17: Simplemente Pablo
❝Meses antes❞
9 de abril, 2021
Le dejé un mensaje a Pablo, diciéndole que ya estaba esperándolo afuera de La Masia. Salí del coche y me apoyé en este, unos minutos después Pablo salía de las instalaciones junto a dos tíos que reconocía como Nico y Fermin, mi casi algo me los presentó cuando vine a verlo entrenar, también me presentó al resto de sus amigos.
El primero en saludarme fue Nico, después Fermin y por ultimo mi Pablo, por su cara supe que se estaba debatiendo entre besarme en la boca o solo dejarme dos besos en las mejillas, opto por la segunda opción. Aunque yo quería la primera, su boca en la mía era una sensación de fuegos artificiales, aunque sea unos segundos.
Subimos al vehículo, primero yo, luego Fermin, Pablo y Nico. Quedando en ese orden. Miré a Pablo y él a mí, luego miramos a Fermin.
—¿Oh querían ir juntos? —Sí —Perdonen. Perdonen. Que si quieren me cambio de asiento.
El coche ya estaba en movimiento y sería un poco incómodo cambiar, además que no era para tanto. Ya tendríamos tiempo en la fiesta para estar juntos.
—No, no es necesario.
—A mí no me importa —señaló y siguió insistiendo.
—Tío, ya déjalo —Le corto Pablo.
—Esto de ser violinistas, se me da muy mal —murmuró Nico—. Valeria, ¿no tendrás unas amigas?
—Pues si, se las presentaré.
—Mientras más tías, mejor.
Me reí por lo que dijo, pensando que Carla ya lo descartaría si oyera lo que dijo. Al llegar a casa de Ester me di cuenta de que había más gente de lo planeado. Debí suponerlo, era Ester. Me moví entre la gente y me dirigí junto a los otros tres chicos a una habitación donde dejamos los abrigos y mi bolso. La música se oía fuerte, muchas personas de nuestra edad bailaban y tomaban, conocía a la mayoría y casi todos se me acercaban a saludar, chicos, chicas, mayormente chicos.
Agarré a Pablo de la mano y alzando mi voz para que me escuchara sobre la fuerte música, hablé:
—Iré a buscar a Carla.
Empecé a hacerme paso entre la gente, no estaba lo suficiente lejos de ellos para no escuchar lo que dijo Fermin:
—¿Se ha ido a buscar a mi futura novia?
Sería lindo eso de parejas dobles.
Busque a Carla, no la veía por ningún lado, pregunte a chicos de mi curso, no la habían visto. Supuse que estaría en la segunda planta, subí las escaleras y en el pasillo no había nadie por la regla de Ester. "Prohibido subir al segundo piso" siempre que hacía fiestas solo estaba permitido usar el patio trasero, la piscina, y todo lo de la primera planta, salvo la cocina. Pero sus mejores amigas, no lo tenían prohibido.
Seguí buscando a Carla, fui directa a la habitación de Ester. La luz estaba encendida, no había nadie, solo su ropa esparcida por toda su cama.
—Carla —la llamé.
No tarde mucho en recibir respuesta.
—Aquí.
Su voz provenía del baño. Fui hacia allá.
—¿Puedo pasar?
—Claro, Val, si ya me has visto en tetas.
Cierto.
Abrí la puerta y entré al baño. Vi a Carla sentada en el inodoro, con solo su sujetador.
—¿Tienes un tampón?
Con mi mano empecé a tantear mis muslos en busca de mi bolso, recordé que lo dejé en la habitación de abajo.
—No, pero tengo en mi bolso. Iré por uno.
—No te demores.
Fui corriendo, aunque los tacones no me ayudaron mucho. Casi me caigo al bajar las escaleras, creo que eso hubiese dolido menos en vez de ver lo que mis ojos vieron en ese instante. Pablo y Ester.
No sé si la miopía me había aumentado o si la vista me fallaba, pero los veía juntos, hablando. Y no pude evitar sentirme mal, Ester era guapa y yo, era yo. Linda, todos me decían que era linda, pero ella era guapa, ese tipo de guapura que todos los chicos buscaban ¿Y si él se daba cuenta de ello? ¿Si él me cambiaba por ella? No sería la primera vez que un chico lo hace.
Ester sonreía, esa sonrisa coqueta que traía loco a todos los tíos ¿Y si volvía loco a mi Pablo? Quise acercarme a impedirlo y escuchar de lo que estaban hablando, pero no lo hice al recordar que Carla estaba en apuros. Primero eran las amigas, luego los chicos.
El sabor de mi boca era agrio y por más que dejé de mirar y continué con mi recorrido a por el bolso y luego regrese por el mismo camino, viendo de reojo como Ester continuaba hablando con Pablo, pero esta vez estaba Nico entre los dos. Me alivie un poco, quizá Ester se fijaría en él y no en mi casi novio. Deje de mirar, respirando un poco mas tranquila y yendo rapido hacia donde estaba Carla.
—¡Al fin! Te tardaste un eternidad —Mi amiga seguía en la misma posición de cuando lo dejé.
—No lo encontraba.
