58: ¿Estamos bien?

9 de agosto, 2022

—Iré por un té ¿Quieres algo? —preguntó Carla, poniéndose de pie.

—Ca…

Me detuvo y con toda la razón del mundo, dijo:

—No sé ni para qué te pregunto, pedirás café. Es obvio.

—Porfis.

—Vuelvo enseguida.

—Vale.

La vi alejarse por el reluciente pasillo de la clínica.

Miré las puntas de mis zapatos, movía mis pies deseando salir lo más rápido de estas paredes. No me gustaban para nada los hospitales o todo lo relacionado a ello. Me traían malos recuerdos.

Ni siquiera sabía cómo era que me mantenía sentada ahí, oliendo a ese espantoso olor de clínica.

Sudaba frío y quería vomitar. Razón número uno por la cual tenía un algodón con alcohol entre mis dedos y a cada 2 minutos lo aspiraba.

Se preguntarán ¿qué hago en un hospital? En realidad es una clínica y estaba en sala de espera, sentada en uno de los sofás, ansiosa, nerviosa y preocupada por Ester. El día anterior le hicieron varios estudios y en ese momento ya estaba en un quirófano.

Se escucharon unos pasos, alcé la mirada y me puse de pie al ver acercarse a uno de los doctores. Me senté cuando el señor con bata blanca, pasó de mí y se fue hacia un hombre de unos 30 años.

Olí mi algodón de alcohol y me incliné, apoyando mis codos en mis muslos. Cerré los ojos y pensé en algo que me estaba olvidando. Tenía esa sensación de estar olvidándome de algo importante.

Sentí como alguien se sentó a mi lado. No le tome importancia, ni siquiera lo miré. Claro, que todo mi cuerpo lo reconoció, cuando oí su voz.

—No lo hagas, Val.

Me incorporé y miré hacia el lado derecho. Y vi a la última persona que esperaba ver en ese momento.

Pablo me miraba angustiado y desesperado. Volvió a repetir un "No lo hagas, Val".

—¿Qué? —balbuceé.

—Escucha —Sus manos sujetaron las mías y me dio esa mirada de apoyo—. Tú y yo somos almas gemelas, eres el amor de mi vida y sé que yo también soy el tuyo. Sé que probablemente no te sientas segura con tener un bebé, pero, sería nuestro bebé, una mini Valeria o un mini Pablo o una mezcla de los dos y sería asombroso. Tener una familia contigo es el sueño que tengo y aunque estemos jóvenes, podemos con ello y le daremos todo el amor del mundo. Será nuestro mundo. Nuestro bebé. No lo eches a la basura.

Sus palabras me dejaron muda.

—Seremos los mejores padres. Lo prometo.

Aparté mis manos de las suyas y volví a oler el alcohol. Lo miré con rareza. Si no supiera que es alguien saludable y que nunca se metería porquerías, diría que había consumido dios sabe que.

—¿De qué hablas? —pregunté oliendo el alcohol.

—De nuestro bebé.

—¿Qué bebé?

—Ya lo abortaste —Silencio de mi parte—. Era una decisión de los dos, Valeria —Sus cejas se fruncieron.

—¿Qué?

—Valeria, joder. Era nuestro bebé.

Él pensaba que yo…

Puaj.

—Pablo…

—No, Valeria. Era nuestro bebé y no lo consultaste conmigo…

—Pablo.

Él siguió hablando una y otra vez, no me daba tiempo de explicarle.

—Pablo —Le di un golpecito en su frente—. Al menos que tú y Ester hayan follado, te digo que no es tu bebé.

—¿Qué?

Noté algo diferente en su voz y mirada.

—¿Tú y Ester han follado?

Mi pregunta le tomó por sorpresa, que hasta pálido se puso.

—Yo… Valeria …

Sus palabras se quedaron en el aire. Escuché como una de las doctoras, mencionó el nombre de Ester y yo salí corriendo hacia ella, dejando atrás las palabras de Pablo. Solo entendí su balbuceó.

—¿Cómo está Ester?

La doctora me dijo tanto y entendí poco.

—¿Puedo entrar a verla?

—Está sedada. Pero si gustas puedes ir a verla por unos minutos.































💌💌💌











Ester se levantó y siguió siendo una perra. Ni la anestesia la hacía cambiar un poco.

Me apoyé en la pared de uno de los pasillos. Pablo se puso a mi lado.

