65: Distantes y cercanos

antes
18 de septiembre, 2021

El entrenamiento de voleibol de un sábado por la mañana me dejó exhausta al terminar, y en cuanto tuve la oportunidad, me escapé del grupo de mis amigas para ir a encontrarme con Pablo.

Habíamos quedado en comer algo en la cafetería. Tomé asiento en el lugar de siempre, viendo la hora en el móvil. Aún faltaban diez minutos de la hora acordada y me entretuve viendo tiktoks. Mi fyp era todo acerca de mi novio, me hacía muy feliz todo el cariño que se estaba ganando. También había algo de hate, por parte de cof cof cof cof el equipo blanco y yo me encargaba de responder a malos comentarios y dar me gusta a los buenos.

Tiktok era una adicción y estuve perdida una hora. Hace 50 minutos que quedé con Pablo y él no mandaba señales de vida.

La campana sonó y humedecí mis labios con gloss al pensar que era mi novio. No era él.

—Aquí estas —Ester se sentó a mi lado, Pau y Carla al frente de nosotras—¿Ya has pedido por nosotras?

—Estaba esperando a…

—¿A tu novio? —preguntó Ester y burlona añadió—¿Te ha dejado plantada?

Me ha dejado plantada. Otra vez.

—Las estaba esperando a ustedes —Bajé la mirada, mintiendo.

Comimos juntas y luego fuimos al centro comercial. Hicimos planes con unos tíos, o bueno, Ester los hizo. Uno me coqueteo y yo me sentí tan rara. Me pregunté si así sería en adelante, Pablo olvidándose de mí y yo tratando de olvidarlo con tíos que no le llegan ni a los talones.

Llegué a mi casa y encontré a mi madre en la sala, durmiendo en el sofá.

—Se quedó dormida viendo un documental —murmuró Benjamín viendo lo mismo que yo.

Tapó a mi madre con una manta y la alzó en brazos para llevarla a su habitación. Los seguí y cambié de dirección al meterme a mi cuarto y tumbarme en mi cama.

Saqué mi móvil y entré al perfil de Pablo, por sus etiquetadas supe que estuvo firmando al salir de su entreno y también cuando llegó a La Masía.

Vi que le aumentaron los seguidores y me dio una amargura de celos al notar que tías guapas le empezaron a seguir y él les devolvió el follow.

Me dieron ganas de llorar, pero no lo hice, repitiéndome una y otra vez que yo era su novia.

Tomé una ducha y al terminar me eché en la cama. Mi móvil sonó, era un mensaje y era de Pablo. Decidí hacerme la digna e ignorarlo por este día, no se logró. Él me llamó y no era una sola llamada, era un FaceTime.

Le contesté.

Sentí alivio al verlo en la habitación de La Masía, se veía la cabecera de su cama.

—¿Estás desnuda? —preguntó apenas me vio.

Me miraba con un brillo de lujuria.

Miré la pantalla y vi que se veía parte de mis pechos, recién salía de la ducha y de mirarme al espejo pensando si debía de hacer ejercicio para que me crezcan los senos.

Alcé mi móvil de tal manera que solo se me viera la cara.

—Te extraño —murmuró luego de que no le contestara la pregunta.

—No se nota —farfullé, las palabras se me escaparon con enojo—. Me dejaste plantada, otra vez.

Por su cara supe que ni él estaba enterado de que se olvidó de mí.

—Mierda, soy un capullo. Me olvidé —Sus ojos transmitían sinceridad y me dieron ganas de llorar porque era verdad lo que sospechaba, se estaba olvidando de mí—. Te lo compensaré, ¿vienes a verme?

Él era el que tenía que venir a verme, pero, por las circunstancias, yo era la que debía de ir por él.

—Tengo tarea, lo siento —Iba a colgar, él me detuvo.

—Puedo ayudarte.

Me convenció con su sonrisa y la manera tierna en la que murmuraba "porfis" "porfis" "porfis".

—Iré y más te vale darme un beso que compense tus burradas.

Los besos se le quedaron cortos al compensarme.

Apretaba mis piernas en su espalda, su boca estaba devorando la mía y sus embestidas eran tan fuertes que me dejaban rendida. No bajo el nivel, lo aumento. Mis piernas cayeron rendidas al colchón y gemí su nombre al llegar al orgasmo. Salió de mi interior y volvió a penetrarme más fuerte, tres veces más y llegó al clímax. Besó mis pechos y salió de mi interior. Se deshizo del preservativo y se tumbó a mi lado.

La entrepierna me dolía, pero era un dolor rico.

