72: Avanzamos y...

23 de octubre, 2022 

Reprimí una risa al ver todos los tiktoks que hacían de Pablo. Hace unas horas fue el partido del Barça vs. Athletic. Fui a verlo, pero no lo vi completo. Pablo recibió un golpe y tuve que acompañarlo a la enfermería. Fue un golpe en su aductor de la pierna derecha, un jugador del equipo contrario le clavó la rodilla y él cayó al césped. La imagen de verlo tirado en el piso fue un horror, me imaginé lo peor y gracias a dios no fue muy grave.

—En tiktok dicen que te has doblado tu huevito derecho —murmuré reprimiendo una risa.

—No te burles.

Seguí deslizando mi dedo por la pantalla.

—En otra dice que te has quedado infértil y que ya no se te parará —Lo miré y para cabrearlo, añadí—¿Debería buscarme otro novio?

—Joder, deja de creer todo lo que dice tiktok.

—Perdona, aburrido.

Quería hacerlo reír. Y lo estaba cabreando y eso me daba risa.

—Ya pareces de esas señoras que se creen todo lo que dice Facebook —Su dedo índice se hundió en mi mejilla.

Rodé los ojos y seguí deslizando mi dedo. Me salieron muchos tiktoks sobre el accidente. Muchos tiktoks donde se veía a Gavi tirado en el césped, siendo atendido por los de sanidad, parecía que la chica le estuviera haciendo una paja a mi novio y su cara no demostraba lo contrario. Me reí. Era gracioso.

Dejé de reírme al ver la cara de culo de Gavi. Me puse en su lugar, debía de ser muy incómodo que haya videos de ti en una posición comprometedora por todo Internet.

—Lo siento.

Apagué el móvil. Y me enfoqué en cuidar a mi novio, pasaría la noche con él para asegurarme de que no le pasara nada.

—No importa —Metió su mano por debajo de mi camiseta y acarició mi vientre—. Al menos ya dejaron de hablar de nosotros.

Tenía razón. Desde que fuimos juntos a la gala del Balón de Oro, Pablo y yo éramos tendencia. Éramos virales en tiktok, me tiraban hate, hablaban, se inventaban teorías, mis seguidores instagram superaron los 200k, había cuantas fandoms de mí, hasta salí en noticias.

Mamá se estuviera riendo de todo esto.

—Fuiste mi salvación.

Besé su mejilla, era cálida y suave.

—Pensaste en lo que te propusieron.

Hice un puchero, no quería hablar de eso.

—Por el momento no me apetece salir en revistas, ni que me inviten a eventos —confesé—. No soy influencer.

—Pero…

—Una de las marcas que me contactó es de ropa interior ¿Te imaginas fotos mías en ropa interior por todo Internet?

Su cara cambió a una de celos. Se cruzó de brazos y frunció sus labios en un mohín.

—Que se queden solo para mí.

—No tienes fotos mías en ropa interior.

—Eso puede cambiar —Sonrió picarón.

Me reí por ello.

—Focus Pablo y no te calientes, el médico dijo nada de actividades sexuales por un par de días.

—Es una tortura.

—¿Es una tortura que no podrás follar o que no podrás entrenar?

—Las dos.

Acarició mi vientre.

—Como sea, iré por más hielo.

Besé su mentón y salí de su habitación, no sin antes regresar a mirarlo y asegurarme de que todo estaba en orden. Estaba acostado en su cama, estaba sin camiseta, la parte golpeada estaba  vendada y una sábana cubría su miembro. El bóxer le incomodaba un poco, es por eso que decidió estar como dios lo trajo al mundo.

































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3 de noviembre, 2022

Besos. Besos. Besos.

Sonreí al ser despertada por caricias, unos suaves labios rozaban mi piel. Entreabrí los ojos y la sonrisa se me agrandó más al ser despertada por más besos.

—¿Se te antoja un rapidín? —pregunté sintiendo cosquillas en mi vientre.

Metió sus manos por debajo de mi camiseta, siguió besándome, cortos y suaves besos que alteraban mis hormonas.

—Val ¿Has menstruado? —preguntó, bajando sus besos a mi vientre.

—No…

Sus besos siguieron, más rápidos y suaves.

—Te ha tenido que bajar hace dos semanas —mencionó, su rostro se puso a la altura del mío. Me miró a los ojos y vi ese brillo de felicidad en su mirada—¿Crees que…? —Miró mi vientre.

—No…

—Pero…

—Hemos usado protección.

—Hemos follado muchas veces. Hay una pequeña posibilidad, lo busqué en Internet —dijo emocionado, acarició mi vientre—¿Verdad que sí, bebé? —Su voz salió aguda. Le estaba hablando a mi vientre. Me morí de ternura.

—Pablo…

—¿Hacemos una prueba?

Asentí. Me cambié por algo decente y al salir de mi habitación, nos encontramos a Margarita. Estaba a punto de tocar la puerta.

—¿Se quedan a desayunar?

Abrí mi boca para responder, Pablo lo hizo para mí.

—Valeria tiene mucha hambre.

Me jaló de la mano y me llevó al comedor. Saludé a Dany, él y Margarita nos miraron raro. Pablo no dejaba de servirme comida, su excusa era "Por si estás embarazada" me sirvió más y me dijo "Por si son gemelos" añadió más comida y murmuró "Por si son trillizos".

—Pablo, de tanta comida voy a vomitar.

—¿Tienes náuseas? —Sonrió de oreja a oreja, hasta parecía que iba a dar saltos de felicidad.

—Olvídalo.

