25: Primer día de trabajo
7 de febrero, 2022
Tenía miedo de recordar lo que pasó ayer. Tenía miedo de estar en mi propio hogar, se suponía que era el lugar donde debía de sentirme segura. Pero, no. No me sentía segura y ahí me encontraba, bajando las escaleras lo más rápido que podía sin hacer el menor ruido posible. Fui a la cocina por algo de café. Error. Me quede quieta en mi lugar al ver a Benjamín, sentado en uno de los taburetes. Se fijó en mí y me hizo un ademán para que me sentara.
Me quedé quieta.
—¿Sabes que tengo muchas influencias en la prensa? —preguntó al ver que no me moví. Sus oscuros ojos se clavaron en mí.
Tragué saliva.
—Una llamada y puedo hacer que le vaya muy mal a tu amiguito ese.
Por primera vez desde que llegue, hablé:
—Gavi no te ha hecho nada.
—Cierto, pero me recuerda a alguien y te juro que son unas inmensas ganas de joderlo, a él, a ti...
Dejo ver su verdadera cara. La manera maliciosa en la que sus ojos brillaban, la curva de su sonrisa, como si lo disfrutará.
—¿Qué... qué... es lo que quieres?
—Algo muy sencillo, depende de ti —Se tomó un momento y continuó—. Deja de verlo. Es algo simple.
¿Simple? No tenía nada de simple.
¿Por qué le haría caso?
Por Pablo, porque le quería.
Conocía a la prensa española. Conocía lo mucho que escribían, Benjamín tenía contactos, es su trabajo y tan solo un comentario negativo hacia Gavi, iniciarían miles de ellos. Palabras que dolían, rumores falsos y el "sobrevalorado" con el que siempre lo tildaban, podían perjudicarlo. Porque aunque no lo quisiéramos, los comentarios negativos siempre afectaban de una u otra manera.
No dude en contestarle. Pensé en Pablo y en todos sus sueños, los mismos que siempre me contaba cuando éramos él y yo.
—Vale. No lo veré, pero no te metas con él.
¿Lo dejaría de ver? Por el momento. Contaba con ese tiempo. Pablo dijo que me daría tiempo, no nos veríamos o eso pensaba. Era una excusa perfecta para no verlo...
Pero aun así me pregunté ¿Cuánto duraría ese tiempo? Podían pasar muchas cosas y eso me aterraba.
Benjamín pensaba que me tenía en sus manos, yo pensaba que le había mentido y que me saldría con la mía. En una parte lo hice, pero... ¿La otra?
En todo el camino hacia el insti, me la pasé pensando en que lo que haría ante mi situación. Ya no podía vivir con Benjamín, él tenía que irse. Esa era mi casa, mi hogar, mi lugar seguro. Era mi hogar ¿Por qué se había convertido en una ola de malos recuerdos?
Tenía que hablarlo con alguien, papá no llamaba y yo no sabía dónde encontrarlo. Mi única opción, era hablar con Carlos, él me ayudaría. Iría a verlo luego de mi primer día de trabajo.
Doble la esquina del pasillo donde se encontraba mi taquilla, aún me faltaba medio pasillo para llegar y vi a lo lejos a Carla, en mi casillero. Ella volteó y me miró, puso una cara de asustada. No esperaba verme.
Abrí mi boca para llamarla, la llamé, una, dos y tres veces, ella no volteo y salió corriendo hacia una dirección contraria a la mía.
¿Qué rayos?
Apresuré el paso y llegué a mi taquilla. Al abrir el locker, el olor a café inundo mis fosas nasales. Me había dejado un café.
Agarré el vaso, se sentía caliente bajo mi tacto. Vi que había pegada una nota de color amarilla. La leí.
Tu primera dosis de café del día :)
Pd: es tu preferido
Atte. Pablo. Tu Pablo
La sonrisa se me había formado sin pedir permiso. Acerqué el vaso a mis labios y di un trago. Y vi que en la tapa había escrito algo. Casi me ahogo al leer su torpe caligrafía.