—¿Lo compensé?

Pasé una de mis piernas por sus caderas y llené de besos su mejilla y mentón.

—Lo compensas si vas a verme a mi primer partido de esta temporada.

—¿Cuándo es?

—En unas semanas —contesté.

Pablo besó mi mejilla y sobo mi vientre.

—Iré.

Sonreí satisfecha y agotada cerré los ojos. Me eché una siesta de no sé dé cuantos minutos, debieron ser pocos, ya que Pablo seguía en la misma posición, salvo que escribía algo en su teléfono. Quise ver con quien tanto se escribía, mi miopía no me lo permitió.

Pablo al notar que estaba despierta dejó el móvil para prestarme atención.

—Mi novia es la más guapa de todo el mundo —dijo besándome en el hombro y haciéndome cariñitos por un momento.

La camiseta de Pablo me quedaba por los muslos. Estaba leyendo el libro de cálculo, tratando de descifrar los ejercicios.

—Dijiste que me ayudarías —Dejé caer mi cabeza sobre el escritorio.

—Que te ayudaría, no que te haría los deberes —contestó desde su cama, seguía en el móvil.

—Pero tampoco me ayudas.

—Te doy apoyo moral —Lanzó un beso en mi dirección.

Fingí atraparlo, guardarlo en mi corazón y me dejé caer dramáticamente. 

Odio los números.

Deberían de dejar como tarea leer un libro. No me bastaba con los que dejan en literatura.

Me di ánimos mentalmente y volví a intentar entender integrales. Y no, no es pan integral.

Otra vez me di por vencida y me tumbé junto a Pablo. Él seguía escribiendo en el móvil.

—¿Qué tanto escribes?

Quise asomarme. No lo hice. No me vería como una novia celosa.

—Nada. 

Dejó de escribir. Seguía en el móvil.

—¿La vida de famoso te manda muchos mensajes de chicas guapas? —pregunté—. Vi que había varias tías detrás de ti, te han de mandar mensajes. Yo lo hago, bueno, lo hago con Charles, pero no desde mi cuenta personal, lo hago desde otra fake. Razón, si algún día lo conozco y quiera mandarme un dm, no lea las cartas de amor y piense que soy una fan obsesionada con él.

—Tengo a tías detrás de mí, obsesionadas como tú lo estás con Charles —afirmó mirándome por encima del móvil.

—Sí lo dices así, me dan celos.

—Te quiero a ti —dijo dejando el móvil y dándome una sonrisita tierna, se inclinó hacia mí y me dio un beso en la frente y luego en la punta de mi nariz.

—¿Me quieres?

—Para siempre, Val —Acarició mis mejillas y depositó otro beso.

Se lo devolví y me contuve de besarlo en la boca, debía de continuar con mi tarea. Él siguió con el móvil y yo me rompí la cabeza con los números. No entendía nada y pensé que era mejor pedirle ayuda a Carla.

—Me iré —dije, lo volví a repetir al ver que Pablo no me miraba. Seguía pendiente del móvil.

¿Qué era más importante que hacerle caso a tu novia?

Las dudas incrementaron.

Empecé a vestirme, agarré mis cosas. Él no se daba cuenta, solo lo hizo cuando escuchó la puerta siendo abierta.

—¿A dónde vas?

—A hacer la tarea —respondí hostil.

—Pensé que te quedarías.

—Debo de terminar hoy la tarea, mañana saldré con unos amigos —Eran amigas, pero agregué el "amigos" a propósito.

—¿Amigos? ¿Qué clase de amigos? —preguntó con la mandíbula tensa.

—Los que tienen polla.

Vale. Admito que no fue una respuesta madura de mi parte.

—¿Quieren follar contigo?

—Quizá. Mañana se los pregunto.

Al escuchar mi respuesta, se puso de pie y cerró la puerta.

—¿Por qué actúas así?

—Solo me iré.

—Has dicho que te irás con otros.

—Yo no he dicho eso.

—Indirectamente.

—Que mal se te da leer entre líneas. He dicho que saldré con amigos, del género masculino y también femenino.

—Lo has dicho con doble intención —Abrí mi boca para mentir—. No mientas, que ya estás mirando el techo.

—Así conseguía un poco de tu atención.

—Tienes mi atención.

—Solo las dos veces que follamos. Luego te la pasaste en el móvil, hablando con quien sabe quien —musité y molesta me crucé de brazos.

—¿Estás celosa?

Me quedé muda. La lengua desapareció de mi boca.

—Hay que ver una película, luego te llevo a casa.