No había mucha gente y la poca que había estaba más preocupada por los pacientes que por fijarse en las personas a su alrededor.

—Perdona por mi teatrito de hace rato —murmuró como un perrito con la cola entre las patas.

—Perdonado.

—Por cierto, te olvidaste de mí —Me obsequio un mohín que me derritió.

—Te dije que estaría ocupada.

—Lo sé. Pero dijiste que irías conmigo a la Masía a recoger las últimas cajas.

Lo olvidé. Eso era lo que estaba olvidando.

—Joder, eso era lo que me olvidaba —Me sentí mal—. Perdona, perdona. Yo… no tengo excusa…

Pablo hizo un puchero.

—Me cambiaste por Ester.

—Era importante. Ella haría lo mismo.

Pablo se carcajeó y yo le acompañé en la risa, ambos sabíamos que no era verdad.

—Val, sabes que ella no haría lo mismo ¿verdad?

—Lo sé —reí, apoyando mi cabeza en su hombro.

Nos reímos hasta que una de las enfermedades vino a llamarnos la atención.

—Por cierto ¿cómo sabías que estaba acá?

—Pues…

Bajó la mirada y jugó con los bordes de su camiseta.

—Miré tu móvil… —Alzó la mirada y sus grandes ojos cafés me gritaban "perdoname, Val" "perdoname, Val"—. El grupo con tus amigas…

—Joder, Pablo ¿Solo has visto eso?

—Te mentiría si diría que sí, pero João no dejaba de enviarte mensajes ¿Por qué te envía mensajes? ¿Y por qué te envía selfie sin camiseta? —La disculpa en su mirada cambió a una de celos.

—¿Por qué revisaste mi móvil?

Que revisara mi móvil ya era otro nivel y menos sin mi permiso. Era verdad que teníamos la confianza del mundo para darnos el móvil y contestar mensajes o llamadas, hasta enseñarnos algo gracioso que vimos en Instagram y tiktok, pero siempre y cuando, tengamos el permiso del otro.

Pablo se encogió de hombros.

—No dejaba de sonar y… —Alzó las manos y apretó ligeramente sus labios—. No te molestes ¿Vale? Además que tu contraseña era demasiado fácil.

Mantuve la calma y le miré sería.

—Te gustaría que revisara tu móvil.

No dudo en decir.

—No me importa si eres tú.

—Vale —Chasqueé mi lengua, miré a la pared y luego a él, y para tomarlo a prueba dije—. Me dejas ver tus dos últimos chats y estamos a mano.

Pablo balbuceó. En sus acciones y mirada, vi duda.

Sacó el móvil de su bolsillo y se fue acercando a mí, no me lo entregó.

—Aún no me dices ¿Por qué coño joão te manda selfies?

—Porque es mi amigo.

—¿Y sin camiseta? —Su ceño estaba fruncido.

—Es lo que hacen todos los tíos. Alardear que están trabajando brazos y que se pondrán buenorros.

Pablo bufó y se apoyó contra la pared. Cerró los ojos, pensativo.

—Quiere contigo.

—¿Por qué piensas que cualquier tío que se me acerqué, "quiere" conmigo? —pregunté y con mis manos señalé todo mi cuerpo—. No soy una maravilla, soy una tía normal. Literalmente.

Sus manos sujetaron mi rostro, sus pulgares acariciaron mis mejillas y sus labios dejaron un coste beso en mi boca. Mi corazón amenazó con salirse.

—Literalmente eres una maravilla, Val —Me dejó sin aire al volver a besarme y solo fue un beso de menos de un segundo—. Y ese gilipollas se quiere robar a mi chica. 

Me robó una sonrisa y ambos nos fuimos acercando hasta que nuestros labios se rozaron. Solo un roce.

Una enfermera nos gritó.

—No vuelvas a ver mis chats sin mi permiso o te dejo de hablar.

—No lo volveré a hacer. Lo prometo.

—Más te vale.

Dejé un rápido beso en su mentón y empecé a caminar para ir a la habitación de Ester. Me detuve al notar que Pablo no iba a mi lado.

Volteé y lo vi. Seguía apoyado en la pared y estaba muy concentrado viendo su móvil.

—¿Qué haces?

Alzó la mirada al escucharme.

—Viendo cuando toca un partido con el Atlético de Madrid, para darle unas hostias a João.

