44: Un poco de la verdad
Por favor no se olviden de votar y comentar ❤️
Para: Val
De: Pablo. Tú Pablo
Hola follaamiga. Entiendo que no pudiste venir, para la próxima será. La invitación, siempre seguirá en pie para ti.
Tengo tu anterior carta en mis manos y vale. No preguntaré nada referente a eso, pero..., eso quiere decir que ¿no soy el cuerno? No respondas, ya sé que no lo soy. Imagínate la sonrisa que tengo en mi cara :)
Y la sonrisa se me agranda más al saber que logre convertirte en una culé de corazón 💙❤
Me dijiste tus canciones favoritas de Harry's house, yo te digo la mía. Es sattellitte. La escuche completa, es muy pegajosa, luego busque la letra por Internet. Me encanta la parte que dice
"I go round and round
Satellite
Spinning out, waiting for ya
To pull me in
I can see you're lonely down there
Don't you know that I am right here?"
Es muy profunda.
Te escribe Pablo. Tu Pablo
Pd: me fijé en la letra de Internet, sabes que soy muy malo en inglés. Debes de enseñarme ^-^
Pd2: probablemente mañana no recibas una carta, ya sabrás que tengo partido y debo de ir a Australia.
Pd3: Te traigo un libro
Pd⁴: te mando un beso
Pd⁵: te quiero
💌💌💌
Para: Pablo
De: Val<3
Hola follaamigo. Tendré en cuenta tu invitación, le haré un hueco en mi agenda :) está repleta. Vale, miento. Quizá uno de estos días me pase a saludar a tus padres y también a verte.
Me imagino tu sonrisa. Me gusta tu sonrisa.
Satelitte, buena canción. Ya denle un Grammy a Harry.
Escucha "late night talking" la parte en la que dice We've been doing all this late night talking
About anything you want until the morning
Now you're in my life
I can't get you off my mind
Can't get you off my mind
Can't get you off my mind (can't get you off my mind)
I won't even try (try, I won't even try)
To get you off my mind (get you off my mind)
Te lo traduzco: Hemos estado teniendo todas estas conversaciones de madrugada
Sobre cualquier cosa que quieras, hasta la mañana
Ahora estás en mi vida
No puedo sacarte de mi mente
No puedo sacarte de mi mente
No puedo sacarte de mi mente (no puedo sacarte de mi mente)
No voy a intentar (intentar, ni voy a intentar)
Sacarte de mi mente (sacarte de mi mente)
Te escribe Valeria
Pd: Deberías inscribirte en clases de inglés. Sabes que lo vas a necesitar en un futuro no tan lejano.
Pd2: extrañaré leerte mañana
Pd3: no gastes tu dinero en mí.
Pd4: te mando un beso (obviamente en la mejilla)
Pd⁵: <3
💌💌💌
26 de mayo, 2022
Ya faltaba un mes para que las clases terminaran y llegará la graduación. Muchos de mis compañeros se preparaban para la evaluación del acceso a la universidad, uno de ellos eran Carla y Brun, estudiaban como locos, yo también estudiaba, pero, me terminaba perdiendo. Me era imposible concentrarme. Aunque debía que. Estudiaba por las noches, tuve que dejar atrás los libros de romance, para leer y comprender un libro de matemáticas.
Me había convencido de no dar el examen y que lo daría el próximo año. Pero, decidí que lo daría.
Decidí darlo, luego de pasar por meses convenciéndome de hacer lo opuesto.
Hasta hace un día no tenía idea de que estudiar, aún no lo tenía claro. Pero... Lo que se me da bien es leer y sé que parecerá una carrera que eligen porque no saben qué hacer con su vida. No sé qué hacer con mi vida, era verdad. Pero creo que este no era mi caso.
Estudiaré literatura.
Me gusta leer, amo mucho leer, es mi hobbie, mi escape y sé que me carcomí mucho la cabeza pensando en que estudiar, cuando todas las noches tenía la respuesta en mis manos. Literalmente.
Supongo que solo tenía miedo. Y es que siempre tenía miedo. En todos los aspectos de mi vida.
Carla me ayudó con las solicitudes de universidades.
Ya tenía el camino algo claro, pero, quería seguir con lo que Valeria de hace unos meses tenía planeado.
Tomarme un año sabático.
No iría a Grecia, ni viajaría a toda Europa como lo tenía planeado con mi madre. Tampoco me iría a viajar por el mundo como me lo prometió papá por esa llamada telefónica. No me iría a ninguna parte o quizá sí, quizá algo aparecería en mi vida. No estaba segura, cualquier cosa sin avisar se podría convertir en un tal vez...
Me tomaría ese año.
Por mi mente pasaba el irse de Barcelona y dejar todo atrás, pero no podía. Había algo, alguien que me ataba.
Era el 30 del Barça.
Pablo.
No me iría por él. No podía irme.