—No, yo también tengo cosas que hacer. Nos vemos el otro finde.

Abrí la puerta y salí a pasos veloces. Pablo me persiguió y yo corrí para irme. Me detuve en las canchas al ser rodeada por unos pequeños que me llamaron por mi nombre e insistieron en que jugará con ellos.

—Soy pésima con el balón, los haré perder —me excusé.

—Anda, Val. Juega, vamos —Siguieron insistiendo—Dale, Val.

¿Cómo podía decirles que no?

—Vale, pero solo por un momento.

Visualicé a Pablo y los niños corrieron hacia él. Cargó a dos y unos se le colgaron en las piernas.

—¿Me puedo unir a su partido?

Un coro de dulces voces gritó un rotundo "sí".  veían a Gavi como una super estrella.

Fingí ser fuerte y no lo miré. Él hacía de todo para que le mirara, me lanzó el balón, corría hacia mí y yo era un caos corriendo con el balón ¿Cuál era el truco?

Mi deporte era el voley.

Los niños decidieron que era mejor dejarme en el arco. Diría que me deje meter goles, pero los chavales eran muy buenos y ni hablar de Pablo, con él me esforzaba el triple y ni aun así podía detener la pelota. Él notó que me frustraba y en una de esas lanzó el balón lo suficiente suave para que mis manos lo atraparan. Sé que lo hizo con esas intenciones y aun así me alegré. Rendida me dejé caer al césped.

—¡Tiempo! ¡Tiempo! —grité para que me escucharan.

Los niños se me tiraron encima, jugamos un rato más en el césped. Y nos ensuciamos con lodo.

Terminamos de jugar y Pablo limpió a los niños con una manguera, los mandó a ducharse y le hicieron caso por ser el "mayor". Me quedé a solas con Pablo quien me miró como un perrito arrepentido.

—Me la he pasado bien —murmuré.

—Fue divertido.

Su mano aún sujetaba la manguera y mojo mi rostro.

—Tenías un poco de barro.

—¿si? —Le quité la manguera—. Tú también tienes un poco acá.

Le mojé la cara y parte de su pecho, iniciamos un forcejeo por la manguera y terminamos empapados y riéndonos tirado en el césped.

Al llegar a mi casa volví a tomar una ducha. Baje a cenar, bueno solo cene con mis abuelos, mamá y Benjamín estaban durmiendo. Regrese a mi habitación, me relaje poniendo música e hice un ambiente para empezar a escribir.

Me llegó un mensaje. Era Pablo.

Niño bonito gruñón😇😡:

📷

💘💘💘

Te extrañó más de lo que imaginas.





Vi la foto, era una de nosotros dos jugando como dos críos con la manguera. Era una fotografía en la que ambos no sabíamos que estaba siendo tomada y reflejaba el brillo de nuestra mirada.

Sonreí enamorada y me repetí un millón de veces que él y yo estábamos bien.

Querido diario…

Él me sigue queriendo.  

Exhalé un suspiro de alivio, sintiendo cómo una sonrisa suave comenzaba a asomarse en mis labios. Antes de que pudiera responder al mensaje de Pablo, escuché un suave toque en la puerta.

—Chiquitita, ¿puedes bajar un momento? —dijo mi mamá entrando a la habitación.

—¿Para qué? —pregunté, aún con la mente en el mensaje que acababa de recibir.

—Alguien te está buscando —respondió ella, con un tono que me hizo levantar una ceja y más al ver la sonrisa que ponía al ver una película romántica.

Rodé los ojos, sintiendo una ligera molestia por tener que levantarme, pero finalmente me puse de pie. Bajé las escaleras con paso lento, preguntándome quién podría ser. Cuando llegué al vestíbulo, me detuve en seco.

Allí, sobre la mesita de la entrada, había un ramo de rosas rojas, tan frescas y vibrantes que casi parecían iluminar la habitación. Al lado, un libro perfectamente envuelto y una pequeña nota. Me acerqué con el corazón latiendo con fuerza, tomé la nota entre mis dedos temblorosos y la abrí.

"Per a la noia que sempre està en els meus pensaments. T'estimo, Pablo."

Una oleada de emociones me invadió. Llevé una mano a mi boca, tratando de contener la sonrisa que se expandía en mi rostro. Miré el ramo, luego el libro, y sentí una calidez que se extendía por todo mi ser. Todo estaba bien, más que bien. Pablo no se estaba alejando; estaba más cerca de lo que jamás había estado.








































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INSTA STORIES

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Mi novia merece todo lo hermoso del mundo 🌹💕





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28 de septiembre, 2021

Apresurada bajé a tomar el desayuno. Entré a la cocina, saludando a Dany y Margarita. Mamá aún no estaba despierta y necesitaba café, su café. Fui a por ella y me era una mala costumbre de que cuando se trataba de mamá, no tocaba la puerta de su habitación.

