SAGA FREEZER-CAPITULO 37-EL ORGULLO DE UN SAIYAJIN

Vegeta se quedó mirando fijamente, con expresión vacía, mientras Freezer levantaba el pie de la caja torácica rota de Nappa. Sangre y fragmentos de hueso se aferraban al talón del tirano mientras se levantaba con un chapoteo. La boca de Vegeta se abrió y se cerró, pero no se le escapó ningún sonido. Su mirada estaba fija en los ojos nublados y ciegos de Nappa, pero en las profundidades fracturadas de la mente de Vegeta, parecían quemarlo, llenos de acusación.

En el fondo, Vegeta sabía que eso no era verdad. Las últimas palabras de Nappa habían estado llenas de lealtad y fe, no de reproche. Pero la lógica se había ahogado bajo las emociones que inundaban su pecho: rabia, vergüenza y una culpa aplastante que deformaron la mirada vacía de Nappa en una de condena silenciosa.

-¡¡NNNNNOOOOOOOO!!-Grito Gohan expulsando su Ki por la rabia, intentando por todos los medios ir a vengar a Nappa, Steve, Tony y Krillin interfirieron en su camino, sujetando al pequeño que había liberado mucho poder.

Freezer se dio cuenta de esto, pero no le dio importancia, su mirada se fijó en Vegeta.

-Menos mal que lo hiciste-Se burló Freezer, sacudiendo el pie para quitarse la sangre y las vísceras antes de lanzarle una mirada burlona a Vegeta-Ahora que lo pienso, ¿no eran ustedes los Saiyajin grandes amantes del honor y los entierros? ¿Especialmente para aquellos que han 'caído gloriosamente en batalla'?-Sus labios se torcieron en una sonrisa siniestra.

-Bueno-dijo Freezer mientras daba un paso lento y mesurado hacia adelante-¿Qué te parece este entierro honorable?-

Apoyó el pie suavemente sobre la cabeza de Nappa, la presión era tan mínima que apenas alteró la tierra que había debajo.

Por un fugaz segundo, Vegeta se aferró a la débil esperanza de que incluso Freezer no caería tan bajo, pero esa esperanza se hizo añicos cuando Freezer presionó.

El repugnante crujido de los huesos al astillarse y la carne al desmoronarse se escuchó cuando el cráneo de Nappa se desplomó bajo el talón de Freezer con una facilidad aterradora. La sangre y la materia cerebral se esparcieron hacia afuera en un halo espantoso cuando la fuerza del pisotón hundió profundamente el pie de Freezer en la tierra, dejando un cráter que se burlaba de cualquier entierro que Nappa podría haber merecido en la muerte.

Un grito ahogado y entrecortado salió de la garganta de Vegeta, mitad rabia, mitad desesperación. Su puño se hundió en la tierra que tenía debajo, la tierra áspera se apretó contra sus palmas mientras temblaba con un dolor apenas contenido.

Pero Freezer se limitó a mirar su pie con una mueca de disgusto, como si hubiera sido manchado sin posibilidad de reparación.

-Uf, qué desastre. Ahora tengo cerebros de mono por todo el pie-Sin pensarlo dos veces, limpió la sangre y la suciedad de la armadura de Nappa.

La insensibilidad casual del acto clavó el cuchillo más profundamente en la psique ya agrietada de Vegeta.

A lo lejos, Gohan emitió un ruido estrangulado, mitad jadeo, mitad gruñido, mientras su pequeño cuerpo temblaba de furia. Sus ojos brillaban con lágrimas de indignación y sus dientes estaban tan apretados que fue un milagro que no se rompieran. Su aura estalló violentamente, parpadeando con pálidos arcos de electricidad mientras la furia indomable de su herencia Saiyan emergía a la superficie.

Gohan se dio la vuelta con los ojos encendidos.

-¡Suéltenme!-Casi rugió intentando safarse del agarre de los tres adultos.

-¡No dejaremos que desperdicies tu vida así Gohan!-Grito Krillin usando toda su fuerza para no dejar que el pequeño Saiyajin saliera despegado a aquel demonio.

Mientras tanto, Vegeta permaneció inmóvil. No podía hacer nada más que mirar fijamente la escena, con la mente hundida en las arenas movedizas de la rabia y la impotencia.

Los labios de Freezer se curvaron en una sonrisa aún más cruel, su regocijo era casi infantil cuando una nueva idea lo golpeó: un recuerdo de algo que podría usar para quebrantar aún más a Vegeta. Juntó las manos detrás de la espalda y se inclinó ligeramente hacia adelante antes de compartir un delicioso secreto.

-¡Ah, eso me recuerda!-Dijo con una alegría inquietante-Siempre supuse que alguien como Dodoria podría haber dejado pasar esto en algún momento, pero basándonos en nuestra conversación hasta ahora, parece que tengo el privilegio de revelarlo yo mismo. Verás, Vegeta, la destrucción del Planeta Vegeta no fue causada por un meteorito extraviado-

Las palabras fueron como una sentencia de muerte para Vegeta, que se estremeció como si lo hubieran golpeado. Sus ojos se abrieron de par en par y sus labios se separaron sin emitir sonido alguno mientras las implicaciones comenzaban a asimilarse. Una terrible comprensión se abrió paso en su mente, una conclusión horrorosa que deseaba rechazar desesperadamente, pero no podía.

Freezer comenzó a caminar de un lado a otro, y cuando volvió a hablar, su tono era el de alguien contando una historia muy conocida.

-Déjame ilustrarte, pero primero, vamos a contarte la historia que te han contado: tu glorioso padre, el Rey Vegeta, junto con su variopinto grupo de élites, fueron convocados por el querido y viejo Padre y por mí para discutir cómo manejar las... consecuencias de ofender a alguien a quien realmente no debiste haber ofendido. Naturalmente, dejaron el Planeta Vegeta para atender mi llamado. ¿Y por qué no lo harían? Después de todo, ¿quién podría ignorar la convocatoria de Lord Freezer?-

Freezer rió suavemente, con un sonido frío y sin alegría.

