20 de diciembre, 2021

Di un sorbo a la taza de café y de reojo vi como Benjamín entraba a la cocina. Pensé que se serviría café y se iría como era de costumbre, pero, se plantó a una distancia corta de mí. Lo miré de reojo con rareza y bebí otro poco de café.

—Buenos días —dije con las intenciones de eliminar ese silencio incómodo.

—¿Qué es esto? —Me enseñó una revista.

Dejé la taza de café en el mesón y miré la portada. Gavi salía en la portada, específicamente donde me dedicaba el gol.

—Es Gavi. Ya lo conoces —Benjamín estaba con el ceño fruncido y aquella vena en su frente que amenazaba con explotar, aun así añadí —¿Qué quieres? ¿Qué le pida un autógrafo para ti?

Se contuvo de decirme algo, solo apretó la mandíbula y paso hoja. Me lo volvió a enseñar.

—¿Quieres que te lo lea?

—Sé leer, gracias.

Me mantuve en silencio y leí lo suficiente. También vi la foto en donde se suponía que debía salir yo, pero se veía demasiado borrosa. Apenas si se notaba mi cara y los rubios pelos de Carla.

—Solo es una tonta revista de chismes —señalé —. Y antes de que digas algo, ya voy tarde para las clases.

Agarré mi mochila y di media vuelta. Lo dejé con las palabras en la boca. Él no se detuvo, me siguió y dándome un golpe de sorpresa dijo:

—Te llevaré yo.

No replique ni me negué. Me despedí de Margarita y Dany. Salí de la casa y me dirigí al auto de Benjamín. Iba a sentarme en la parte trasera, pero él fue el que me abrió la puerta del asiento del copiloto. El lugar de mamá.

El camino al insti, fue un total silencio. Él se comcentró en conducir y yo miraba por la ventana pidiendo llegar lo más antes a la escuela. Mis rezos se cumplieron y en menos de lo esperado ya se estaba deteniendo a fuera del instituto.

—Gracias por traerme.

No esperé una respuesta, abrí la puerta y antes de salir, su agarre me detuvo.

—Cierra la puerta —ordenó.

Lo miré. Estaba serio. No era momento para soltar algo inapropiado. Hice lo que me ordenó y seguía sin soltarme.

—No quiero que veas más a ese muchacho.

—¿Por qué? —pregunté.

Se refería a Gavi.

—Está metido en el ojo del público. La prensa española puede llegar a ser una mierda —contestó —. Y con todo esto de tu mamá...

—¿Qué tiene que ver mamá con esto?

—Desde su muerte, las empresas —señaló —. Si se enteran que la hija de la fallecida empresaria, tiene algo con ese muchacho. La prensa estará sobre ti, inventaran cosas para vender, hablaran de ti.

—No saben que soy yo.

—Lo sabrán.

No dije nada. En cierta parte tenía razón.

—Tengo clases —Traté de liberarme de su agarré, pero el seguía sujetándome. Iba a decir algo más.

—Por una vez has caso, tu madre no está y el inmaduro de tu papá, sabe dios donde estará —farfulló—. No tienes a nadie más y tu madre me dejo como tu tutor, así que por favor, no te estés metiendo con él.

¿Por qué sus palabras me dolían? El hecho de que me recalcara de que estaba sola era seguir golpeando mi corazón.

—Lo haré —susurré cruzando los dedos sin que él lo notara.

—Más te vale —Esta vez me soltó, inconsciente sobé mi brazo. Dolía.

—Ya, ni que Gavi viniera a pedirme matrimonio ahora mismo —dije entre dientes y esta vez si bajé del coche.

Las clases fueron un dolor de cabeza. Pero a la hora del almuerzo fue lo peor. Estaba en la misma mesa que Carla, Ester y Pau. De las cuatro era la única que contestaba con monosílabos. Carla me regañaba por ello, quería que saliera de esa nube gris que andaba rondando encima de mí.

—Valeria —Ester me llamó.

—¿Qué?

—¿Has visto lo de Pablo?

—Es Gavi —dije.

—Pero si tú le llamabas Pablo —replicó.

"Gavi para los amigos, tu puedes llamarme Pablo" recordé sus palabras.

—Olvídalo.

Vi como Ester puso los ojos en blanco y prosiguió.

—¿Sabes si está soltero? ¿O es que ya tiene novia? —Sus preguntas fueron dirigidas a mí con un toque de malicia —. Porque le ha dedicado un gol a una chica... ¿Será que ya tiene una novia?

Apreté con fuerza el tenedor. Unas inmensas ganas de tirarle la ensalada en su tonta cara.

—Pues de hecho a Val...

Pateé por debajo de la mesa a Carla. No le deje terminar de hablar. Ella me miró con cara de dolor y le hice un gesto para que no dijera nada.

—Está soltero —susurré conteniendo mis ganas de lanzarle la ensalada.

Ester dio unos aplausos de felicidad y con una sonrisa en su cara dijo:

—Será que tengo oportunidad.

No.

Claro que no.

Ester y Pau empezaron a fantasear con ser las novias de Gavi o uno de los otros futbolistas del barça. Dejé de escucharlas, pero la mueca de mi cara no desaparecía.

—Valeria —volvió a llamarme.

Alcé la mirada para verla, apenas notó que tenía mi atención en ella, hablo:

—Pues... Ya que fui yo la que hizo que Gavi y tú se conocieran, fui su cupido y aunque ya ustedes dos —Con sus manos simuló un corazón rompiéndose—. Terminarán ¿Podrías pasarme su número?