Fuimos a una farmacia a las afueras de la ciudad, pedí una prueba de embarazo y también me llevé varias cajas de condones. Me daba algo de vergüenza ir a pagar, pero creo que la señora ya se había acostumbrado a mi cara. Siempre venía a esa farmacia por pruebas de embarazos y condones.

—Val…

—Dime

—¿Sabes que está prohibido tener sexo en Qatar, al menos que estén casados?

—¿Es verdad? Leí algo sobre eso, pero pensaba que era broma.

—Es su cultura.

—Y debemos de respetarla. Adiós condones —Los iba a tirar en un basurero, Pablo me lo impidió.

—Tenemos —Empezó a contar con los dedos—, 12 días para contraer matrimonio.

—Eres un caso, Pablo Martín —Sin pedir permiso mi boca y ojos ya estaban sonriendo.

Le puse el casco y me subí a la vespa, colocándome el casco de seguridad. Manejé hasta su casa. Sus padres no estaban en casa y su hermana estaba en Sevilla, estábamos solos y fuimos a encerrarnos en el baño.

—¿Por qué no orinas?

—Mi pipi es tímido.

—Joder…

—Si dejaras de mirarme y presionarme.

—Te estoy dando ánimos —señaló y movió su puño hacia arriba en un ademán de darme porras.

—Joder, date la vuelta —Le tire un rollo de papel.

—Está bien —Se dio la vuelta, movió el pie nervioso.

—No ayudas.

Se detuvo.

Abrí el grifo y segundos después pude orinar. Lo suficiente para la prueba de embarazo.

—Listo.

Dejé la prueba en el lavabo, me subí las bragas y miré a Pablo.

—Son dos minutos —Puso una alarma—. Es una eternidad.

—No han pasado ni diez segundos.

Me senté en el retrete y miré mi teléfono. La fecha, era verdad que estaba retrasada. El nerviosismo se apoderó de mí, no me sentía preparada para ser mamá. Estaba rota, no quería darle problemas a mi hija o hijo. No sería una buena mamá.

La alarma sonó y me sacó de mis pensamientos.

—Yo lo veo primero —Pablo agarró la prueba, se la quité de las manos.

La vi. Y sentí una especie de tristeza y alegría.

Salte de la felicidad. Pablo me abrazó y Chilló, empezó a besar mi vientre. Un sin fin de besos.

—Déjame ver

Le di la prueba de embarazo, su expresión cambió.

—Salió negativa.

Él se quedó quieto mientras yo brincaba y hacía un bailecito de la felicidad.

—Ya me quedó claro que no quieres tener un bebé conmigo —Se cruzó de brazos, su mirada se apagó y salió del baño con una mueca.

Me quedé quieta. A los segundos, lo perseguí. Seguía sintiéndome aliviada y eso me hizo sentir un poco culpable.

La culpabilidad aumentó al ver a Pablo en su cama, miraba el techo y su semblante era decaído. En verdad quería formar una familia conmigo.

Me acosté a su lado.

—Amor, no te enojes.

—No estoy enojado.

Sus brazos cruzados, su mirada de culo y su mohín pronunciado me decían todo lo contrario.

—Pablo, sabes que si quiero tener un bebé contigo…

Me interrumpió al decir:

—Demostrabas lo contrario.

—Pablo, te dije que no me siento lista para un bebé. Es por eso que nos cuidamos, tú eres el que te hace las ilusiones.

—Quiero una familia contigo.

—Y la tendremos —dije—. En un futuro.

—Pesada —Me miró mal y luego me abrazó—. En un futuro ¿Lo prometes?

—Cuando me sienta lista, te lo diré. Te tendré follando a cada momento que te hartaras de mí. Ya ni querrás verme, te dolerá la polla.

Sonrió ladeado —Follar contigo es mi segundo deporte favorito de todo el mundo, no me hartaras.

Le di un golpe en el hombro.

—¿Por qué no soy primera?

Iniciamos una pequeña discusión que terminó en una guerra de cosquillas.














































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7 de noviembre, 2022

Hace dos días nos avisaron que Pablo había ganado el golden boy. Estuve en primera fila para ver la expresión de su rostro al enterarse de que ganó. Salté de la emoción con él.

Tuvimos una cena para celebrarlo, también tuvimos un momento íntimo, donde me pidió que viviéramos juntos. Me dio miles de razones y desde ese día me ha venido insistiendo con ello.

Lo he pensado y la única razón por la que no vivía con él, era porque era un desordenado y yo odiaba el desorden. Era la única razón por la cual decirle que no, pero después todo era positivo. Todas las noches dormíamos juntos, ya sea en su casa o en la casa de Margarita y Dany, así que vivíamos juntos en cierto sentido. Era una buena opción, es por eso que le dije que lo pensaría.

Lo pensé y mi única condición es que no sea desordenado. Se lo diría luego de la entrega del premio.

Por temas de partidos, Pablo no podía estar en la ceremonia en carne y hueso. Pero, para eso existía la tecnología. Estuvo mediante una videollamada y aunque no estuvo en el escenario, de igual forma estuvo nervioso hasta la médula. 

Ver a Gavi besar su golden boy me llenaba de ternura y orgullo. Seguía cumpliendo sus sueños y yo estaba a su lado, en primera fila.

Me lancé a abrazarlo cuando todo terminó, fuimos a celebrarlo en una cena, con su familia y amigos más cercanos. Charlamos, brindamos, todos los presentes estaban orgullosos de Pablo.

Lo llevé al jardín, nos sentamos en uno de los sofás. El cielo estaba oscuro y una centella nos saluda desde lo alto del cielo.

—Tome una decisión.

—Quiero vivir contigo.

