50: Vacaciones
Feliz cumpleaños by_f3r
Pásala bonito
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19 de julio, 2022
Miami, USA
Inter Miami vs. Barça
Minuto 55 Pablo había chutado contra el arco y metido un gol. Sus ojos brillaban y me miraba, me guiñó y cumplió con lo que me había dicho la noche anterior.
"Val, te dedicaré un gol"
En todos estos días que pasaron, él y yo habíamos estado inseparables. Mandándonos cartas, escribiéndonos por mensaje y quedándonos hasta tarde hablando por el móvil. Era verdad que teníamos pocas oportunidades de habernos visto, pero eso no era un impedimento para los dos.
Internet seguía hablando de nosotros, aún no habíamos hecho nuestra relación pública y es que tenía sentimientos encontrados por ello, por una parte, que todos sepan que yo era la novia de "Gavi" era dejar ver nuestra felicidad, pero por otra parte, algunas de sus fanáticas no dejaban de tirarme mierda. Ni siquiera me conocían en persona para decir que solo era una interesada, que era una "roba novios" y que no era lo suficiente para "Su Gavi".
Esos comentarios me arruinaban la vida.
Pablo me había dicho que no hiciera caso a esos comentarios, que simplemente pasara de ellos. Pero no era así de fácil, yo no era como él, no podía ignorar y dejarlo pasar, yo me pasaba noches llorando por eso, viendo todo lo que decían de mí sin siquiera conocerme.
Me dolía.
Y ante Pablo fingía que tenía la suficiente autoestima para que esas opiniones no me importaran.
El partido ya había acabado y no era por alardear a los chicos, pero habíamos ganado por goleada 6 a 0.
Ya eran las 11 de la noche cuando estaba en el coche de Pedri. Pablo estaba de copiloto y yo en la parte trasera junto a Carla. Mi amiga también había venido a este viaje, sus padres le dieron permiso siempre y cuando viniera conmigo, es lo que me dijo Carla.
Mentiría si dijera que me fue difícil hacer todos los papeleos necesarios para viajar sola, la verdad es que me fue fácil. Le pedí ayuda a Carlos, el amigo de mamá, él volvió a preguntarme si todo estaba bien, por su mirada supe que pensó que iría a buscar a mi padre. No lo iría a buscar. Nunca.
Le dije a Carlos que el viaje a Estados Unidos, era para ir a apoyar a mi novio en sus partidos. Carlos aceptó y me hizo la documentación, hasta me dio dinero para mi bolsa de viaje.
Nada más faltaba la bendita firma de Benjamín.
No lo había visto por casa casi como una semana. Y cuando lo vi estaba más ebrio que un camionero.
Creo que fue lo mejor.
Así no tendría que darle explicaciones.
Me faltaba la firma, pero logré falsificarla.
Y ahí estaba, viendo las calles pasar de la ciudad del extremo suroeste de Florida. Era de noche y las luces de los edificios daban ese toque tan hermoso a la ciudad.
De fondo se escuchaba una canción de Taylor Swift, Carla se había puesto a cargo de la música.
—Ya hemos pasado por esta calle —dijo Pedri, deteniéndose en un semáforo.
—No, no hemos pasado por aquí —habló Pablo mirando Google maps desde su móvil. Él era el encargado de dar las indicaciones de como llegar.
Todos tenían una función, salvo yo que solo miraba concentrada por la ventana. Es por eso que me asome entre los dos amigos y dije:
—Ya hemos pasado por aquí, Pablo.
—Lo ves, Valeria me da la razón —señaló Pedri.
Pablo bufó y me entregó su móvil.
—Está en inglés y no entiendo ni un carajo.
El semáforo cambió a verde y aún no nos movíamos. Miraba concentrada el móvil nuevo de Pablo, porque el otro que tenía murió al dejarlo caer (otra vez).
El sonido de los cláxones empezaron a escucharse.
—Avanza... —le dije y le fui dando las indicaciones de como llegar a nuestro destino.
Al llegar al restaurante, los demás ya estaban ahí. Y con los demás, me refiero a todos los jóvenes del Barça, Aurora y Sira. También estaba la chica que reconocía como el ligue de Nico y junto a ella estaba esa rubia desteñida, que se comía a Pablo con los ojos.
—Al fin llegan —exageró Ansu, un compañero y gran amigo de Gavi.
—Culpa de Gavi —dijo Pedri, dándole una colleja a mi novio quien empezó a quejarse por el golpe.
—Estaba leyendo mal las indicaciones —me burlé y saludé a todos los presentes y sí, también a esa rubiecita que olía a vainilla.
La vainilla podría oler bien, pero sabía demasiado mal.
Tomé asiento y Pablo lo hizo a mi lado, ambos nos dimos la mano por debajo de la mesa a la vez que escuché como una silla se movió, a los segundos se escuchó el sonido de tacones. Mis ojos vieron a la dueña de esos sonidos, era la rubia, quien con descaro se sentó al lado de Pablo.
Me daban ganas de pegarle, me relajé, pero imaginé que le daba un buen tortazo.
Pablo no le hizo caso, es más nuestras manos seguían juntas. Eso me calmaba un poco, pero no del todo. Esa chica me daba muy mala espina, me daba las vibras de Ester y sabía lo que Ester hacía cuando se sentaba al lado del chico al cual le había puesto el ojo encima.
Entre todos nos vimos envueltos en una charla, aunque yo no dejaba de pensar en la garrapata que estaba sentada al lado de mi novio.