—Eres un tonto y más te vale que solo estés bromeando.































💌💌💌






















13 de agosto, 2022

Todo el camp nou estalló en gritos, ante el gol que marcó Pedri con asistencia de Gavi. Dejé mi asiento y salté, celebrando el 1 a 0.

—Sí metieron un gol… eso significa que ¿vamos ganando? —preguntó Carla y sorbió su coca.

Le contesté y me uní a los cantos.

Alé, alé, alééééé
Alé, alé, alééééé
Alé, alé, alééééé
Alé, alé, alééééé
Un dia de partit
Al Gol Nord vaig anar
Només entrar a la grada
Em vaig enamorar
El cor em bategava
No em preguntis perquè
Del Barça soc suporter
Sempre t'animaré

El partido lo terminamos ganando. Que bonita sensación.

Follaamigo❤️‍🔥😏:

¿Quieres salir?

Iremos a un apartado
En una disco.

¿Quieres ir?

Me:

Quede con Carla.

Está haciendo las maletas
Sabes que se va a ir.

Pero, anda tú :)

😘




Al llegar a su casa, la cena fue algo ¿incómoda? Ellos no sabían que me estaba quedando y mencionaron algo al respecto sobre que Carla metía a chicos "mayores" a casa por la noche.

Repito de nuevo ¿De qué me perdí?

Subí a la habitación, luego de visualizar la mirada de "queremos privacidad para hablar con nuestra hija" por parte de los padres de mi amiga.

Me quité los zapatos y caí rendida a la cama.

Decidí contestar algunos mensajes. Mi vida era tan triste que Bruno me dejó en visto, Raúl me preguntaba si mañana podía en la mañana, el grupo de mis "amigas" volvió a morir, Carla me mandó un sticker de besos, Pedri me preguntaba si quería que me llevara al trabajo y yo amablemente le contesté con "Dile a Pablo, que no eres mi Uber. De igual forma, gracias :)", también estaba el chat de Pablo.

Follaamigo😏❤️‍🔥:

Te extraño 😞

Me:

Yo no


Follaamigo😏❤️‍🔥:

🤨

Me:

🙄

Follaamigo😏❤️‍🔥:

¿Vienes?

Me:

😴😴😴

Mañana tengo
turno a primera hora 🙃

Follaamigo😏❤️‍🔥:

Falta

Me:

No

Follaamigo😏❤️‍🔥:

Y si te digo que
Charles Leclerc está?

Me:

¿Me mandas un taxi?

Follaamigo😏❤️‍🔥:

😐👍




Dejé el móvil al escuchar como la puerta se abrió. Vi a Carla, se echó a mi lado y hundió su cabeza en una de sus almohadas.

—Odio a mis padres.

—¿Qué pasó?

—Les dije "mi terapeuta dice que es mejor tomarme un tiempo antes de ir a la universidad" y ellos me dijeron "No perderás tiempo" ¿Desde cuándo no le hacen caso a lo que les dice mi terapeuta?

—¿Quieres tomarte un tiempo?

—Sí…

¿Por qué? Estaba emocionada por una aventura ¿Por qué cambiaría sus planes?

No pude evitar preguntarle:

—¿Lo haces por mí?

Ella tenía todo planeado. Lo único que cambió en su ecuación fui yo. Y obtuvo un resultado diferente.

—No.


























💌💌💌
















14 de agosto, 2022

Las calles de Barcelona eran mágicas, salir a caminar y admirar la ciudad donde crecí me daba felicidad.

Era una persona que siempre salía con sus audífonos al tope. Quizá en unos años me quedaría sorda, pero, era así mi  estilo de vida.

El tráfico era algo ligero a esa hora de la mañana. Me detuve en uno de los semáforos y miré hacia una calle. Una librería. Visualice la vitrina, pero no alcanzaba ver si llegaron nuevos libros.

El semáforo se puso en verde y me puse en marcha sobre mi vespa. Salvo, que no seguí el camino que tomaba para ir al trabajo. Tuve un pequeño llamado hacia esa librería. Miré por el ventanal. Los libros me llamaban.

Antes de entrar, miré la hora en el reloj que adornaba mi muñeca. Era el reloj de mamá. El tiempo fue mi impedimento de entrar al local. Le di una última hojeada al ventanal y mis ojos en vez de ver a los preciosos mundos, se toparon con los de un rostro. Era una chica, se le veía algo de 25 años, sonreía y entre sus manos tenía un libro. Lo que veía no era una persona de carne y hueso, era la silueta de una chica y estaba presentando su primer libro en físico. Di media vuelta. Subí a mi vespa y volví a mi camino.