Mamá y Benjamín no se dieron cuenta de mi presencia. Miré a cada uno, estaban discutiendo. Nunca los había visto discutir y esa discusión era algo relacionado a… no tenía idea.

—Debes decírselo —sentenció Benjamín.

—No se lo diré.

—¿Qué tienen que decir? —pregunté chismosa.

Ellos me miraron. Benjamín le dio una mirada amenazadora a mi madre y ella le retó con los ojos.

—Ni se te ocurra.

Benjamín apretó la mandíbula y salió furioso. Tuve que hacerme a un lado para que su hombro no me golpeara al pasar.

—Qué ánimos ¿Están bien?

—Solo es algo mínimo. Ya se le pasará —le resto importancia.

—Vale —Se le veía animada, aún estaba algo zombi por la gripa, pero se le veía mejor—¿Me haces café?

—Solo si tú haces el mío.

—Trato.

Nos dimos un apretón de manos y un golpe en la cadera, sellando nuestro trato.

Fuimos a la cocina. Preparamos nuestros cafés y tomamos el desayuno. Tomaba mi café mientras veía unas fotos en mi galería, estaba encontrando la foto perfecta de Ester para subirla en mis historias de Instagram deseándole feliz cumpleaños.

—Eh Val, tu vestido llegará en la tarde. Te lo dejo en el armario.

—Gracias.

Conduje la vespa para ir al instituto. Apenas llegué, vi como Ester salía del coche de su chófer. Corrí hacia ella y planteé un beso en su mejilla.

—Feliz cumpleaños.

Horas más tarde me estaba alistando para la fiesta de Ester, antes de ello le mandé un mensaje a mi novio deseándole buenas noches. Al día siguiente viajaría a Portugal para un partido.

La siguiente hora me la pasé viendo un tutorial de maquillaje. No era experta, mi madre o amigas siempre se encargaban de ello, pero esta vez no me había quedado con ninguna. La razón, me apetecía distraerme con el maquillaje.

Incliné mi rostro hacia el espejo y bañé mis pestañas en una capa de rimel. Pinte mis labios, ese paso tan sencillo no terminó muy bien al escuchar un "hola" y di un brinco, el labial terminó pintando mi mejilla.

El corazón se me tranquilizó al ver por el espejo que se trataba de Pablo.

—Joder, casi me matas de un infarto —Mi mano se posó por encima de mi pecho.

—Era una sorpresa.

—Que puta sorpresa la tuya, tío.

Agarré un algodón, le eché desmaquillante y limpié el labial de mi mejilla. Por el espejo vi como Pablo estaba sentado en la orilla de mi cama. Me miraba.

—¿Qué haces aquí? —pregunté, no me esperaba verlo.

—Pensé en dormir contigo.

Ladeé mi rostro para verlo.

¿Dormir o follar?

No se lo pregunté.

—Dormiré fuera, no sabía que vendrías.

Es más lo hacía descansando.

—Era una sorpresa.

Se puso de pie y caminó hacia mí. Se inclinó hasta mi mejilla y la besó.

—Te ves muy preciosa.

—Gracias.

Acabé de darle color a mis labios y me puse de pie para ir a mi armario. Aún estaba en bata.

Dejé la puerta entreabierta para que Pablo pudiera escucharme.

—¿Cómo te fue en el entrenamiento?

—Bien, estuve más tiempo en el gimnasio.

Me gustaría ver eso.

—¿Y a ti el instituto? ¿Te han dejado más tarea de cálculo?

—Sí, es odioso. Debo de estudiar más, mi meta es estar entre los primeros 3 mejores promedios.

Me vestí y me deshice de las pantuflas, busqué los tacones que llevaría y descalza salí para seguir charlando cara a cara con Pablo.

Me lo encontré revisando mi estantería, al notar mi presencia se volteó. Me miró de pies a cabeza. Sonreí al dejarlo con la boca abierta.

Deseé leer mentes en ese momento. Deseé saber qué guarradas pasaban por la cabeza de Pablo.

—Irás… su-pongo que iras a una fies-ta.

—Supones bien.

Me coloqué unos pendientes y anillos.

—No me lo dijiste.

—¿No te lo dije?

—No…

—Seguro se me pasó.