-Por supuesto, me aseguré de darles la bienvenida con el respeto que se merecían. Después de todo, soy un gobernante magnánimo , ¿no estás de acuerdo?-

-Ah, pero tu padre...-continuó-No confiaba en mí. ¿Puedes creerlo? Después de todo lo que he hecho por los de tu especie, tuvo la audacia de dudar de mí. Tal vez creyó que mi padre y yo estábamos conspirando para debilitar a la raza Saiyan eliminando a sus guerreros más fuertes. Qué paranoia tan infundada, en realidad. Y entonces, en su infinita arrogancia, tu supuesto «rey» hizo lo impensable: organizó una rebelión contra mí en mi propia nave-Freezer se rió con fuerza-¡Una rebelión! ¡Contra mí!-

Freezer dejó de caminar y se inclinó ligeramente hacia delante.

-Puedes imaginarte cómo se desarrolló esa pequeña farsa. Tu padre, tus élites, hasta el último de ellos, aniquilados por su propia arrogancia. ¿Y la mejor parte?-Se rió en voz baja, sacudiendo la cabeza como si saboreara el recuerdo.

-Al reunir a todos, cometieron un error fatal. No dejaron a nadie para proteger su preciado planeta natal. Y luego, solo unos días después, ese infame meteorito rebelde (oh, qué momento tan impecable) llegó al planeta Vegeta. Sin nadie lo suficientemente fuerte como para detenerlo, su mundo, su gente, quedaron reducidos a polvo cósmico. Fue casi poético. Casi como si fuera la voluntad de los dioses-

Freezer sonrió mientras pateaba despreocupadamente el cuerpo de Nappa.

-Y eso coincidió perfectamente con lo que Nappa sabía sobre las pequeñas ambiciones secretas de tu padre, ¿no? Tú también sabías a quién había ofendido tu padre por tus propias experiencias personales, ¿no? Ahora, estoy seguro de que tenías tus sospechas, ¿cómo no ibas a tenerlas? Pero, de nuevo...-Se rió entre dientes, el sonido carecía de compasión.

-Las imágenes de la rebelión de tu padre y los registros del meteorito que Zarbon tan amablemente me proporcionó fueron bastante convincentes, ¿no? Y no olvidemos que yo tenía una coartada bastante impecable en el momento del impacto, ¿no?-

Freezer una vez más juntó sus brazos detrás de su espalda mientras pronunciaba el remate.

-La rebelión fue un hecho, pero el momento del meteorito, las imágenes de seguridad, la coartada, el meteorito ... todo era mentira. Yo destruí el planeta Vegeta. Vi cómo tu patético mundo y su gente se convertían en cenizas. Vi cómo las lecturas del explorador se desplomaban a cero. ¡Fui yo!-Su sonrisa se hizo imposiblemente amplia-¿Y la mejor parte? ¡Tú... tú , Vegeta... bailaste como el pequeño mono perfecto, trabajando lealmente para la misma persona que aniquiló a toda tu raza! ¡La ironía de todo esto! ¡Jajajaja!-

La mente de Vegeta dio vueltas. El dolor físico de sus heridas parecía distante, insignificante en comparación con la horrible revelación. El mundo a su alrededor parecía disolverse en un ruido blanco enloquecedor mientras su visión del mundo se hacía añicos. El brillo de su entorno se volvió insoportable mientras latía y se deformaba en sincronía con los frenéticos latidos de su corazón.

-Es...un demonio-Dijo Steve impactado ante la revelación, todos los demás incluso el frenético Gohan se quedaron igual que el, asimilando aquella información

A lo lejos, Goku, que escuchaba todo cerro sus ojos, el ya sabía sobre esto por qué Ancestral se lo contó, pero no imagino que Vegeta no supiera aquella verdad, incluso para su "rival" no era justo enterarse de esta manera.

-¡Y aquí estamos!-Declaró Freezer, abriendo los brazos en un gesto dramático-Tus dos pequeños amigos monos están muertos. Al final, toda esa charla sobre el honor, todos esos grandiosos ideales... ¡no valen nada! No pudiste proteger tu planeta. No pudiste salvar a tu gente. Ni siquiera pudiste salvar a las dos últimas almas que se aferraron a ti. Y pronto...-Se inclinó hacia delante y su voz se convirtió en un susurro-¡Ni siquiera podrás salvarte a ti mismo de morir de rodillas ante mí!-

-¡Eres patético, Vegeta! El llamado Príncipe de todos los Saiyajin . ¡Oh, pero espera!-Se dio un golpecito con el dedo en la barbilla en un gesto de contemplación fingida-Eso ya no se aplica del todo, ¿verdad? Ahora solo quedan dos de ustedes. Así que, en realidad, ¡eres el Príncipe de... Nada !-

La mirada destrozada y rota en el rostro de Vegeta pareció brindarle a Freezer una inmensa satisfacción. Se llevó una delicada mano a la boca y rió con deleite.

La mente de Vegeta se tambaleaba al borde de la locura, apenas aferrándose a cualquier atisbo de coherencia mientras la risa burlona de Freezer lo apuñalaba. No podía respirar. No podía pensar. Todo lo que quedaba era la rabia sofocante, la desesperación y los fracasos que se abatían sobre él con la intensidad de mil soles.

Sus dientes rechinaron con tanta fuerza que se le rompieron las muelas. Los intestinos que había metido con tanto esfuerzo en el cuerpo volvieron a salir, y chocaron contra la tierra empapada de sangre mientras se doblaba y presionaba la frente contra el suelo. Por primera vez desde que era un niño, las lágrimas corrieron por su rostro.