—Mierda. Sé que soy un caos y que mi ropa sucia anda tirada por toda la habitación y que todo está un chanchero, pero, en serio, en serio prometo que haré la cama, lavaré la ropa y la doblaré. Solo acepta vivir conmigo, Val. Quiero que tú y yo tengamos nuestro propio hogar.

—Te he dicho que iré a vivir contigo.

—Prometo ser la persona más ordenada de todo el mundo… espera que…

—Que me iré a vivir contigo, bonito.

Nos quedamos hablando y poniendo normas para una mejor convivencia. Mencionamos que si alguno de los dos tenía un problema o algo le molestaba, nos sentaríamos a cenar sushi y hablaríamos hasta resolverlo. Y sobre todo prometimos no quedarnos callados.

Pablo empezó a hablarme sobre las casas que había visto, en diferentes zonas de la ciudad, me enseñó fotos, se veían grandes y las fachadas se veían modernas y elegantes.

—Podemos mañana ir a ver casas, llamaré a la inmobiliaria —aviso y marco en su móvil. No tardó ni cinco minutos en agendar una cita para mañana a primera hora.

—¿Has estado viendo casas? —pregunté, aunque ya sabía la respuesta.

—Quiero encontrar un hogar perfecto para nosotros.

—Pablo… —Acaricié su mejilla—. Cualquier lugar será perfecto, siempre y cuando estemos juntos.

Sonrió achinando los ojos.

—¿Viviremos bajo un puente?

—Viviremos en un basurero con tus hábitos de limpieza.

—Me amas así.

Su mano se posó a la altura de mi corazón, mi órgano vital le dio la respuesta al latir demasiado fuerte.





































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8 de noviembre, 2022

Los planes de ir a ver casas tuvieron que ser cancelados. Se nos olvidó el gran detalle de que él tenía partido y tenía que viajar a Pamplona. Cambiamos la cita para mañana a primera hora.

Me organicé en el día para grabar contenido. Leer unos capítulos y más que todo trabajar en mi novela. En el almuerzo les comenté a Margarita y a Dany la decisión que había tomado, ellos me apoyaron y también me dejaron en claro que su hogar siempre tendría las puertas abiertas para mí.

Se los agradecí demasiado.

—Los vendré a visitar, lo prometo.

Algo de lo que me arrepiento es haber perdido el contacto con ellos por meses. Me prometí que eso no volvería a pasar. La pareja de ancianos eran como unos abuelos para mí. Me enseñaron tantas cosas y me daban la calidez de un hogar que me recordaba a mi niñez.

Por la tarde, Carla y yo quedamos con los chicos. Fuimos al cine y charlamos. No me veía mucho con Bruno y tampoco mucho con Raúl, ambos empezaron la universidad, se mantenían ocupados y solo charlábamos mediante mensajes o llamadas.

—Ester manda saludos —avisó Carla al llegar a casa.

Ester me traía demasiados sentimientos encontrados. Por un lado me alegraba, pero por otro no quería saber nada de ella.

No quise sonar grosera, ni resentida, así que fingí una sonrisa y pregunté por su vida.

—Colgarse de la fama de Gavi le abrió muchas puertas.

Carla era muy sincera.

—Al menos ya no anda diciendo que es su novia.

Me temblaba el ojo cada vez que Ester usaba sus redes sociales para decir indirectamente que su lío era Gavi. Consiguió muchos seguidores, fue su palanca y luego empezó a ganarse seguidores por ella misma. Le iba bien. Creo.

—Y Cayetana, pagaría una fortuna por ver su cara cuando se hizo pública tu relación con Gavi.

—Ni las menciones —Abrí la puerta de la casa—. No la invoques, estoy bien sin saber de ella.

—Me quedo callada.

Ambas entramos a casa, caminamos por el pequeño pasillo y lo primero que ven mis ojos son un gran ramo de rosas.

Corrí a ellas y las olí. Las rosas me hacían acordar a mi madre, pero no me sentí mal. Es más, me alegraron.

—¡Las ha enviado Pablo! —chillé emocionada.

—Es un gesto, tan lindo —murmuró Margarita y me dio una caja—. También te enviaron esto, no lo he abierto.

Carla fue por un cuchillo, cuando regresó abrimos la caja y vimos que se trataban de libros. Libros nuevos, sellados y con un gran mundo que descubrir.

—Le voy a llamar.

Fui a mi habitación para más privacidad.

Marque su número, al primer tono contestó.

—Gracias por las rosas y los libros…

—¿Qué rosas? ¿Qué libros?

—Los que me has enviado, tonto.

Se quedó callado.

—Val, yo no te he enviado nada.

—Pero… ¿Quién más lo va a hacer?

—Joder, ¿un fan?

—¿Fan mío?

—¿Admirador? Mierda, me pondré celoso.

—Seguro se han equivocado de dirección. Veré las tarjetas. Un beso.

—Un beso.

Volví a la sala y vi la tarjeta. También vi quien fue el me envió los libros.

Una marca de ropa y una editorial.

—¿Quién las ha enviado? —preguntó Margarita, le enseñe la tarjeta.

—¿Cómo supieron la dirección?

—je, je, je yo… eh ...—Miré a Carla, empezó a hablar, ella tenía una respuesta—¿Recuerdas que soy tu manager? —Asentí—. Me enviaron Emails, Dior, quería agradecerte por usar un vestido de su marca. Han aumentado las ventas por ello y la editorial, te envío unos regalitos para qué hablarás de esos nuevos libros por tus redes.

—Dije que no quería hacer ninguna colaboración.

—Lo sé, lo sé. Pero amas los libros y sabía que esto sí te iba a interesar.