—Pablo, felicidades por la victoria —Escuché como la rubia le llamó y herví de los celos.
De reojo vi como Pablo asintió, deje de mirarlo, porque no soportaría ver si le sonríe. Fue un error, debí seguir mirando, así no me hubiese perdido el rostro de la chica cuando Pablo le dijo:
—Es Gavi.
—Pero te llamas Pablo.
—Val es la única que puede llamarme Pablo.
Todos estaban perdidos en la conversación que no escucharon. Pero yo sí lo hice y también Carla. Ambas nos aguantamos la risa. Pero necesitábamos reírnos y es por eso que nos fuimos al baño. Al cerrar la puerta, estallaron las carcajadas.
—Tía, debiste de verle la cara —Se burló Carla—Juro, que vendería mi alma por regresar el tiempo y tomarle una foto.
—Pensaba pisarla y decirle "Sorry, darling, no te vi" pero Pablo ya se encargó de dejarle las cosas muy claras.
—Lo hizo, pero aun así no te confíes. Se ve que es una zorra, en toda la cena no dejaba en paz a Gavi, le preguntaba hasta por la puta servilleta. Además de que es amiga de esa zorra 2.0, se supone que vino con Nico y le estaba haciendo ojitos a Pedri y lo peor es que vi cuando le intento tocar con su pierna, pero no lo hizo porque yo le pise.
—¿Le pisaste?
—Sí. No me gusta que jueguen con doble cachete —Se apresuró a decir y se miró en el espejo, se acomodó el cabello y retocó su labial.
Me miré al espejo y con una toalla de papel, limpié la lágrima que se me escapó por la risa.
—Déjame te retoco —Me apoyé en el lavabo y Carla se puso al frente de mí, lo suficiente cerca para que su mano pudiera retocar el labial de mis labios.
Estábamos demasiado cerca y no me incomodaba en lo absoluto, teníamos demasiada confianza.
La puerta del baño se abrió y las dos chicas de las cuales nos estábamos riendo minutos atrás, entraron. Nos miraron con rareza y la castaña con mechas rubias, quien se llamaba Venecia, preguntó:
—¿Se están liando?
Carla y yo nos hubiésemos reído, pero, la rubia habló y la sangre me hirvió de cólera.
—Val, pensé que eras el ligue de Gavi, no que le estabas poniendo los cuernos.
Abrí mi boca para llamarla zorra, pero Carla me detuvo al decirle.
—Cari, no te preocupes, Gavi sabe de nosotras dos —Se acercó más a ellas y como si fuera confidencial, les susurró—. Es que nos gusta hacer tríos.
Carla las dejó con la boca abierta. Ellas solo sonrieron y se dirigieron al espejo del lavabo.
Rodamos los ojos y las llamamos zorras, sin que se escuchara. Salimos del baño y cuando iba a cerrar la puerta, escuché la voz de la rubia.
—Tampoco las culpo, Gavi folla tan bien que yo sin dudarlo aceptaría un trío.
—Un cuarteto con Pedri —dijo la otra—si se lo proponemos ¿crees que acepten?
—No lo sé, pero yo sí quiero que Gavi me deje coja. Es más hasta dejo que me haga un hijo.
Doble sobre mis talones, estaba dispuesta a ir a por ella y darle un golpe contra el espejo.
Carla me detuvo.
—No les hagas caso, es obvio que lo dicen porque saben que estamos escuchando —susurró—. Y quieren cabrearte.
Ya lo había logrado.
Las dos nos escondimos en un pasillo, al ver que no había nadie, dije.
—Ha follado con Pablo.
—No, ha follado con Gavi y tampoco sabes si es verdad, puede que lo dijera en su momento esquizofrénico —habló Carla para tranquilizarme.
—Puede, pero también puede que sí.
Dios ya lo estaba superando, pero el mínimo recuerdo me hacía sentir lastimada.
Tenía ese nudo en la garganta y hubiese llorado, si no hubiese sido por Pablo.
—Aquí están.
—Aquí estamos —contestó de mala gana Carla.
No me atreví a mirar a Pablo y él notó que algo estaba mal.
—Val ¿Estás bien? —Me sujeto de las manos—¿Te ha vuelto a suceder?
—No —susurré y alcé la mirada para verlo, sus ojos me miraban preocupado, vi alivio en sus pupilas al verme sonreír—. Estoy bien, solo necesitaba aire.
—¿De verdad? Porque podemos llamar a la doctora Jazmín y...
—Estoy bien, Pablo —Besé su mejilla—. No te preocupes.
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21 de julio, 2022
Las Vegas
Sostenía el pastel de cumpleaños con 18 velas de mi mejor amiga, era su día y le cantábamos feliz cumpleaños apenas se despertó.
—Pide un deseo —susurré en su oído.
Carla sonrió, mirando algo o, a alguien y sopló las velas.
Todos gritamos emocionados. Dejé el pastel sobre la mesita de noche y abracé a mi amiga.
—Felices 18.
Le entregué el pequeño regalo que Pablo y yo pedimos para ella. Una playera que decía "Escuchar a Taylor Swift es demasiado sexy".
Por la noche quedamos en ir a celebrar a una discoteca de la ciudad. Parte de la tarde y noche me la pasé ayudando a Carla con algo loco que se le había ocurrido y solo pensé en lo lanzada y feliz que era.
Si tan solo pudiera ser un poco como ella, todo sería diferente.