De mi bolso saque un tampón y se lo di.
—Es una tortura esto.
—Deberías anotar cuando te baja, siempre te pasa esto.
—Cariño es que me olvido. Repito es una tortura.
Pues si lo era.
—Oye.
—Dime.
—¿De casualidad tienes unas bragas en tu bolso? —preguntó de lo más normal.
—No traigo conmigo calzones —señalé intentando no reírme de su cara—. Iré a buscar en tu cajón.
Salí del baño y fui al armario de Ester. Era demasiado grande, tres veces más grande que el mío.
Ya les había dicho antes que Carla, Pau, Ester y yo éramos las mejores amigas desde muy chiquitas, siempre hacíamos pijamadas y en cada una de nuestras casas dejábamos ropa y quedo como un reglamento que cada una tenga su propio espacio en el closet de la otra. Ester no era la excepción, su armario estaba lleno de toda su ropa, pero en una de las esquinas se veía mi nombre, el de Pau y Carla, teníamos nuestro espacio y nuestra ropa. Yo también tenia sus espacios en mi armario, al igual que Pau y Carla. Era un tipo de pacto de mejores amigas.
Me acerqué al espacio de Carla, abrí uno de los cajones y saque una de su bragas. También agarré dos vestidos de la ropa de Ester, ya que Carla no se había dejado ninguno. Regresé al baño, dándole las bragas y le enseñe los dos vestidos.
—¿Este o Este?
Eligió el dorado de tiritas. Se cambio y se lavo las manos.
—Eres mi salvadora.
—Te mueres sin mí.
Salimos de la habitación de Ester y bajamos a la fiesta.
—Ese es el amigo de Pablo —Carla me señaló hacia Nico, lo vi, pero mis ojos prestaron más atención a Pablo, seguía hablando con Ester. Estaban sentados en uno de los sofás, también estaba Nico, pero hablaba con Pau.
—Sí.
—Está guapo. Vamos.
Se me hizo demasiado corto e incómodo ir hacia ellos.
—Hola —saludó, haciendo que nuestros amigos se fijarán en nosotras.
—Veo que ya se conocen —murmuré sentándome junto a Carla, ella se sentó al lado de Nico, a su lado estaba Pau, luego Pablo y por última Ester.
—Sí, son muy monos, te los tenías bien escondiditos, Valeria —dijo Ester, riendo. Fingí una sonrisita.
Me mantuve hablando con Carla, Pau y Nico, viendo de reojo a Pablo, apenas si escuchaba lo que hablaba con Ester, ella lo invadía de preguntas y el le respondía. Trataba de no mirarlo demasiado, él no me miraba o al menos yo no me daba cuenta.
Se me acercaban algunos chicos a hacerme conversación para invitarme a bailar, pero yo les rechazaba de una manera sutil. Los pies me picaban para ir a bailar, pero ¿Por qué rechazaba a los otros chicos? ¿O por qué no iba a bailar yo sola?
Una respuesta muy clara.
Estaba esperando a Pablo, que el me invitara o por lo menos que me mirara y así yo podría acercarme. Necesitaba un poco de valentía para acercarme a él y apartarlo de Ester, pero estaba como una tonta viéndolo de reojo.
Moví mi pie al ritmo de la música, una canción pegadiza y que conocía muy bien. Mi mirada chocó con Carla, ambas nos miramos cómplices antes de agarrarnos de la mano e ir a la pista de baile.
—Amor, a romper la pista de baile.
A ella no le podía decir que no, era mi cómplice. Además, sonaba Blank Space de Taylor Swift. No le podía decir que no.
Carla jaló a Nico, los tres fuimos a la improvisada pista de baile, que era alumbrada con luces de colores semejante una discoteca a las cuales clandestinamente asistía. Baile y cante como una loca, no estaba ebria, pero esta canción lo ameritaba.
—Cherry lips, crystal skies
I could show you incredible things
Stolen kisses, pretty lies
You're the King, baby, I'm your Queen
Find out what you want
Be that girl for a month
Wait, the worst is yet to come, oh no —cantó en un chillido Carla, la música estaba tan fuerte que apenas si se escuchaba su voz. Mi amiga rubia me señaló para que yo cantara o más bien gritara la siguiente parte.
—¡Screaming, crying, perfect storms
I can make all the tables turn
Rose garden filled with thorns
Keep you second guessing like
Oh, my God, who is she?
I get drunk on jealousy
But you'll come back each time you leave
'Cause, darling, I'm a nightmare dressed like a daydream!
Seguimos cantando y bailando. Nico nos seguía el juego y eso le hacía demasiada gracia a mi amiga.
—Boys only want love if it's torture
Don't say I didn't say, I didn't warn ya
Boys only want love if it's torture
Don't say I didn't say, I didn't warn ya.
Los pies me dolían luego de bailar otras canciones. Sonaba una de Bad bunny, no sabía el nombre, pero era muy pegadiza de esas que se bailan sin vergüenza alguna.
—¿Qué es? —Alcé la voz y señalé la bebida que tenía entre las manos.
—Cerveza —me grito en el oído para que la escuchara.