—¿No pensabas en consultarlo conmigo?

—Lo iba a hacer en la cena, no creí que la editorial se adelantaría a enviarte la caja, acordamos que les daría la respuesta mañana.

Me crucé de brazos.

—Te has pasado de la raya.

—Lo siento.

—Cariño, hay una tarjeta —Miré a Margarita, me tendió una tarjeta que sacó de la caja de la editorial.

Leí lo que decía.

"Un pequeño regalo. De parte de esta familia.
Esperamos que puedas trabajar con nosotros"

—¿Es un intento de soborno?

—Tratan de convencerte.

—No sé, lo pensaré.

—Creo que lo de los libros es buena idea, mi niña —Margarita dio su opinión—. Todos los que te conocemos sabemos que amas leer, además darás mayor contenido al proyecto en el cual trabajas.

—Es por eso que respondí a la editorial, pienso igual que Margarita.

—Lo pensaré.

Mire las rosas.

—Están bonitas.

Miré a Carla —¿No has aceptado nada más?

—Cariño, si te dijera que me he pasado un día entero revisando propuestas y rechazando. En verdad quieren trabajar contigo.

—Lo hacen porque soy la novia de "Gavi".

—En parte, no te convenceré de nada. Cuando estés lista, podremos aceptar una de ellas. Ganarás dinero.

¿Dinero?

—Y lo puedes donar a la fundación de cáncer y a la de niños sin hogar —añadió Carla.

—Eso es una grandiosa idea.

—¿Aceptas?

—Por el momento no, viajaré a Qatar, pero cuando vuelva. Quizá con una marca, ayudaría a las fundaciones que ayudaba mamá.

—Tienes un corazón de oro, Val Val.

El resto de la noche la pasamos conversando acerca de editoriales. Cuáles eran las que más me convenía para presentar mi manuscrito. Había varias opciones y al final nos quedamos en dos.

Carla tomó fotos a las rosas y también a los libros. Según ella debíamos subirlos a insta para dejar ver que estábamos interesadas.

Encendimos la tele para ver el partido del Barça. Me encantaba ver a Gavi jugar.



















Valrosón 2mim





























































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9 de noviembre, 2022

—Está casa tiene 8 habitaciones, 10 baños, es de un estilo moderno adecuado para jóvenes como ustedes… —La inmobiliaria continuó hablando mientras nos enseñaba la casa. Nos enseñó cada una de las habitaciones, grandes y vacías, cada una tenía su propio baño y armario. La habitación principal era más grande, más grande que la que yo tenía en mi antigua casa, tenía propio baño, una tina y un jacuzzi. Pablo al ver esto, se me acercó al oído y me susurró "Todo lo que te haría en este jacuzzi".

Sentí calor en mis mejillas.

Seguimos por el recorrido. Tenía una bella terraza, me imaginaba lo bello que se vería el atardecer o amanecer. Todo era grande, una sala, una cocina, un propio gimnasio, el patio trasero tenía una piscina, un espacio donde podríamos poner muebles y un jardín, más al fondo había una cancha de fútbol y de tenis, yo no jugaba tenis, pero a Pablo le parecía interesante. Era la tercera casa que visitamos, todas eran igual de hermosas y con un diseño moderno.

—Y como lo solicitaron, se iniciará la remodelación del despacho para que sea una biblioteca, nos hemos puesto en contacto con un arquitecto de la constructora Rosón…

El sentimiento de melancolía me empapó con agua fría. Pablo lo notó.

—Podemos solicitar otro arquitecto —susurró en mi oído.

—Está bien, Pablo. Solo me resulta raro, es… era la constructora de mamá.

Su trabajo. Lo amaba.

—Iniciaremos el tiempo que estén fuera del país. Claro si deciden comprar la casa.

Pablo me miró. Esperando una respuesta de mi parte.

Odiaba que él dejara esa decisión en mis manos.

A él le gustaba, lo notaba en como miraba cada espacio. La casa era bonita, no tenía muebles y sería divertido decorarla entre los dos, pero…

Mire a la señora.

—¿Nos podría dar un momento a solas?

—Claro.

—Gracias.

La vi marcharse y hablé:

—¿No crees que es demasiado grande?

—Es grande.

—Muy grande para los dos.

—¿No te gusta? —Me miró fijo, leyó mi cara—. No te gusta.

—Es hermosa…, pero para una familia grande.

—Dijiste que en un futuro…

—En un futuro, pero no ahora —Terminé por él—. En este momento solo somos tú y yo, es una casa demasiado grande para nosotros. 

—Quiero que tengas un castillo.

—Pablo —Mis manos acariciaron sus mofletes—. Vivo en un cuento de hadas cuando estás a mi lado.

—¿Soy tu príncipe azul?

—Eres el amor de mi vida.

Nos besamos lento. Y como ya se nos estaba haciendo costumbre, él ponía su mano a la altura de mi corazón, cada vez que me decía "Te amo".

Mi corazón siempre se aceleró.

No compramos esa casa, luego de almorzar seguimos viendo más hogares. Pero, esta vez apartamentos. No eran mansiones, eran grandes, pero era perfecto para dos personas.

—Me gusta.

—¿Quieres vivir aquí?

—Sí, a ti te gusta.

—Es bonita —Paso uno de sus brazos por mis hombros—. Si a ti te gusta, todo lo que mi futura esposa quiera.

La inmobiliaria nos había dado un momento a solas.

Mire lo que se suponía era la sala. Estaba vacía.

—Podemos poner un sofá acá, miré las ventanas y señalé—. Unas cortinas, una alfombra.

Empecé a imaginarme el lugar lleno de nuestras cosas. Pablo me agarró de la mano y me llevó a una de las habitaciones.

