Te pido perdón planeta mío, por no  gustarnos el verde.

Ni el azul, ni todas las maravillas que nos brindas en una basta masa.

Te pido perdón por no valorar, que en tu propio cuerpo día con día pierde.

Tu cuerpo habitable, llenos de mares y vegetación, a la que se puede decir nuestra casa.

Te pido perdón por no generar conciencia y seguir contaminando tus rincones.

Es que no entendemos que solo tú estas para protegernos y reproducirnos.

Como la capa de ozono que muy debilitada esta por nuestras imperfecciones.

El humano tan egoísta pensando en Marte para dejarte con nuestro desastre e irnos.

A veces son los niños los que más te miman y vaya que deberíamos aprender de ellos.

 Los sucesos que pasan, volcanes en erupción, incendios, diluvios, polvo amarillo, terremotos.

Nos dan una advertencia, una última para poder reparar antes de estar hasta los cuellos.

Pero lo único que hacemos son campañas a oídos sordos junto con grandes alborotos.

Hoy te vengo a pedir perdón, que con lloriqueos y sin acciones no son nada. 

Que no solo hay problemas en los mares, playas, bosques, desierto sino en el corazón.

No nos asustemos cuando el caos, el fin, el arrepentimiento tardío anuncie su entrada.

Estamos a tiempo, no echemos el cambio en saco roto, es hora de entrar en razón.