—¿Bailamos? —Pablo me tomó por sorpresa, mayormente siempre era yo la que lo sacaba a bailar porque a él no le gustaba.
Su mirada era una mezcla fascinante de timidez y seguridad, algo típico de él que me hacía amarlo. Tenía una sonrisa suave y sus ojos reflejaban una dulzura que me desarmó. Con una leve inclinación de su cabeza, se acercó a mí, su rostro iluminado por las luces parpadeantes.
—¿Quieres salir a bailar? —preguntó, su voz apenas un susurro por encima de la música, pero lo suficientemente clara como para que mi corazón latiera con fuerza.
Asentí, incapaz de apartar la mirada de su rostro. Había algo en él, una calidez que me hizo sentir segura y nerviosa al mismo tiempo. Tomé su mano, sintiendo un cosquilleo al contacto, y nos dirigimos a la pista de baile, habíamos compartido muchos bailes para conocernos y sentirnos cómplices por cada movimiento al ritmo de la música y nuestros corazones. Mi mirada estaba fija en la dulzura de sus ojos marrones, que me hacían olvidar de todo el ruido de mi mundo. Era como si solo fuéramos él y yo.
Terminamos un par de canciones y con los pies adoloridos, fuimos a la barra. Me pedí algo de tomar y Pablo una botella de agua, mañana tenía entrenamiento y fue su decisión no tomar nada de alcohol.
Moría de sed y rápido di un trago a mi copa y me atraganté al sentir los labios de Pablo en mi cuello.
—¿Y si regresamos al hotel?
—¿Por qué?
Sabía su respuesta. De igual forma la quería escuchar.
—Quiero follar —susurró contra mi cuello.
—¿Es que siempre paras caliente o que?
—Contigo sí —Su aliento en mi cuello, provocaba espasmos en mi cuerpo—. Solo mírate Val, ese vestido rojo, quiero quitártelo.
Volteé para mirarlo, la punta de nuestras narices chocaron. Sus ojos brillaban y reflejaban mi rostro. Le miré los labios y no dudé en besarlo.
¿Por qué podía ser tierno y caliente a la vez?
—Te tendrás que quedar con las ganas, bonito —Besé su mejilla y me puse de pie—. Iré al baño.
—Yo te acompaño.
Lo detuve y entré risas dije:
—No. Tú quieres hacer otras cosas.
Fui al baño, hice lo que tenía que hacer y al terminar, me lave las manos, me arreglé el pelo y regresé por donde vine. Tarareaba la canción que sonaba, era una de Taylor Swift en honor a la cumplementada.
Iba con una sonrisa en mi rostro, la cual desapareció al ver hacia la barra. Pablo seguía ahí, pero alguien más estaba a su lado.
Esa rubiecita. Reía como una tonta, su mano en el hombro de mi novio y su rodilla chocando con la de MI NOVIO.
Llámenme loca, pero esa rubia quería de hacer de todo para meterse con Pablo. Y no era solo por lo que estaba viendo en ese momento, desde el primer día de este viaje estaba pegada a él como un chicle.
Le hacía ojitos, le movía las pestañas y decía un "gavi" tan agudo que me daba náuseas.
Me era imposible no sentirme celosa. Sé que yo era la que estaba con Pablo, la que dormía con él todas las noches, la que recibía un beso antes y después de cada partido, era la chica a la que le dedicaba goles y era la única que podía contar sus lunares.
Pero...
También sabía que Pablo se había follado a varias tías en Barcelona, sé que únicamente eran ligues de una noche y aunque no estaba segura al 100% de que se había follado a Cayetana, sí había bastantes pruebas de que ella había sido diferente a sus otros ligues.
Él no me lo había dicho y yo tampoco se lo había preguntado.
Pero era una chica de 17 años, insegura y llena de celos, también tenía una mejor amiga, con la cual compartía habitación de hotel en este viaje y en una de esas noches, nos pasamos stalkeando a esa rubia. Se llamaba Jessica Cayetana, es de Madrid. Tiene 21 años y se mudó a Barcelona desde los 18, no estudia y es invitada a eventos por su trabajo, es influencer 267 mil seguidores en Instagram y 305 mil seguidores en tiktok. Carla descubrió que Gavi empezó a seguirla desde el dos de octubre, dos días después de que terminara conmigo. Se dan likes mutuamente, una de las principales razones por las que sus fanáticos piensan que ellos dos tienen o tuvieron algo y que yo me metí entre ellos dos. Y gracias a sus fans y lo gran detectives que son, pudimos encontrar en tiktok más pruebas sobre ellos dos. Los vieron juntos en Sevilla, ella grababa un tiktok y se ve a Gavi detrás, fue exactamente un segundo en donde lo enfoco, pero ese segundo causó una tormenta en mi mundo. Y había más pruebas de ellos dos juntos en los mismos antros, en los mismos restaurantes y por último, es que ella publicó un tiktok en donde ponía "cuando el futbolista me da como caj*n que no cierra" y un usuario le comentaba "está hablando de Pablito" y ella le dio like.
Cayetana era diferente a las otras con las cuales se lio, estaba segura de que ella no había sido solo un polvo y ya. Con las otras las dejaba de seguir y ya, pero con ella, no. La seguía siguiendo y era conocida por su grupo social.
Sabía una respuesta. Pero, no quería creerlo y eso me mataba por dentro. Necesitaba la verdad para procesarlo, para saber su historia y así ella dejara de mirarme como si ella fuera más importante que yo.
Yo era su novia.