Mi mente aún seguía en esa librería. Específicamente en la chica y en su "primer libro en físico".

Mi primer libro en físico. Sería asombroso.

Presentarse en librerías siendo yo misma, compartir con mis lectores, ver una historia escrita por mi plasmada en hojas con una bella portada.  Sería asombroso. Un sueño.

Quería ese sueño. Uno de mis sueños desde que empecé a escribir, hace ya unos años. Me decía a mi misma que reconocerían mi talento, las editoriales me llenarían de propuestas y muchas de mis historias saldrían en papel. Ese era mi pensamiento.

Me di cuenta de que no hacía nada al respecto para alcanzar mis sueños. Debía de cambiar.

Tantos pensamientos que me llevaron a una crisis existencial.

Apenas aparqué la vespa, me bajé y entré a la cafetería.

—Buen día.

—Buenos días —Raúl me devolvió el saludo.

Fui a esconderme al baño y llamé a Pablo.

Contestó a los 10 segundos.

—Dii-diga —Su voz adormilada

—¿Te desperté?

—Mnm sii, pero es bueno despertar con tu voz… —No le veía el rostro, pero, sabía que estaba sonriendo—. Voy a poner tu voz de alarma.

Su voz adormilada me sacó una sonrisa.

—Pablo…

—Algodón de azúcar…

Abrí mi boca para contarle mis problemas, pero, un pitido me hizo callarme.

Me colgó.

«De seguro se le apagó el móvil» pensé.

El trabajo estuvo agotador. Muchos clientes hacían pedidos y seguían las preguntas de: "¿Eres la novia de Gavi?" "¿A qué hora viene a recogerte?"

Tuve un momento libre y me escondí en la cocina para almorzar. Iba a leer un libro, mientras comía. Pero, desde mi celular entré a mis documentos y vi todas esas historias que escribí.

Algunas estaban escritas a mitad.

Otras sólo tenían ideas.

Y había dos que estaban terminadas.

Mi plan era:Elegiría una de ellas, las editaría, quizá la volvería reescribir y luego las presentaría en una editorial.

«¿Y si me rechazan?»

«El que tenga miedo a morir que no nazca»

Me di ánimos y vi resuelta esa crisis existencial, la cual incrementó a mil millones cuando fui a atender a una mesa y escuche la conversación de las chicas que estaban ahí.

—Valeria se queda corta al lado de Cayetana.

—Y Gavi ya se dio cuenta. Pasaron la noche juntos…

—Se les vio en la discoteca juntos.

—Es hombre, es obvio que la llevó a su casa y cama…

No se daban cuenta de que yo estaba escuchando. Retrocedí con esa presión en mi corazón y garganta.

—Nos ha escuchado —murmuró una y las otras dos voltearon a verme.

Me dieron una mueca de pena.

—No era nuestra intención…

La otra añadió.

—Pero, es mejor que lo sepas a que te siga poniendo los cuernos —Y sin siquiera pedírselo, me enseñó la pantalla de su móvil—Velo por tus propios ojos —Ni siquiera lo vi con claridad, las lágrimas acumuladas me lo impedían—. Eres muy poca cosa para él.

Di media vuelta y sentí que todos me estaban mirando. La sensación de vacío se intensificó y las únicas señales que le mandé a mi cuerpo fue que saliera corriendo. 

Me escondí en el baño.

Uno. Corazón

Dos. Cabina de fotos.

Tres. Un libro.
Cuatro. Auriculares

Cinco. Cochecito de carreras

Seis. Un café

Siete. Un algodón de azúcar.

Ocho. BCN

Nueve. Una llave.

Diez. Un avioncito

Once. Una servilleta

Doce. Una luna

Trece. Un bolígrafo

Catorce. ABBA

Quince. Un balón de fútbol

Dieciséis. Un infinito.
















💌💌💌
















Escaparme de la cafetería por la puerta trasera, fue una buena idea. Aunque deje mi vespa.

Me gustaba mi trabajo. Oler café todo el día y aunque limpiar mesas no sonaba que era lo mejor, para mí era una maravilla de escape. Pero, ya no me sentía segura, ya no era una maravilla de escape desde que tías van a hacerme menos solo por estar con su "Gavi".