Espero haberte hecho sonreír.
Te quiero <3
:)
Decidí sacar mi móvil y mandarle un "gracias" sé que dije que no me vería con Pablo, técnicamente no lo estaba haciendo, solo era un mensaje y ya.
Tampoco era que me iba a alejar de él, no le tenía planeado. Por el momento el "tiempo" que nos habíamos dado, iba a ser la excusa para no vernos y así no meterlo en un lío con las amenazas de Benjamín. Luego, ya me las arreglaría.
El destino se va a encargar de ello. Eso esperaba.
Solo esperaba que Pablo no viniera a verme. Aunque me doliera. Era lo mejor, eso creía. Me repetía una y otra vez que lo hacía por él.
Asistí a todas las clases y en la hora del almuerzo, decidí ir al comedor de la escuela. No había desayunado y mi estómago pedía algo de comer. Con bandeja en mano, busque una mesa vacía, si no la había era mejor ir a la azotea, aunque eso sea algo patético.
Mi mirada chocó con la de Carla, ella me sonrió y me hizo un ademán para que me acercara. Decline al ver a sus acompañantes, Carla, Ester y los del equipo de fútbol, que en mi humilde opinión eran un equipo de patanes.
Encontré una mesa vacía al fondo del comedor, me senté, me coloque los auriculares y una canción de ABBA empezó a sonar, la cambie. Amaba ABBA, pero me hacía recordar a mamá. A mitad del almuerzo, mientras leía, escuchaba música y comía, vi como alguien se sentó al frente de mí. Alcé la mirada.
Era Bruno.
Me quité los auriculares y lo miré para que dijera lo que sea que tenía que decir.
—¿Qué haces? —pregunté al ver que se arrimaba más a mí.
—Ester me pidió que hiciéramos el proyecto de ciencias juntos.
—Bien por ti —Le alcé el pulgar, me iba a poner los audífonos, pero él me los bajo.
—Le dije que no.
—¿Por qué? Pensé que te gustaba.
—Me gusta, pero es una perra. Eh que no quiero sonar un patán, pero es que solo me busca cuando quiere buenas notas.
—Es una perra.
Dios mío. Hoy lloverá torrencial, le has dicho perra a Ester en voz alta. ¡that's my girl!
—Lo es.
—¿Y qué vas a hacer? Sabes que te seguirá insistiendo ¿verdad?
—Sííííí —habló alargando la "i" y me señaló con su dedo—, le dije que lo haría contigo.
—¿Conmigo? —pregunté, él asintió y yo añadí—Lo haré con Carla.
—Genial, lo haremos los tres.
No me molestaba, eso por eso que no replique ni me negué.
—Nos reunimos esta tarde ¿puedes?
—No, tengo trabajo.
Bruno me miró burlón —¿Tienes un trabajo?
—Será mi primer día y sí, tengo un trabajo y debo de buscar otro, necesito el dinero.
Bruno no preguntó nada al respecto, solo me dijo —Te puedo ayudar con eso.
—¿En serio?
—Sí, hablaré con mi supervisor de mi trabajo, seguro tiene un puesto.
El timbre sonó, era hora de volver a clases.
—Muchísimas gracias.
Guardé mis cosas y fui a mi siguiente clase. Al terminar la escuela, fui a la cafetería. De camino revise mi celular, varias notificaciones, todas de instagram, solicitudes de personas que nunca había visto, deslice mi dedo por la pantalla y vi una solicitud que me llamó la atención por el sello de verificación. Era joão.
¿Lo acepto o no?
Le di a aceptar por la mera razón de que fue amable conmigo.
Amable, más bien coqueto.