Hice una mueca.
—Voy por algo de beber.
Ella asintió y continuo bailando muy pegadita a Nico. Fui hacia la barra en busca de beber algo decente, lo único que encontré era cerveza y aunque era de la buena, no me gustaba. Fui a la cocina y pude respirar tranquila, no había personas y la música apenas si se escuchaba. Ese silencio me hizo volver a pensar en Pablo, no lo vi luego de un par de canciones, tampoco vi a Ester. No quería pensar en ello, en que estaban juntos. Se me revolvía el estómago de pensarlo. Me molestaba. Me enojaba. Me moría de celos.
Celos ¿Celos? Malditos celos y ni siquiera era mi novio.
Abrí una de las alacenas, donde Ester guardaba el alcohol para tomarlo a escondidas de su padre. Agarré una de las botellas, necesita un chupito. Antes de servirme, me detuve y recapacité. Un chupito podía significar acabarme la botella, emborracharme y hacer un teatro. Mi imagen no podía ser dañada. Guardé la botella de alcohol, era lo mejor.
Aunque un shot no le hará daño a nadie.
No. Que no.
Agarré un vaso y me serví un poco de agua.
Le di un trago. Deje de beber al escuchar el sonido de la puerta siendo abierta. Miré en esa dirección.
—¿Qué haces acá? —pregunté al verlo. Era Manú. El mismo imbécil. Mi ex.
—Dios, Valeria. La falta de polvos te deja sin pensar.
Era un idiota.
Se acercó a mí, su brazo choco con el mío. Lo hizo a adrede y lo seguía haciendo, me alejé lo suficiente para que mi piel no chocará con la suya.
—Te puedo ayudar con eso. Subamos arriba o a mi coche.
—Te puedes ir —pedí.
—¿Por qué? ¿Te pongo nerviosa?
Sí. Pero no era ese nerviosismo de sentir mariposas, era ese tipo de nerviosismo que no era agradable, era todo lo contrario.
—No.
—Mientes.
—No mien-to —murmuré con la voz un poco temblorosa—. No quiero que estés cerca de mí.
—¿En serio? Pero si hace unos meses querías que este demasiado cerca a ti, como era que gemías ¡Oh Manú más, más por favor!
La cara me hirvió de cólera.
—Eres un imbécil.
—Esa linda boquita, hacía maravillas ¿Las sigues haciendo?
Me agarro del brazo y me hizo voltear, obligándome a mirarle. Se acercó demasiado a mí, lo suficiente para notar el apestoso olor a cerveza. Estaba ebrio.
—Vete.
—Podemos ir arriba. Te extraño.
—¿Estás de joda?
—Te sigo queriendo, Valeria —Acarició mi brazo y en ese momento quiso besarme y yo se lo impide al doblar la cara y retroceder soltándome de su agarré.
—Yo no. Déjame.
—Lo sigues haciendo. Déjame demostrártelo —Volvió a quererme besar. No lo dejé irse con la suya.
—Estoy saliendo con alguien.
—¿Quién? No me digas ¿uno de tus estúpidos libros?
—No. Es real.
—Ajá ¿y por qué no está contigo aquí?
Porque se fue con Ester.
—Sabe darme mi espacio —mentí.
—Eres una pésima mentirosa —Agarro el vaso que yo tenía y se lo llevo los labios pensando que era cerveza, hizo una mueca al beber del agua y luego lanzó el contenido al piso —¿No quieres cerveza?
Su pregunta me confirmó por milésima vez que Manú no me quería. Que nunca lo hizo. La cerveza no me gustaba, me parecía asquerosos y se lo he dicho, pero nunca le importo.
—Aburrida.
—Me da igual lo que pienses.
Vi como sonrió y rápido me planto un beso en mi mejilla. Lo empujé.
—¡Déjame en paz! ¡Tengo novio!
—¿Así? ¿Pues como se llama? Tomate tu tiempo para que sepas mentir.
—Se llama Pablo.
—¿Pablo? ¿Va a tu instituto? ¿Lo conozco? O es cualquier niñato imbécil que quiere perder la virginidad con la virgen Valeria que de Santa no tiene ni un pelo.
—Te odio.
—Cariño, que del odio al amor hay un solo paso.
Dejé de mirarlo al escuchar la puerta siendo abierta. Vi a Pablo, él me miró y luego a Manú. Retrocedí un paso al notar que mi ex estaba demasiado cerca de mí.
—Aquí estas.
—Pablo —murmuré.
—Así que él es Pablo —dijo lo suficientemente bajo para que solo yo lo escuchara, me reto con la mirada y le sonrió diablillo a Pablo.
—Manú, ¿No te ibas por una cerveza?
—Solo si vienes conmigo.
Que insoportable.
—Vete.
Manú bufo y dio el brazo a torcer.
—Bien. Búscame si te aburre.
Le dio una falsa sonrisa a Pablo y se fue no sin antes farfullarle a Pablo un: —Toda tuya, niñato.
—Te estaba buscando.
Su rostro se veía tenso, algo enojado ¿Estaba molesto?