Apretó los puños con fuerza y, con un rugido de desesperación, comenzó a estrellarlos contra el suelo.

-¡Freezer!-Su voz se quebró, con toda la furia de un príncipe destrozado- ¡FRIEZER! ¡FRIEZER! ¡FRIEZEEEERRRR!-

Ante su absoluta impotencia, su fracaso absoluto y el abismo de su desesperación, la cordura de Vegeta finalmente se quebró.

El campo de batalla se sumió en un silencio sobrecogedor, roto únicamente por los gritos de Vegeta y los golpes rítmicos e implacables de sus puños al golpear la tierra temblorosa, los únicos sonidos que se oían mientras se hundía en la locura. Pronto, incluso sus gritos se transformaron en aullidos incoherentes.

La visión de Vegeta se volvió negra cuando sus pupilas se cerraron hacia su cráneo.

En ese momento, el campo de batalla se disolvió y Vegeta se encontró solo en una extensión infinita de oscuridad. Se extendía sin fin en todas direcciones, absorbiendo todo sentido de orientación. El silencio opresivo se sentía corpóreo mientras lo presionaba, interrumpido solo por el sonido de su propia respiración agitada. Estaba allí, desnudo, sin armadura, sin poder y sin sus heridas.

Una extraña sensación de desapego lo invadió, como si su alma se alejara cada vez más de su cuerpo destrozado que permanecía en el campo de batalla.

"¿Quién eres?"

Se escuchó una voz fría y distante que resonaba en todas partes y en ninguna. Parecía la suya, pero había algo sutilmente extraño en ella. Tenía una extraña extrañeza que le provocó un escalofrío en la columna vertebral.

Las palabras resonaron en el vacío, exigiendo una respuesta. Antes de que Vegeta pudiera hablar, un rugido terrible surgió de la oscuridad. No era un grito aislado, sino una cacofonía.

Fueron los lamentos de miles de millones .

Eran las voces inauditas de las incontables almas que había segado con frialdad: los inocentes que habían perecido cuando él había destruido sus civilizaciones. Sus gritos rebosaban de odio y sus voces se fundieron en un único rugido acusador.

"¡Un asesino!"

Luego, una nueva voz, regia y desdeñosa, surgió a medida que la cacofonía se calmaba.

"Un heredero."

Vegeta se quedó paralizado. Reconoció esa voz. Era su padre, el rey Vegeta, que exigía saber qué legado había dejado su hijo.

La voz del rey se desvaneció en el abismo, sólo para ser reemplazada por otra.

"Un soldado."

La voz de Zarbon le llegó ahora, reconocible por su inflexión elegante y melódica.

El corazón de Vegeta se encogió cuando los recuerdos de su servidumbre a Freezer volvieron a invadirlo. Las órdenes se cumplieron sin cuestionarlas, las innumerables misiones se ejecutaron con una eficiencia despiadada, solo para darse cuenta de que todo había sido para la misma persona que había destruido a su pueblo.

"¡El más fuerte!"

La voz de Raditz surgió del vacío, descarada y llena de la confianza fuera de lugar que siempre tuvo en Vegeta.

A Vegeta se le retorció el estómago. Era una mentira, vacía y hueca. Qué insignificante parecía ahora esa afirmación, cuando estaba tan alejada de la verdad.

"¡Un fracaso!"

La voz de Cui siguió, llena de su habitual presunción y con una mueca de desprecio en cada sílaba.

Por una vez, Vegeta no pudo discutir.

Y entonces, desde un lugar más tranquilo y silencioso, llegó la voz de Kakarotto.

"Un guerrero."

Al igual que el propio Kakarotto, las palabras eran simples, carentes de malicia o burla, pero aun así hirieron profundamente. No era un elogio, sino más bien una declaración contundente de un hecho, que reflejaba lo que Vegeta alguna vez fue, o tal vez en lo que podría haberse convertido.

Entonces, más fuerte que el resto, vino la voz de Freezer, venenosa y triunfante.

"¡Eres el Príncipe de la Nada!"

Las voces comenzaron a girar a su alrededor, hablando todas a la vez, formando una cacofonía de juicios y condenas. Cada palabra lo empujaba más hacia la oscuridad.

"¡¿Quién eres?!"

La pregunta estalló de nuevo, un canto abrumador que parecía venir de todos los rincones del vacío.

"¡¿Quién eres?!"

Las voces se hicieron más fuertes, más insistentes, y el vacío mismo parecía estrecharse a su alrededor con su ritmo, asfixiándolo. El canto se volvió ensordecedor, cada repetición exigía una respuesta que él no tenía.

"¡¿Quién eres?!"

"¡¿Quién eres?!"

Vegeta se agarró la cabeza y se hundió los dedos en el cuero cabelludo mientras el sonido lo destrozaba. Ya no podía sentir su cuerpo ni ninguna sensación en absoluto. Se sentía como una banda elástica estirada demasiado, o como una tabla de madera que se hunde bajo un peso imposible, esperando a que la gota que colme el vaso la parta en dos.

"¡¿QUIÉN ERES?!"

"¡NO LO SÉ!" rugió él.

Las voces se detuvieron.

Y luego... silencio.

La cacofonía se desvaneció y las voces desaparecieron tan abruptamente como habían aparecido. El vacío se tragó todo sonido y lo dejó flotando en un silencio opresivo.

No podía oír nada más que su propia respiración profunda, los latidos de su corazón y el torrente de sangre que corría por sus venas. Pero incluso esos sonidos comenzaron a desvanecerse, a volverse distantes, apagados, hasta que desaparecieron por completo.

