13: La cabina de fotos

Meses antes
4 de abril, 2021

Una cita. Tendría una cita con Gavi y una mezcla de mariposas confusas entre alegría y nerviosismo, pensando en lo que pasaría «¿Y si no le gustaba? ¿Y si solo me veía como amiga?» Esas eran las preguntas que me atormentaban, pero por el otro lado estaba el hecho de que podía ser la cita perfecta. Gavi y yo ya habíamos salido antes, las suficientes veces para decir que era un tío superdivertido, dulce y que estar en una "cita" con él era tentador.

—Te ves increíblemente guapa —halagó Carla mirándome por el espejo, dándome esa confianza que necesitaba —, ese tal Gavi se va a desmayar cuando te vea.

Mirándome al espejo, sonreí y retoque mis labios con un gloss. Me había maquillado sencillo, máscara de pestañas, un poco de brillitos en mis ojos y color a mis labios. Comencé a admirar mi sutil maquillaje y atuendo, y por un momento, me sentí como Blair Waldorf. La elegancia y el toque de glamour que intenté incorporar reflejaban una versión más sofisticada de mí misma, alimentando la confianza antes de esa cita especial.

Miré la hora en mi móvil, ya faltaban unos minutos para la hora en la que habíamos quedado.

Volteé a mirar a Carla.

—Deséame suerte.

—Guapa, que no la necesitas —habló con una sonrisa —. Y ahora ya me voy —Se despidió de mí dejando un beso en mi mejilla —Me llamas cuando regreses y me cuentas todo. Todo.

—Vale. Lo haré.

Carla me dejó sola y me quedé admirando lo guapa que estaba.

Esperé unos minutos y escuché el sonido del timbre. «Él ya estaba aquí» pensé. Agarré mi bolso, mi abrigo y mi gorrito de lana que hacía conjunto con mi abrigo y guantes. Salí de mi habitación y bajé corriendo las escaleras, no había nadie en mi casa por lo que no me detuve para despedirme, solo guardé la compostura al llegar a la puerta principal.

Mantén la calma.

Acomode mi cabello y con tranquilidad me asome por la mirilla de la puerta. Gavi estaba esperado. Pose mi mano en la perilla, dispuesta a abrir la puerta e ir con mi cita.

Pero me detuve.

Rápido me peiné con mis manos, aunque ya me había peinado un sin fin de veces. Me coloqué el abrigo y arreglé el gorrito. Me di ánimos a mi misma y abrí la puerta, encontrándomelo a punto de volver a tocar el timbre.

—Hola.

—Hola.

Sonrió tímido. Fui yo la que dio el primer paso, cerré la puerta detrás de mí y me acerqué a darle dos besos. Él lo hizo lo mismo. Ese pequeño saludo que tan solo dura unos segundos, se volvían eternos para mí.

—Te he traído un regalo, soy pésimo envolviendo, perdón —dijo apenado en lo último.

El corazón se me apachurro al ver lo que a simplemente vista era un libro envuelto en papel de regalo.

—Gracias. En verdad muchas gracias, que lindo.

—Solo es algo pequeño, no es la gran cosa.

—Créeme que significa mucho para mí —Sonreí agradecida y con el corazón queriendo correr a abrazarlo.

—¿Nos vamos?

—Vamos.

Tomamos un taxi y en todo el camino no hubo ningún momento silencioso o incómodo. Era todo lo contrario. Al llegar al parque de atracciones la gran cantidad de personas y las largas filas. Pensé que sería una tortura, esperar. Pero fue todo lo contrario, la diversión no faltó junto a las risas, esas que eran únicas y especiales, las mismas que se quedaban grabadas en tu memoria por el resto de los días.

Al llegar nuestro turno, nos subimos en primera fila de la montaña rusa. No soy muy fanática de estos juegos, siempre terminaba mareada y con ganas de vomitar. Rezaba para que al bajarme no terminará vomitándole encima a Gavi. Sería una pésima cita si le vomitaba. La adrenalina de la montaña rusa me hizo gritar como una loca, morirme del miedo al subir y bajar a una gran velocidad.

Pude respirar tranquila cuando mis pies tocaron el piso.

—Nunca más vuelvo a subirme en una de esas —señalé en una queja mirando los ojazos de Gavi.

—¿Qué dices?, pero si fue divertido —Sonrió y se tragó una risa.

Se quería reír de mí.

—No es gracioso.

—No dejabas de gritar —se burló.

—Tenía miedo, ¿a caso no has visto destino final? —pregunté y no le di tiempo de responder porque dramática dije —He quedado traumada.

—Traumado quede yo por tus gritos —bromeó con una sonrisita y esa vez no oprimió la risa. Verlo reír y escucharlo, hizo que el martirio de la montaña rusa valiera la pena. Su risa me encantó y su sonrisa iluminó más esta cita.

—Oye —Lo empujé fingiendo molestia.