Renunciar era una opción.

Buscaría otro trabajo.

—Valeria.

—¿Qué?

—Llevas una hora callada ¿Quieres empezar o terminamos la sesión? —La voz de la doctora Jaz era muy calmada.

—Yo…

Jugué con mis dedos. Tenía la necesidad de apretar algo. De una manera sutil apreté un cojín.

Ordené mis ideas y todo lo que me atormentaba. Las inseguridades, las "otras" mujeres de Pablo.

—Tengo miedo…

—¿Miedo de qué?

—Tengo miedo de que Pablo me deje por otra.

Al salir de terapia, el coche de Pedri me esperaba en el estacionamiento subterráneo. Saludé al propietario y de reojo vi a Pablo en el asiento del copiloto. Cada vez que podían, me recogían al terminar la terapia.

—¿Cómo te ha ido a Val? —preguntó Pablo apenas me subí al coche.

—Bien.

Me miró por el espejo retrovisor. Sus marrones ojos chocaron con los míos, los esquivé. No sabía cómo actuar, salvo escapar con mis monosílabos.

Jugué con mis dedos y fingí concentración al ver la pantalla de mi móvil.

—¿Te dejamos en tu casa? —preguntó Pedri.

—Ahora vivo con Carla.

Pablo me miró por el espejo retrovisor. Hui al móvil.

—Val —Pablo me llamo—¿Vemos una película?

—Una película suena bien —dijo Pedri.

—Tú no estás invitado —habló Pablo.

Mi mirada viajó entre ellos dos. El coche frenó por un semáforo en rojo.

—No seas grosero, Gavi —dije y en cámara lenta vi como Pablo volteó su rostro y abrió su boca para reclamarme por haberle llamado "Gavi" se detuvo al escucharme—. Y no me importa si te unes al plan de ver la película.

Así me evito estar a solas con Pablo.

Ignoré la pesada mirada de Pablo. Aunque por unos segundos si vi la mirada fruncida que me lanzó por el espejo retrovisor. Era obvio que le molestó que le llamara Gavi y más al invitar a Pedri a nuestra cita de ver "películas".

Se me hizo una eternidad el camino. La terapia funcionó en algo, pero, aún seguían esos pensamientos tontos que no me dejaban tranquila.

Al llegar a casa de Pablo, pedimos comida e hice, bueno, el microondas hizo las palomitas de maíz. Era pésima en la cocina a tal nivel que hasta se me quemaban las palomitas en el microondas.

—Huele a quemado —murmuró Pedri haciendo una mueca al olfatear mi desastre.

—Huele a quemado —Pablo hizo una mueca muy expresiva, señaló el bol—. Se te han quemado.

—Sé que se me han quemado, joder —Agarré el bol y vacíe el contenido al basurero.

Los dos muchachos me miraron como si al decir una palabra les fuera a matar con la mirada.

El timbre sonó y Pedri para huir de la situación se excusó con ir a abrir la puerta.

Hice más palomitas y me fijé más en el tiempo.

—¿Sucede algo? —Pablo preguntó con una mirada de niño abandonado.

—No.

—Me mientes.

Bufé, me rehusaba a reclamarle por chismes de internet y tías ardidas.

—No lo hago.

—No me miras a los ojos. Eres una pésima mentirosa —Empujó su hombro con el mío—¿Qué sucede Val? Me estas ocultando algo, ni siquiera me dijiste que te mudaste con Carla.

Contuve el aire. Sucedían tantas cosas. Pablo podía ayudarme a contestar tantas interrogantes, pero me daba miedo saber la respuesta y arruinar el momento. Porque por una extraña razón, seguía sintiendo que ya no era el momento entre los dos.

—No sucede nada. Y te lo iba a decir, te lo dije en el coche.

—Sucede algo.

—No

—Sucede algo.

—Vale —Apreté mis labios—. Sí, sucede algo —Lo apunte y golpeé su pecho con mi dedo—. Dime que no me has puesto el cuerno ayer en la discoteca.

—¿Lo has visto en Internet?

Me encogí de hombros.

—Todo Internet habla de ellos.

Y sus tóxicas fanáticas no me dejan en paz en mi trabajo.

—¿Y tú crees?