—Hey, hey ¿En qué tanto piensas? —Carla a mi lado me sacó de mis pensamientos.
—En la evaluación —mentí.
—Nos irá bien. Ya verás que en unos meses compartiremos piso y estaremos en fiestas universitarias ¿Le dirás a Gavi que nos iremos a Madrid? ¿Verdad?
Me había metido en una encrucijada.
No le había dicho a Carla que me tomaría un año, tampoco le había dicho a Pablo que no solicité a ninguna universidad en Barcelona.
—Se lo diré —Volví a mentir, miré las puntas de mis zapatillas.
—Lo más antes mejor —Carla se puso al frente y me dio una mirada de madre—. Y ni se te ocurra no decirle nada y luego desaparecer sin decirle un "adiós" "vuelvo en verano" "te iré a ver al Bernabéu" "no te olvides de mí" "te amo, MUAC" —Tiró un beso al aire.
—Se lo diré.
«No se lo diré»
—Y Val debemos de buscar pisos, ¿Quieres vivir en la residencia? O ¿en un piso cerca al campus?
—Pueees...
El timbre me salvó.
—Me lo dices luego —Carla camino de reversa—. Mamá dijo que podíamos ir a Madrid a ver pisos, podría ser un finde.
Se le notaba la sonrisa emocionada. Y yo fingía una. La vi alejarse y me sentí demasiado mal, debía de decirle la verdad.
Rápido cambié mi cara al verla acercarse, alzaba sus manos, enseñándome lo que traía. Ni siquiera me había dado cuenta hace unos segundos.
—Ya me olvidaba, pero te dejaron esto —Me dio el vaso de café y un libro—, espera hay más—De su bolso sacó una carta—. De tu Romeo, Julieta.
Pablo.
Carla se alejó.
Con una mano sujeté la carta y el libro, con la otra el café. Di un sorbo y note lo que tenía escrito:
Bonito día :3
Tenía un momento libre por lo que aproveche en ir a la azotea y leer lo que había escrito.
Para: Valeria
De: Pablo. Tu Pablo.
Hola follamiga :)
Extrañé escribirte ayer, pero aquí me tienes. Quisiera invitarte a hacer algo, ya que tengo libre, pero sé que estás trabajando y estudiando. Lo entiendo, de igual manera si quieres hacer algo, te digo que estoy libre todo el día de hoy y también mañana, estaré algo libre.
Sé que dijiste que no te comprará libros, pero sé que los amas y me encanta verte feliz. Es un strangers to lovers con pizcas de enemies to lovers y algo de +18. Disfrútalo, bebé ;)
Sé que amas ver mis partidos y supongo que sabes que ganamos. Ya es el último de la temporada, quizá vaya unos días a Sevilla y luego regrese. Te traeré un libro :)
Y antes que lo olvide. Cinema me recuerda a... Escuchala (aunque seguro ya la escuchaste) vuélvela a escuchar.
Te escribe Pablo. Tú Pablo.
Sonreí como siempre lo hacía ante todas las cartas, saque uno de mis cuadernos, un bolígrafo y empecé a escribir.
Para: Pablo
De: Val
Hola follaamigo.
Yo también, extrañé leerte y escribirte. Me gustaría hacer algo también, pero estoy super ajustada con el tiempo. Yo estaré libre luego de terminar la escuela y bueno después...
Me gustaría contártelo en persona. Algunos de estos días.
Si vas a Sevilla me traes algún dulce :)
Porfisss. Y saludas a tu familia de mi parte.
Extrañaré tus cartas, pero sé que necesitas unas vacaciones y salir de Barcelona. Solo cuídate y no hagas una tontería. Y no te olvides de mi
Felicidades por la victoria, sabía que lo remontaban.
Estoy escuchando cinema y sabes que no está hablando de cine ¿verdad? JAJAJAJJAJAJA
De todos modos igual me recuerda a lo nuestro, en cierta parte.
Esa canción me moja las bragas al recordar... Sabes a lo que me refiero.
Gracias por el café y el libro, me lo leeré en la noche.
Te escribe Val.
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Acabé mi turno de trabajo en la cafetería. Raúl se ofreció a llevarme a casa, pero decliné la idea. No quería darle señales de que me gustaba, ni ilusionarlo. Era tan atento y coqueto, me hacía sonreír y reír, pero esos ojos verdes no eran esos ojos marrones.
No buscaba nada amoroso y si lo buscaba, lo volvería a intentar con Pablo.
Leí algunos mensajes mientras escuchaba música y caminaba por las calles de Barcelona. Tenía tantos mensajes, los únicos que contesté fueron los de Bruno, Carla y en Instagram tenía de cierto futbolista que me escribía de vez en cuando. No sé qué buscaba de mí, en verdad. Carla lo stalkeo y vio que tenía novia.
Y si era joão.
