|| Parte 3 ||
Nunca creí que este momento llegaría.
Pero ahora creo que es algo que eventualmente sucede, incluso en las etapas más maduras, donde se supone que ya deberíamos tener la vida resuelta y los pocos amigos que conservamos, se quedan por un largo tiempo.
Me equivoqué y duele demasiado.
Han pasado dos semanas desde que tu silencio se siente como la hoja afilada de un cuchillo que corta lentamente mi piel, haciéndome daño sin llegar a matarme. Lo peor de todo, es que no sé cuál es la razón. Y al vivir en esta incertidumbre, siento cómo los intrusos toman el control de mi cabeza enferma, haciéndome actuar y pensar de forma catastrófica.
Intenté sincerarme contigo, hacerte ver que tu repentino silencio me afectaba, solo estaba preocupado por ti, como siempre lo he estado incluso ahora que estoy pasando por el momento más oscuro de mi vida. Pero solo recibí una respuesta cerrada, incuestionable, donde más preguntas de mi parte se verían como hostigamiento, como si no respetara tu palabra y tu distancia. Sin embargo, he sentido la ansiedad constante de escribirte, de contarte muchas cosas al mismo tiempo como solíamos hacer, pero tus respuestas son como una pared donde choca mi emoción y muere en un grave accidente.
No sé en dónde fallé, o si lo hice en realidad. Yo puedo entender el aburrimiento, el estrés, el aislamiento y la sensación de no pertenecer, pero jamás me alejaría de ti por más que me sienta en el fondo del pozo. Ahora mismo lo estoy, tu amistad fue lo que me salvó muchas veces de quedarme ahí o ir más profundo, pero ahora siento que me abandonaste.
No quiero sonar dramático ni culparte, pero así se siente cuando de un día para el otro, alguien como tú cambia conmigo. No puedo entender, por más que lo intento, por qué no puedes confiar en mí para contarme lo que sucede. Entiendo también que tu vida ha dado muchas vueltas en este último año, pero la mía también. Quizá tus problemas y los míos no son iguales en gravedad, pero siempre hablamos sobre tomarnos de la mano y caminar juntos mientras el mundo ardía de tras de nosotros.
Pero ahora se siente como si hubieras soltado mi mano repentinamente, dejándome caer en mi propio lodo, ese que tanto me ha costado atravesar y no veo el final.
Como dije, nunca pensé que nos pasaría esto, por eso es que no puedo entenderlo. Yo nos veía juntos por un largo tiempo, celebrando nuestra llegada a los treinta, viajando alguna vez, como siempre soñamos, juntarnos para las festividades e intentar cocinar postres aunque terminaran mal. Sin embargo, ahora hay algo roto.
Es como esa vez cuando buscábamos tu celular que sonaba adentro de un bolso, sabíamos que estaba ahí, pero por más que tratamos, fue difícil descifrar en cuál de los mil compartimientos estaba, hasta que dimos con él en uno que estaba muy escondido. Trabajamos juntos para hallar el escondite, me gustaría que hiciéramos es ahora. Entre ambos, buscar por dónde se fugó la confianza que me tenías. Solo que ahora no cuento con tu ayuda, estoy tratando de solucionarlo por mi cuenta y, sinceramente, empiezo a desesperarme.
Confieso que yo también me llegué a sentir aburrido de nuestra amistad, pero no por ti, sino porque en general la depresión que barrió el piso conmigo este año, se encargó de contaminar mi mente al grado de hacerme repeler a todas las personas por igual, el esfuerzo por siquiera bañarme para salir se convirtió en el peor de los castigos, la cama se convirtió en mi mejor compañera. Ver la luz del sol, comer tres veces al día, desempolvar, ponerme ropa decente... todo eso que es cotidiano para una persona normal, mi cabeza me lo hace ver como un escalón gigante en frente de mí que requiere un montón de esfuerzo para subir.
Pero siempre lograba ponerme bien para salir contigo e ir a tomar café, incluso si no te contaba las cosas directamente o lloraba contigo. Tal vez... tal vez ese fue mi problema y tú te cansaste de mí. El hecho de quejarme contigo por mensajes y llorar en soledad, pero no permitirme llorar contigo cuando nos veíamos, quizá fue lo que te hizo perder la confianza en mí.
Si esto es mi culpa, me encantaría volver en el tiempo para cambiarlo, obligarme a hablar de las cosas difíciles que me pasan, en lugar de solo evadirlo con temas de conversación arbitrarios o quejarme de la vida.
Si esto es mi culpa y tú ya no quieres mantener este lazo conmigo, si tomarme de la mano ha representado un gran peso para ti, si hablar conmigo se ha tornado así de aburrido, entonces no puedo hacer nada.