En ese vacío infinito, donde el tiempo y el espacio no tenían significado, Vegeta se enfrentó a la pregunta que lo perseguía:

Si ya no era el Príncipe de todos los Saiyajin, si todo lo que había hecho, todo lo que había defendido, estaba construido sobre una base de fracaso, entonces ¿quién era él?

Él todavía no lo sabía.

La oscuridad se apoderó de él.

El silencio se volvió absoluto, de esos que perforan la mente de alguien y lo vuelven loco.

Sentía frío. Un frío insoportable.

Su forma empezó a desdibujarse, a desmoronarse como si su propia existencia se fuera desenrollando hilo a hilo. Su ira vaciló y se atenuó, devorada por el abismo. Títulos, logros, ambiciones, orgullo... cosas que una vez habían brillado con tanta intensidad en su interior ahora parecían cenizas esparcidas por el viento.

Los recuerdos comenzaron a desvanecerse, deslizándose entre sus dedos como granos de arena. La primera vez que su pueblo lo había llamado "Príncipe". El sabor metálico de la sangre en su lengua después de una conquista ganada con esfuerzo. Los rostros de su pueblo, sus camaradas, las traiciones, los triunfos, las promesas... todo se estaba disolviendo y desapareciendo en el vacío.

Fragmentos de su identidad flotaban ante él, pero eran solo eso, fragmentos. Solo piezas de un rompecabezas incompleto que ya no podía resolver, dispersos y sin sentido.

Vegeta apretó los puños, o al menos eso creyó. Ya no estaba seguro de si tenía cuerpo.

Ya no podía distinguir dónde terminaba él y dónde empezaba el abismo.

Al percatarse de ello, una fría comprensión se apoderó de él: se estaba muriendo. O tal vez ya estaba muerto. O peor aún, tal vez ni siquiera había vivido.

¿Acaso importa?

El pensamiento brilló brevemente antes de disolverse también en la oscuridad. El vacío no ofrecía respuestas, solo silencio. En su infinita inmensidad, el significado mismo se desintegró.

Y entonces, justo cuando se sumergía completamente en el abismo, algo lo atrajo hacia atrás.

-Oye, oye, no te me mueras todavía. Todavía estoy esperando ese entierro que me prometiste"-

Las palabras sonaron como un trueno y lo hicieron levantarse de golpe. Vegeta se quedó paralizado, con la respiración atrapada en la garganta mientras el abismo retrocedía ligeramente a su alrededor. No podía levantar la vista, no se atrevía. ¿Era miedo de lo que pudiera ver? ¿Miedo de encontrarse con los ojos de aquel a quien había fallado tan completamente? O peor aún, ¿miedo de no ver nada en absoluto? ¿De que hubiera olvidado incluso esto?

-¿Quién eres tú, Vegeta?-

Silencio.

Los labios de Vegeta se separaron, pero no se le escapó ningún sonido. Su garganta se sentía apretada, constreñida, como si las palabras mismas lo estuvieran ahogando. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, forzó una respuesta débil y estrangulada.

-No sé...-

-Cállate la boca-Espetó la voz, cortante e inflexible. No transmitía compasión ni paciencia-Lo sabes. Siempre lo has sabido. Deja de huir como un maldito cobarde-

Vegeta se quedó quieto.

La voz se suavizó, perdiendo su dureza pero nada de convicción.

-Te lo preguntaré de nuevo. ¿Te estás rindiendo?-

"..."

-¿Bien?-

-No-

Vegeta no lo dijo. Fue un pensamiento, una decisión, pero el eco persistente que dejó Nappa pareció entender.

-Entonces, ¿quién eres, Vegeta?-preguntó el espectro una última vez. Y entonces, como humo que se disipa con el viento, el fantasma Nappa desapareció en el vacío, dejando a Vegeta solo una vez más.

Solo, pero no vacío.

Los labios de Vegeta se torcieron en una amarga sonrisa. La gran pregunta seguía sin respuesta y, sin embargo, el silencio del vacío ya no era tan silencioso.

"Je. ¡Ja...! Jejeje... ¡Jajajajajajaja!"

Porque empezó a reír.

Su risa se intensificaba a cada momento que pasaba, hasta convertirse en algo incontrolable, un rugido maníaco y desafiante que rechazaba la desesperación.

En medio de su risa, volvió la sonorización tan familiar. Ese grito cósmico de muerte, una canción de aniquilación, regresó, más fuerte esta vez. Era el sonido de su hogar, su gente y su orgullo siendo destruidos, pero también era el sonido de su origen, el catalizador de todo lo que lo había llevado a ese preciso momento.

Ahogó su risa, silenció las voces y venció el silencio del vacío. El sonido lo aplastó hasta que sintió que cada centímetro de su ser iba a desmoronarse.

Pero no fue así.

Más bien, lo vigorizó.

Porque así era él.

Y a través del estruendoso chillido, una única verdad brilló más que la oscuridad y la vergüenza que casi lo devoraron.

¿Fracasó? ¿No era digno?

¡A quién le importaba!

¿Quién era él?

¡Ja! ¿No era obvio? Siempre había habido una sola respuesta.

Los ojos de Vegeta se abrieron de golpe.

-¡¡YO SOY VEGETA, EL PRÍNCIPE DE TODOS LOS SAIYANS!-

La oscuridad se alzó contra su desafío, las sombras apretaron su control. El abismo lo tragó, devorándolo, porque Vegeta era solo un mortal.

Pero su voluntad permaneció.

Brillaba más que nunca, un infierno que ahuyentaba la oscuridad, desafiando al vacío mientras se quemaba hasta convertirse en cenizas. Su esencia gritó su verdad hasta el final.

Él era Vegeta. El Príncipe de todos los Saiyans.

Y nada, nada , jamás podría extinguir eso.

