51: Detente
31 de julio, 2022
Era increíble como los momentos cambiaban de un día para otro, de horas, de minutos, de segundos.
Como las risas con Carla se convirtieron en miradas distantes en todo el vuelo. Habíamos quedado en que me quedaría en su casa a pasar la noche, pero cuando el avión aterrizó ella se fue sin despedirse.
—Ya verás que se solucionará, Val. Carla y tú hablaran y se arreglaran —susurró Pablo acariciando mi espalda.
Ambos estamos acostados en la cama de su habitación en la casa de sus padres. Me iba a quedar con ellos esta noche.
—Quiero creer eso... —susurré y cerré los ojos en un intento para quedarme dormida.
Eran las 10 de la noche, hace 30 minutos habíamos cenado con sus padres y Aurora. Su mamá y hermana se fijaron en el anillo que llevaba, más no dijeron nada. Y eso lo agradecí, no tenía cabeza para decir algo coherente para defender la locura que hicimos en las vegas.
No me arrepentía de haberle dado un "sí", pero, en ese momento, él y yo estábamos distanciados. Irónicamente, estábamos abrazados, pero nuestras almas estaban a una deriva a miles de kilómetros.
Las últimas palabras que nos dijo Carla nos dejó de esa manera.
Ambos la apreciábamos. Era importante para nosotros y sus palabras, su mirada, fueron un balde de agua fría.
De igual forma, Carla tenía razón.
Los chicos van y vienen, las verdaderas amigas y yo misma eran para toda la vida.
Quizá fue dramática, pero en cierta parte tenía razón y más razón tuvo, cuando dijo que ella fue la única que se quedó conmigo cuando todos me dejaron.
Una encrucijada era lo que sentía.
No podía dejar de pensar en que era una mala amiga y que estaba fallando conmigo misma al elegir a Pablo.
Pero, por otro lado, no quería perderlo y es que él también tenía razón. No duraríamos en una relación a distancia, por más que queramos hasta la luna. Él era un celoso y yo, yo me moría de celos cada que una chica se le acercaba a por lo más mínimo. Una relación a distancia y con todas mis inseguridades era como dispararme directo al corazón.
Pablo y yo éramos un para siempre ¿Verdad?
Aún quedaba un año, luego el tiempo lo dirá.
La verdad, quería partirme en dos para estar bien con ellos.
Me quedé pensando, perdida en mi mente vi que ya eran las 3 de la madrugada. Pablo dormía a mi lado y yo no dejaba de pensar.
Agarré mi móvil y entré al chat de Carla, me había leído los cien mensajes que le dejé. Pero, no me contestó.
Tenía tanto que decirle que empecé a escribirlo en mi diario.
Los ojos se aguaron al leer todo lo que escribí. Luego lo titule:
"Todo lo que tenía que decirle a mi mejor amiga"
Estuve dando vueltas y vueltas por la cama, hasta que decidí que iría a por un vaso de agua.
Besé la mejilla de Pablo y con todo el cuidado del mundo para no despertarlo, me puse de pie y salí de su habitación. Todo estaba a oscuras, por lo que encendí la linterna de mi móvil. Llegué a la cocina y me serví un vaso de agua, aun así, llevaba palabras atoradas. Salí al jardín y me senté en una de las tumbonas.
Llevaba conmigo mi diario y mi móvil.
Carla seguía sin responderme, entonces le envié un audio, leyendo lo que escribí para ella.
¿Recuerdas la vez en la que nos conocimos? Primer día de jardín de niños, no lo recuerdo a la perfección a decir verdad, solo recuerdo que ese día hice tres amigas. Una de ellas eras tú y quiero seguir creyendo que aún lo somos.
Eres de las pocas personas que nunca me arrepentiré de conocer, me has enseñado lo que es una verdadera amistad, en las buenas y en las malas. Has estado en mis risas y te has quedado conmigo hasta quedarme dormida con lágrimas en los ojos. Eres de las pocas personas que no rompe sus promesas, aún sigues llevando ese brazalete de la amistad. De las cuatro, eres la única que lo sigues usando, tienes esa fe en que volveremos a ser las mismas de antes, quizá lo volvamos a hacer o quizá no y no tienes por qué sentirte culpable. Las personas cambian, la vida cambia y cada año empieza una nueva temporada donde personajes nuevos aparecen.
Y no sé tú, pero yo sí quiero que sigas siendo un personaje importante en mi historia y no solo un recuerdo.