Yo era la debilidad de Pablo.
Yo era su Val.
Ella solo era la chica que utilizó para olvidarse de mí. Quería pensar que era verdad.
—¿Qué pasa Val? —Miré a Pedri a mi lado, su pregunta me sacó de los pensamientos.
—Nada.
—Estás mirando a Caye como si la quisieras matar.
—¿Se nota demasiado?
—Todos están ebrios para darse cuenta, pero sí, se nota.
Era una tonta. Quería matar estos celos.
—No tienes de que preocuparte, Gavi te quiere. Solo es amable con Caye...
Miré a mi novio y al chicle que tenía pegado a él. Ella seguía riéndose y luego vi como, sacó su móvil y empezó a tomarse fotos. Pablo negó cuando ella le hizo un ademán para que se tomaran una selfi juntos.
Regresé a mirar a Pedri y un foco imaginario se encendió en mi cabeza.
Él pasaba demasiado tiempo con Pablo, le llevaba a su casa, lo llevaba a los entrenamientos, pasaban tiempo fuera y dentro del fútbol. Pasaba demasiado tiempo con Pablo, él debía de saber qué se traía Pablo con esa rubia.
—Pedri...
—Dime.
—¿Sabes si Gavi y Cayetana han follado?
—¿Yo debería de saber eso?
—Eres su amigo. Le llevas a todos lados, debes de saber algo, además de que los hombres se cuentan esas cosas, no te hagas el que no sabes.
Pedri miró a ambos lados y miró a mis ojos, me dio esa mirada de hermano mayor que nunca recibí, pero la sentí así.
—Es mejor que te lo diga él, Val.
Eso me asustaba.
—¿Debo de prepararme mentalmente?
Pedri se encogió de hombros y me dijo un sincero:
—Ya sabes lo que estuvo haciendo para olvidarse de ti.
Vale, me aterraba escuchar la respuesta de la boca de Pablo.
Pero, era lo mejor. Decirnos la verdad.
—Vale.
Miré hacía Pablo y decidí ir por él.
—Nos vemos luego, Pepi.
Caminé firme hacia Pablo. Me había vuelto tan buena actriz que escondí los celos y ganas de matar a esa rubia debajo de una sonrisa.
Al llegar, tuve el atrevimiento de besarlo. Él me reconoció y me siguió el beso, plantando sus manos en mi cintura.
Al separarnos, hice como si no hubiese visto a la rubia y de una manera amable dije.
—Ay no te vi, perdona.
—No te preocupes, cari —Sonrió con falsedad y más al ver como Pablo me sentó en sus muslos—. Son tan monos ¿Quieren que les tome una foto? Así la suben a sus redes y lo oficializan.
Lo hacía a propósito. Como si supiera que me lastimaba que Pablo no me "oficializara" cuando en realidad yo le pedí a Pablo que lo mantengamos en secreto.
—No, gracias.
—¿A un no son nada?
—Somos novios, pero preferimos mantenerlo en secreto por el momento —Le dijo Pablo y dios se siente tan bien verle la cara de perra—. Por cierto, Caye...
La rubia agitó sus pestañas y con una dulce voz le dijo:
—¿si cari?
—No vayas a subir nada donde salgamos Val y yo.
Sonrió a medias.
—Entiendo, tendré mucho cuidado. Lo prometo.
Le lanzó un beso volado a Gavi y luego de decirle un "Nos vemos luego, mor" se fue.
—Val...
—¿Mhm?
—Tu sentada encima de mi polla no me ayuda mucho a bajarme la calentura.
Dios.
Me bajé de su regazo.
Y tomé asiento en el otro taburete.
—Lo siento.
—No te disculpes, me gusta sentir tu culo en mi polla y más cuando te la me...
—¡Pablo! —Le tapé la boca con mis dos manos—. Eres un guarro, te lo juro.
—Eso no decías la otra noche, cuando...
—¡Pablo! Te pondré una cinta en la boca.
—Vale, vale. No diré nada.
—Mejor —Dejé un pico en sus labios—. Pablo ¿Quiero preguntarte algo?
Me miró preocupado al notar la seriedad en mi voz.
—¿Qué?
¿Tú y Cayetana follaron? ¿Fueron más que sexo o solo eso?
Las preguntas. Se quedaron estancadas en mi garganta.
—¿Cuándo es el siguiente partido?
Sí, tenía miedo de saber la respuesta.
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23 de julio, 2022
Las Vegas
Barça vs. Real Madrid.
El primer tiempo ya estaba por acabar, ganábamos 1 a 0.
Mis ojos estaban fijos en el número 30, concentrado en recibir el balón, Gavi era tan apasionado en la cancha, en todos los sentidos. También era un fósforo y no se quedaba de brazos cruzados, defendía a sus compañeros y esa fue una ocasión.
—Este niño no aprende —murmuró Aurora, ambas viendo como Gavi se metía en una pelea.
—¡EH! ¡EH! ¡HIJOS DE PUTA! —gritaban en las gradas.
Un compañero de Gavi lo sacaba de en medio de la pelea y él volvía a meterse. El árbitro llegó y puso fin a la pelea. Aun así, las aficiones no dejaban de insultarse o tirarse cosas.
Ahora entiendo el porqué Gavi me pidió que no saliera del palco hasta que el partido terminara.
El partido finalizó hace ya casi 2 horas. Llegué al hotel junto a Pablo y nos dirigíamos hacía mi habitación. La sonrisa de emoción que llevaba me la contagiaba, me iba contando lo que pasó en el campo. Yo lo escuchaba tan atenta, perdida en su voz y en el brillo de sus ojos.