—Ya me encontraste.
Se acercó y se puso a mi lado, una de sus manos se apoyó en el mesón y la otra sostenía uno de los vasos rojos. Cerveza iuu.
Al notar que él no diría nada, fui por esa botella de alcohol. Necesito algo fuerte y rico.
Saque dos copas y las llene de hielo, a cada una le eche dos onzas de pisco, luego jugo de naranja y un poco de jugo de piña que saque de la nevera, por último un chorro de granadina.
Agarré una copa y la otra se la di a Pablo.
—Toma, que es más rico que la cerveza.
Di un sorbo, viendo al chico que tenía al frente. Había dejado la cerveza para beber de la copa que le di.
—Es más rico ¿verdad?
—Lo es. —Le dio otro trago —¿Dónde aprendiste a hacerlo?
—Mi mamá me lo enseñó.
—¿Tu mamá?
Asentí.
—Sí. Ya conoces a mamá. Es muy...¿liberal?
—Me he dado cuenta. —Bebió de su copa y me preguntó —¿Me presentarás a tu papá?
Quisiera. Pero sabe dios donde esta. La última vez que llamo supe que estaba en Sudamérica, eso ya hace unos meses.
—Cuando venga a España te lo presento.
—¿Le caeré bien?
Le miré y me encogí de hombros.
—Supongo, le gusta el fútbol.
Creo
—Lo tengo ganado.
Uy sí.
Oculté una sonrisa. Bebí de mi copa.
—Valeria...
—Pablo...
—¿El chico que estaba aquí era tu ex?
Por un segundo pensé en mentirle y decirle que no era nadie, pero, recordé que Pablo lo vio una vez en la cafetería y quizá sepa que era él, y solo lo preguntaba para confirmarlo.
—Lo es ¿Por?
—Por nada.
Bebí y casi me ahogo al sentir la mano de Pablo en la mía, sus dedos acariciaron el dorso de mi mano. Lo miré, él estaba con la mirada baja, viendo el jueguito entre nuestros dedos. Regreso a mirarme y pude visualizar como sus labios se entreabrieron.
—Valeria.
—Pablo
Y como si de imanes se tratasen, nuestros rostros se iban acercando.
Me va a besar. Lo iba a hacer. El sonido de la puerta siendo abierta nos hizo separar.
—Lo siento, no quería interrumpir —Escuché la voz de Ester y volteé a verla, me señaló con su dedo—. Valeria, sabes que la cocina está prohibida, anda vamos, dejen de besarse y vayan a la fiesta. Al menos que quieran hacer su propia fiesta en una de las habitaciones.
Las mejillas me ardieron.
—Ester —la regañé.
La pelinegra nos hizo un gesto para que abandonáramos la cocina. Agarré mi copa y la seguí, Pablo iba detrás de mí y al momento de salir por el umbral de la cocina, sus dedos rozaron los míos y luego su mano sujetó la mía. No me negué, ni lo aparte.
No sé que hora era, pero la fiesta ya estaba en el punto en que todos bailaban borrachos hasta las chanclas. A excepción mía y de Pablo, que desde que me agarro de la mano ya no me volvió a soltar. No literal, pero no se apartó de mi lado, hablamos y bailamos hasta que mi garganta pedía a gritos algo de beber. Pablo me fue a buscar una botella de agua en la cocina. Me quedé esperándolo en la mesa donde había cervezas y algunas bocadillos. Comí un poco de papas a la espera del castaño, sentí que alguien se puso a mi lado, creí que era Pablo, pero al mirar supe que no era él. Era mi compañero de clases. Bruno.
—Valeria ¿Has visto a Ester?
Metí una papa a mi boca y negué con la cabeza.
Bruno miró por encima de mi hombro y dijo:
—Olvídalo, allí viene. Y con un chico —Note decepción en lo último que dijo.
Giré sobre mis talones y vi lo mismo que Bruno. Ester y Pablo. Venían juntos.
Deje de comer papas y el mismo sentimiento amargo de hace unas horas, volvió.
Pablo se acercó a mí y me entrego la botella de agua.
—Val, tu agua.
—Gracias —dije a secas.
Miré a Ester, traía una sonrisita en su rostro. Dejo de sonreír cuando Bruno se le acercó y de una manera dulce le preguntó.
—¿Quieres bailar conmigo?
Ester lo miro con cara de asco y de una manera para nada sensible, le dijo:
—Iuu no.
—Ester. —Mi voz salió en tono de regaño, vi como Bruno se alejó con cara de avergonzado.
Tuve las intenciones de perseguirlo, pero, Ester me lo impidió.
—Déjalo Valeria. —Rodó los ojos —, ya se le pasará —Enganchó mi brazo con el suyo, hizo lo mismo con Gavi —¿Por qué no le ponemos un poco de emoción a la fiesta?
—Creo que ya está muy emocionada.
—Más emoción y habló de otro tipo —Sus cejas se movieron de arriba abajo.
Y así empezó un jueguito que inició lo peor de la noche. La mayoría de mis amigos y gente que conocía se puso en un círculo alrededor de una botella.