¿Por qué sabes una cosa? Quiero que seas a la que le cuente mis dramas amorosos, mis fantasías con un famoso, quiero que seamos las últimas en irse de una fiesta, quiero que seas la persona a la cual llamaría para esconder un cadáver. Eres mi mejor amiga y sé que yo no soy la mejor compañía últimamente y tampoco soy la mejor amiga con la que toda chica sueña. Pero, sé que tú y yo, estemos cerca o miles de kilómetros de distancia siempre encontraremos la manera de fantasear sobre casarnos con Charles Leclerc y Lando Norris. No sé lo que pasará en un año, nadie lo sabe, pero lo que sí sé es que quiero que seas la que me sostenga la cabeza cuando ebria vomite hasta el alma, quiero irme hasta abajo contigo en una pista de baile, quiero que nos riamos de nuestros dramas, quiero que aplaudamos nuestros logros, quiero que seas la que me abracé por llorar, quiero que me acompañes a comprar condones, quiero que seas la dama de honor en mi boda, la madrina de mis hijos, que en unos años seamos vecinas y vaya a tocarte la puerta a pedirte azúcar como excusa para chismear toda la tarde, quiero que cuando tengamos una familia ya hecha, nuestros hijos sean mejores amigos, quiero que cada verano nos vayamos a una casa en la playa y compartir anécdotas, mientras vemos a nuestros hijos jugar en la arena. Quiero que cuando tenga 70 años y esté arrugada como una pasa, veamos fotos de las dos jóvenes y recordemos todos esos tiempos en los cuales nos sentábamos a charlar sobre libros, a estalkear a famosos, a cantar y bailar como locas. Déjame seguir siendo tu amiga, déjame seguir siendo tu Selena.
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1 de agosto, 2022
La ciudad aún dormía al igual que Pablo. Me quedé mirando y sonreí al ver como estaba de diagonal ocupando toda la cama. Mis rodillas se hundieron en el colchón y mis labios acariciaron la piel de su mejilla.
—¿Ya te irás? —susurró adormilado. Sus pestañas se agitaron y poco a poco el color marrón de sus orbes se dejó ver.
—Sí, tengo turno en la cafetería temprano y debo arreglar unas cosas en casa.
—Te acompaño.
—Sigue durmiendo y roncando.
Mis rodillas retrocedieron y la mano de Pablo atrapó la mía.
—Espera, te puedo llevar. Llamo a Pedri para que nos lleve.
—Ya pedí un taxi. Además, deja descansar a Pedri, que no es tu chófer.
Pablo hizo un mohín y cerró los ojos.
—Vale, te dejaré ir, pero solo si prometes que no me vas a volver a ignorar.
No tenía pensado hacerlo.
—Ho prometo —Besé la punta de su nariz.
—¿Nos veremos esta noche? Te invito a cenar.
—Vale ¿Pasas por mí o más bien Pedri?
Sonrió con los ojos cerrados.
—Pedri.
—Vale, entonces te estaré esperando —Despeiné más su cabello en forma de despedida.
—Espera —Sus manos me detuvieron, me quedé mirándolo, volvió a abrir los ojos y me miró con fijeza—¿Estamos bien?
Él también se dio cuenta de ese distanciamiento.
—Lo estamos —Besé su mejilla y me fui.
Había amanecido cuando llegué a mi casa. No sentía esa emoción de volver, más bien tenía miedo. Sentía esa presión en el pecho y empecé a sudar frío, por la mera razón de que el auto de Benjamín estaba estacionado afuera. El lujoso coche, que meses atrás brillaba y mostraba tu reflejo, se había convertido en todo lo contrario. Con facilidad y era confundido por un coche abandonado.
A pasos lentos llegué a la puerta principal. Mi mano giró la perilla y empujé. Solo di dos pasos, jale mis maletas y me detuve al recordar el anillo que llevaba. Lo guardé en mi bolsillo, era mejor evitarme problemas por si me encontraba con Benjamín.
Meses atrás se percibía un ambiente cálido al entrar a mi hogar, con flores recibiendo en una mesita de entrada, sin ningún rastro de polvo y con un olor a café. Era todo lo contrario a lo que mis sentidos cantaban en ese instante, las flores estaban marchitas, una gran capa de polvo cubría el piso y muebles, y un olor a alcohol y ha podrido me causaba arqueadas.
Dejé mis maletas en la entrada y empecé a revisar la casa. No había rastro de Benjamín, todo se veía normal, sucio y deprimido. Me faltaba revisar la cocina y a medida que iba hacia allá, el olor a podrido se iba intensificando.
Al llegar, lo primero que vi fue que las ventanas estaban abiertas. El olor incrementaba y no encontraba la fuente del olor. Me acerqué a la nevera y la abrí, el olor a malogrado se desprendió más fuerte. La leche se había cortado al igual que otros alimentos estaban ¿podridos? Me di cuenta de que la nevera no estaba congelando ¿Acaso se había malogrado?
Caminé hacia el interruptor, pase mi mano encendiendo la luz. El foco no encendió.
Genial. No había electricidad.
«¿Qué creías? Que las cuentas se iban a pagar por solas»
Antes de irme a Usa ya me había llegado un aviso, pero, yo decidí ignorarlo. Me había hecho cargo de las anteriores cuentas, pero los ahorros ya se me habían acabado y era pagar la electricidad o ir a ese viaje. Ya saben cuál elegí.