Él me escribía y algunas veces Carla era la que le contestaba haciéndose pasar por mí. Descubrimos que cierto encuentro que tuvimos en el camp nou, fue porque quiso cabrear a Gavi. Lo logró.
Me reí con ese mensaje.
Mis dos manos estaban ocupadas, llevaba el celular y en la otra el café o lo poco que quedaba en el vaso.
Estaba paseando y haciendo tiempo por las calles, no quería encontrarme con Benjamín en la casa y de paso aprovechaba ese tiempo para encontrar algo que darle a Pablo. Él era tan detallista conmigo y yo quería sacarle una sonrisa más grande.
El problema era que Pablo ya tenía todo. Literalmente podía tener todo lo que quisiera.
Debía de darle un gesto bonito. Algo que nadie le haya dado.
Encontré la respuesta al ver una floristería al otro lado de la calle.
Los chicos siempre les regalaban flores a sus novias, ¿por qué yo no podía regalarle flores a mi novio?
Vale, no era mi novio.
Tampoco había nada que me impidiera regalarle flores.
Era un lindo gesto.
Entre a la florería. Seguía escuchando música, empezó a sonar una canción de ABBA y me quité los AirPods. Los guardé en mi mochila.
Estuve rodeada de flores, de todos los colores y tamaños, acaricié unas y entré tantas flores elegí unas amarillas.
—Me puede dar de estas, por favor.
Esperé a que me hicieran el pequeño ramo. Y al estar listas la encargada me dijo:
—¿Quieres escribir una nota?
—Claro.
"Los girasoles siempre siguen al sol.
Y Pablo, tú eres el sol de muchas personas, incluyéndome"
💌💌💌
29 de mayo, 2022
Lunes. Odio los lunes.
Bebí mi último sorbo de café y abrí mi casillero. Me encontré con un nuevo libro y una carta.
Carla lo había dejado y era obvio que Pablo se los había dado.
Con la sonrisa tonta en mi rostro, acaricié el lomo del libro. Lo iba a agarrar para darle una ojeada. Me detuve al ver de reojo a la directora. Cerré mi casillero y ya me iba a ir corriendo. La directora fue más rápida.
—Buenos días, Valeria.
Me planteé la idea de hacerme la sorda y huir.
No lo hice.
—Buenos días, directora Gómez.
—Quería avisarte que ya cancelaron todo el año escolar, ya no tienes que huir.
¿Se notaba que huía?
—Aaa supongo que Benjamín ya arregló los problemas con el banco.
—No lo sé, tu novio fue el que pagó las mensualidades.
—¿Mi novio?
—Sí, el futbolista, Gavi —dijo y viendo su reloj, habló—. Si me disculpas debo de resolver otros asuntos.
Se fue.
Pablo había pagado mis mensualidades ¿Y cómo se había enterado?
Tenía la respuesta.
Carla. Ella era la única persona a la que se lo había contado. Aunque no quise, aunque quise mantenerme todo para mí, ya no podía con ello y le conté sobre el robo de Benjamín.
A pasos apresurados empecé a buscarla. No tardé mucho en encontrarla. Estaba sacando los libros de su casillero.
—Carla.
La rubia volteó a verme. Llevaba una sonrisa de oreja a oreja, noté que llevaba una flor entre su oreja y pelo.
—Te debo de contar algo, te vas a morir...
—¿Le has dicho a Gavi que me pagué el insti?
Su sonrisa se desvaneció al escuchar la molestia en mi voz.
—Sí... yo...
Ella se lo había dicho.
—Joder, Carla ¿Pero por qué mierda lo has hecho?
—Solo quería...
—Ay Valeria, no te hagas la pobrecita —Ester se metió—. Es obvio que te quieres aprovechar del dinero de Gavi.
Odie a Ester en ese momento. No me importaba que ella pensara eso, pero lo dijo de una forma tan alta, que todos en el pasillo lo escucharon y pusieron sus ojos en mí.
—Jódete —Di un paso hacia ella, amenazante. No tenía intenciones de golpearla, solo asustarla.
Ella escandalizó todo.
Retrocedió y se puso detrás de Carla.
—Ni se te ocurra volverme a golpear.
Ganas no me faltaban.
—¿No podías mantener la boca cerrada una vez? —Le di una última mirada a Carla—Jódanse, las dos.
Giré sobre mis talones y a pasos rápidos me alejé. Escuche como Carla me llamó y luego el "sigue aprovechándose del dinero de Gavi" por parte de Ester.
Aún faltaban clases a las cuales asistir. Falte a esas clases, me fui con toda la rabia del mundo.
Mi destino era ir a La Masia.
Pablo me escucharía.
Tal vez tuve que calmarme antes de ir.
Entre por la puerta principal, diciéndole al guardia que le daría una rápida visita a Pablo. Él me dejó pasar, aclarándome que estaba prohibido ir a los dormitorios de los muchachos.