Pablo se sentó en mi cama y siguió viéndome. Tenía sospechas de que quería decirme algo.

—Dilo Pablo, no te lo tragues.

—Pensé que pasaríamos la noche juntos, no nos hemos visto y creí que… ¿Puedes faltar?

—Es el cumpleaños de Ester. No puedo.

Yo era la que siempre cambiaba mi horario por él, pero esta vez no lo haría.

—Vale… —Bajó la mirada y la subió al añadir—. Supongo que me iré.

—No lo tomes a mal. Pensé que estarías durmiendo.

—Era una sorpresa. Te iba a llevar a cenar.

—También tengo cosas importantes que hacer.

—Ir de fiesta.

—Es lo que una adolescente normal de 17 años hace —Me defendí—. Lo deberías de entender…

—Lo entiendo…

Caminó hacia la puerta, sin despedirse.

—Parece que no, te vas enojado.

Lo agarré de la mano.

Estaba con esa cara de culo, esa que nunca me daba a mí.

—Quédate un momento, porfa. Hablemos —pedí—. Dame un beso.

Aplastó sus labios en los míos. Me dejó sin aire y con cosquillas en mi vientre.

—Te quiero —susurré.

—Y yo a ti.

Besó mi frente y me apachurro en un abrazo.

Hablamos mientras yo terminaba de estar lista. Acomodé mi cabello y calce los tacones del mismo color que mi vestido.

Rojo.

Quizá era la razón por la que Pablo me miraba como si quisiera desnudarme.

Me tomé una foto para el insta, luego Pablo me tomó una con su móvil. Salía desprevenida.

—Me llamas cuando llegues a Portugal —Dejé un pico en sus labios.

No fue necesario ponerme de puntitas, los centímetros extras de los tacones me daban la altura perfecta para llegar a su boca.

—Lo haré. Te traigo un libro y me avisas cuando llegues a casa —Besó mi mejilla y luego mi boca—. Tampoco te olvides de hacer cálculo, te haré un FaceTime cuando el partido termine.

—Te veré desde la tele.

Apreté sus mejillas y nos volvimos a besar. Nos estuvimos besando hasta que mi móvil sonó.

Era un mensaje de Ester.

Ester👑:

Manú está en la fiesta

Me:

¿Lo has invitado?


Ester👑:

Mi madre lo ha hecho 🙄

Mi semblante cambió. Y Pablo lo notó.

—¿Qué pasa? —Abrí mi boca para murmurar un "nada", él me detuvo—. No mientas te conozco.

—Manú está en la fiesta —Lo que significaba incomodidad.

—¿Te sigue molestando?

—Es su pasatiempo favorito.

Seguía insistiendo. Seguía llamando. Seguía mandando mensajes. Me seguía incomodando.

—Te acompaño.

—¿Hasta la puerta de la discoteca?

—Te acompaño a la fiesta. Será divertido.

—Pero… mañana te debes levantar temprano.

—Pongo una alarma.

—No es…

—Iré.

Supe que no lo haría cambiar de parecer. Aproveché el momento para pasar un rato con mi novio y acepté la idea. Manú no se acercaría a molestar si me veía con Pablo y yo aprovecharía estas horas con él.

Me equivoqué.

Manú sí se acercó.

Su pasatiempo era incomodar cada vez que respiraba y también tenía una grave obsesión con cabrear a Pablo. Me faltarían los dedos para contar las veces en las que se nos acercó, soltó sus comentarios inapropiados hacia mí y tuve que sujetar a Pablo de la mano para que no le saltará encima.

—Joder, se nos adelantaron —murmuré conteniéndome la risa al escuchar gemidos en el baño de las chicas.

—¿Me pediste que te acompañará para follar en el baño? —preguntó y me acorraló contra la pared.

—Tal vez —susurré pasando mis brazos por su cuello.

Fingí que lo besaría y al estar a un centímetro de su boca, lo empujé con mis dos manos y me metí al baño de los tíos.

—Vigila que no venga nadie.

Me estaba haciendo pis.

Salí del cubículo y lave mis manos.

Me observé en el cristal del espejo. Quitando los comentarios y la presencia de Manú, toda la noche iba bien. Pablo y yo íbamos bien. Bailamos, tomamos fanta y nos reímos de los que estaban pasados de copas. Reírme con él era como estar saltando en un trampolín.

Escuché la voz de Manú y mis alarmas incrementaron.

—Yo qué sepa, no eres nadie para decirme que no puedo entrar al baño.

La puerta se abrió y Manú notó mi presencia. Una sonrisa se agrandó de oreja a oreja, soltaría algo estúpido.