Su tono de voz y la mirada que me dio me hizo sentir como una estúpida que creía todo de Internet. El mismo Internet me dijo que tenía cáncer solo porque me dolía la cabeza.

—Perdón. Soy una estúpida.

Oculté mi rostro en su pecho. Me abrazó y yo lo abracé. Pensando en la espina que se metía más y más.

—Díganme que no se van a liar en la cocina.

Me separé de Pablo al oír la voz de Carla.

—¿Qué haces aquí?

—Gavi me invitó.

Miré a mi novio. Sonrió como un niño inocente.

—Huele a quemado.

Joder las palomitas.
















💌💌💌
















No sé en qué momento eligieron una película de terror. No me consideraba fan de ese tipo de películas, no me aterraba, eran… ñah.

Mi cabeza estaba apoyada en las piernas de Pablo. Mi cuerpo estaba tapado por una cobija y mis ojos batallaban para no cerrarse.

Madrugar me daba sueño.

El sueño me vencía. Me estaba quedando dormida, pero, un grito me hizo abrir los ojos de golpe.

Sentí como Pablo se movió y la risa escandalosa de Carla se escuchó. Le puso pausa a la película y continuó con sus risas.

—¿Quién gritó así? —se burló.

Me incorporé y esta vez apoyé mi cabeza en el hombro de Pablo.

—¿Has gritado del miedo?

—No —Se apresuró a decir.

He visto las suficientes películas con Pablo para saber que era un miedoso.

Miré la hora en el reloj que adornaba mi muñeca.

—Creo que ya es hora de irnos —dije moviendo a Carla. Ella seguía burlándose.

—Vamos a casa.

—Val, te puedes quedar —Se apresuró a decir mi novio.

—Gracias por invitarme a mí también —sarcástica habló Carla.

—Tú también te puedes quedar —murmuró Pablo y me miró—. Vamos a mi habitación, Val. Te presto una sudadera.

—Eso es una indirecta para decirle que quieres tener sexo —Todo lo adormilado en mi cuerpo desapareció al oír las palabras de Carla.

Las mejillas me ardieron. Nerviosa bajé la mirada y volví a subir al escuchar la risa de Pedri. Se estaba riendo de lo rojo que estaba Pablo.

Tuve un déjà vu cuando se sonrojaba al besarme.

Sonrojado, Pablo se puso de pie. Sujetó su mano con la mía y tiró de mí para irnos a su habitación. Antes de cruzar y que la pared tapara mi campo de visión, regrese a mirar a Carla. Ella me movía las cejas de una manera extraña y alzó sus pulgares.

Le di una mirada de "Ayuda"

Ella no me entendió y al leer sus labios, supe que me dijo: "Hazme tía"

Me puse nerviosa y apenas llegué a la habitación, me excusé con irme al baño.

No era que no quería tener sexo con Pablo, era que no quería que me viera el moretón.

Me lavé los dientes e hice todo el tiempo posible. Tuve que salir y noté esa incomodidad entre los dos, nuestros ojos chocaron y ambos apartamos la mirada. Pablo se encerró en el baño y yo agradecí ello. Me quité los zapatos y me escondí bajo las sábanas de la cama. Minutos después, sentí como Pablo se metió a mi lado. Segundos incómodos en donde le daba la espalda. Cerré los ojos y mordí mi labio inferior. La mano de Pablo acarició el dorso de la mía. La calidez de sus dedos, encima de mi piel, envió descargas eléctricas por todo mi cuerpo.

—Val ¿Estás despierta? —susurró.

Sentí como su cuerpo detrás del mío. Contuve el aire y por inercia, giré.

El marrón de sus ojos brillaba.

Todo estaba a oscuras.

—¿No puedes dormir?

Lento movió su cabeza de izquierda a derecha y susurró un:

—No.

Ya éramos dos.

Bajé la mirada y cerré los ojos.

—¿Estamos bien? —preguntó en un susurro.

—¿Por qué lo preguntas?

—Te siento distante.

—No estoy distante.

—¿Es por lo que dicen en Internet?

En cierta parte.

Tenía tanto peso en mi alma que me hundía más y más.

—Es mentira Val. Cayetana solo estuvo en el mismo lugar que yo, se me acercó, la saludé y nos tomaron fotos. Nada más, lo juro.

Escucharlo de su voz me aliviaba un poco. Él no sería capaz de tirarse a otra estando conmigo. Él no me haría daño.