En el mundo real, Vegeta había golpeado el suelo con tanta fuerza que creó un profundo cráter, pero de repente, se quedó congelado en pleno movimiento. Los aullidos incomprensibles cesaron como si se los hubieran arrancado de la garganta, y su cuerpo, que había estado temblando momentos antes, ahora estaba desconcertantemente quieto.

Un gruñido bajo retumbó de él mientras su poder crecía. El polvo y los fragmentos de piedra rotos comenzaron a temblar, elevándose al aire, atraídos por una fuerza invisible que desafiaba la gravedad. El aire se volvió espeso y opresivo, cargado con una estática violenta que hormigueaba la piel.

Entonces Vegeta gritó. El sonido era tan discordante e inhumano que parecía algo que ninguna garganta mortal debería haber podido producir. Era el grito de una bestia enloquecida.

Su aura se encendió y explotó con tal ferocidad titánica que arrasó instantáneamente el suelo bajo sus pies. El pilar de poder llameante rugió hacia el cielo, aunque no pudo atravesar las nubes, gracias únicamente a la influencia invisible de Piccolo

Pero la realidad era esta: Vegeta no estaba preparado para lo que se avecinaba. Su cuerpo carecía de la resistencia necesaria para soportar la tensión. Su poder no había alcanzado el umbral mínimo, ni su Ki se había refinado con suficientes potenciaciones Zenkai como para desencadenar la transformación que se agitaba en su interior.

Pero suficiente rabia, suficiente furia pura e implacable, fue capaz de reescribir las reglas.

Y en ese momento, la furia y la voluntad de Vegeta ardieron con tal intensidad que podrían haber aturdido incluso a los dioses. ¡Aquí había un ego capaz de trascender la mortalidad, capaz de romper incluso las leyes de la realidad!

Capaz de realizar milagros .

Pero Vegeta permaneció ajeno a la inmensa importancia de lo que estaba a punto de lograr. Estaba demasiado perdido en el abismo, consumido por el rugido ensordecedor de ese chillido tan familiar.

No hubo ninguna advertencia. No hubo acumulación. No hubo destellos de luz. No hubo rayos que cayeran del cielo.

Con un último grito estremecedor, toda el aura de Vegeta, una tempestad de color blanco puro, explotó de repente en un oro resplandeciente y llameante .

El cuerpo de Vegeta ascendió al corazón de la oleada cataclísmica de energía dorada. Los vientos que se levantaron gracias a su poder aullaron con la fuerza de mil huracanes, pero su cabello permaneció inalterado: rígido, puntiagudo y negro.

Su cabeza se inclinó lentamente hacia el cielo, mirando hacia arriba con ojos desprovistos de pupilas. Entonces, desde lo más profundo de él, otro grito inhumano desgarró el aire.

Piccolo, Gohan, Krillin, Steve, Natasha, Tony, Goku, Dende y Freezer, cada alma en un radio de cien millas, fueron testigos de cómo se hacía historia.

Porque, en ese preciso momento, Vegeta hizo lo que ningún otro Saiyan había hecho antes. Se convirtió en el primero en la historia registrada en lograr...

"¡El falso Super Saiyan...!"

Con un rugido que hizo temblar la tierra, su Ki vital surgió de nuevo, eliminando cualquier duda de que su transformación anterior había alcanzado su punto máximo. Su voluntad ardía mas que nunca, con una ferocidad que no podía ser contenida por los confines de un mero estado incompleto.

El aura dorada que lo rodeaba estallo como una supernova, aumentando hasta que el doble de su tamaño y brillo. La luz que irradiaba era tan brillante que era casi imposible mirarla directamente. El cráter debajo de Vegeta se hizo mas grande y profundo, el suelo se desintegro como si fuera cera derritiéndose bajo una llama. Luego con un chasquido crepitante, arcos de relámpagos azules comenzaron a bailar alrededor del resplandor dorado.

El cabello de Vegeta que ya estaba alborotado en su estado de punta, parecía afilarse aun mas. Sin embargo seguía siendo inconfundiblemente negro.

En verdad Vegeta había alcanzado un nivel de poder que desafiaba la razón. Era una hazaña que no debería haber sido posible, no en su condición, no cuando momentos antes estaba exhausto y mortalmente herido. Sin embargo como ocurre con todas las cosas del universo, ese poder no venia sin un precio que pagar. Había un precio por el esfuerzo que suponía obligar a su cuerpo a canalizar una fuerza mucho mas allá de sus limites.

Vegeta no era consiente de esa deuda, una deuda que se revelaría a su debido tiempo. Pero por ahora, el príncipe de todos los Saiyajin no era consiente de las consecuencias, estaba completamente consumido por la misma rabia que lo había llevado a ese estado.

En el campo de batalla, el impacto de esta transformación no podía subestimarse. Por tercera vez en su vida, Freezer, se quedo sin palabras. Sus ojos carmesí se abrieron de par en par mientras miraba el torbellino dorado que tenia ante el, mientras su cola se movía en una muestra involuntaria de inquietud.

Su mirada paso al ardiente infierno de energía del hombre que se encontraba en su centro

Vegeta suspendido como si la gravedad no se atreviera a tocarlo, lanzo un grito tan crudo y furioso que pareció sacudir el planeta mismo. Su aura rugió, crepitando con relámpagos azules que se lanzaron de manera impredecible en todas direcciones. Y sus ojos, esos ojos blancos puros y sin rasgos distintivos, estaban completamente desprovistos de razón o racionalidad.

Vegeta parecía poseído.

-¿Que...que es esto?-Las palabras de Freezer se perdieron bajo el rugido ensordecedor de la energía, por lo que no hubo respuesta, pero una sospecha comenzó a arraigarse: tenia una idea exacta de en que se había convertido Vegeta.

Pero no había tiempo.