No fue muy difícil encontrar a Pablo, donde había gritos y tíos jugando con un balón al fútbol, era donde Pablo estaba.
Me acerqué. Lo busqué con la mirada y antes de encontrarlo, un golpe en la cabeza hizo que la rabia me aumentará al mil por ciento.
Fruncí el ceño y juro que en ese instante quise matar a alguien.
Mis ojos notaron como Pablo corría hacia mí, al llegar se disculpó con una sonrisa que se aguantaba la risa.
—Perdona, perdona.
—¡¿Pero a ti que coño te pasa?!—Le tire el balón, ni siquiera lo golpeó.
—Lo siento —Una sonrisa se fue asomando en sus labios, se estaba burlando de mí—. Lo siento, Val —Se le escapó una risita.
—Eres un imbécil.
—Lo siento, anda, perdóname —Sus manos me agarraron de los hombros y empezó a inspeccionar mi cabeza. Solo me bastó darle una ojeada para notar que se estaba aguantando las ganas de reírse. Se le escapó la risa.
—¡Deja de reírte!
—Perdona, perdona —No aguanto la risa—. Es que no puedo ponerme serio, eres un imán de las pelotas.
—Y tú deberías tener más cuidado —Miré a mi alrededor, había caras conocidas—¡Y se los digo a ustedes también! ¡Brutos!
Pablo me agarró de la mano y me guió hasta estar alejados de los muchachos. Al detenernos, me deshice de su agarré.
Me crucé de brazos.
—¿No deberías estar en clases? —preguntó—, ¿Has venido a verme? ¿A follar?
—No, he venido a decirte una cosa —Le apunté con mi dedo—¡Deja de meterte en mi vida! No tienes ningún derecho a pagarme el instituto.
Lo divertido en su rostro desapareció.
—Solo quería ayudarte.
—No necesito tu ayuda. Yo podía sola.
—Quería ayudarte, Val. Necesitas tiempo para estudiar y no estar trabajando todo el día...
—¿En verdad lo hiciste por eso? ¿O por qué querías que dejara de trabajar para pasar tiempo contigo?
Se quedó en silencio.
—Sabía la respuesta, lo has hecho por ti, no por mí.
—No es verdad.
—¡Lo es! Y lo peor es que me dejas como si fuera una mantenida que me aprovecho de ti —señalé—. Quería hacer algo por mi propia cuenta y no necesito que me andas pagando las cosas —Le di una última mirada y antes de voltearme e irme le dije—No te metas en mi vida.
—¡Te estás comportando como una inmadura orgullosa! —gritó para que lo escuchara.
—¡Jódete!
—¡Jódete tú!
Volteé a verlo, me tomó por sorpresa que me gritara. Nunca lo había hecho.
—¡Vete a la mierda!
—¡Enséñame el camino!
—¡Te odio!
—¡Y yo a ti!
Ambos nos quedamos en silencio. Nos miramos a los ojos y estos se decían "¿Qué nos estamos gritando?"
Pablo fue el que se acercó y sin pedirme permiso, enredó sus manos con las mías.
—No te odio. Es todo lo contrario —El marrón de sus ojos me dejó hipnotizada—. Te quiero —Sus labios rozaron los míos y antes de que los sellara por completo, lo empujé.
—¡Deja de meterte en mi vida!
Esas palabras que uno dice al borde del cabreó y que al minuto de calma, uno ya se encontraba arrepintiéndose. Me ha pasado y mucho. Y esa era una de esas veces. Me arrepentí de lo que le dije. Pero ya era demasiado tarde o bueno, no.
Miraba el techo de mi habitación arrepintiéndome de todo lo que había hecho.
Era cierto eso de que cuando las cosas mejoraban, algo siempre lo arruinaba. Y ese problema era yo. Yo era la culpable.
Hubo un momento en que me quise convencer de que no era la culpable, de que Carla lo arruino por chismosa y Pablo por meterse en mi vida. No era así.
Llamé a Bruno para estudiar, pero él me dijo que estaba trabajando y también me hizo saber que había hecho llorar a Carla en el instituto. Bruno fue el que me regañó.
Yo era la culpable.
Llamé a Carla para disculparme, sé que era una lengua floja. Pero estoy segura de que lo hizo para ayudarme y en mi momento histérico, no me di cuenta.
La llamé. No contestó. Me mandó al buzón de voz.
Quise seguir insistiendo, me detuve al escuchar unos sonidos. Me puse de pie y quitando el pestillo de la puerta de mi habitación, salí al pasillo y seguí los sonidos, provenían de la habitación de mamá.
Curiosa fui y entré.
La curiosidad mató al gato.
—¿Qué haces? —pregunté al ver a Benjamín sacando ropa del armario de mamá.
—Sacar lo que ya no necesitamos.
—Pero es la ropa de mamá, no tienes derecho.