—Vaya… —Me miró de pies a cabeza, su mirada incomodaba y me hacía sentir pequeña e indefensa—. No me molestaría un trío ¿Les apetece? —Manú dejó de verme para ver a Pablo, él tenía la cara de estarse conteniendo de golpearlo—. No, cambie de opinión. Tú y tu cara de culo no van con mis estándares —Manú regresó a mirarme—. Pero contigo si hago todo. Mírate, el rojo siempre te ha quedado bien. Dime ¿Llevas esa lencería roja que te regale?

En menos de un parpadeo Pablo ya lo había empujado. Apretaba sus puños, mandíbula, sus fosas nasales se agrandaban y las venas de sus brazos se marcaban por la fuerza que contenía.

Manú le miraba burlón, lo estaba buscando y Pablo era el tipo de persona que se encendía muy fácilmente.

—¿Qué te molesta? ¿Qué le regalará lencería? ¿La has visto? Joder que me la imagino y me dan ganas de follarme…

Un sonido seco me hizo ahogar un grito. Pablo lo había callado de un puñetazo.

Nunca había recibido un golpe, no sabía el dolor que se ha de sentir, pero, por el sonido y la fuerza de Pablo supe que debió de doler. Aunque Manú demostraba todo lo contrario, siguió con su sonrisa burlona.

—Me dan ganas de follármela. Valeria es una zorra muy caliente…

Otro puñetazo.

Y le iba a lanzar otro si no fuese por mí. Lo agarré de la mano y tiré de él. Pablo no me miró a los ojos, miraba amenazante a Manú. Entendí que tenía que llevármelo si quería que esto no pasara a mayores.

—Vámonos, Pablo.

No podía ni moverlo.

—No te le acerques hijo de puta.

—Ya estuve lo suficiente cerca de ella, cabrón. No sabes cuanto lo disfrute.

Me tuve que meter entre los dos para evitar que Pablo volviera a golpearlo.

—Déjalo, vámonos.

—Vete, Valeria —me quiso hacer a un lado.

—Vámonos, o te juro que me voy y esto se termina acá.

No me gustaba para nada la violencia. Podía ser muy sexy que tu novio te defienda, pero había niveles y esos tres puñetazos los habían superado todos. No era necesario voltear a ver a Manú para ver que le estaba sangrando la ceja y la nariz.

—Uy un ultimátum.

Ignoré la presencia de Manú y salí de entre los dos. Caminé hasta la puerta y por un segundo pensé que Pablo se quedaría a seguir golpeándolo y dejaría que lo nuestro se acabará. Pero, no. Él me agarró de la mano y salió del baño conmigo.

Su agarré era duro, no lo suficiente para hacerme daño, pero si lo necesario para no poder zafarse. Pasamos por toda la masa de personas, la mayoría ebrias sin notar nuestra presencia. Salimos del área del reservado y fuimos al parking subterráneo. Me soltó.

Lo seguí con la mirada. Apretaba la mandíbula y las venas de sus brazos estaban más marcadas. Vi su mano derecha, estaba magullada y con sangre.

Mi rostro debió de expresar miedo, Pablo relajo su expresión al verme.

—Lo siento.

—Te has comportado como un animal —Miré a cualquier lado menos a sus ojos, no podía verlo sin imaginar lo de hace unos minutos—. Le has dado el gusto.

—Y unas buenas hostias.

—Pablo —Lo regañé—. Su papá es abogado y es amigo de mi familia, que pensara mi madre cuando sepa lo que hiciste.

—No aplaudirá, pero…

—Ya sé la respuesta. No me la digas.

Probablemente lo celebré.

—No me arrepiento.

—¿Y si te denuncia, tonto?

Se quedó sin respuesta.

—Tu carrera recién empieza, no puedes tirarla al tacho por un gilipollas.

—No es para tanto.

—Lo es, le has roto la ceja y su nariz tenía sangre. Vive con sus padres que crees que les dirá ¿Me di con un poste? —pregunté irónica—. Su madre es muy especial y su papá, joder Pablo te puede denunciar.

—No lo hará.

—Porque es un imbécil y tendría que explicarle a sus padres todo lo que te dijo.

Tenía un punto.

Apreté mis labios y me crucé de brazos. Lo miré a los ojos, volvía a ser el mismo Pablo fe antes.

—Podrías no quererte ir a los golpes cada vez que un chico se me acerque y siendo específica, cada vez que Manú abra la boca.

—Él se lo merecía.

—Quiere provocarte y lo logra.

—Se lo merecía.