No me demore mucho en llegar a la cafetería, estaba cerca a mi escuela. Una ventaja. Entre al local y la campana sonó, ese típico sonido que se escuchaba cada vez que abrían la puerta. Me adentre como normalmente lo hacía, salvo que esa vez no fui a la mesa del ventanal, fui a la barra, al llegar me asome en busca del viejito.
—Valeria ¿cierto? —Me llamo el muchacho que atendía, se me hacía familiar.
—Soy yo.
—Sé que eres tú —Sonrió y me entrego un mandil que no tenía buen aspecto—, lo dejo el señor Samu para ti, vendrá dentro de poco.
Okay.
Me quité la mochila y el muchacho me preguntó:
—¿No te acuerdas de mí?
—Ehhh ¿Debería?
—Yo no me he olvidado de ti —dijo—. Okay, eso sonó muy mal. Te conocí en tu instituto, la última vez que hablamos me dijiste "Has ganado, felicidades" —imitó mi voz en un tono agudo y se rio.
Lo recordé y él me confirmó su nombre al señalar lo bordado que traía su mantel "Raúl".
—Soy Raúl.
—Aaa Raúl, perdona por no acordarme de ti, es que soy algo olvidadiza con los nombres y la cara de las personas —confesé.
Sonó la campana, avisando clientes.
—Tus primeros clientes, Valeria —señaló.
Me puse el mandil, Raúl me dio una libretita y un bolígrafo.
—Te guardo la mochila —dijo amable.
—Gracias.
Fui hacia los clientes ¿Y ahora que les digo? Vamos, Val, acuérdate de una película donde la protagonista era mesera.
"Buenas tardes, soy Valeria y les tomaré su pedido" eso, eso les diré.
Al llegar a la mesa, con nervios hablé: —Buenas Valeria, soy tardes, pedido les tomaré.
Quería morirme de la pena.
Cavaré tu tumba de la vergüenza.
Escuche la risa de la señora y la de Raúl desde el mostrador. Las mejillas me ardían de la vergüenza y lo único que pude articular fue un apenas audible "lo siento".
Volví a repetir lo que tenía planeado y gracias a dios lo hice bien. Lo único que hice bien ese día y como era ese dicho... ¿Las mentiras tienen patas cortas? Pues era verdad.
Confundía los pedidos, las mesas, entregaba mal todo, lo único rico que hacía era el café. Frustrada, me dejé caer en uno de los taburetes, teniendo las miradas de Samu, el dueño, y de Raúl.
—Mentí al decir que tenía experiencia —confesé avergonzada—, pensé que sería fácil, pero apesto. Lo siento.
Baje la mirada como una niña siendo regañada por su mamá. Sonó la campana y Raúl fue a atender a los nuevos clientes, dejándome a solas con Samu.
—No se preocupe, que renuncio y lo siento por hacerle perder el tiempo.
Si sabes que solo estabas a prueba ¿verdad?
Me quité el mandil y se lo tendí, él movió la cabeza de izquierda a derecha, negando.
—Fue solo una prueba niña, te confieso que ya sabía que mentías y aprecio que me dijeras la verdad —dijo y me hizo un ademán para que me quedara con el mandil—. Seguirás en pruebas ¿vale?
—¿De verdad?
—¿Me ves cara de mentiroso?
—No, señor.
—Tendrás el empleo, veremos como te va esta semana. Raúl te puede ayudar ¿Vale?
—Vale y muchísimas gracias. No se arrepentirá.
Ya estaba oscureciendo cuando salí de la cafetería, luego, de que por primera vez, llevara una taza de café sana y salva al cliente.
—Supongo que nos vemos mañana —dijo Raúl saliendo a mi lado, llevaba su bicicleta y la mochila colgaba en su hombro.
—Claro, hasta mañana.
—Eh por cierto, lindo pañuelo —habló mirando el accesorio que estaba enredado en mi cuello. Cubriendo las marcas.
—Gracias...
—¿Quieres que te lleve a tu casa? —preguntó.
Miré su bicicleta. No quería sonar grosera, pero no quería morir.