Me metí a la habitación y agarré la ropa que estaba tirada sobre el colchón. Apresurada empecé a meterla devuelta al armario.
—Deja de hacer eso —ordenó y al ver que yo no paraba, me empujó.
Fue tan fuerte que mi abdomen quemo de dolor y las suelas de mis zapatos rechinaron contra el piso al retroceder involuntario.
—¡Por una puta vez puedes hacer caso!
—Son las cosas de mi mamá —Me mantuve firme—. No las puedes tirar.
Me miró a los ojos, ya conocía el vacío oscuro en su mirada y lo irritado que estaba.
Era un ebrio.
—No las voy a tirar.
—Entonces déjalas en su lugar —señalé.
—¡Cállate! —Retrocedí un paso. Mi corazón latía demasiado fuerte a causa del miedo—. Necesitamos el dinero, conseguiste dinero vendiendo tus cosas, esto nos ayudará.
Vendería las cosas de mamá.
—No... No ... No puedes venderlo —La voz se me quebró.
—Ella no lo utilizará.
—¡No!
Me puse entre las prendas y estiré mis brazos haciendo una muralla. Creía que podía.
—¡Vete!
—No venderás sus cosas.
—¡Vete!
—¡No me iré! ¡No te llevarás nada! —Lo desafié—. Sobre mi cadáver.
Sus gruesas manos me tiraron como un costal de papas, caí sobre el duro piso. Caí sentada, ahogando un grito de dolor. Benjamín, ni siquiera volteó a verme, solo agarró unas cuantas prendas y se largó.
El sonido de la puerta siendo retumbada me hizo levantarme. Las lágrimas en mis ojos me hicieron saber que seguía viva, aunque no sintiera mi cuerpo.
Arrastrando mis pies llegué a mi habitación.
Era una cobarde. Tenía miedo, no podía afrontarlo y ni siquiera podía pedir ayuda. Mi alma estaba gritando.
Y no tenía a nadie.
Ese mismo día los había alejado de mí.
Haciéndome ovillo en mi cama, la respiración empezó a fallarme, la sensación de ahogo apareció. Ya la estaba aprendiendo a conocer, esa sensación de morir se había vuelto algo cotidiano en mi vida. Me hice ovillo, abracé una almohada y solo cerré los ojos, conteniendo las lágrimas.
No podía con mi vida. No era buena amiga, no podía ser alguien estable para Pablo, no podía enfrentar a Benjamín y no podía gritar por ayuda.
A veces deseaba irme con mamá y ya. Pero le haría daño a mi mejor amiga y también a Pablo ¿le dolería si ya nunca más me viera?
Una lágrima se deslizó por mi mejilla, abrí los ojos y toda mi habitación estaba a oscuras. Ya era de noche.
Me quedé mirando un punto brilloso en la ventana. Los minutos pasaron, el brillo desapareció. Estiré mi brazo hacia la lámpara y encendí la luz. Di vueltas en mi cama, hasta que ya no pude y fui en busca de algún porro en mi mochila. No había ninguno.
Necesitaba esa distracción. Necesitaba olvidarme de todo.
Me puse una sudadera encima, calce unas deportivas y salí de mi habitación.
Iría por algo de marihuana. Tal vez me hiciera olvidar.
No sabía con exactitud dónde conseguirla ¿un barrio de mala muerte? Ni siquiera sabía dónde quedaban.
Iría por Bruno, él tendría un porro.
Caminé por las calles de Barcelona y como si la vida me quisiera decir algo, me tope con una publicidad del Barça. Y sí, salía él con esa sonrisa.
Me quedé mirando hasta que los sonidos de la ciudad me sacaron del trance. Empecé a caminar hacia la estación del tren. Tomé el metro y me bajé en la estación más cercana a La Masia.
Ya era demasiado tarde, no me dejarían entrar. Pero no había nada me impidiera entrar por la parte trasera. Entre por el mismo lugar por donde Pablo me hacía colarme, caminé por los jardines traseros, mirando el edificio y las ventanas que daban a los dormitorios. Algunas estaban con las luces apagadas y otras encendidas.
Recordaba cuál era la ventana de la habitación de Pablo.
Me guié por el árbol. Por allí subiría. Me costó escalarlo y al estar sentada en una de las ramas, me moví con cuidado en dirección a la ventana. Gracias a dios estaba abierta. Aun así, no tenía toda la suerte del mundo, el árbol no estaba lo suficiente cerca para pasarme y ya. Tenía que estirarme y poder alcanzar el borde. Un mal movimiento y me caía.
—Pablo —Lo llamé para que me escuchara—. Pablo.
No gritaba demasiado duro para que no me escucharan otras persona, pero tampoco susurraba su nombre. Lo llamaba lo suficiente bajo y alto para que escuchara él.
No se asomó.
Me arme de valentía. No me fijé en el suelo, solo miré la meta. Lo primero que estiré fue una de mis piernas, luego el brazo y ya me encontraba con la mitad del cuerpo en el árbol y la otra al borde de la ventana.