—Te saca una cabeza y si él se hubiese defendido, si te hubiese lastimado.

No se lo dije, pero cuando Manú estaba en el instituto había rumores de que se metía en peleas. Y puedo afirmar de primera mano que era alguien que practicaba box.

—Vengate de una forma más madura…

—¿Madura?

Pensé y mi mirada buscó su lujoso coche deportivo. De mi bolso saqué unas llaves y caminé hacia el vehículo. Disimuladamente rayé la puerta del auto negro.

Pablo me quitó las llaves y como un niño chiquito haciendo travesuras, rayo el coche. Una y otra vez. Lo suficiente para que parezca un acto de vandalismo.

HIJO DE PUTA

Escribió en la capota y lo firmó poniendo:

"Con mucho cariño de M y M"

—¿Sabes desinflar llantas?

Me encogí de hombros.

Y luego recordé mi kit de supervivencia que llevaba cada vez que salía. Mi kit era una navaja, un silbato, gas pimienta y otras herramientas útiles.

Saque la navaja y con todas mis fuerzas la clave en la llanta. No logré pincharla.

Le di la navaja a Pablo y él la clavó en una llanta, luego a la segunda. Me miró con unos ojos de cordero. Me iba a pedir algo.

—Val... —Miró el coche y luego a mí—¿Puedo mearle el coche?

Me dio ternura y risa la forma en como me lo pregunto. Fue con un tono de voz dulce, como si quisiera convencerme.

—Eso ya no es mucho... —Me suplicó con la mirada—. Dale...

Se iba a bajar los pantalones cuando una tercera voz se escuchó.

Un segurata.

—¡Oigan! ¡¿Qué es lo que hacen?!

Pablo y yo nos miramos, y bastó menos de un segundo antes de salir corriendo.

A más de media noche él y yo corrimos por las calles de Barcelona. Tuve que quitarme los tacones para correr sin preocuparme por caerme.

Corrimos, reímos y nos escondimos al escuchar las sirenas de los policías. Y entré en razón, Pablo y yo nos metimos en un gran, gran problema. Los pies me dolían de tanto correr. Las calles estaban vacías y pudimos tomar un descanso. Caminamos por la ciudad, tomados de la mano y riéndonos, él llevaba mis tacones y yo me colgaba de su hombro.

Me quejé del dolor de pies y Pablo me levanto para llevarme a caballito.

—Anda despacio.

Hizo todo lo contrario.

Corrió y yo grité.

Agradecí que era lo suficientemente tarde y no había nadie deleitándose del espectáculo que Pablo y yo dábamos. Cualquiera que nos veía pensaría que éramos dos jóvenes que se escaparon del loquero.

Quien no pensaría eso al ver a dos jóvenes, uno encima del otro y este corriendo haciendo que la persona de arriba gritara y riera como si la vida dependiera de ello.

—Un para siempre —susurré en su oído.

Y Pablo lo gritó.

—¡Tú y yo somos un para siempre!

Un taxi nos dejó en mi casa. Todas las luces estaban apagadas y era de suponerse, mamá pensaba que me quedaría a dormir con mis amigas. Hicimos el mínimo ruido posible, todo eso desapareció al llegar a mi habitación.

Yo fui la que tiró el fósforo y creó ese incendio entre Pablo y mi cuerpo. Me lancé a sus labios con una intensidad que él correspondió. La ropa iba sobrando y terminaba en el piso.

Sus ojos me devoraban al verme desnuda y no tardó ni medio minuto en ponerse el condón y tirarme a la cama. Me abrí de piernas, él se metió y sujetando mis manos por arriba de mi cabeza, me embistió lo suficientemente fuerte para robarme un gemido que se escuchó hasta marte y ni mencionar lo duro que sonó el impacto de la cabecera contra la pared.

—Joder, más despacio. Nos van a escuchar.

Le bajó intensidad a sus embestidas y con una sonrisa ladeada y su voz ronca, me preguntó:

—¿En verdad quieres que vaya despacio?

Salió de mi interior y espero mi respuesta.

—A la mierda, follame duro —Y lo hizo, tapándome la boca con su mano y yo también le tapaba la boca con la mía.

Pablo y yo nos entendíamos en todos los aspectos posibles. Nos entendíamos con la mirada, al hablar, al sonreír, con una caricia y en hacer el amor.

Había una gran diferencia entre follar y hacer el amor, en la primera solo era un polvo y ya, pero en la segunda, era besar cada lunar, acariciar su alma, tocar su corazón, era más que un simple polvo placentero. Era llegar al orgasmo con la persona que amabas, quedarse abrazados, reír de los guarros que éramos, hablar y sentir su piel contra la mía.