Despreocupada y tapándome la nariz con la mano, caminé hacia el lavabo. Abrí el grifo y gracias a dios había agua.
La peste seguía y era toda la comida que se había echado a perder. Tenía que tirarla y también ponerme a limpiar toda la casa.
Solté un bufido y salí de la cocina. Fui a por mis maletas y luego a mi habitación. Me cambiaría por algo cómodo y empezaría con la limpieza.
No llegué a mi habitación, ya que primero estaba la de mamá y la puerta estaba abierta. Se escuchaba una voz que balbuceaba cosas sin sentido, el abrir y cerrar de cajones se escuchaba fuerte, sin pensarlo me asomé a la habitación.
Me quedé fría al ver a Benjamín. Tomé la decisión que era lo mejor ignorarlo e ir a encerrarme en mi habitación, pero mis ojos vieron lo que estaba haciendo. Sacando las joyas de mamá.
—¿Qué haces?
Sus oscuros ojos inyectados en sangre me miraron al escucharme. Tuve una visualización completa de su aspecto, estaba peor que la última vez que lo vi.
—Conseguir algo de dinero —respondió sacando las pertenencias de mi madre.
—Es de mamá y de la yaya, sabes que ella adoraba sus joyas, no las puedes vender porque se te dé la gana—Entre a la habitación y pensé en cómo agarrar todas las pertenencias de mi madre y salir corriendo.
—¡No se me da la gana! —Su grito me hizo retroceder—. Como tú te das el lujo de ir de viaje y llevarte el dinero de las cuentas. Mínimo deberías dejar de que venda esto.
Su olor a alcohol era nauseabundo.
—No venderás nada...
Y de un momento a otro un golpe me hizo retroceder. Mi mano sobó mi mejilla, Benjamín me había abofeteado.
—¡No te metas!
La mejilla y el labio me ardían, mi mano tocó esa parte, dolía. Ese dolor me hizo mirarlo con odio. Y por primera vez, me atreví a encararle.
—¡Eres un hijo de puta y un borracho que da pena! Te has vuelto tan miserable, que das asco. Se suponía que debías cuidarme, pero lo único que has hecho en todos estos meses ha sido perderte en el alcohol, es por eso que te despidieron, es por eso que lo único que haces es pasártela en un bar de mala muerte —Mis palabras salían con tanto odio, retuve las lágrimas—. Si mamá viera en lo que te has convertido, estaría decepcionada de ti ¿y sabes algo? —Sonreí sin ganas—. Siempre me preguntaba que era lo qué mamá veía en ti. Ella me dijo que tenías algo en especial y que pase lo que pase siempre serías parte de mi familia, que nunca te dejara, que te viera como un amigo. Juro que a veces te veía así, pero ahora, lo único que veo en ti ¡Es que eres un monstruo! Si mamá seguiría con vida, ella ya te hubiese abandona...
Me torció la cara de otro bofetón, el dolor inició en mi mejilla y fue directo a mi corazón convirtiéndose en ira que dejé escapar.
—¡Te hubiese abandonado! —grité y el sabor a metálico por la sangre invadió mi boca junto al tacto frío de su mano. Lo último que vi fue lo negro de su mirada, se suponía que él era mi papá, no el monstruo de mis pesadillas.
Sentí como me empujó. Ahogué un grito ante el impacto de mi cuerpo contra el frío piso de madera. Gritaría, quise gritar para que así me escucharan los vecinos o alguien que pasará por la calle. Pero, me quedé sin voz.
—¡Cállate! ¡Cállate! —Una patada en mi estómago fue suficiente para que me quedara sin aire. Me retorcí en el piso y él volvió a patearme. Lágrimas descendían de mis ojos y él hubiese seguido, si yo no hubiese susurrado un doloroso "detente".
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Mirarme al espejo...
Mirarme al espejo y ver que él de nuevo me había arrebatado una sonrisa.
Mirarme al espejo y susurrarme entre lágrimas que todo estaría bien.
Mirarme al espejo y ver mi rostro con una explosión de colores entre morados y verdes a causa de los golpes.
Mirarme al espejo y notar que no he dejado de llorar.
Mirarme al espejo y preguntarme ¿Qué fue lo que hice mal? ¿Por qué no puedo gritar?
V.RB
Llamada entrante de follaamigo❤️🔥😏
Follaamigo ❤️🔥😏:
Hola follaamiga
Paso por ti a las 6
🥰😘
<333
Hola 😭😭😭
Sad por este capítulo
Sad porque Charles Leclerc esta maldito
Y sad porque hoy es el último partido en el camp nou y yo no lo conocí 😭😭😭🤧
Cuéntenme que les pareció el cap.
Ha sido algo corto, pero potente en el sentido desgarrador :)
No se olviden de votar y comentar.
Díganme colores que le recuerden a esta historia 💘
Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12
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© a n c o v i 1 2
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