Ya sabrán de qué iba el juego ¿verdad?
Una pista.
Besos.
Algo podría salir mal y también todo lo contrario.
Las primeras en besarse fueron unas chicas que iban a mi clase y las cuales no recordaba el nombre. Y siguieron los besos, en una de esas el pico de la botella señaló a Carla, la botella volvió a girar y apuntó a Nico, quien ya iba demasiado ebrio, pero eso no importo y terminaron besándose. Los besos siguieron y en una de esas Manú se hizo presente en el grupo. Ester chilló al verlo y de una manera para nada discreta volteó a verme y me preguntó.
—¿Te importa si juega?
Sí, sí importa.
Dije todo lo contrario.
—No.
Le di un trago a mi agua y miré en otra dirección y esa dirección fue Pablo. Estaba paralelo a mí y el choque de nuestras miradas fue instantáneo, pero dejé de verlo. Maldita sea odiaba esa sensación amarga, celosa y de tan solo pensar que le tocara besarse con Ester o con otra chica me daban ganas de irme.
Pero ¿Por qué no me largaba de la estúpida fiesta?
Fácil. Era una cobarde, que no podía negarse a estúpidos juegos y también porque no podía dejar solas a mis amigas, ellas iban borrachas y debía de estar allí para detenerlas de cualquier locura.
Todos iban borrachos, es por eso que no les importaba besarse y enrollarse con cualquiera. Quizá debí emborracharme, así no me sentiría mal ni tendría celos de alguien que no era mi novio.
No iba ebria, Pablo tampoco iba ebrio o eso creía, bueno no lo había visto beber, salvo por ese trago que le invite y la asquerosa cerveza que le quite.
Ambos íbamos sobrios a diferencia del resto, otra diferencia era que hasta el momento a ninguno de los dos la botella nos había apuntado. Gracias a dios.
Mis manifestaciones habían servido.
Ester giró la botella y se detuvo en Manú, la música se escuchaba fuerte, aun así escuché los murmullos de las chicas pidiendo que les tocara a una de ellas.
—Uy quien será la afortunada —canturreó Ester. Giro la botella.
¿Quién será la desafortunada?
Mire con fijeza la botella, giraba. Se volvió eterno apuntando a chicas y chicos, fue bajando de velocidad y yo ya me encontraba con los dedos cruzados pidiendo en mi mente "que no me toque" .
Que no me toque.
Que no me toque.
Que no me toque.
No pestañee al ver la botella girar lento, se sentía el fin del mundo y más cuando se iba deteniendo por mi lado.
Yo no lo quería besar.
No quería.
Ni loca.
Ni muerta.
A él no.
A él no.
A todos menos a él.
Él fue mi primer error, él más grandes de todos. No quería tropezar, no por un estúpido juego.
Ni siquiera respiraba. La botella se iba a detener en mí, lo hubiese hecho si Ester no intervenía al moverla sutilmente con su pie.
Todos estaban tan ebrios que ni cuenta se dieron de ello.
La punta de la botella no me apuntó.
—Bueno, yo soy la afortunada —habló Ester a mi lado. Se puso de pie y moviendo sus labios sin pronunciar ningún sonido me dijo "Me debes una".
Pude respirar tranquila. Pero eso duró poco.
Manú se puso de pie y sin dejar de mirarme atrajo a Ester hacia él y la besó sin titubear. La besó de una manera que me hizo sentir pequeñita y asqueada, no dejo de mirarme y fue como si sus ojos me gritaran "esta podrías ser tú".
Incómodo. Demasiado.
Aparte la mirada y fingí mirar mi teléfono. Seguí sintiendo una mirada en mí.
El juego siguió y ya tenía unas inmensas ganas de irme. Ya se estaba saliendo de control, una pareja terminó enfrente de mis narices ¿Será que dejaron las malas vibras?
Muchos besos y ninguno iba para mí. Aunque lo agradecía. Con el único que quería besarme, era con Pablo, pero él no se había fijado en mí y eso me carcomía la mente y odiaba eso.
Miré como Pau y Nico se besaron, a mi lado sentí la incomodidad de Carla, la cual olvido al besarse con Fermin.
La infernal botella volvió a girar. Y esta vez se detuvo en Pablo. Lo miré por primera vez por más de un minuto en todo el juego, tenía una cara de asustado, me le hubiese reído, pero mis ojos viajaron a la botella que volvió a girar para detenerse en la persona que besaría a mi futuro novio.
Que me toque.
Que me toque
Que me toque.
La botella se iba deteniendo y mis manifestaciones no lo lograban pues la botella se iba a detener donde Ester, pero mi propia Diosa bajó a ayudarme e hizo que la botella se detuviera en mí. Carla movió ligeramente la botella, haciendo que se detuviera en mí.
—Oye —se quejó Ester —, así no es el juego.
—Cállate que tú has hecho lo mismo con Manú —farfulló por lo bajo Carla para que solo Ester y yo escucháramos. Se notaba a leguas que mi amiga estaba pasada de copa, pero en ese momento lo agradecí.
Ester rodó los ojos.