—Te daré el casco, obvio.
—Vivo algo lejos, no quiero hacerte retrasar.
—No tengo problema, eh...
—No es necesario, en serio, tomaré un taxi. Nos vemos mañana.
Me despedí de él y empecé a caminar, con la mirada al frente vi un coche muy familiar doblar y perderse de mi radar. No le tome importación, de seguro era un coche familiar al de Pedri ¿verdad?
Tome un taxi para ir a la casa de Carlos. Al llegar, baje y toque el timbre. No se demoraron mucho en abrir, era la mucama.
—Señorita Valeria, ¿Viene a ver al joven Manú?
—No, noo —Claro que no—. Ni le diga que estoy aquí, por favor...
—¿A quién no le tiene que decir que estás aquí? —maldije en mi mente al escuchar su voz y verlo detrás de la señorita.
—Los dejo a solas —informó la mucama dejándome pasar y yéndose por donde vino.
—¿Me vienes a ver? —preguntó Manú acercándose demasiado a mí. Retrocedí —, podemos ir arriba ¿Te apetece?
—No, vengo a hablar con tu papá —dije —, iré a verlo.
Y sin pedir permiso, comencé a caminar hacia el despacho de Carlos. Manú me seguía, por desgracia.
Al llegar, pose mi mano en la perilla y antes de que la girará, Manú me detuvo.
—Está ocupado ¿Por qué no la pasamos muy bien arriba?
–Por un segundo, puedes dejar de pensar en sexo, imbécil —insulté—y ni muerta vuelvo a ir a tu habitación. Que te quede claro, idiota.
—Auch, Valeria —Se hizo el ofendido y luego mordió su labio—, me excitan las que se hacen las difíciles.
—Jódete. Promiscuo.
Rodé los ojos e intenté abrir la puerta, pero Manú me lo impidió.
—¿Promiscuo? Promiscuo será el ex virgen futbolista que te tirabas -Sonrió socarrón—¿Te dolió, algodón de azúcar? —se burló.
—Cállate.
—Ush, sí que te dolió y no me digas que les has perdonado, porque a mí no me perdonaste, solo porque negué lo nuestro para salvarte de que tu mamá de mande a Suiza —Me quede muda y Manú siguió—. Oh por dios, le has perdonado ¿Es que eres idiota o que?
—Cállate y para que sepas, Pablo y yo terminamos...
—Él terminó contigo, por acostarse con otras. Que pendejo, pero no lo culpo que hay mejores tetas que las tuyas... Sin ofender...
—Eres un asqueroso.
—No lo aceptas ¿Verdad? Que tu chico perfecto, el salido de los libros se acostará con otras. Seguro mejores que tú, por eso lo hizo. Sí que a de doler.
Me quedé muda. Sus palabras, eran mis dudas y enterraban más la espina.
¿Y si él tenía razón?
Deje de preguntármelo al ver que la puerta del despacho se abría.
—Valeria, ¿Por qué no me avisaste que estabas acá? Pasa, eh pasa. Espero que Manú no te haya molestado.
—Solo le estaba diciendo lo bien que me va en la universidad —mintió su hijo. Tan idiota.
—Sospechaba que vendrías, hablar sobre el testamento de Martina... —Me hizo un ademán para qué entrará—, ven, pasa, siéntate.
Entre y Manú me siguió. Maldita cucaracha.
—Benjamín, ya te lo habrá dicho ¿verdad?
—¿Qué no me ha dejado nada?
Carlos río —Te ha dejado una fortuna, Val. Cuando cumplas los 18, se te dará una parte, al igual que las empresas, pero de esa yo me haré cargo, hasta que decidas que hacer... —Carlos me entrego unos documentos—, para que tengas más información, sabes... Me sorprendió que Benjamín no te dijera nada.