—¡Es demasiada felicidad ganarle al Madrid! —Chilló al entrar a la habitación, tiró su mochila y él se lanzó a la cama.
—Ya me di cuenta de ello.
Me deshice de la chaqueta y de los zapatos, Pablo también se empezó a desvestir, salvo que la diferencia es que él tiraba la ropa como un niño y yo la doblaba.
—¿Te vas a duchar?
—¿Te duchas conmigo? —preguntó sonriendo coqueto.
Pablo había quedado solo en bóxer y pude apreciar su pálida piel. Claro, que días atrás, cuando tuvo día libre, él y sus compañeros estuvieron en la piscina, por lo que estaba algo quemado de los brazos, hombros y todo su pecho y abdomen estaban más pálidos que un fantasma. También noté los moretones que tenía. Uno en su hombro, otro en su abdomen y más en sus piernas.
—Es mejor que ni mires mi espalda, porque está peor —dijo—. Y no te preocupes, son del fútbol.
Ya estaba acostumbrada a sus golpes por el fútbol, pero esta vez se veían más grandes.
—Eres un bruto, Pablo —lo regañé—. Y te voy a preparar la bañera, ¿vale?
—Vale, algodón de azúcar.
Dejé mi bolso colgado y fui al baño. Empecé a preparar la bañera con agua fría, recuerdo que una vez leí que eso ayudaba a aliviar el dolor y activar la circulación.
Pablo necesitaba eso.
Al terminar fui a por Pablo y lo traje al baño, como niño chiquito le pedí que se metiera.
—Metete.
—Me encantas Val y como te preocupas por mí —Sonrió y me atrajo hacia él para besarme.
Besó mi frente y llenó mi rostro de rápidos besos. Se alejó lo suficiente y me sonrió ladeado, llenó de confianza. Levantó una de sus cejas, de una manera juguetona y sin dejar de verme se fue quitando el bóxer, mirándome pícaro.
Cerré los ojos y escuché su risita que no hacía más que acalorarme.
Abrí los ojos cuando pensé que ya se había metido a la bañera, pero me encontré con su cuerpo desnudo y la misma cara de engreído. Se estaba estirando.
—Un poco de humildad, Pablo.
Me lanzó un beso y me guiñó, se dio media vuelta y tuve una vista de su pálido trasero.
Se metió a la tina y volvió a guiñarme.
—¿Te metes tú también, Val?
—¿Quieres que lo haga?
Sonrió ladeado.
—Tú y yo desnudos en una bañera, pues es algo que no rechazaría.
Yo tampoco.
Me quité los calcetines, me bajé los vaqueros y me deshice de la camiseta. Me quedé en ropa interior.
—Mírame, Val —pidió Pablo.
Le miré a los ojos y desabroché mi sujetador. Quedé en bragas, las cuales cayeron al piso. Mis ojos fijos en los de Pablo, no lo dejé de mirar y me fui acercando a la bañera.
Metí primero una pierna y luego la otra, era soportable y dicho frío era consumido por el fuego que Pablo y yo encendíamos al vernos a los ojos.
—Ya me puse duro.
Pablo estaba del otro lado de la bañera, me miraba como si fuera su presa y vaya que me encantaba. Mordí mi labio inferior y le seguí la guerra de miradas. Me ponía tan nerviosa que fui yo quien perdió.
—Deja de mirarme así —Le tiré espuma.
—¿Cómo te estoy mirando?
—Como si me quisieras follar toda la noche y madrugada.
Cerré los ojos para no verlo y no ponerme más nerviosa, pero, de igual formas consiguió ponerme más nerviosa. Su pie acarició el mío, abrí los ojos y me lo encontré mirándome de la misma manera.
—¿Por qué mejor no vienes más acá, me das la espalda y te hago un masaje?
—¿Por qué mejor no me montas?
Las mejillas me ardieron y yo sin siquiera pensarlo, fui hacia él y me coloqué encima de su regazo. Pasé mis brazos por su cuello y sus labios capturaron los míos. Mis manos acariciaron sus hombros y empezaron a masajearlos con suavidad.
—Pablo...
—¿Mmm?
—Te quiero decir que me encanta verte jugar, ya sea desde la tele, desde lo más alto del estadio o estar en primera fila en el palco. Me encanta llevar tu camiseta y que me dediques goles y en verdad me siento muy afortunada de que me hayas elegido entre tantas chicas.
—¿Cómo no elegirte, Val? Me enamoraste desde el primer día en que te vi y tú ni siquiera te dabas cuenta de que yo iba detrás de ti.
—Mentiroso, si me fije en ti y no te di mi número porque tenía novio, pero la tercera es la vencida y míranos ahora.
—No hablo de esa vez —susurró y yo lo miré sin entender, él sonrió reteniendo una risa. Besó mi mejilla y sus labios se acercaron a mis oídos para susurrarme unas palabras que me hicieron sonreír.
—¿De verdad?
Pablo asintió.
—Lo juro por el Barcelona.
Me sentí como una tonta, pero, a la vez, me enamoré más y más de él. No podía creer lo que Pablo me había dicho. En verdad él y yo sí que tuvimos grandes oportunidades.
Y tal vez la historia no empezaba desde el momento en el que empecé a escribir sobre ella.
Me lancé a comerlo de besos.
Era tan perfecto.