Todos los pensamientos que tenia Freezer se borraron instantáneamente cuando el cuerpo de Vegeta se materializo abruptamente frente a el y le dio un puñetazo en la mejilla con la fuerza suficiente para romper montañas. El golpe hizo que Freezer volara hacia atrás como un borrón, con sangre y un diente solitario saliendo en espirar de su boca.

Las estrellas apenas habían comenzado a bailar en su visión cuando Vegeta estaba allí, de alguna manera ya frente a el en pleno vuelo, moviéndose a una velocidad contra la cual Freezer no podía defenderse.

Lo que siguió fue un ataque caótico y desordenado. El cuerpo de Vegeta lanzo puñetazos, patadas, cabezazos e incluso garras salvajes.

Los movimientos de Vegeta eran completamente irreconocibles, sus ataques carecían de delicadeza, de estrategia, de habilidad y de algo que pareciera un estilo de batalla. Había desaparecido el guerrero frio y orgulloso conocido por su despiadada eficiencia. En su lugar había algo desquiciado, un berserker enloquecido consumido por completo por la rabia y la sed de sangre.

Esto no era un Vegeta que nadie pudiera reconocer. Esto era salvajismo crudo y desenfrenado: el instinto inherente de una bestia., Pero de nuevo ¿Quién podría afirmar que las bestias y los berserkers eran debiles?

La violencia de Vegeta continuo. Sus uñas desgarrando la bioarmadura de Freezer, sus puños golpeando costillas y sus pies golpeando donde pudieron contra el cuerpo del tirano. El cuerpo de Vegeta no luchaba por derrotar a Freezer, luchaba para mutilar, matar y aniquilar por completo hasta que no quedaran nada de su enemigo.

Como victima, Freezer tuvo que luchar para defenderse. Una tos le sacudió el pecho mientras miraba hacia arriba, la desesperación titilaba casi imperceptible en sus ojos carmesí. Lo que vio le provoco un escalofrió en la columna vertebral.

Los ojos de Vegeta, aquellos ojos que antes eran agudos y llenos de orgullo, ahora eran de un blanco puro, carentes de pupilas y carentes de toda razon. En ellos, Freezer no vio nada mas que sed de sangre y un deseo singular y devorador de matarlo.

Luego vinieron los dientes.

El cuerpo de Vegeta se lanzo hacia adelante, sus mandíbulas se acercaron peligrosamente a la garganta de Freezer con la intensión de arrancársela. Fue un movimiento tan bárbaro, tan salvaje, que incluso Freezer sintió una pulsada de...Algo...Freezer se retorció bruscamente en el ultimo momento posible, evitando por poco la feroz mordida, pero el salvaje Saiyajin no le dejo ninguna oportunidad de recuperarse.

Sin dudarlo ni un segundo, el cuerpo de Vegeta golpe de inmediato su frente contra la de Freezer con la máxima fuerza. El dolor estallo en el cráneo del tirano y su visión se volvió loca cuando el impacto lo hizo caer con la fuerza suficiente para abrir un cráter en la tierra.

Atreves de la bruma ascendente, Vegeta, descendió como un cometa, se estrello contra el cuerpo tendido del tirano y se sentó a horcajadas sobre el, sujetándolo al suelo

Las manos de Vegeta envueltas en el feroz resplandor dorado, se elevaron por encima de su cabeza. Con un rugido animal, las dejo caer sobre el pecho de Freezer como un gorila de espalda plateada enfurecido.

Freezer apenas tuvo tiempo de responder. En un intento frenetico de protegerse, levanto sus brazos en una cruz defensiva sobre el pecho. Pero eso no significo nada para Vegeta. Los ojos blancos y vacíos del Saiyajin no mostraban ningún reconocimiento, ninguna muestra de la debil guardia de Freezer.

Una y otra vez, los puños de Vegeta cayeron como mazos, implacables y despiadados. Cada golpe apuntaba al mismo punto magullado en el pecho de Freezer donde había aterrizado el golpe de Goku.

Auge

¡Auge!

¡AUGE!

¡¡AUGE!!

El estruendo de cada impacto se hacia progresivamente mas fuerte, sonando como disparos de cañon, mientras que la inmensa fuerza detrás de cada golpe empujaba a Freezer mas hacia las profundidades del cráter.

Desesperado por cambiar el rumbo, Freezer, finalmente ataco Su puño se disparo hacia arriba y se clavo en la herida abierta en el estomago de Vegeta, un golpe cruel destinado a explotar una vulnerabilidad paralizante. Pero la reacción esperada nunca llego.

El cuerpo de Vegeta no se inmuto, no gimió, ni jadeo, ni siquiera reconoció el ataque. Era como si el dolor no existiera o tal vez ya no lo registraba su mente. Sus ojos ciegos y llenos de rabia permanecieron fijos en Freezer y con otro gruñido, sus puños descendieron nuevamente.

El siguiente golpe fue aun mas feroz y esta vez la ausencia de los brazos de Freezer debilito significativamente su defensa. El brazo que le quedaba se clavó en el pecho, lo que hoz que se hundiera ligeramente bajo la inmensa fuerza.

El oscuro hematoma en el pecho de Freezer se extendió inmediatamente como tinta derramada mientras un torrente de sangre brotaba de su boca.

Antes de que Freezer pudiera recuperarse, otro ataque ya estaba descendiendo. Pero Freezer empujado al limite, desato un rugido. Su aura estallo en un Kiai masivo y la onda expansiva de energía arrojo a Vegeta.

Aunque Vegeta fue enviado a dar vueltas caóticamente, rápidamente recupero el control y se estabilizo en el aire mientras su aura dorada brillaba con mas fuerza. Con un estallido sónico ensordecedor, inmediatamente se lanzo hacia adelante nuevamente y cargo contra su enemigo mortal.

En ese momento, Freezer, ya se había puesto de pie de nuevo, aunque sus ojos permanecía fijados con cautela en Vegeta.