Miré a Pablo, él me miraba. Entendí que tal vez me estaba esperando. Me puse de pie, al igual que él. Ya no tenía la cara de asustado. Mi corazón latía a mil y todas las personas a mi alrededor desaparecieron cuando sentí como suave me agarro de la mano.
—Si no quieres no lo hacemos —susurró.
¿Lo quería besar?
Sí.
Pero no.
Pero el "sí" era más grande que mi pequeño no.
—Vale —susurré y me fui acercando a él.
Cerré mis ojos y nuestros labios rozaron. Pero solo fue eso. Un roce. Esos besos inocentes que se daban los niños.
—¿En serio? Esto no es un jardín de niños. Aquí se besan con ganas —dijo Ester.
Miré a Pablo. Su cara de asustado volvió, pero no lo miré por mucho tiempo porque ambos nos volvimos a besar. Con más ganas, con más intensidad dejándonos sin aliento.
Fue un tipo de beso del que jamás nos habíamos dado, hasta ese momento. La manera en la que me beso, la forma en la que me sostuvo de la cintura y su boca se movía agresiva y con delicadeza a la vez, jugando con mis labios que se entreabrieron y le dieron permiso a su lengua que acarició la mía robándome un jadeo.
—Se pueden ir a una habitación arriba —dijo alguien que pasaba de mi radar.
Me separé de Pablo con las mejillas ardiendo. No me atreví a mirarle.
—Valeria, tía, si que le has dejado muy en claro a Manú que ya lo superaste —El comentario de Ester me dejó en proceso o más bien es que seguía perdida en una nube a causa del beso con Pablo que no me di cuenta que cometí un error, pues mis ojos buscaron a Manú, pero no lo encontré en el círculo sino que se estaba alejando de donde antes estaba. Le seguí con la mirada hasta que me di cuenta que Pablo me estaba viendo, observando como mis ojos seguían al tonto de mi ex.
—Pablo —Pronuncié al ver que dejó verme para salir del círculo e irse.
¿Qué pasó?
Me quedé fuera de órbita hasta que entre razón y empecé a perseguirlo, pero el no se detenía. Salió de la casa al patio trasero, sus pasos eran grandes y no se detenía a mis llamados.
Los pies me dolían y no podía correr. Opte por quitarme los tacones y correr por todo el jardín hasta alcanzarlo.
—Pablo...
Él no me miró, veía el agua de la piscina.
—¿Qué sucede? —pregunté.
—¿Qué sucede? —preguntó molestó —Lo que sucede es que sigues pillada por tu ex.
—¿Qué?
—No me importa —masculló con la mandíbula apretada y con sus ojos un poco llorosos—. Si yo no te gusto, si no me ibas a dar una oportunidad y solo me ibas a ver la cara de idiota, solo me lo hubieses dicho y ya. Fin.
¿Qué mosca le picó?
—No... Pablo... —No me dejó terminar.
—Te la has pasado toda la noche ignorándome y luego te encuentro en la cocina a punto de besarte con ese tipo, quise pensar que solo era yo y mis tontos celos, pero seguiste ignorándome y luego ese tonto juego. Querías besarlo y luego me besaste para demostrar que él ya no te importaba, para ponerlo celoso, pues mira lo has puesto celoso, deberías ir con él.
¿Está celoso?
¿Él está celoso?
Lo está.
Sonreí.
—¿Te estás riendo de mí? —preguntó con una cara de culo.
—¿Estás celoso?
—No.
—Lo estás —canturreé—. Y para tu información, niño bonito. —Me acerqué a él y Poniéndome de puntas, besé su mentón—. Yo no quise poner a Manú celoso. No me importa en lo absoluto. Ni siquiera sabía que él estaba invitado.
—No... —Lo interrumpí.
—Yo soy la que debería estar molesta. —Me crucé de brazos—. Estoy molesta porque fuiste tú el que me ignoró toda la bendita noche. Se suponía que era una cita, tuya y mía, pero lo único que hiciste fue estar con Es...
—¿Estás celosa? —preguntó con una sonrisa asomándose en sus labios.
—¡Sí!
Abrí mi boca para replicar, pero él me la cerró con un beso, dejándome perdida y sintiéndome como la protagonista de un libro de amor. Sus brazos se enredaron en mi cintura, me pego contra su cuerpo y me beso.
—¿De verdad ya no sientes nada por tu ex? —susurró entre mis labios.
Deje caer los zapatos y mi bolso al jardín, y pase mis manos por su cuello.
—No. Me interesa otro.
Cerré los ojos y lo besé. Nos mantuvimos besando por un buen tiempo. Sus labios sabían un poco a cerveza, pero, no me importo porque era él. El tío que me tenía sujeta de la cintura y me dejaba varios besos dulces en mis labios y punta de nariz.
Me agarraba de la cintura, suave y firme. Sus labios dejaron un costo beso en los míos y separándose unos milímetros, susurró mi nombre.
—Valeria.
—Mhm...
—¿Sabes nadar?
—Sí ¿Por?
Deje de sentir su aliento a escasos centímetros de su boca, sus manos me apretaron más contra él y lo siguiente que sentí fue el caer a la piscina junto a él. La fría agua me erizo la piel.