—Está puede ser tu biblioteca, no es tan grande, pero…

—Es perfecta.

Seguimos por la otra habitación. Señaló un punto vacío.

—Pondremos una cama —Me miró coqueto y me pegó contra su cuerpo—. Te haré el amor, todas las noches.

Me dejó sin palabras y con una gran imagen mental. Vivir con Pablo, era sinónimo de comprar muchos condones. Dos adolescentes calenturientos viviendo solos, sería un infierno, de esos que te hace sudar y gritar.

Finalmente decidimos por ese piso. Quedamos en comprarlo entre los dos, sería algo de él y mío. Nos demoramos en el papeleo y acordamos que al día siguiente empezaríamos con la mudanza. Pablo me dijo que lo decorara a mi gusto, empecé un tablero de pinterest para inspiración.

Nos entregarán el apartamento al día siguiente a primera hora. Pensaba en hacer una pequeña reunión con nuestros amigos y familiares más cercanos, quizá una cena o un almuerzo. Lo consultará con Pablo y organizaríamos algo sencillo.

Por esa noche, quedamos con unos amigos en ir a festejar a una discoteca. Celebramos el golden boy de Gavi y también nuestro compromiso. Solo lo sabían nuestros amigos y familiares, aún no lo hacíamos oficial ante el público, pero eso no importaba.

Ver la fachada del club, en el paseo marítimo, me trajo amargos recuerdos. No había venido a ese club desde la última vez, hace más ya de un año, desde que Gavi terminó conmigo en la misma terraza donde estábamos sentados.

Era irónico. Celebrar nuestro compromiso en el mismo lugar donde él me terminó hace un año y meses atrás.

—¡Por la feliz pareja! —Brindamos.

Muy irónico el lugar. El viento susurraba ese "Te amo" y ese "Podemos seguir siendo amigos".

Borré todo pensamiento, aunque la espina incrustada hace ya tiempo y de la cual pensaba que ya me había deshecho, seguía allí e infectada.

Pablo actuaba como si nada hubiese pasado en esa terraza. Quizá se hizo un borrón o solo se enfocó en el presente. Era la diferencia entre él y yo. Él vivía el presente y yo contaba la historia del pasado.

Bebí mi copa. El alcohol quemó mi garganta.

—Quiero hacerte el amor esta noche, no te vayas a emborrachar —susurró Pablo en mi oído, provocando escalofríos, de los buenos, por todo mi cuerpo.

Tuve suerte de que todos estaban charlando y nadie se fijó en cómo trague saliva, apreté las piernas y me sonrojé. 

La parte en la que estábamos era un espacio privado, personas importantes, desde críos con altos estándares sociales, actrices, influencers y futbolistas, que buscaban divertirse como gente normal. Estuve bailando unas canciones con las chicas, Sira y Aurora, eran supermajas. Los tíos se quedaron charlando en la mesa, hasta que salieron a bailar con unas chicas, Pablo fue el único que se quedó en la mesa. Lo miré para hacerle un ademán de que venga y baile conmigo, mis ojos lo encontraron y miraron con exactitud como una rubia despampanante se le acercaba.

La conocía.

Había dejado atrás el rubio fresa para pintarse a un rubio platinado.

Miré la escena. Pablo le devolvió el saludo, ella se sentó a su lado y descaradamente se subía el vestido para dejar todo a la imaginación. Su rodilla chocaba con la de mi novio, le movía las pestañas y sonreía tan coqueta.

Miré a Pablo, su expresión era normal. No la miraba demasiado y se notaba incómodo. Sabía que Pablo era un caballero, él no diría nada que dañara a Cayetana.

Fui hacia ellos. Me tragué los celos y sonreí. No le demostraría que me afectaba su presencia.

—Hola, Caye —Náuseas me dieron cuando deje dos besos en sus pintadas mejillas.

—Val, beba —Recibí dos besos. Más arqueadas—. Hace tanto que no te veo, desde nuestro desayuno ¿verdad?

Sonreía como si no pasara nada.

Las mujeres éramos expertas en fingir. Peleábamos indirectamente, nuestras armas eran esas sonrisas fingidas y llenas de hipocresía.

Cayetana iba ganando.

—Me invitó a su boda.

—¿La invitaste? —preguntó Pablo, sorprendido.

Sonreí con falsedad.

—¿Por cierto cuando es?

—En unos a…

Interrumpí a Pablo.

—En unos meses.

Mierda. Sí que estaba celosa. Esas tres palabras eran mi espada que buscaba pinchar sus mentiras.

—Los meses se pasan rápido —Con descaro puso su mano en la rodilla de Pablo, lo miró coqueta con ese aleteo de pestañas que me causaba náuseas—. Tengo unos meses para convencerte de que no te cases. Supongo que te veré en tu despedida de soltero —Le guiñó un ojo y sus manos pasaron al inicio de su camiseta entreabierta.

Les juro que el ojo me tembló.

Ella no podía ser tan descarada. Era una… ¡Zorra!

Apreté mis labios y tuve las intenciones de tirarle una bebida encima. Lo iba a hacer y Pablo lo noto, ya que me miró precavido.

—Es broma —Cayeta rió.

Que asco de risa. Era una risa chillona y de bruja, era una risa de mean girl.

Reí con falsedad. El ambiente era incómodo.

Pablo se apartó de Caye.

—Iré al baño —avisó mi novio y me miró—¿Me acompañas Val?

Era su manera de huir junto a mí.

—Gavi, no eres un crío. Puedes ir tú sólito —dijo Cayetana, sus azules ojos me inspeccionaron—. Además así me pongo al día con Val.