El sonido de un móvil nos hizo separarnos, nos asomamos y vimos nuestros móviles en el piso. El móvil de Pablo era el que sonaba.
—Es Caye.
Maldita perra.
—¿Le contestarás?
—No, tengo una cita contigo.
Sus labios capturaron los míos con una pasión desbordante, sus manos se deslizaron suavemente por mis caderas. En un movimiento firme, me empujó, acercándome hacia él. Me dejé llevar por el deseo mientras Pablo se acercaba más. Con suavidad, me rozó con ternura, despertando sensaciones que solo él me hacía sentir.
El ardocito y el calor aparecieron, buscaba ser atendida y Pablo tenía esa cara de querer follarme duro hasta el alma.
Uní mis labios con él y bufé al escuchar como su movió seguía sonando.
—Es tu amiguita esa —dije de mala gana al ver la pantalla de su móvil.
Me aparté de él y volví al otro lado de la bañera.
—Ignorala.
—¿Por qué no le contestas? Así nos deja en paz, si no seguirá insistiendo.
Me moría de gana de saber lo que decía.
Pablo agarró su móvil, leyó los mensajes y yo sin preguntarle, me dijo:
—Pregunta si voy a ir a la disco.
—¿Y vas a ir?
—No, tenía pensado ir la verdad, prefiero quedarme a dormir contigo, pero si tú quieres ir te acompaño.
—No, no quiero ir. Ya es tarde y mañana hay carrera, me debo levantar temprano —dije y agregue—. Pero si tienes ganas, puedes ir.
Pablo negó —No, me apetece dormir contigo y ver la carrera para verte gritar a la tele.
Vi como Pablo, sin responderle salió de su chat y apago el móvil. Lo dejo en el piso y regreso a mirarme. Me dio una mirada angelical y haciendo un mohín me susurró.
—¿Me vuelves a hacer masajes?
No recibió respuesta de mi parte, sin decir una palabra, me acomodé en su regazo y empecé a masajear sus hombros. Nuestros ojos se encontraron y, con un movimiento decidido, él me ayudó a guiarme hacia él. Mi pecho se apoyaba en el suyo mientras, lentamente, me acercaba más.
Nuestros suspiros y respiraciones se mezclaban en un ritmo armonioso. Los besos se volvían más apasionados mientras nos movíamos en sincronía.
La intensidad creció, nos conocíamos tan bien que sabíamos lo que nos gustaba y como satisfacer al otro.
No tarde en llegar al orgasmo al igual que Pablo, quien salió de mi interior para correrse.
Pablo escondió su rostro en mi cuello, repartió besos hasta llegar a mi oído y en un susurró ronco me dijo:
—Cásate conmigo, Val.
La piel se me hizo chinita.
—Hablas por pura calentura.
—Cásate conmigo, Val —Susurró dejando besos en mi cuello—. Lo digo en serio, quiero que seas mi esposa.
—Estás loco.
—Cásate conmigo, estamos en las vegas, podemos casarnos en una hora. Anda, casémonos.
—Pablo...
—Sé mi esposa, Val...
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1 de agosto del 2022
Nuestro último día en tierras norteamericanas.
Nuestro vuelo salía en aproximadamente 5 horas. Todos estábamos desayunando en el restaurante del hotel y cuando digo a todos me refería a todos los del Barça, familiares y amigos. Celebramos las victorias de los partidos de pretemporada.
Por debajo de la mesa, Pablo buscaba mi mano y al encontrarla la acarició. Su dedo jugó con mi piel y tocó el anillo que yacía en mi dedo índice. Por inercia miré a Pablo, él me miró y ambos nos dimos una sonrisa cómplice.
Habíamos cometido una locura.
Y solo lo sabíamos nosotros dos.
Al terminar de comer, cada uno regresó a su habitación. Aún me faltaba terminar de empacar mi maleta y es que había comprado muchos libros y no entraban.
—Te dije que te compraras otra más grande —me regañó Pablo, intentando cerrar la maleta conmigo sentada encima.
—Pensé que si alcanzarían.
—Amor, te llevas todos los libros del país.
—No exageres, Pablo.
—No exagero —Se dio por vencido—. Iré a ver si Aurora tiene otra valija. Me esperas y te ayudo ¿vale?
—Aquí te espero.
Me bajé de la maleta y fui por mi ordenador. Entre a Wattpad, contesté algunos mensajes y publiqué un capítulo. Después de mucho tiempo conseguí poder editar un capítulo y sentirme segura de poder actualizar.
Las vacaciones me habían hecho bien.
Cerré el ordenador justo cuando Carla entraba a la habitación.
—Tía, no me entró todo lo que compré —bufó—, pero Pedri me hizo espacio en su valija y ya no tengo lío alguno ¿tú lograste meter los libros?
Negué moviendo mi cabeza.
—Pablo se ha ido a ver si Aurora tiene otra valija.
—Uh de seguro si tiene. Manifestamos —Fingió encender una vela. Le seguí el juego —. Oye, Val, este viaje ha sido asombroso y estaba pensando en hacer otro, antes de que nos vayamos a Madrid. Podría ser algo en España, puede ser Ibiza, Mallorca, algo por el estilo. Sería a fines de verano, como una despedida ¿Qué opinas?
Me sentía tan mal cuando mencionaba Madrid.
Era una pésima amiga.
—Pues... me gustaría...
—Sí, sería cerrar el verano con broche de oro. Podemos invitar a Aurora y Sira, pero, eso sí, solo viaje de chicas porque yo estoy más soltera que una monja y no seré el mal tercio —sentenció.