Tome una bocanada de aire al salir a la superficie. Parpadeé y vi a Pablo riéndose de mí o de la situación.
—Esta helada, tonto —Le salpiqué agua y el siguió riéndose. Volví a salpicarle agua, pero esta vez lo empujé y tomándolo desprevenido lo hundí al agarrarlo de los hombros.
Me reí de él al verlo más empapado. Él me salpicó agua y yo se la devolví y así empezó una guerra de agua donde las risas no faltaron y las siguientes armas fueron nuestras bocas, la guerra de agua se dio por terminada y empezó una de besos, donde ambos éramos ganadores.
Mi frente chocó con la suya.
—Creo que debemos de irnos —susurré al ver que las yemas de mis dedos ya estaban como pasas viejas.
Pablo nadó hasta el borde de la piscina, yo lo seguí. Él fue el primero en salir. Me tendió su mano y en un rápido movimiento me ayudó a salir del agua.
Gotas caían de mi empapado pelo y cuerpo, mi vestido se pegaba a mi silueta y el viento me hacía temblar en mi lugar.
—Creo que no fue una buena idea —murmuró Pablo pasando uno de sus brazos por mis hombros, atrayéndome hacia él como si pudiera protegerme del frío. Él estaba igual de empapado que yo.
—¿Bromeas? Que ha sido lo más divertido de la noche.
—Te estás muriendo de frío.
Tenía razón, pero...
—El que tenga miedo a morir, que no nazca —dije mi lema de la vida y me puse de puntitas para dejar un corto beso en su mentón—. Vamos a buscar unas toallas.
Agarré mi bolso y tacones. Caminamos por el jardín dejando un rastro de agua. Antes de cruzar por la puerta trasera de la casa, nos detuvimos al ver a Carla. Su cara fue de alivio al vernos.
—Aquí están. —Nos miró de pies a cabeza—¿Ha llovido y no me he dado cuenta?
—Tía, estás ebria —me reí.
Ella me miró mal.
—No soy la única. —Carla miró a Gavi —. Tu amiguito, está muy bueno, but esta muy mal. Se durmió en las escaleras. Está ebrio.
Fuimos a verlo y Carla tenía razón. Estaba ebrio y había caído muerto en las escaleras. No literal.
—Se suponía que él tenía que cuidarme.
—Es un pésimo niñero —me burlé al verlo—. Te acompaño para llevarlo, voy por los abrigos.
—Llamaré a Fermin.
Fui rápido a la habitación y saque los abrigos. Me coloque el mío encima y me lleve el de Pablo, Nico y Fermin.
Ya eran como las 3 de la madrugada y yo me encontraba sujetando a Nico con la ayuda de Fermin, que tambien iba un poco mareado. Pablo los sujetaba del otro lado, ambos sosténiendolo mientras esperábamos un taxi. Agradecí cuando un vehículo se detuvo, ayude a Pablo a sentar a un ebrio Nico en la parte trasera del taxi. El recorrido se hizo eterno, pero, algo gracioso y que digo "algo" demasiado gracioso al escuchar las tonterías que Nico balbuceaba. Al llegar a La Masia, Pablo sujetaba a Nico quien apenas podía estar de pie. Y yo ayudaba a Fermin a no caerse contra el piso. El primero iba más ebrio que el segundo ¿Cuánto es que bebieron?
Pablo pago al Taxi antes de que yo le hiciera.
Sujete a Nico del otro lado y empezamos a llevarlo en medio de la madrugada.
—Por la puerta trasera —dijo Pablo.
Y aunque no pregunte, estaba segura que si los descubrían, los tres estarían en problemas.
No sé como es que pude aguantar en llevarlo. Pesaba una barbaridad y mi pequeño cuerpo de 1'60 apenas si podía con su mochila. Entendí que Pablo era él que llevaba todo el peso.
—La resaca que le espera al despertar —murmuré una vez vi a Nico tirado en la cama de su habitación y luego llevamos a Fermin.
Salimos de la habitación, Pablo cerró a puerta y fue el momento en que no sabía que hacer ¿si irme o que?
Había venido antes a La Masia, un par de veces en las que Pablo me invito a verlo entrenar. Solo había sido eso, verlo entrenar, en el patio, no había estado en esta parte. En la de los dormitorios.
—Ya debería irme —susurré.
—Valeria, sigues algo mojada —Me di una rápida mirada y sí, seguía algo mojada. Demasiado—, ven conmigo.
No replique cuando me agarro de la mano y empezó a guiarme por los pasillos que eran alumbrados por escasas luces. Pablo se detuvo en una de las puertas, poso su mano en la manija, la abrió y empujó hacia atrás. No vi nada por la oscuridad.
Se notaba que Pablo conocía a la perfección su dormitorio, pues paso uno de sus manos por la pared y le dio al interruptor encendiendo la luz.
Me cedió el pasa para entrar primero.
—Perdona por el desorden.
—Me da cáncer al ojo —Me burlé viendo lo tan patas arriba que estaba su habitación.
