se muevan las hojas de las árboles oscuros que rodeaban aquel lugar tan tenebroso a quien nadie se le ocurriría ir en mitad de la noche pues daba auténtico escalofrío. En cambio, yo siempre me he sentido bien viniendo aquí, incluso cuando era pequeña y mis padres me obligaban a ir a esos aburridos funerales. Supongo que siempre he sabido que este era mi lugar.

—¿Qué hacemos en el cementerio?—Murmura caminando lentamente entre las tumbas hasta pararse en una que le llama la atención—.... Amy Rose.

Sí, es aquí donde descansa mi verdadero cuerpo. Es que tengo ahora sé que no durará. Me espera la muerte de nuevo, y no me importa, no es como si alguna de me hubiera sentido realmente viva.

No le presto atención a Sonic, ya que mi mirada está fija en las dos lápida que se encuentran al lado de la mía.

—¿Son...?—Deja la pregunta sin acabar deduciendo la respuesta al leer el nombre que había grabado en ellas.

—Yo misma cavé sus tumbas.

Esta frase deja sin aliento a Sonic quien me mira con preocupación. ¿Por qué le estoy contando esto? Pensará que soy una psicópata...es decir, lo soy, sabe que lo soy. Pero maté a mis padres, ¿por qué no me teme? ¿por qué no huye?

—Toma.—Dice poniéndome en las manos un gran ramo de flores y señala con la mirada las lápidas.

Tardo unos pocos segundos en volver a centrarme. Divido el ramo en dos partes y pongo cada uno al lado de las lápidas.

—Se te olvida algo.—Replica tomando una rosa roja y colocándola sobre mi tumba.—Mucho mejor.

—¿No te da miedo estar aquí conmigo?

—¿Por qué debería tenerlo?

—P-pues...porque estoy loca.—Susurro en un hilo de voz mientras que las lágrimas comenzaban a inundar mis ojos.

Siempre he odiado que me llamaran así, me enfurecía y me hacía sentir sola. Al decirlo yo misma he echo que me deprima aún más de lo que estaba. Siento el tacto de las lágrimas bajando por mi rostro, algo que hace unos meses sentía cada día. Pienso que todo esto nunca ha pasado, que no he matado a nadie, que no me he suicidado, que no he ido al infierno, que no soy un demonio... Pienso que estoy muy en mi casa llorando desconsoladamente en mi habitación mientras que alguien llamaba a mi puerta para consolarme.

—Puede que yo también lo esté—Responde en el mismo tono de voz dejando ver una pequeña sonrisa que me tranquiliza.

Es impresionante como hacer cambiar totalmente el sentido de una frase con solo decirla.
Se acerca a mí y pone sus manos en mis mejillas acariciandolas con suavidad. No pude aguantar más estando tan cerca de él y lo abrazo con todas mis fuerzas. Tan solo quiero desahogarme, pero se siente bien...

—Ames... ¿Crees que iré al infierno?—Pregunta rompiendo el silencio.

—¿Qué es lo peor que has echo?

—... Robar un ramo de flores de una lápida de allí.

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