Ester me causaba migraña. Ella seguía con la idea de que gracias a su bocata que le dijo a Gavi "Su novio acaba de terminar con ella" él fue detrás de mí y hubo algo entre nosotros gracias a ella, cuando en realidad no fue así. Sí claro, le dio el chisme a Gavi, pero él y yo ya habíamos coincido antes, además ella no tuvo nada que ver en lo que hubo después.

Quería el número de mi ex. ¿Qué? ¿Quería ligar con eso? ¿Qué clase de amiga hace eso?

«No es nuestra amiga»

«Por qué no le gritas un gran "nooo" le tiras la ensalada encima y ya nos vamos a leer un poco. »

Necesitaba hacer eso, pero quedaría como la ex loca y mala amiga. Fingí sonreír.

—Claro, me pasas tu móvil —dije amable. Ya tráiganme un Óscar.

Ester me paso su móvil. Y le agendé el número de Gavi.

Me puse de pie después de entregarle el móvil.

—Bueno ya me voy a clase —dije.

De reojo miré a Carla, ella me miraba con cara de "En serio le diste su número" No le dije nada. Di media vuelta y empecé a alejarme escuchando los chillidos de Ester al tener el número de Gavi.

JA.

La sorpresa que se llevara cuando le marque.

Le di un número falso.

Al terminar las clases, recibí una llamada que me tomo por sorpresa y me daba más páginas de un libro sin final. Era Pablo. Gavi.

Dude si en contestar o no.

Contesté.

—¿Sigues en el instituto? —preguntó.

—Hola a ti también, Gavira —hablé siguiendo mi camino—. Y sí, acabo de salir de clases.

—Estoy cerca. Pedri me ha traído. Paso por ti y damos una vuelta.

—No. Espera.

—¿Por qué?

—Hay varias personas afuera y ...

—¿No quieres que te vean conmigo? ¿Es por lo que dicen esas revistas?

—No Gavi... Es que es... —maldije en mi mente —. ¿Y si me esperas detrás del insti?

—Va. Estaré ahí, un beso.

Un beso.

No me dio tiempo de decirle algo más, ya que colgó dejándome con una buena sensación en la boca. Salí del instituto con una presión de las dichosas mariposas en mi estómago. Le avisé a Dany que saldría con Gavi y que no pasara por mí. Fui detrás del edificio y ahí estaba, esperándome apoyado en el muro. Al verme, sonrió y corto la distancia entre los dos en grandes pasos.

—Hola.

—Hola.

Me dejo dos besos en las mejillas que me dejaron desconcertada y ruborizada. Con el corazón latiendo desbocado, mi piel se erizó y mi sonrisa se volvió cómplice. Sin pensarlo mucho, decidí devolverle el gesto, sintiendo una mezcla de nervios y felicidad. Nuestros rostros se encontraron nuevamente en el aire, intercambiando un lenguaje silencioso lleno de complicidad. En ese momento, esos dos besos se convirtieron en pequeños capítulos de una historia que mi corazón seguía escribiendo.

Pero aun así, mi mente no me dejaba tranquila. Y es que no podía ilusionarme porque la caída dolería.

«¿Qué es lo que quiere?» Me pregunté

Matarme

Está claro que aún sigo sintiendo demasiado por él ¿Cómo lo olvidaría? Sí fue el primer chico que me hizo sentir amada, pero también me hizo llorar.

—Te ayudo —Gavi señaló mi mochila y la agarro antes de que pudiera decir "no es necesario".

—Gracias —susurré obteniendo una sonrisita, de esas que derriten como un helado bajo el sol de verano.

—Te he traído otro libro —mencionó enseñándomelo.

Lo acepté y juro que Pablo seguía teniendo tanto control en mí. Vi la portada del libro, era un título muy peculiar.

—No tienes por qué traerme un libro siempre.

—Quiero. Además, conociéndote, de seguro ya te terminaste el otro y sé que amas a leer, así que te traje uno.

«Ganamos la lotería »

—Me haces sentir mal, que yo no te traje nada —confesé.

Gavi paso uno de sus brazos por mis hombros. Ese gesto se sintió tan familiar, pero me lleno de sorpresa y esa sensación extraña que alborotaba en mi pecho.

—Con tu presencia basta, algodón de azúcar —Rodé los ojos por su mote.

Escuché su risita y le golpeé el brazo. Caminamos por un largo momento, él con su brazo por mis hombros y yo sintiéndome segura a su lado.

Tomamos las calles por donde no pasaba mucha gente, él llevaba puesta una capucha y no era el mejor disfraz, pero al menos funcionaba. Por un momento.

Llegamos a un parque y nos sentamos en un banquillo.

—¿Me contarás de que trato el libro?

Mordí mi labio inferior y negué. Él siguió insistiendo.

—Es que si te lo digo... —Pensé en mis palabras y recordé como estaba al leer el libro que me regalo hace unos días —. Pues... es que era un libro diferente...

—¿En que sentido?

—Es que no te lo puedo explicar... porque, porque es un libro subidito de tono...

—¿Subidito de tono? —Por su cara supe que su mente le respondió la pregunta -aaahhh

—Sí, aaahhh —lo remedé.

—¿Y te gustó?

La cara me hirvió de vergüenza. Bajé un poco la mirada para que no notara mi sonrojo.

—Pues... —Le miré y dije—. Soy muy abierta a todo tipo de lectura.

<333

Ay chiquis no se ustedes, pero yo también quiero un chico que me regale libros 😫

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