Pablo me miró en busca de una respuesta. No me quedó más opción que decirle que podía ir él solo. Yo no sería la que huiría. Yo no perdía. Cayetana era la que sobraba.

Pablo me dejó a solas, no sin antes darme una mirada de preocupación. Lo vi alejarse y Cayetana hablo:

—Irá al baño y tendrá un gran recuerdo.

La miré raro ¿A qué se refería?

Me dio la respuesta.

—Nuestra primera vez, fue en este club. En el baño.

«Agárrenme que la mató»

Guarde la compostura y reí por lo bajo. No tenía por qué preocuparme. La llevo al baño de una discoteca, para un polvo y ya. Era obvio que Cayetana lo decía para lastimarme.

Me lastimaba, pero también me daba risa.

Mientras su primera vez fue en un baño, mi primera vez con Pablo fue perfecta.

—¿Te ríes porque fue en el baño?

—Sí.

—Estaba ansioso por tocar mi cuerpo, tocar a una verdadera mujer —Me miró de pies a cabeza—. No a una niña, que ni siquiera llena el sujetador B. El lugar fue lo que menos importó.

—Está niña, folla con él todas las noches

—Para llenar el poco placer que le das ¿Verdad?

Apreté el agarré de mi copa y Cayetana tuvo suerte de que Pablo llegara.

—El baño está lleno.

Se sentó entre las dos.

—¿De qué hablaban?

—Moda —contestó la rubia, se puso de pie—. Los dejó, diviértanse.

Besó las mejillas de Pablo, dejando marcas de su labial rojo.

La sangre me hirvió.

La vi alejarse y miré a Pablo, con su mano se quitaba el labial de las mejillas.

Estaba mal odiarnos entre mujeres. Pero, Cayetana me la dejaba bien difícil.

—Iré por una copa.

—Val, no te enojes.

—Una copa doble.

Fui a la barra y para mi sorpresa me encontré otra espina más.

Ester Lucía radiante en la barra, llevaba un vestido plateado que marcaba sus curvas. Noto mi presencia.

Dude si irme o no. Me quedé. Después de todo ella y yo habíamos quedado en buenos términos.

Ese fue mi error. Seguir confiando en ella.

—Hola.

—Hola… te ves… te ves bien.

Escuché su cumplido a su manera y pensé que había cambiado, ya no es la de hace unos meses que juzgaba todo de mí.

—Gracias. Tú te ves radiante.

—Como siempre.

Sonrió. Me daba esa sonrisa que me traía recuerdos. De ambas yendo a fiestas, divirtiéndonos, hablando sobre chicos ¿En qué momento cambió?

Ester era otra grieta en mi corazón.

—No cambias.

—Tú tampoco. Por cierto, felicidades por el compromiso…

Como reflejo oculte mi mano derecha.

—¿Cómo lo sabes?

¿Quién se lo dijo?

—Me lo ha dicho la bocaza de Carla —contestó—. No te enojes con ella, se le escapó. Ya sabes como es. Prometo no decir nada, soy una tumba.

—Gracias por mantener el secreto.

—No hay de que. Esperaré mi invitación… —Sus ojos azules me miraron con un brillo—¿Hay chance de que sea una de las damas de honor?

Sonreí a medias. Esa era una sonrisa agridulce. Dulce por bonitos recuerdos y agrios por el último año.

—Depende.

—¿A qué no sea una bitch?

—Tú lo has dicho, yo no.

—Sabes que soy una mean girl. Es mi personalidad.

—Lo pensaré si eres un 80% perra y el otro 20% mi mejor amiga.

—¿Mejor amiga?

—¿Qué?

—Pensé que nunca te escucharía llamarme así.

—Fuimos mejores amigas, Ester.

—Lo sé —Sonrió nostálgica y miró al barman—. Me da dos Martinis, por favor—Ester me sonrió—. Invito yo.

Nuestras copas llegaron y ambas brindamos.

—Por lo perra que soy y por lo inocente que eres.

¿Era un insulto? Era la costumbre.

—¡Cheers!

El cóctel estaba algo fuerte y rico. Era licor de manzana con vodka y un ingrediente más que no recordaba su nombre.

Bebimos, charlamos. Nos pusimos al día, sin querer arrancarnos las greñas. Hablar así con Ester me hacía preguntarme ¿Qué fue lo que cambió?

—Qué envidia, has estado viajando por toda Europa.

—Y probando de todas las nacionalidades —Me guiñó—. Los franceses son unos dioses griegos.

—¿Te quedarás por un tiempo?

—No, iré a Viena. Solo vine a Barcelona por unos asuntos.

—¿Trabajo?

—En parte.

Me sonrió coqueta. No fue muy difícil descifrar que la otra parte por la que vino fue por un chico.

«¿Era ese misterioso chico del que me hablaba hace un año?» me pregunté.

Continuamos charlando. Ester me contaba de sus aventuras.

—Sí te aburres de Gavi, estás más que invitada a mi viaje de probar todas las nacionalidades.

—No creo que eso pase.

—Val, si que te ha pegado fuerte.

—Tía, estoy pilladísima por él.

Sentí una mano en mi hombro. Alarmas empezaron a sonar en mi cerebro, recordaba ese tacto y su voz causó escalofríos. No de los buenos, de esos que helaban.

—Señoritas.

Miré a Manú. Sonrió como todo un galán, él sabía lo guapo que era y se creía demasiado. Podría ser el mismísimo hijo de afrodita, pero era un pendejo con todas las letras.

—Manú —Ester se lanzó a darle dos besos en las mejillas.

Me quedé en mi asiento y deseé volverme invisible. Era imposible.