-¡Quedate abajo, maldito mono!-Espeto Freezer, con una velocidad cegador, levanto un dedo para disparar rápidamente una andanada de rayos de la muerte. Los rayos de energía purpura atravesaron el aire, todos con el objetivo de detener el avance de Vegeta o forzarlo a retirarse.

Pero Vegeta no retrocedió.

Para creciente terror de Freezer, Vegeta ni siquiera los esquivo.

El cuerpo de Vegeta avanzo en linea recta como un toro enloquecido que ve rojo, su trayectoria no se vio afectada en absoluto por el ataque de Freezer. Los rayos de la muerte dieron en el blanco, quemaron su cuerpo y dejaron agujeros ardientes, pero bien podrían haber sido gotas de lluvia por todo lo bueno que hicieron para frenarlo.

Es decir, absolutamente ninguna mierda.

Dadas las circunstancias, la incredulidad de Freezer era bastante comprensible 

"¿Que eres" susurro con pánico deslizándose en su voz.

Y en un abrir y cerrar de ojos, Vegeta ya estaba sobre el. Una mano salio disparada, agarro su cola y se clavo sin piedad en la mordedura ensangrentada que Goku había dejado atrás. Freezeer apenas tuvo tiempo de hacer una mueca de dolor antes de que lo levantaran del suelo.

Y como dicen, todo lo que sube tiene que bajar.

Con un rugido atronador, el cuerpo de Vegeta hizo girar a Freezer por la cola y lo estrello contra el suelo con una fuerza absolutamente devastador. El impacto provoco un cráter enorme y los escombros volaron como metralla. Pero Vegeta no se detuvo alli: levanto a Freezer de nuevo y lo aplasto una y otra vez, cada golpe sacudió el campo de batalla.

Cuando el brutal abuso finalmente se detuvo, los ojos carmesí de Freezer se abrieron, se encontró con la horrible visión de Vegeta elevándose sobre el, con las mandíbulas abiertas y los dientes brillando en el resplandor dorado de su aura mientras preparaba un ataque.

Pero antes de que esos dientes salvajes pudieran encontrar su objetivo, la mano de Freezer ataco con una velocidad inhumana. Una palma se cerro sobre el rostro de Vegeta, los dedos se clavaron en sus sientes y sellaron su nariz, mientras que la otra se aferro a la mandíbula de Vegeta deteniéndola. Los incisivos de Vegeta se congelaron a centímetros del cuello de Freezer, listos para desgarrarle la carne.

La escena podría haber sido sacada directamente de un apocalipsis Zombie

El cuerpo de Vegeta gruño ferozmente a centímetros del rostro de Freezer. Una espesa baba teñida de sangre goteo de su boca abierta, salpicando el cuello de Freezer y corriendo en rastros pegajosos.

A pesar de su terrible situación, los labios de Freezer se curvaron con disgusto.

Entonces  una repentina explosión de calor abrasador surgió de entre las mandíbulas de Vegeta. Un orbe de color purpura oscuro atravesando por arcos de siniestros relámpagos negros crepito malévolamente mientras cobraba vida. La esfera se expandió rápidamente, sus bordes inestables flotando peligrosamente cerca del rostro de Freezer y a escasos milímetros de sus dedos.

Los ojos de Freezer se abrieron de par en par con genuina alarma. Sus instintos gritaban que habia un peligro inminente y sin pensarlo dos veces, sus piernas se enroscaron debajo de el como resortes, golpeo con ambos pies el pecho de Vegeta y lanzo al Principe Saiyajin hacia el cielo.

El orbe de energía detono en una violente erupción de color morado oscuro y negro, Vegeta, que todavía estaba ascendiendo, quedo atrapado en el radio de la explosión y su cabeza se echo hacia atrás por la fuerza de la detonación. De su rostro salio humo mientras salía volando por los aires.

Freezer tampo se salvo. La explosión lo golpeo con suficiente potencia como para hacerlo patinar por el campo de batalla, su cuerpo rodo y reboto sin control antes de detenerse finalmente. Gimiendo, araño la tierra mientras se levantaba hasta quedar sentado, apoyado en sus brazos. Rochas rojas palpitaban dolorosamente en su pie brillante.

El olor acre de humo y el aire quemado que asaltaba sus sentidos, le recordó que la lucha estaba lejos de terminar. Parpadeo rápidamente para aclarar su visión, Freezer, se obligo a concentrarse, lentamente sus ojos se acostumbraron.

El cuerpo de Vegeta ya corria hacia el a una velocidad cegadora. Sus ojos sin pupilas brillaban con odio mientras la sangre brotaba de sus labios destrozados, dejando al descubierto musculos y tendones en carne  viva bajo los restos carbonizados de piel. Un brazo rebotaba de forma antinatural a su costado, con la articulación grotescamente retorcida.

Según el razonamiento de Freezer, Vegeta ni siquiera debería estar vivo ¡Por el amor de dios! podia ver claramente a través de todos y cada uno de los agujeros que dejaron sus rayos de la muerte.

Pero ninguna de esas heridas detuvo a Vegeta.

Freezer se quedo paralizado, mirando a vegeta mientras corría hacia adelante con esa expresión, incluso mientras sus entrañas se derramaban de su cuerpo. Un escalofrió halado recorrió su columna y se hundió como un peso de plomo en su estomago.

Lo impensable estaba sucediendo: el...El emperador de la Galaxia, estaba experimentando miedo

La ultima vez que sintió miedo fue delante de su padre y de...Lord Beerus.

La desesperación se apodero de el. Con una mano temblorosa, Freezer conjuro una Bola de la Muerte y la arrojo con todas sus fuerzas hacia Vegeta. Este se puso de pie a toda prisa, pero tropezó en su pánico y aterrizo sin contemplaciones sobre su trasero. Sin tiempo que perder, se arrastro torpemente hacia atras a cuatro patas, tratando frenéticamente de poner distancia entre ellos dos.