Quise continuar, pero me detuve al oír gemidos.
El corazón se me hizo añicos ¿Pablo estaba follando con alguien? Sus gemidos no cesaban.
Ya los había oído. Era él.
Se estaba follando a otra.
Y yo entre la ventana, el árbol y una caída. O me rompía el brazo o entraba por la ventana y me mataban las ilusiones.
Me iba a tirar, pero la ira me invadió.
Como me mandaba cartas diciendo que era mi Pablo y se follaba a otra. Él me escucharía.
No me rompería el brazo, era más masoquista.
Me pasé por la ventana y agarré lo primero que encontré. Lo lance, sin mirar.
Los gemidos cesaron y escuché su grito.
—¡Pero qué coño!
—¡Así te quería encontrar!
Mire hacia la cama, solo estaba él.
—¿Valeria?
Le di una rápida mirada y fruncí mi ceño al ver que no había nadie con él. Salvo su mano, colándose donde se encontraba el bulto en su entrepierna.
—Pablo —Se puso más rojo que un tomate—. Pensé que estabas con esa rubia —Dejé de ver su entrepierna y fijé mi vista en sus ojos.
—¿Qué rubia?
—La que se te pega como un chicle —Me acerqué y me senté a su lado en la cama—. Perdón por tirarte el libro, en mi defensa no iba para ti.
—¿Para quién?
—Para la rubia, creí que estabas follando con ella, pero ya veo que solo te estabas manoseado—Mordí mi labio y miré el bulto, su mano ya no estaba ahí—. Perdón por interrumpir, no era mis intenciones cortarte el rollo.
—No... no me estaba manoseando —Se defendió con las mejillas rojas.
—No lo niegues. Que tu polla te delata —Le miré a los ojos, que bellos ojos.
—Val —La vergüenza en su voz era muy notoria—¿Qué haces aquí?
—Vine a verte.
—Pensé que ya no me querías en tu vida.
Bajé la mirada, me arrimé más y apoyé mi espalda en la cabecera.
—Digo estupideces.
—Sonabas en serio.
—Solo estaba molesta, el balón que me tiraste empeoró las cosas... Y yo la remate —Le miré a los ojos—. Perdón por ser una estúpida, solo no quiero que me pagues nada, suficiente tengo con los libros que me regalas y cafés. No debías de pagarme el insti, al menos me lo hubieses consultado.
—Me hubieses dicho que no.
—Es que no tienes por qué pagarme las cosas.
—Quiero hacerlo.
—No debías. Yo estaba trabajando en ello y tenía un plan...
—¿Cuál?
No tenía un plan, bueno sí, pero Benjamín me robó el dinero.
—Primera opción, pedir un adelanto en mis trabajos, segunda opción encontrar a un mafioso, tercera opción vender mis óvulos, cuarta opción encontrar a un árabe y que me diga que mi amor vale 40 camellos.
Me lo había inventado todo.
—Gracias a dios que lo pague yo ¿Bailarle a un árabe? ¿Encontrar un mafioso? Estás loca —Sus manos ahuecaron mi vientre—¿Y vender tus óvulos? ¿Qué pasa con nuestros futuros hijos?
—Siguen en tus testículos —Me burlé para aligerar el ambiente—¿Me perdonas por ser una gilipollas?
—Eres una tonta y me mandaste a la mierda.
—Tú también.
—Te dije que me enseñaras el camino —Se rio.
Aguante una carcajada al recordar lo que nos gritamos.
—Nunca nos habíamos dicho esas cosas.
—Tú empezaste.
—Tú te lo buscaste.
—Quise ayudarte.
—No necesito ayuda... Estoy bien...
—Lo hice porque vendiste la mayoría de tus cosas, Carla me dijo que conseguiste el dinero y que te lo robaron, eso es injusto.
Carla le había dicho la verdad y a la vez mentido.
—¿Ella te ha dicho algo más?
—¿Hay algo más?
—No —Me apresuré a decir.
—Me miras a los ojos y me lo dices.
Las uñas de mis manos se clavaron en mis palmas, mordí el interior de mi mejilla y le miré a los ojos.
Rápido hablé: —No hay nada más.
—O has emprendido a mentir o me estás diciendo la verdad.
Deje de mirarlo.
—Mejor sigue con tu manoseo.
Me puse de pie, Pablo me jalo de la mano y me volvió a sentar.
—¿Estamos bien?
—Eso parece.
Me dio una sonrisa.
Abrí mi boca para añadir:
—Pablo..., aunque te mande a la mierda, siempre te seguiré.
Sonrió más.
—Es lo más romántico que me has dicho en meses.
—No es verdad.
—Lo es.
—No —Miré alrededor buscando algo con el que defenderme. Encontré los girasoles, estaban en agua sobre su escritorio—. Te mandé girasoles y un lindo mensaje. Es romántico.