Cuando tú lo decidas, estaré listo para dejarte ir.
Quiero que sepas que estos siete años de amistad no han sido en vano. Vivimos tantas cosas juntos, lloramos, sufrimos, reímos y compartimos demasiadas cosas, tantas que no puedo recordar un suceso de mi vida en el que no estés tú. Cualquier cosa importante para mí, siempre te tuve presente, aunque estuvieras lejos o cerca, estabas ahí como mi protector y mi mayor fuente de ánimo.
No olvidaré nada de lo que vivimos, tu cumpleaños, tus hábitos, tus problemas, tus grandes cualidades, tu inteligencia...
Ojalá esto solo sea una gran piedra en el camino que sobrepasaremos eventualmente, pero para ser sincero, hay algo en el ambiente que no me permite ver más allá de tu silencio e indiferencia. Parte de mí, aun espera que el día de mañana volvamos a escribirnos cientos de mensajes diarios y nos veamos para tomar café al menos una o dos veces a la semana. Desearía eso, pero volver a verte en persona después de dos largas semanas, se sentiría como si estuviera viendo a un ex novio después de la pelea que nos hizo terminar.
Se sentiría incómodo, pero yo estaría dispuesto a actuar como si nada, si tan solo me dijeras qué te sucede. Preferiría que te sinceraras conmigo y me dijeras que ya no me quieres en tu vida, a seguir soportando tu frialdad, porque es más doloroso para mí el sentirme ignorado sin saber cuáles son las razones de tu distanciamiento.
Como dije, estoy listo para dejarte ir. Esto es una especie de despedida anticipada, porque mi cabeza enferma no puede parar de presentir cosas horribles, ya que todo lo que me ha pasado en el último año ha sido espantoso. Por lo menos, lidiar con un duelo que tiene la mitad de probabilidades de suceder, me ayudará a procesarlo por si se hace realidad.
Tengo miedo de verte pronto, pero lo ansío, necesito respuestas que solo tú puedes darme, pero te niegas a hacerlo.
Me enojas. Me enojas muchísimo y no puedo soportar todo esto que pasa. Esta emoción tan nociva duele demasiado, quiero que termine. Necesito que todo vuelva a la normalidad entre nosotros o que simplemente cortes esto de tajo, porque ya no puedo más.
No quiero culparte, pero me haces daño. ¿Por qué no puedes entenderlo? Te lo dije directamente, que me afectaba esto, que si estaba exagerando necesitaba que me lo dijeras porque me preocupaba por ti. Y tu respuesta tan misteriosa solo me hizo sentir que ya no soy digno de tener de primera mano la información sobre tu vida que es importante, como tu sufrimiento, tus inseguridades, la forma en que lidias con ellas.
Simplemente te cerraste como una ostra, con la excusa de que no quieres abrumarte a ti mismo y sobrepensar el problema al contármelo. ¿Cuándo eso te detuvo antes? Y si no lo hacías, al menos antes me contabas otras cosas que te sucedían.
Tu drama, tus quejas, tus emociones, eran el suministro que alimentaba nuestro hermoso lazo todos los días. Quejarnos de la vida diaria y de todo era lo que nos mantenía unidos, pero incluso eso paró. Si esto fuera algo normal en ti, lo entendería, pero no lo es.
Y tampoco quiero sentirme celoso, pero lo estoy. Cuando veo que sales con tus otros amigos a lugares nuevos, esos lugares a donde siempre planeábamos ir, siento rabia. Un encabronamiento terrible de que conmigo no hayas hecho el esfuerzo de invitarme o de planear cosas.
No puedo evitar sentir que me dejaste de lado. Por más que trato de comprenderte, de no sobrepensar o confundirme o exagerar, tus acciones alimentan la idea de que yo ya no soy importante para ti ni lo volveré a ser. Me había sentido excluido por amigos antes, pero nunca tan horriblemente como ahora, contigo.
Ahora siento que soy yo el intruso. Como los pensamientos oscuros en mi cabeza, esos que me generan ganas de matarme, pero ahora me han consumido al grado de convertirme en un ente devorador de energía y ya no soy más persona, ahora soy un lastre.
Por favor, termina con mi dolor, déjame continuar. Si vas a soltarme, te ruego que sea pronto porque sigo aferrado a tu pierna, pudriéndome y mordiendo el polvo de tus pisadas.
Toma una decisión. Levántame y ayúdame a sacudirme, toma mi mano y déjame caminar a tu lado; o corta la soga y permíteme lamer mis heridas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top