¿O si?

Pablo acarició mi labio inferior. Alcé la mirada y vi el marrón de sus ojos. Me miraban a mí, me reflejaban a mí.

E inconsciente mi boca busco la suya. Un beso que avivó más y más las llamas entre los dos.

Sus labios eran una adicción y como cualquier adicta, caí.

«Déjate llevar, las luces están apagadas» me dije.

Se deshizo de mi pijama baja y ropa interior de un tirón. Su boca no dejaba la mía y el calorcito en mi vientre me impulsó a bajarle el bóxer. Mi mano tocó su polla, acaricié en lugares donde sabía que le gustaba. Gemía sobre mis labios y me sujetaba de las caderas.

Me excitaba, dicha calentura se apagó cuando dejó de besarme, estiró su cuerpo y encendió la luz.

—Te quiero ver —Su voz ronca y mirada sexy mando descargas a por mil, pero la alarma en mi cabeza fue más grande.

Sus manos se metieron debajo de la camiseta y se deshizo de mi sujetador con familiaridad. Aplastó mis senos y fue bajando por mi vientre, gemidos salían de mi boca y a la vez mi corazón empezó a latir fuerte por culpa de una punzada de nerviosismo e incomodidad cuando sus dedos se hundieron en mi vientre. Dolía, cada toque suyo me excitaba y se volvía pesado por el golpe.

Mi mente pedía que parara, pero no sabía cómo decirle que no me tocara, que me dolía. Él notó mi incomodidad y dejó de besarme.

—¿Quieres ir arriba?

Sus rosados labios estaban rojos e hinchados de besarme. Sus ojos brillaban y su cabello revuelto, era la imagen perfecta de él estando caliente. Me deseaba. Y yo también.

Y si no me quitaba la camiseta, si él no hundía sus dedos en la piel de mi vientre. Podíamos darnos un polvo.

Le miré y con confianza, dejando atrás los nervios y el dolor, me coloqué a horcajadas sobre él. Sus manos siguieron colándose por debajo de mi camiseta, y yo de una manera sutil las guiaba a mis caderas. Él las volvía a subir y acariciaba mi vientre.

Sus dedos empezaron a levantar la prenda que llevaba. Mi cerebro gritó y no me quedó más que otra que apartarme de él.

—¿Qué pasa?

—No tengo ganas —mentí, y me tapé con las sábanas.

—Te puedo calentar —Su boca capturo la mía y joder, me mataba y me mato más de la calentura al recibir besos por todo mi cuello.

Joder.

—Pablo…

—¿Me pedirás que te folle? —Se metió entre las sábanas.

—No tengo ganas.

Dejó de besarme.

—¿No te he calentado ni un poco?

—Estoy cansada, es eso.

Me regaló un puchero y se separó de mí. No insistió.

—Tomaré una ducha.

Le seguí con la mirada, hasta que desapareció por la puerta del baño.

—Joder —farfullé aplastando una almohada.

Maldije en mi mente y escuché el sonido de la regadera.

—Maldito Benjamín.

Sus golpes aún seguían en mí.

Aproveche que Pablo estaba en la ducha y me deshice de la camiseta que cubría mi cuerpo. No miré mi vientre, solo agarré la sudadera de Pablo y me la pasé por encima de la cabeza.

Olía a él.

Trate de dormir y digo que trate porque solo cerré los ojos, más no conciliaba el sueño.

Minutos después, Pablo salió del baño y yo fingí estar dormida. Sentí el pesar de su mirada.

Me mataba.

Se echó a mi lado, no sin antes recibir un beso en la frente de su parte. Giré mi cuerpo y susurré un apenas audible:

—¿Estamos bien?

—¿Te sigo gustando? —susurró, suspirando y escondiendo su rostro en mi cuello.

—Pablo —Le obligué a mirarme—. Dejo de leer para responder tus mensajes ¿Tú qué crees?

Dejó un picó en mi boca.

—Te sigo gustando.

—Demasiado

Agarro mi mano y volvió a esconder su rostro en mi cuello.

—Estamos bien.
































































Xoxo holiiii

Pasaron muchas cosas.

¿Qué les pareció el cap?

No se olviden de votar y comentar. Nos leemos el viernes 😊

Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12

║▌│█║▌│ █║▌│█│║▌║
 ©  a  n  c  o  v  i  1  2

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top