Se me hacía buena idea eso de un viaje únicamente de chicas. Estos días, la hemos pasado muy bien entre todas, ir de compras, caminar, karaokes, comer en cafeterías, sesiones de fotos, hasta fuimos a un concierto de una banda local, donde fuimos parte de una declaración de amor.
—Me gusta, debemos hablarlo con las chicas.
—Sí, llegamos a España y quedamos entre las cuatro.
—Cinco, podemos invitar también a Mikky, se ve maja.
—Obvio.
—Entonces lo planeamos.
—Va. Esto será muy emocionante y en septiembre empieza nuestra aventura en la uni. Fiestas, chicos y sé que estás con Gavi y eso, de igual formas abran chicos, fiestas, risas y locuras. Y lo mejor, lo haremos las dos juntas y en unos años, les contaremos las aventuras a nuestros niños, de cómo sus mamás terminaban borrachas en fiestas y los momentos vergonzosos. Confieso que tenía, tengo miedo de esta nueva etapa, pero estaremos juntas y nos cuidaremos las espaldas. Por cierto, aún nos falta decidir si tendremos un piso o estaremos en la residencia.
Carla hablaba tan rápido que el sentimiento de culpa se multiplicó por un millón.
—Carla debo...
—Lo sé, aún te falta hablar con Gavi sobre que te iras a estudiar a Madrid y no te quedaras en Barcelona.
Era verdad. Pero a la vez mentira. Me iría de Barcelona, Pablo no lo sabía. Como Carla tampoco sabía que me quedaría un año.
—¿Qué?
Dejé de respirar al escuchar a Pablo. Mis ojos viajaron de una manera lenta hacia la puerta, Pablo estaba ahí, con una valija en mano y con una mirada confundida que buscaba una respuesta de mi parte.
—Ups —Carla me dio una mirada de disculpas.
Y yo intuía que mi mentira ya no tenía patas para escapar.
—¿Te irás a Madrid? —preguntó mirándome con fijeza, él sabía que si yo le esquivaba la mirada era porque le estaba mintiendo u ocultando cosas.
—Pablo yo...
Deje de mirarle a los ojos.
—Pero tú dijiste que te quedarías. Un año, que te tomarías un año sabático y luego estudiarías en Barcelona. Lo dijiste.
—¿Qué? —Carla me miró confundida al escuchar a Pablo.
—Carla yo...
—¿Es verdad lo que dice...? —murmuró la rubia.
—Yo...
—Val, díselo. Que te quedaras en Barcelona, tú me lo dijiste.
—No. Ella se irá a Madrid conmigo ¿verdad, Val?
Mis ojos viajaron de Pablo a Carla. Así sucesivamente. Balbuceaba palabras sin sentido y en ese momento deseé partirme en dos para complacer a mi novio y a mi mejor amiga.
—Yo... —Miré a Carla y con un nudo en la garganta, hablé —. Me tomaré un año y me quedaré en Barcelona por ese tiempo —No me quedé a mirar su expresión, volteé a ver Pablo—. Luego de ello, me iré a estudiar a Madrid...
No me atreví a mirarlo a ninguno de los dos. Sabía que se enojarían conmigo, les mentí muy descaradamente.
—En verdad lo siento... yo no quería...
—¿Qué no querías mentirme? Estuve como una estúpida haciendo planes, organizando todo y tú... —dijo áspera y ceñuda, dobló sobre sus pies y a pasos fuertes empezó a salir de la habitación.
Los ojos se me nublaron y empecé a seguirla.
—Carla no te va... —De un portazo cerró la puerta a escasos centímetros de mis narices.
Carla...
Volteé y me encontré con la mirada de Pablo, tenía una expresión de cabreo mezclada con tristeza y decepción.
—Pablo, yo... te juro que te lo iba a decir. En verdad yo...
—¿Tú que Valeria? ¿No encontraste la oportunidad de decírmelo? Nos hemos pasado noches enteras hablando sobre cualquier cosa, me lo hubieses dicho y así no estaba como un idiota pensado que te quedarías conmigo, que viviríamos juntos, que iríamos de viaje. Joder, estuvimos haciendo planes, Valeria.
—Planes de un año Pablo...
—¿Un año? Yo me hacía una vida contigo, pero veo que tú no me tenías en tus planes —Sus palabras fueron una grieta en mi corazón, la manera tan hostil y a la vez quebrada me dejaron sin palabras.
Pablo me dio una última mirada y vi que ese brillo estaba apagado, dio media vuelta y sin mirarme empezó a caminar hacia la puerta.
—Pablo no te vayas, Pablo —Corrí hacia la puerta y me puse entre ella y Pablo. Le impedí el paso.
—Déjame salir, Valeria –ordenó frío.
—No.
—Valeria, déjame salir.
—Tendrás que apartarme.
Pablo me jalo del brazo, pero no fue lo suficiente fuerte para apartarme, es más, lo había hecho con tanta suavidad como si no quisiera lastimarme.
—Joder, Valeria, sabes que muy bien que no te voy a empujar. Así que sal de la puta puerta.
—No. No lo haré, no dejaré que te vayas, no hasta que hablemos...
—¿Ahora si quieres hablar?
—Pablo, por favor. Recuerda lo que prometimos —Le enseñé mi mano, donde un anillo adornaba mi dedo índice—. En las buenas y en las malas.
Por favor. Por favor.