Me di cuenta de que iba muy pegada a él, es más, mi brazo estaba enredado en el suyo. No pude evitar sentirme avergonzada por haberme tomado esa libertad.

—Lo siento.

Me deshice del agarre y avergonzada me separé unos centímetros de él. Dejándole un poco de espacio personal.

«De seguro me vi como un chicle» Me reclamé.

—No te preocupes —Él eliminó esos centímetros que dibujé entre los dos, mi hombro choco con su brazo y las puntas de nuestros dedos se rozaron —... Puedo... ¿Puedo tomarte de la mano?

Lo miré sin creer lo que me había preguntado. Ver su expresión nerviosa y sus mejillas ruborizadas, me hizo saber que iba en serio. Él me había pedido permiso para tomar mi mano ¿Quién preguntaba eso hoy en día? Estaba claro que él era diferente. Él valía la pena.

—Cla... claro.

Nuestros dedos rozaron. Sentí calidez, cosquillas, su mano contra la mía provocó una aceleración en mi pecho que jamás había sentido. Hasta ese día.

—Perdona si sudo —murmuró.

—Te pido lo mismo —susurré.

Nos regalamos medias sonrisas y con seguridad al agarrarnos de la mano, seguimos nuestro camino. En un momento de conexión palpable, nuestras manos se encontraron por primera vez. Era un gesto pequeño pero significativo, que marcaba el inicio de algo especial entre nosotros.

—Vamos a recoger la foto.

—No, he de salir horrible —Gavi se puso al frente de mí. No me soltó la mano, me miró el rostro y con cierto sonrojo, dijo:

—Yo te veo muy guapa.

Sentí el calor en mis mejillas.

—Solo lo dices porque... —Me detuve y bufé, no le diría que solo me decía guapa porque estaba tratando de ligar conmigo —. Ahs verás que saldré gritando y con pelos de bruja.

—Venga, vamos. Que has de salir toda un bombón. —Me guiñó y tiró de mi mano con suavidad. No me resistí y me dejé llevar por él. Hicimos otra fila, pero esta no tardo mucho. Al recibir la foto, no la miré, pero si vi la sonrisa de Gavi y luego él me la enseñó.

—Lo ves, sales muy guapa.

Miré la foto; él salía perfecto y yo, bueno yo salía con los ojos cerrados, gritando como una loca y más mechosa que una bruja y eso que llevaba un gorro que lo disimulaba un poco.

—No es cierto.

—Lo es—-Con su mano libre saco su móvil de su bolsillo y guardo la foto en su funda.

—¿La guardarás? —pregunté.

—Para recordar como tus gritos me dejaron sordo —Siguió burlándose y solté su mano para cruzarme de brazos y quejarme en un berrinche juguetón. Él siguió riéndose, pero se detuvo al acariciar mi labio inferior. Sin saberlo había hecho un puchero y él se había tomado la libertad de acariciar una parte de mi boca.

—Te ves muy mona.

Me dejó sin palabras y para ocultar esa sonrisa boba, que se hacía costumbre cuando estaba con él, baje la mirada.

—Guardaré la foto.

Volví a negar, con el mismo puchero. Gavi sonrió, divirtiéndose de mí.

—Sales bien.

No era fea, pero esa foto no dejaba ver mi belleza a su 100%. Y no era una fabulosa foto para que cada vez que sacara su móvil, me viera gritando como loca.

—Sí quieres una foto, podemos tomarnos una en donde salga decente.

Saqué mi móvil y le hice un ademán para que se acercara y poder capturar el momento. Él se acercó nervioso y con una voz temblorosa me pidió permiso para posar su brazo por mis hombros. Le di el permiso y la calidez de su cuerpo me hizo sentir nerviosa. La incertidumbre sobre cómo posar se desvaneció cuando, de repente, surgió la naturalidad. Sin pensar demasiado, nuestras sonrisas se hicieron cómplices y nuestras poses se volvieron espontáneas. Capturamos el momento de una manera auténtica, revelando la belleza de la conexión sin artificios.

—Esa es mejor.

—Me sigue gustando más la otra.

Me agarró de la mano y tirando de mí, no me dejó darle la contraria.

Seguimos subiéndonos a más juegos, unos divertidos y los otros que me daban demasiado miedo. Ya se estaba haciendo de noche cuando Gavi me invito un algodón de azúcar. Yo era una niña feliz con ese algodón.

—¿Te gusta demasiado? —preguntó al verme en la mismísima gloria con el dulce.

—¿Se me nota demasiado?

—Los ojitos te brillan.

—Me fascina.

«Al igual que tú»

Seguimos caminando, agarrados de la mano y charlando sobre los juegos. Nos detuvimos en puestos y por algo de comer. Al terminar seguimos paseando hasta que nos detuvimos en un juego donde debías de dejar caer las botellas, tenías tres intentos y ganabas un peluche. Gavi fue el que jugo, le resultó muy fácil. El encargado del juego le preguntó que peluche quería, él me miró de reojo y sonrió antes de señalar el algodón de azúcar ¡Un algodón de azúcar!