—Valeria —Se tomó el atrevimiento de besar el dorso de mi mano. Me removí incómoda—. Estás muy guapa.

Sonreí con falsedad y busqué la mentira para irme. Me la estaba pasando bien con Ester, pero no soportaría a Manu. Era mejor irme.

El pelinegro se tomó el atrevimiento de sentarse a mi lado y pasar uno de sus brazos por mi cintura. No podía zafarme sin hacer un escándalo y el lugar no era el adecuado para tirarle un patadon en los huevos.

—Me trae una cerveza —ordenó Manú al Barman, nos miró cuando se la dieron y bebió un gran trago—Esto me recuerda a los viejos tiempos. Val y yo siendo pareja y tú cubriéndonos.

Me moví incómoda, él seguía con su mano en mi cintura. Por las que le empujaba discretamente, él se pegaba a mí como una garrapata y creo que Ester lo noto, ya que miro a Manu y le dijo:

—¿Quieres bailar?

—No —Bebió su cerveza y me miró—Valeria, ¿quieres bailar?

Acababa de rechazar a Ester y tenía sangre en la cabeza para preguntármelo a mí. Vi la incomodidad en la cara de Ester.

Entendí quien era el problema. Manú era el problema.

Deje de sentir la mano de Manú, yo lo estaba empujando discretamente, pero alguien más logró apartarlo.

—No toques a mi prometida.

Alarmada miré a Pablo, se metería en problemas si empezaba una pelea. Estábamos rodeados de personas, que fácilmente podían sacar su celular y grabar.

—¿Prometida? —Manu lo miró burlón—. Dime que es broma —Espero una respuesta de mi parte, al ver el anillo contestó a su duda.

Me puse de pie y sujeté a Pablo de la mano. Era mejor agarrarlo por si se le tiraba encima al cerdo que tenía enfrente.

—¿Val, te has dado cuenta que todas tus desgracias han venido desde que lo conociste? —Estaba loco—. Piénsalo, todo tu vida era color de rosas antes de que lo conocieras, tú y yo éramos la pareja de nuestros estatus social, tenías una familia, te divertías, tenías a tus amigas, a tu mamá, quizá este niñato es tu amuleto de la mala suerte.

—¿De qué hablas imbécil? —Agarré con más fuerza la mano de Pablo.

—Es la verdad. Desde que empezó tu obsesión con Valeria y te acercaste a ella, su vida se arruinó —Manu estaba empezando a ganarse unas hostias y Pablo estaba a nada de dárselas—. Puto obsesionado, ¿Crees que no te recuerdo?, persigui…

Pablo lo empujó, impidiendo que terminara de hablar. Manu sonrió como un maldito, esa sonrisa que era tan psicópata.

—Okay, okay, Manú, vámonos —Ester lo agarró de la mano y se lo llevó, los seguí con la mirada hasta verlos desaparecer.

Me acerqué a Pablo y lo obligué a que me mirara.

—No le hagas caso, Pablo —Besé su mentón—. Eres lo mejor que me ha pasado.

Relajo la mandíbula que parecía que iba a explotar de tanto apretarla.

—Es insoportable.

—Lo sé.

Manú fue mi gran error.

Dicen que después de tu gran error, venía tu gran amor. Era verdad.

Se fue Manu, llegó Pablo.

—Sobre lo que dijo…

—Ya me lo dijiste, Pablo. No me importa.

Lo abracé y susurré algo en su oído.

—Val —Pablo me miró nervioso—¿Y si nos vamos a casa?

—Aún es temprano.

—Me duele el estómago.

—¿Lo dices por qué está Manú?

—Está Manú, está Ester. No quiero que nos arruinen la noche o que por ellos nos peleemos.

—Ester ha cambiado…

—Val… me quiero ir —insistió.

—No me iré, le daremos la victoria a Manu si nos vamos.

—Val, si lo vuelvo a ver y dice algo le daré unas hostias —señaló—. Es mejor irnos.

—Pero…

Deje de escuchar a Pablo al ver a unos metros de mí a Ester y Manú, estaban ¿charlando? No, estaban discutiendo.

No podía escuchar a causa de la música. Pero, se notaba que Ester estaba histérica. Leí sus labios o bueno intenté leer sus labios.

"¿Por qué siempre la eliges a ella?"

Quise leer más, pero Pablo empezó a moverme de la mano.

—Valeria, vámonos. Por favor.

Lo miré con rareza ¿Por qué insistía tanto? Lo ignoré. Volví a ver a la que era mi amiga, me quedé pendiente de cualquier acción. Conocía a Manu, él no entendía la palabra respeto. Cualquier movimiento que pasara la raya y no dudaría en ir a ayudar a Ester.

—Valeria, Vámonos. Valeria, vamos, en serio. Vamos a casa, por favor.

Visualicé como Ester abofeteaba a Manu, dio media vuelta y empezó a caminar hacia mí. Vi un destello de lágrimas en su mirada, todo cambió a odio.

—¿Estás bien? —pregunté preocupada por ella.

Pablo me sujeto de la mano. Se aferró a mí.

—Lo estoy.

—¿Ha sucedido algo?

—Ha sucedido que Ester no puede entender que tú eres mil veces mejor que ella —Se metió Manu, su mirada era de desprecio hacia la que un día era mi mejor amiga—. Sabes ¿Por qué siempre prefiero a Val? Porque ella no es una puta. Por eso todos los hombres que se le acercan, la prefieren a ella, antes que a ti.

Ester me miró, luego a Manú, su mirada viajó a Pablo, se quedó allí por unos cinco segundos. Regreso a mirarme.