—Me refiero a escucharlo de tu voz, ya no lo dices.
—Espero a la persona adecuada —Lo fastidié.
—Yo lo soy.
Lo era, pero quería fastidiarlo.
—No. Pero admito que dejaste la valla muy alta.
—Nadie me superará. Soy el mejor novio —habló orgulloso.
—No te lo voy a negar. La afortunada que se robe tu corazón tendrá suerte.
—Tú eres la suertuda...
—Calla...
—¿Estamos bien?
—¿Me perdonas?
—No hay nada que perdonar —Sentí como una de sus manos acarició mi mentón, en un pequeño movimiento me hizo mirarlo. Le vi las intenciones de querer besarme, solo se quedó mirando mis labios y luego mis ojos, sus mirada viajaba a esos puntos.
—Debí preguntártelo —aceptó—. Me hubieses dicho que no, de igual forma lo iba a ser...
—Te devolveré el dinero, lo prometo.
—No...
—Lo haré y... —Bajé la mirada a su entrepierna—. Te dejo solo para que sigas.
Iba a ponerme de pie, él me lo impidió.
—Quédate—Me congelé—. Quédate —repitió.
Ladeé mi rostro para verlo y asentí. Apoyé mi cabeza en su hombro y cerré los ojos. Me sentía segura.
—¿Seguimos siendo amigos?
—Follaamigos —aclaró.
Abrí los ojos y dejé de estar en esa cómoda posición y le vi a la cara.
—Follaamigos —asentí —. Y ya que lo mencionas... —Bajé la mirada nerviosa. Mi dedo empezó a dar pequeños golpecitos en su pecho—. Somos follaamigos, pero... mmm ¿no nos meteremos con otras personas?
—¿Hablas de no poder follar con otras tías?
—¿Quieres follar con otras tías? —Me apresuré a preguntar, le vi a la cara en busca de leer su respuesta—. Porque si es así me lo dices y no hay problema, tú follas con otras chicas y yo me busco a tíos buenorros para follar.
—¡¿Qué?! Nooo, no, no, no, no busques a otros tíos para follar, eso no, no, si quieres follar, me llamas a mí.
—¿Y tú si te puedes follar a otras? —Golpeé su pecho.
—No lo haré.
—¿Ni siquiera a esa sexy rubia?
—Se me dan más las castañas.
—Pero, eso no Pensabas cuando te follabas a... —Sus labios capturaron los míos, me calló con un beso.
—¿Aún no me perdonas por eso?
—Trato de olvidarlo —Sonreí con los labios apretados.
Mi espalda volvió a tocar la cabecera. Nos quedamos sin decir nada por un par de minutos.
—¿Seguimos siendo follaamigos?
—¿Follaamigos exclusivos?
Le tendí mi mano como si fuéramos a sellar un trato.
—Exclusivos.
Me dio un apretón y luego tiró de mí, nuestros rostros se acercaron. Vi una sonrisa divertida antes de besarme y devorarme la boca.
Me encantaba como nuestras bocas se conocían tan bien, pero eso no quitaba el hecho de seguir explorandonos.
Mi mano acariciaba su nuca y bajaba, quería quitarle la camiseta y recorrer la piel de su torso. Mi mano fue bajando por encima de la tela, bajé y en vez de detenerme en los inicios de la prenda, me detuve sobre su bulto.
La calentura apareció, siempre estaba entre los dos.
Sé que solo venía a hablar con él.
Que me diera esa mirada de "todo estará bien" él me transmitía eso, que todo estaría bien, que nada pasaría. Pero, las cosas estaban pasando, estaba ahogándome en problemas. Mi mente era una tormenta, mi mundo el océano y yo el barco que se hundía en él.
Quería desaparecer. La marihuana me hacía relajarme, olvidarme de los problemas, lo había hecho las pocas veces que la había probado. No estaba orgullosa, pero me ayudaban en cierto sentido.
Mi droga siempre había sido la música y los libros, eso me relajaba, siempre lo hacía, lo seguía haciendo. Pero, cuando llegaba al borde y la sensación de morir aparecía, la hierba me hacía flotar en ese océano.
No tenía un porro en ese momento.
Pero, Pablo me hacía olvidar de los problemas. Sus besos, sus manos colándose por mi sudadera y camiseta, acariciando mi cintura y espalda baja.
Él me haría olvidar.
Mi mano se metió por debajo de su chándal y bóxer, deslice mi mano y empecé con caricias .
—¿Quieres follar? —pregunté sobre sus labios que dejaban escapar gemidos.
Mi mano abandonó sus vaqueros y toda mi atención estuvo en su respuesta.
—Eso no se pregunta —Sus manos me agarraron de las caderas y me dejó a horcajadas sobre él , con cada pierna a un lado.