Pablo me estaba dando la espalda y yo aprovechaba para besar cada uno de sus lunares, cortos besos y llenos de amor.

Se volteó y acorralándome entre sus brazos, de una manera sexy susurró:

—Sí sigues así te follaré toda la madrugada.

Pase mis brazos por su cuello y me acerqué a su oído. Lo mordí y susurré: —No me molesta que me hagas el amor toda la madrugada.

Por él me quedo coja.

—¿Te he hecho el amor?

—Todas las veces que me quitas la ropa.

Sonrió dulce y lleno mi rostro de besos.

Sus manos empezaron a abrir mis piernas. Hice presión y me mantuve fuerte.

—Pablo, duerme. Te debes de levantar temprano, recuerda.

Dejó de besarme y escondió su rostro en mi pecho. Sentí cosquillas. No lo aparté y parecía que él pensaba quedarse a dormir ahí.

Sería una tortura, una muy excitante tortura.

—Buenas noches, amor —susurró.

—Buenas noches, futuro esposo —Sentí que sonrió y me apretó más contra él.

Ya me imaginaba la erección con la que se levantara.

Con cuidado de no moverme mucho, estiré mi brazo y apagué la lámpara. Una luz en mi mesita de noche se encendió.

Era mi móvil. Me llegó un mensaje.

Lo agarré, pensando que era una de mis amigas.

Error. Era Manú y un mensaje que me dio miedo.

Manu:

Dile a tu noviecito
que me las pagará.




No mentiría al decir que no se me paró el corazón por el miedo. Me moví nerviosa. Todo ese terror y angustia desapareció al ser abrazada por Pablo. Seguía acurrucado en mi pecho.

Dejé de lado el móvil.

¿Qué era lo que podía hacer Manú?

Nada. Perro que ladra, no muerde.

Quizá lo subestime.

Él no era un perro, era un monstruo.

Me removí en la cama, los rayos del sol me levantaron con una caricia para nada grata. La alarma aún no sanaba por lo que pensé que me había levantado antes de lo previsto. Pablo seguía abrazándome, sus labios entreabiertos acariciaban mis senos.

Acaricié su cabello y ladeé mi rostro para ver el reloj. Me alarmé al ver que eran las ocho y media de la mañana. Hace media hora que Pablo debió haber salido.

—Pablo, joder —Lo empujé, él me miró desorientado y abrió los ojos al ver el reloj.

—Mierda.

Empezó a vestirse y yo también. Me puse unas bragas, unos shorts y una camiseta, agarré mi móvil y vi que estaba muerto.

—Dejame te llevo.

No respondió, salió corriendo de mi habitación. Y lo seguí, calzando unas pantuflas. Salimos corriendo y Pablo nervioso, apresurado pedía un taxi. Fui por la vespa.

No me dio tiempo de ir por él otro casco y solo le puse el mío a Pablo. Nos subimos a la vespa y me puse en marcha. Pablo se aferraba a mi cintura y pedía que vaya más rápido, la principal razón por lo que iba a más de lo permitido, me saltaba los semáforos y me metía entre coche y coche, tomando atajos para llegar a la Ciutat Esportiva Joan Gamper

Al llegar Pablo se bajó, se quitó el casco y se fue corriendo. Sin despedirse. No me quedé mucho tiempo, volví a ponerme en marcha y diría que lo paso a continuación fue una pequeña muestra de toda la mierda de lo que la vida me tenía preparada para los próximos meses.

Miré el semáforo. Estaba en verde, continué con mi camino y de pronto escuché un claxon, miré a la izquierda y no recuerdo con exactitud qué fue lo que pasó por mi mente en ese momento. Solo recuerdo el dolor que sentí al caer a la pista.








































































Xoxo. Holiiii

Déjenme decirles que queda 3 capítulos ❝months before❞ lo dije por insta y lo diré por acá, se han dado cuenta que los capítulos del "presente" y los del "pasado" cambiaron de papeles ¿?

A estas alturas ya debieron de leer entre líneas el porqué Val no le cuenta sobre los maltratos de Benjamín a Pablo. Leo sus teorías

Oigan ya escucharon la nueva canción de Olivia rodrigo. bad idea right? Me da altas vibes de lo que sintió Val cuando Pablo la busco. Es perfecta.

Comenten que les pareció el capítulo, y no se olviden de votar 🥰

Capítulos diarios, espero le hayan dado amor al capítulo.

Byeeee

Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12

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