Sus temores estaban justificados. El cuerpo de Vegeta atravesó la Bola de la Muerte sin dudarlo. La energía abrasador lo desgarro, quemándole el costado y destruyendo parte de sus pulmones. Sin embargo, Vegeta siguió avanzando.

Los 200 metros restantes desaparecieron en un instante. En menos de un latido, Vegeta estaba sobre el, elevándose sobre Freezer como un espíritu de venganza. Todavia tendido  en el suelo, Freezer miro hacia arriba justo a tiempo, para ver a Vegeta plantar sus pies bien abiertos, retorciendo todo su cuerpo mientras se preparaba para lanzar un puñetazo.

En ese momento, a pesar de la locura que nublaba su mente, la forma de Vegeta era perfecta.

Entonces se escucho un rugido lleno de odio y furia. El puño de Vegeta volo con fuerza inimaginable y el aire mismo chillo al ser destrozado. El agudo silbido del viento procedió al ensordecedor crujido que se produjo cuando el puño de Vegeta se estrello contra el pecho herido de Freezer.

¡Crujido!

El inconfundible crujido de una de las costillas de Freezer al romperse resonó en el campo de batalla. El dolor abrumo los sentidos de Freezer mientras se desplomaba hacia adentro y caía. Su cuerpo se dio la vuelta violentamente, de cabeza, antes de estrellarse contra el suelo con un fuerte golpe. El polvo y los escombros se elevaron alrededor mientras su cuerpo rodaba varios metros mas antes de detenerse.

Por un breve instante el único sonido que se escucho fueron los gemidos de Freezer mientras luchaba por estabilizarse. Su cola se movió débilmente mientras se apresuraba a ponerse de pie. Finalmente logro ponerse de rodillas, sus garras se clavaron en la tierra en un intento de encontrar el equilibrio.

El instinto se apodero de el. Freezer se encorvo a la defensiva, con los brazos apretados alrededor de si mismo para proteger sus zonas vitales. Sus ojos carmesí se movían frenéticamente, escudriñando la neblina en busca de cualquier señal de Vegeta, seguro de que el Saiyajin ya estaría sobre el, listo para atacar de nuevo.

Pero el siguiente golpe nunca llego.

A lo lejos, Vegeta se detuvo de golpe, con el cuerpo tambaleándose sobre sus pies, donde había lanzado su ultimo y devastador puñetazo. La sangre que fluía sin parar de sus innumerables heridas se seco mientras el aura dorada, que alguna vez fue resplandeciente, titilo débilmente y chisporroteo en chispas tenues y efímeras.

Su rostro era una caricatura de furia, distorsionado en una expresión tan feroz que rayaba en lo inhumano. Sus ojos miraban hacia adelante, todavía desprovistos de razón, reconocimiento o humanidad.

Vegeta había destrozado limites que alguna vez creyó insuperables, ascendiendo a un nivel de poder mas allá de todo lo que se había atrevido a soñar. Pero, a pesar de todo ese poder, Vegeta seguía siendo un hombre y cada hombre tenia sus limites.

Había llegado a su destino hacia mas de un minuto.

De hecho, Vegeta había muerto segundos después de trascender en el Super Saiyajin Falso

Durante el ultimo minuto, el cuerpo de Vegeta había luchado puramente por instinto, impulsado por la furia final de un alma orgullosa, las brasas de una voluntad que se negaba a extinguirse

Su mente hacia tiempo que había sido consumida por el abismo, reclamada por las guadañas del olvido. Su alma ya se había ido. Sin embargo, su cuerpo destrozado había seguido luchando, animado por un ego tan inmenso, tan ferozmente ardiente que desafiaba incluso los limites de la mortalidad misma.

Fue ese ego...La convicción inquebrantable de que debía levantarse, debía luchar, debía triunfar...Lo que mantuvo el cuerpo de Vegeta en movimiento mucho después de su muerte

Y seguía luchando, resistiéndose a lo inevitable, hasta agotar la ultima gota de energía. Fue solo ese momento final, cuando su carne no tenia nada mas que dar, cuando su Ki se había agotado y cuando su cuerpo había llegado a el ultimo ápice de fuerza, que por fin dio su ultimo suspiro y se quedo inmóvil, luego en silencio.

Cuando Freezer miro hacia arriba, el cuerpo de Vegeta ya estaba enfriado.

En esta batalla, Vegeta tenia dos promesas que sentía que debía cumplir. La primera era su declaración al abismo: que el era el Príncipe de todos los Saiyajin, el heredero legitimo de su legado y el portador del orgullo de su pueblo. La segunda y mas importante, era un juramente de que no moriría de rodillas ante el tirano que lo había subyugado a el y a su pueblo durante toda su vida.

Incluso en su muerte, Vegeta había cumplido sus promesas.

Por un breve y magnifico momento, Vegeta se ergio como el Saiyajin mas fuerte con vida, una hazaña que incluso para sus propios estándares inflexibles, reafirmo su Valia para llevara el titulo de "El Príncipe de todos los Saiyajin"

Cuando el ultimo aliento escapo de sus pulmones, lo hizo en sus propios términos: ¡De pie, erguido y alto, sobre sus propios pies!

Al final, no fue Freezer quien mato a Vegeta ¡NO! quien le quito la vida al propio Vegeta no fue otro que el mismo.

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Pero sin saberlo...Vegeta, no tenia permitido morir, por que muy por encima de el, había un dios que todo lo miraba y que estaba feliz de ver a su descendencia superar sus propios limites...Por lo que le renovó a Vegeta su vida, permitiéndole a el Príncipe de todos los Saiyajin vivir para ver un día mas.

FIN DEL CAPITULO

NIVELES DE PODER

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