—Para usted, señorita.

Me sentía como es una mismísima película de amor. Abracé el peluche y alcé la mirada, topándome con una cabina de fotos. Tiré de Gavi y corrí, llevándolo conmigo.

—Una cabina de fotos, vamos.

Hicimos fila y nos metimos a la cabina cuando llego nuestro turno. El lugar era estrecho por lo que estábamos demasiado juntitos. Jugamos entre nosotros e hicimos bobadas divirtiéndonos. La primera foto capturó una tontería y para la segunda sonreí, para salir linda, pero de un segundo para otro Gavi bajo mi gorro de tal manera que cubrió mi visión. Todo se quedó a oscuras y lo que sentí fue un pequeño roce en mis labios. Me quedé atónita con el corazón derritiéndose en mi pecho.

«Me acaba de besar»

Me coloqué bien el gorro y lo miré con una sensación nueva en mi pecho. Mis mejillas estaban sonrojadas por el tierno beso que me acababa de robar. Una simple caricia y me pecho bombeada demasiado rápido.

Miré a Gavi con las esperanzas de que volviera a besarme, pero estaba igual que yo, esperando a que lo besé y muy sonrojado.

Le sonreí.

Y le besé. Un roce que él siguió. Y en ese beso, supe que él era especial. Me lo dijo por la dulzura, la suavidad al acariciar mis mejillas y la punta de mi nariz al dejar un costo beso en ese lugar al separar sus labios de los míos. Ambos nos ruborizamos, nos miramos a los ojos cómplices, nos íbamos acercando para volver a besarnos, pero las personas en la fila nos apuraron.

Al salir de la cabina, ambos con las mejillas acaloradas. Agarré las dos tiras de fotos que arrojo la máquina y sonreí al verlas. Cuatro fotos que habían capturado esos preciosos momentos. Nuestro primer beso.

—Una tú, una yo.

Le entregué una de las tiras. Nuestros dedos rozaron y provocaron cosquillas en mí. Gavi miro las fotos y atrapé con mi mirada la sonrisa que se le formó al ver los momentos capturados.

Deje de mirarlo y mordí el interior de mi mejilla, conteniéndome de no saltar a darle otro beso. No sabía el porqué Gavi me hacía sentir así, nerviosa, sintiendo cosquillas en las puntas de mis dedos por un roce de nuestras manos, bajando la mirada por cada miradita que provocaba mariposas en mi estómago.

Lo conocí, hablamos y llegaba un momento en donde simplemente me apetecía verle, tenía ganas de verle y cuando le veía mi corazón se aceleraba como un coche de fórmula uno, como si estuviera escuchando una canción o solo leyendo uno de esos libros que tanto amaba. Él me hacía sentir especial. Y creo que me estaba enamorado de él y me gustaba. Me gustaba que fuera él.

Como lo había prometido, Gavi me llevo a casa a una hora decente. Estábamos a fuera de la puerta y rezaba para que mamá no estuviera viendo por la mirilla.

—Me divertí mucho, Gavi.

—Yo también me divertí. Deberíamos repetirlo. 

Sonreí y susurré:

—Buenas noches, Gavi.

—Valeria.

—¿Si?

Dio un paso, acercándose más a mí.

Acomodo uno de mis mechones y juro que creí que me besaría. No lo hizo, solo me dio una miradita y una sonrisa que acelero y motivo a mi corazón.

—Llámame Pablo.

—¿Pablo? ¿Por qué?

—Es mi nombre —Sus dedos crearon cosquillas en mi cuerpo al acariciar mi mejilla.

—Lo sé, que tonta pregunta —murmuré con una carcajada —. Creí que te gustaba que te llamaran Gavi.

Seguía acariciando mi mejilla y yo no podía despegar la mirada de sus ojos.

—Gavi para los amigos, tú puedes llamarme Pablo —Su rostro se iba acercando, acarició mi mejilla y sus labios rozaron mi boca —, tú eres más que una amiga, algodón de azúcar.

Deje de respirar. Sus labios capturaron los míos. Me dejó sin aliento y no fue un beso salvaje. Fue uno dulce. De esos que te hacen suspirar.
















































































<333

Escribir este capítulo me derritió de ternura ¿A ustedes que les pareció?

Estoy super nerviosa por la final. Manifestamos que ganen 🕯🕯🕯

En otras noticias. Si se habrán dado cuenta, la historia ya llegó a 80k de leídas y en forma de agradecimiento hoy haré un mini maratón de la historia.

Maratón 1/2
~A lo largo del día, subo el otro capítulo~

Y les digo que preparen su biblia para el siguiente cap 🔥😏

Se les quiere mucho. Y que les regalen un Gavi de Cartón 💝

Nos leemos en unas horas

Por favor no se olviden de dejar su voto y comentar, eso me anima a seguir escribiendo :)

síganme en redes, subo contenido de la historia

Ig: ancovi12
Tiktok: ancovi12

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