—¿Qué quieres que te diga? ¿Suerte en Madrid?
—¿Por qué no me puedes apoyar?
—¿Por qué no me dijiste la verdad?
—Aún nos queda más de un año.
—Y después que, ¿te irás? Estoy seguro de que ni siquiera me lo ibas a decir, si yo no escuchaba esa conversación, no me lo ibas a decir y yo me enteraría un año después cuando te vayas sin decir adiós, eso es lo que ibas a hacer ¿verdad?
—No...
—Lo es. Te irás...
—Solo son 4 años a más tardar 5...
—¿Y qué? Nos veremos algunos findes, en pascua y quizá en las vacaciones.
—Sí... lo haremos funcionar. Lo prometo —Trate de buscar sus manos, él retrocedió—Pablo...
—¿Qué quieres una relación a distancia?
—Sí...
—No funcionará...
—No lo sabes.
—¡Lo sé! Te conozco, yo me conozco. Eres celosa, yo soy un puto celoso. Y si ya de por sí estando en la misma ciudad nos complicamos la vida para por fin estar juntos, será mucho peor estar en diferentes ciudades. Te hartarás de mis celos, vivirás más aventuras, conocerás a personas nuevas y estarás a miles de kilómetros de mí.
—No lo haré, Pablo. No lo haré.
Caminé hacia él y esa vez fui rápida. Le agarré de las mejillas y le obligué a mirarme —Tú y yo nos pertenecemos, podremos con ello.
—Joder, Val. Te irás, me dejarás.
—Lo nuestro funcionará. Si nos queremos, haremos que funcione.
—¿Querernos? —preguntó, retrocediendo 3 pasos —Ni siquiera eres capaz de decirme que me quieres.
Auch.
Me quedé callada.
—Lo ves, no puedes decirme que me quieres y yo sí lo hago, Val. Te quiero, te quiero, te quiero.
Y si tanto me quería, porque no me apoyaba.
—No puedes decir que me quieres...
Por qué tú causaste el temor de decírtelo y luego destruir mi mundo.
Me quedé callada.
—¿Me quieres?
Silencio.
—Una vez me dijiste que los silencios también eran respuestas —Hizo una pausa—Me acabas de dar tu respuesta
—Pablo no...
Vi las intenciones que tuvo de irse, corrí hacia la puerta y en ese momento al ver sus ojos, supe que tenía dos opciones.
La primera es seguir con mi plan. Irme de Barcelona y dejar atrás todos los daños y sanar las heridas.
O la segunda. Olvidarme del plan, quedarme con Pablo, hacerle saber que le quería e intentar sanar quedándome en esta ciudad que era una espina en mi corazón.
Si elegía la primera opción, perdería a Pablo. Y me olvidaría de los fantasmas que tanto daño me hicieron.
Si elegía la segunda opción. Me quedaría con Pablo, le haría saber que le quería, pero, los fantasmas seguirán.
Tenía una respuesta.
No quería perder a Pablo. A él no.
Y tal vez ese fue mi primer error. Poner primero a Pablo, antes que a mí.
—Me quedaré. Me quedaré. A la mierda Madrid, me quedaré contigo. Me matricularé en una universidad en Barcelona y me quedaré contigo. Lo juro —Ahuequé su rostro con mis dos manos, le miré fijo a los ojos y con una espina encrucijada en mi alma y corazón—Me quedo contigo, Pablo.
El roce de sus labios transmitió alivio.
«Estamos bien»
«Estamos bien»
«Estamos bien»
Pablo retrocedió y me llevó consigo, sus manos también ahuecaron mis mejillas y su boca no se despegaba de la mía. Un beso desesperado, como si tuviera miedo a perderme.
—Me quedaré contigo. Me quedaré en Barcelona —susurré entre el beso.
Estaba tan perdida en ello. En no arruinar lo mío con Pablo, que no me di cuenta de que abrieron la puerta. No me di cuenta, hasta que ella habló.
—¡Ustedes dos son unos hijos de puta!
Pablo y yo nos separamos al escuchar el grito de Carla, su rostro estaba rojo y sus ojos cristalizados.
—Carla...
Ella me detuvo.
—No, Valeria. Me mentiste ¿y sabes?—Sonrió sarcástica, su rostro estaba rojo—, me fui tan dramáticamente tirando un portazo, porque pensé que me perseguirías y que por una vez pensarás en mí. Pero, no. Eres egoísta y estás con alguien que es el doble de egoísta que tú ¿En serio vas a cambiar tus planes por un chico? No me lo dijiste directamente, pero, sabía que querías irte para sanar. Y lo cambias todo por él ¿De verdad? Comprendo que le quieras muchísimo y que sean el "uno para el otro" pero solo quiero que recuerdes que los chicos vienen y van, y que las amigas verdaderas y tu misma son para toda la vida. Solo recuerda que él te dejó tirada cuando más apoyo necesitabas y yo fui la única que se quedó a tu lado.
Holiiii!!! ¿Cómo están?
¿Qué opinan de la situación?
Yo pienso que los tres están mal, Valeria no debió de mentir y los otros dos deberían apoyarla.
Leo sus comentarios respecto al capítulo❤️❤️❤️
Este capítulo es el domingo, o sea mañana no hay capítulo :)
No se olviden de votar y comentar, eso me anima a seguir escribiendo ❤️🩹
Recomienden la historia a sus amigxs o en redes para que crezca y llegue a más personas.
Nos leemos la próxima semana <333
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