Carlos me miró fijo, como esperando una reacción mía la cual fue nula. Leí el documento y en pocas palabras. Tenía una gran cantidad de dinero, detrás de mí cuando sea mayor de edad.
Manú soltó un silbido al asomarse y leer lo mismo que yo.
—Valeria, no me molestaré si decides mantenerme.
—Manú no empieces —regañó su padre.
—¿Tienes alguna duda?
—Qué se supone que haga ahora? Los gastos del insti...
—Martina le dejo dinero a Benjamín para que cubriera con todos tus gastos, no te preocupes por eso...
¿Qué? Pero entonces, todo lo que me dijo era ¿mentira?
—Valeria
—¿Sí?
—¿Está todo bien en casa, todo bien con Benjamín?
No, nada está bien.
—Sabes que si tienes problemas, puedes decírmelo y si te sientes incómoda, puedes vivir acá, con nosotros...
Abrí mi boca para decirle todo, todo lo que estaba pasando, el infierno que era vivir con Benjamín, pero el sonido del teléfono, me interrumpió.
—Un segundo, es importante —Carlos contestó y nos dejó a solas a Manú y a mí.
—Te imaginas, vivir juntos. Colarme en tu habitación, follar todas las noches —Me quede rígida en mi asiento al sentir su dedo en mi mejilla. Su roce me hizo recordar muchas cosas, de esos recuerdos que quieres desaparecer. Yo quería eliminar todos esos recuerdos con Manú, las veces que me hacía daño, las presiones para tener sexo, lo brusco y doloroso que fue mi primera vez, las inseguridades hacia mi cuerpo, las comparaciones. Él me hizo daño y de tan solo pensar en vivir acá, sería como revivir todo lo que me hizo.
Un escalofrío me invadió, sentí como su mano iba bajando. Cerré los ojos—No lo hagas o juro que grito —amenacé y gracias a los ángeles que Carlos volvió.
—¿Qué dices Valeria? ¿Te vienes a vivir con nosotros?
Era Manú o Benjamín.
Dos infiernos iguales y diferentes a la vez. Sabía que si venía, Manú nunca me dejaría en paz, se metería en mi habitación, insistiría y estaba segurísima que me sentiría demasiado mal, recordando todas esas veces en las que él... En las que él me trato solo como si fuera un agujero donde meter su pito.
Y Benjamín. Él me aterraba, pero, sí..., pero, si me portaba bien, si le hacía caso, había una pequeña posibilidad de que el infierno no se repitiera. Iba a estar ocupada en la escuela, luego el trabajo, no nos veríamos casi nada. Solo tenía que evitarlo, hasta que sea mi cumpleaños. Hasta que sea mayor de edad.
Es por eso que dije:
—Me siento muy bien en casa.
Esperaba no arrepentirme.
Ya no tenía nada más que hacer en casa de Carlos, por lo que decidí irme, pero, el mayor de la familia le pidió a su hijo que me llevara a casa. Me negué, pero siguió insistiendo. Le dije que estaba bien y Manú me siguió, no me iría con él, solo lo dije para que Carlos no siguiera insistiendo. Tomaría un taxi y me iría.
El problema llegó cuando al salir de la casa de los Benavet, me tope con unos ojazos marrones que conocía muy bien.
¿Qué hacía él allí?
Mi primer día de trabajo, había sido de lo peor, pero al verlo, algo mejoro.
No debí de suponerlo.
<333 Feliz San valentin!!!! Mi regalo para ustedes 💓 no es una rosa, ni un beso de Gavi. Sorry
Hubiese sido bonito que tocara un capítulo cursi, pero toco esto JDJSJSJS
Pásenla bonito, con su novix(s) amigos o familias.
Yo tengo una cita con Gavi. Soporten 💋
😭😭😭 ay ya quisiera 😭😭😭
En mis sueños nada más
Estoy segura que Pablo le regalaría un ramo de libros a Val por San Valentin🥺✨️✨️✨️
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Nos leemos el viernes
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