Miraba con odio. Me miraba con odio a mí.

—Valeria, vámonos —susurró Pablo y tiró de mi mano.

Él no quería que escuchara lo que iba a decir Ester. Lo escuché y el mundo se me vino abajo.

—Si tanto la prefieren a ella ¿Por qué me follabas después de cada una de sus tontas citas? —le preguntó a Manu, pero me miró a mí, su objetivo cambió a Pablo—. Y tú Pablito, ¿Por qué follabas conmigo siendo novio de Val?

Todo pasó en cámara lenta. Miré a Pablo, estaba pálido. Me agarró con más fuerza, aunque no fue la suficiente para evitar que mi corazón se rompiera. Otra vez.

—¿Qué?

Ester se hizo la sorprendida —No lo sabías —Me miró con gracia—¡upss! —Sonrió y me dio una mirada de pena—. Ahora ya sabes que eres una cornuda —Me dejó dos besos en la mejilla, despidiéndose mientras yo ni siquiera podía respirar—. Nos vemos, querida.

Me quedé quieta en mi lugar. La música se escuchaba lejana, hasta que dejé de percibirla. Miré a Pablo y mi corazón y boca ya empezaban a jalar una soga en mi garganta, creando un nudo. Ahogándome.

—Dime que no es verdad.

Estaba al borde del llanto.

Los ojos de Pablo se aguaron.

Se quedó en silencio. Esos silencios que odiaba. Esos silencios que me daban una respuesta.

Solté su mano y lo abofeteé. Lo volví a abofetear. Dos veces y el dolor de mi mano no se comparaba en nada con lo que sentía mi corazón. Las heridas que estaban sanando volvieron a sangrar.

Lo miré con odio. Fue la primera vez que lo miré con odio ¿Sería la última también?

—¡Era mi mejor amiga! —Mi mano retumbó su mejilla.

Lo empujé. No lo moví.

A ese punto ya habíamos captado la atención de algunas personas y también de nuestros amigos.

Gavi seguía en silencio. Me miraba con los ojos llorosos.

Se había acostado con Ester ¡Con mi puta mejor amiga!

—Vete a la mierda —Lo miré con desprecio—, Gavi.

Ignoré todas las chismosas miradas y empecé a alejarme. Pablo ni siquiera me llamó, ni persiguió.

Llamé a un Uber. Se me hizo una eternidad.

Mi mente siguió siendo mi principal enemigo, me hizo recordar todas aquellas inseguridades.No era lo suficientemente bonita, no como Ester.

Siempre tuve el pensamiento de que Pablo me cambiaría por Ester, ella era más guapa, voluptuosa, divertida, siempre tuve esa inseguridad, y era verdad.

Recordé varios momentos del pasado, el chico del que me hablaba Ester ¿Era Pablo? Era por eso el nerviosismo, recordé las dos fiestas. En ambas salió sudado, me ha visto la cara de estúpida todo este tiempo.

—Si quieres te puedo llevar —Manu llegó a mi lado, señaló su coche.

—No, gracias. He pedido un taxi.

No le miré. No le daría el gusto de verme llorar. Ya no.

—¡Valeria! —Escuché la voz de Pablo, por instituto miré, venía hacia mí.

El corazón me dolía de verlo.

—¿Aún me quieres llevar? —pregunté al borde del llanto.

Manú me sonrió ladeado y abrió la puerta del copiloto. Sabía que irme con él era la mayor tontería, pero no quería ver, ni escuchar a Pablo.

Manú fue mi salida.

Entré al coche y apenas cerré la puerta, ya tenía a Pablo al otro lado.

—Hablemos —pidió.

Lo miré de reojo. Sus ojos seguían llenos de lágrimas, eso me partía.

Deje de verlo.

Manú encendió el coche.

—Valeria, por favor —Rogó, por el espejo podía verlo. Sus mofletes estaban rojos y bañados de lágrimas—. Valeria, hablemos.

No regresé a mirarlo. No quería escuchar sus "lo siento".

Pablo empezó a dar golpecitos al vidrio, queriendo llamar mi atención. El sonido del motor del auto siendo encendido me dijo que en unos metros podría respirar. Me puse el cinturón de seguridad a la vez que escuchaba a Pablo insistir, hasta tal punto que llegó a ponerse frente a la capota del auto.

—Tío, sal de ahí.

Pablo ignoró a Manu.

—Valeria, hablemos.

No lo miré.

—Ella no quiere hablar contigo, cabrón.

—Valeria, hablemos.

—Vete.

—No me voy a ir, tendrás que pasar por encima de mí.

—Está loco, este tío.

Manu puso en marcha el coche. Pablo seguía allí plantado. Por su cara supe que no tenía planteado irse y no lo hubiese hecho si Pedri no venía a jalarlo.

Apenas el camino estaba libre, Manu pegó una acelerada. Por el espejo retrovisor vi como Pablo empezó a correr, perdiendo el coche y gritando desesperado de que me bajara y hablara con él.

Lo último que escuche fue:

—¡No te vayas con él Valeria! No es verdad.

Tarde. Ya me estaba yendo con mi gran error. 

Pablo y yo avanzamos un paso, pero retrocedimos mil.






































































Xoxo. Sin palabras

🎢

Comenten que les pareció el capítulo y no se olviden de votar ❤️

Por cierto un gran favor🙏🙏🙏
Si se han dado cuenta ya llegamos a 900k de leídas. Porfis vuelvan a leer la historia para así llegar a 1M antes de terminar la historia. Ya faltan pocos capítulos 🥺

Nos leemos mañana💕

Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12

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 ©  a  n  c  o  v  i  1  2

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