Pablo esbozó una pequeña carcajada por mi comentario.
Miré fugazmente a mi alrededor, varios posters de fútbol pegados en la pared, ya me lo suponía, me pareció algo lindo su afición por el fútbol y por la de sus ídolos.
Regrese mis ojos a Pablo y lo vi buscando algo en su armario, no demoro mucho y me tendió un par de prendas.
—Son las más chicas que he encontrado.
Acepte la ropa. Pablo se me quedó mirando y yo a él, esperando a que se voltee para poder cambiarme.
—Oh perdona —Pablo se volteó y me dio la espalda. Empecé a quitarme la chaqueta cuando él volteó, me miró y de una manera rápida, habló —. Puedes usar el baño, está ahí.
Señaló una puerta.
—Claro.
Me encerré en el baño y me di una rápida mirada al espejo. Estaba hecha un desastre, mi pelo estaba revuelto y húmedo, mi maquillaje estaba algo corrido a causa del chapuzón por culpa de Pablo y mi vestido se ceñía a mi cuerpo. No tenía las mejores curvas, ni el más redondeado trasero, ni mucho menos unos voluptuosos pechos. Solo era yo. Valeria y mis pequeños atributos.
Soy linda. Soy perfecta y perfectamente imperfecta.
Me saqué el vestido quedando en ropa interior. Me deshice de los tacones y sentí alivio en mis pies. Mi sujetador y mi braga estaban en un estado húmedo, como si hubiese estado debajo de una pequeña llovizna. Me debatí entre quitármelos o no. Podía ser un tanto incómodo estar mojada en esas partes, pero sería más incómodo estar en tetas y tesoro al aire solo con ropa grande que no era mía.
Decidí dejarme la ropa interior puesta. Pablo y yo aún no teníamos esas confianzas y no quería ser una sinvergüenza.
Agarré la camiseta y de una supe que me quedaría gigantesca. Suerte que dijo que era la más pequeña. Me pase la prenda por la cabeza, luego el brazo derecho y por último el izquierdo. Era la camiseta de su equipo, los colores rojo y azul destacaban. Agarré el chándal y me lo subí por las piernas, me quedaba como pantalón de payaso. Super grande. Lo remangué de la cintura y de las piernas. Me miré al espejo y peine mi cabello con mis dedos. Al verme algo decente, salí del baño no sin antes doblar el vestido, la chaqueta y llevarlos en mis manos junto a los zapatos.
Pablo me miró y esbozó una dulce sonrisita —Te queda muy bien.
—Me queda grande.
Le di una rápida mirada. Él también se había cambiado de ropa, llevaba puesta una camiseta blanca y pantalones de chándal de un color gris. Verlo con ropa seca me hizo pensar que tal vez si salía unos segundos antes del baño, pude verlo...
En bolas.
Deje de pensar en eso. Que pervertida.
—Pediré un taxi —dije tratando de sacar con una mano mi móvil de mi bolso.
—Te puedes quedar... si quieres, podemos ver una película.
¿Una película?
No dude en responder.
—Sí. —No quise sonar desesperada, es por eso, que agregué —, si no hay problema.
Pablo fue por su portátil, al tenerlo entre sus manos, se sentó en la cama y apoyo su espalda en el respaldar. Me quedé quieta en mi lugar, debatiéndome si acercarme o no. Pablo me miró de reojo y me hizo un ademán con su mano para que me acercara. Palmo el otro lado de su cama, invitándome a sentarme a su lado.
Una propuesta indecente. Acepto.
Me senté a su lado y empezamos a discutir sobre qué película ver. Después de 10 minutos, decidimos por ver una de Marvel. Las veríamos cronológicamente, así que tocaba la del capitán América. El trasero de América.
Al principio de la película, nos mantuvimos algo distanciados. Pero, luego ya nos encontrábamos acostados, juntitos. Mi cabeza reposaba en su pecho, nuestras piernas rozaban y de vez en cuando su mano acariciaba la mía.
No sé en que momento la película pasó a segundo plano y más nos concentrábamos en los besos que nos dábamos. Era tan fácil y a la vez tan difícil de explicar como una noche pasó de ser terrible a perfecta. Y si lo tendría que explicar con dos palabras, diría:
Simplemente Pablo.
<333 *entre suspiros* ✨️simplemente Pablo ✨️
Hasta el momento este es el capítulo más largo de la historia, de hecho, el capítulo anterior y este, eran uno solo, pero se hacían algo de 15000 palabras que decidí cortarlo en dos para que no se les haga pesado.
Amo leer a Val feliz 💕
Que pasara el resto de la noche 😏😏😏
Ya sabemos que Val admite sus CELOS, pero gavi NO 🥲
En fin cadena de #Amamosacarla
#odiamosalpendejodemanu
Una pregunta ¿cómo conocieron esta historia? Por tiktok o porque ya sabían de mi humilde existencia 🥲
Nos leemos pronto
Byeeee
Por favor no se olviden de dejar su voto y comentar, eso me anima a seguir escribiendo :)
síganme en redes, subo contenido de la historia
Ig: ancovi12
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