Deje de tocarlo para quitarme las deportivas mientras él me bajaba los vaqueros y las bragas en una sola acción.
Él se encargó de quitarse la camiseta, dejando al descubierto su pálido y trabajado torso. Mis manos acariciaron su pecho, subía y bajaba al ritmo de mis caricias. Pablo me dio una mirada brillosa de placer, me sonrió pícaro y empezó a quitarme la sudadera y la camiseta que llevaba abajo. Quedé en sujetador, pero no duró mucho tiempo cubriendo mis senos, la prenda terminó en el piso junto a la demás ropa.
Las manos de Pablo consintieron mis pechos, jadeaba y suspiraba por cada beso en mi piel.
Necesitaba más.
Empecé a bajarle el pantalón y el bóxer. Pablo se encargó de tirarlos al piso, mientras yo me inclinaba a sacar un condón de su mesita de noche. Ya sabía dónde los guardaba, yo se los había puesto.
Abrí el preservativo y se lo coloqué. Nuestras bocas se fundieron, él me agarró de las caderas y yo me alcé lo suficiente para unirnos.
Pablo dejó un rápido beso en mi hombro y fue bajando mis caderas con ayuda de sus manos. Mordí mi labio al sentir como iba entrando.
De los dos él siempre era el bruto brusco apasionado, pero esa vez lo fui yo. Me senté por completo en su polla y me moví de arriba a abajo.
—Coño, Val.
Tapé su boca con la mía, ahogando gemidos.
Nuestros pechos chocaban al igual que el interior de mis muslos contra su pelvis. El colchón crujía por los fuertes movimientos. Pablo empezó a mover sus caderas, hacia arriba llenándome. Gemí contra su boca y más cuando empezó a estimularme.
Nuestros gemidos hacían eco, no estábamos siendo nada cautelosos.
¿Follar en silencio? Era imposible.
—Te quiero —Sus labios rozaron los míos.
"Te quiero" mi mente lo repitió.
Y todo ese placer se convirtió en algo ...¿nostálgico?
La garganta se me hizo nudo. Las ganas de llorar aparecieron, trate de matar ese sentimiento moviéndome más rápido, se volvió una tortura.
Su "te quiero" seguía repitiéndose en mi mente. Me quería, yo también le quería, pero, mientras él me pensaba que me estaba haciendo el amor, yo solo lo estaba utilizando para un polvo y olvidarme de todo.
Él no se lo merecía.
Él me quería.
Yo le quería.
Pero ni siquiera se lo podía decir. No podía abrir la boca y decirle un "te quiero" no desde la última vez que se lo dije.
Todo tipo de pensamiento cayó en mí, como un balde de agua fría. No podía con tremendo peso, no podía con el océano.
Y aunque me aguante las ganas de llorar, mi cuerpo dejó de moverse y las lágrimas solo descendieron.
—Val ...
Le miré a los ojos, me miraba preocupado y lo único que pude hacer fue esconder mi rostro en su pecho.
—Lo siento —lloriqueé en un susurró para nada audible.
—¿Te he hecho daño? ¿Fui demasiado bruto? —Su voz se escuchaba desesperada—. Perdóname...
Mis lágrimas mojaban su pecho, no se detenían.
Lo saqué de mi interior y me pasé al otro lado de la cama. No miré a Pablo, su pesada mirada ya era suficiente. Mis pies tocaron el piso y con la vista nublada agarre mi camiseta y me la pase por la cabeza.
—¿Te vas a ir?
—No lo sé —Mi voz salía tan rasgada.
—Te llevo a tu casa.
—No... yo no... —Volteé a verlo, se estaba subiendo el bóxer —. No quiero... Yo no... —Con los ojos como dos cascadas, la voz rasgada y la respiración entrecortada sentí como la horrorosa sensación de vacío empezaba a parecer.
—Val...
Sus ojos notaron lo quebradas de mis orbes, fue suficiente para caminar hacia mí y a traerme en un abrazo. La calidez de su cuerpo, sus manos sujetándome como si fuera de cristal.
Su voz susurraba en mi oído, era como un salvavidas, manteniendome a flote.
—Todo estará bien, todo estará bien, estás conmigo. No te soltaré.
Sus manos no me soltaron, me ayudó a sentarme a orillas de su cama. Se quedó de cuclillas, para estar a mi misma altura.
Bajé la mirada y apreté con fuerza su agarré, obligándome a respirar.
—Coño, no sé qué hacer.
Su voz se escuchaba tan lejana y a la vez tan cerca.
Sus manos en las mías me hacían saber que seguía viva.
Los ataques seguían en mi vida, aprendí a sobrellevarlo. A tratar de respirar, a nadar hasta la superficie, podían durar segundos, minutos, se sentía una eternidad, aunque no lo fuera.
<333 holaaa
Aquí estoy de vuelta.
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Este capítulo fue una montaña rusa
Nos leemos la otra semana.
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