05: Una llamada a media noche y un mundo entero

15 de diciembre, 2021

En mi cama no podía estar en paz, giraba y cambiaba de posición cada segundo, cerrando los ojos y parpadeando mogollón para tener sueño y no funcionaba.

Me di por vencida al cabo de varios largos minutos.

Agarré mi móvil con las intenciones de perderme en una historia de Wattpad. No me importaba si mañana iba como mapache a la escuela, necesitaba distraerme y como ya se me habían acabado los libros en físico, siempre estaría wattpad como la vieja confiable. No entre a la plataforma naranja, mis planes cambiaron al curiosear las redes sociales, en específico sobre el partido de ayer.

En un pequeño resumen. Perdieron y Gavi se la paso en la banca.

Inconsciente entre a su chat. Vi que estaba conectado.

Empecé a escribirle, pero inmediato lo borré ¿Qué le pondría?

Un "hola" sonaría muy seco un "¿Qué haces despierto?" Sería muy interrogatorio. Miré el techo a la espera de que algo viniera a mi mente. No espere mucho y tampoco fue que pensara demasiado. Mi móvil sonó entre mis manos. Vi la pantalla y su mote apareció.

Me estaba llamando.

Deje de estar acostada y apoyé mi espalda en la cabecera. Miré mi móvil y antes de que todo pensamiento negativo me controlará, contesté.

¿Estás despierta?

Rodé los ojos y pegué el móvil más a mi oreja.

No, he contestado dormida —me burlé.

Escuché su risa y no pude evitar sonreír.

Pregunta boba y va otra pregunta boba, pero ¿Qué haces despierta? ¿Mañana no tienes insti?

Es que no puedo dormir

—¿Se te perdió tu almohada? —preguntó burlón.

No. Que no soy una niña, niñato.

Soy mayor que tú.

Por un día —aclaré—. No es mucha la diferencia, además mentalmente te saco miles de años luz.

Escuché su risita.

—Valeria. —Pronunció mi nombre de una manera lenta, de esa forma que me hacía sonreír como una estúpida—. Ya dime ¿Por qué no podías dormir?

Mmm es que estaba pensado...

¿Pensando? En mí.

Alto ego.

Reí.

Pablo bájale un poquito a tu ego —señalé—. Y no, no estaba pensando en ti -Bueno puede que un poquito.

«Muchísimo»

—¿Entonces en que?

En una estupidez. No la quieres escuchar.

Bueno la verdad es que no podía dormir, porque estaba pensando en él. Pero no se lo podía decir.

¿Quiero escuchar tu estupidez?

Mordí mi labio y pensé en lo que le diría. Una mentirita piadosa.

—Pues... pues ...No me baja.

No lo entendió y preguntó:

—¿Qué no te baja?

Ya sabes... lo que viene cada mes...

—La ... ah y es... ¿Tu has tenido relaciones después de... ?

Benjamín me va a matar —Mordí el interior de mi mejilla para no reírme a escucharlo balbucear cosas sin sentido.

—¿Desde cuándo?

—¿Dos o tres meses?

¿Es mío? Es mío

Quise estallar de carcajadas en ese momento. Me imaginaba la cara que tenía en ese momento y no pude contenerme la risa. Me reí como una loca. Trate de tapar el móvil para que no me escuchara, no funcionó.

¿Te estás riendo? ¿Es una de tus bromas? ¿Tendremos un hijo o no?

Seguía riéndome.

Respiré y entre risas hablé:

Perdón, perdón.

Estás loca.

Me voy a orinar de la risa —reí.

—Te voy a tirar una almohada —amenazó.

No puedes, tonto -me burlé.

Yo te tiraré una almohada si es que no te callas —Escuché una tercera voz que reconocí como la de Pedri. Deduje que estaban compartiendo habitación.

Deje de reírme.

Mejor te dejo. Descansa.

Tú también descansa, Val y deja de pensar en tu falso embarazo. Mentirosa.

Cállate, niño y mándale saludos a Pedri.

Lo haré..., por cierto, te veo mañana, mejor dicho en unas horas.

¿En unas horas?

Abrí mi boca para preguntarle, pero ya me había colgado. Al segundo volvió a sonar mi móvil, pero no era una llamada. Era un mensaje.



Niño bonito gruñón😇😡:

Buenas noches
Algodón de azúcar💖



































💌💌💌



































Horas después...

—¿Seguirás insistiendo? —le pregunté a Carla.

—Una última vez —pidió.

—5 segundos.

—Desaprobaras ¿y que pasara? Pues yo te lo digo, te quedaras en verano y no podremos ir de viaje antes de la universidad —dijo dramática.

—Ni siquiera sé que quiero estudiar —repliqué.

Ni siquiera sabía lo que quería almorzar.

—Pues lo descubrirás.

—Apesto en todo, Carla —señalé.

—¡No es verdad! —Carla hizo que me sentara en las bancas de los vestidores y empezó a reprenderme como una madre —. Odio cuando dices eso, eres buena en demasiadas cosas. Valeria, ya nos falta poco y si sigues así reprobaras todas las materias. Y como mejor amiga, no puedo dejar que pase eso.

—Carla. No seas dramática.

—Te sacaste un uno en matemáticas ¿Qué no sea dramática? Por dios.

—Eh, pero saque un 10 en literatura —señalé.

—Vamos, Valeria. Promete que estudiarás —pidió—. Ven a mi casa o mejor voy a la tuya, sí, mejor voy a la tuya. Así no te me escapas.

—Vale.

Me sonrió de oreja a oreja y me dejo un beso en la frente.

—Cari, ¿desde cuándo hemos invertido papeles?

Rodé los ojos.

El móvil de Carla sonó vio el mensaje y entre dientes dijo:

—Es él de nuevo.

—¿Quién?

—Nadie.

Su celular volvió a sonar.

—Te veo en la salida. Termina de cambiarte y vamos por un helado ¿Va?

—Va.

Carla me dejó en los vestidores. Me pareció raro que se fuera rápido. Seguro era su nueva conquista. No lo sabía.

Carla y yo ya no hemos hablado demasiado últimamente. No como antes. Ella seguía detrás de mí y lo apreciaba, que no me abandonará, como otras personas lo hicieron. Pero a veces solo deseaba estar sola junto a un libro, música y café.

Terminé de cambiarme. Unos minutos atrás tuve clase de educación física y aunque lo único que hice fue leer en las gradas con la excusa de que estaba en mis días. Aun así, sin estar toda sudada, decidí darme una ducha y relajarme, pero vino la charla de Carla.

Las clases por hoy acabaron, era sinónimo de irme. Agarré mis cosas y empecé a andar no sin antes enviarle un mensaje a Dany, diciéndole que iría primero por un helado con Carla. Guaré el móvil en mi mochila, saque mis auriculares y un libro. Me puse los casquillos en cada oreja y le di play. "Lover" empezó a sonar.

Carla no aparecía, su cabeza rubia no se asomaba a lo lejos de la calle. Decidí avanzar, pensando que ella ya me estaba esperando o me alcanzaría.

Caminé mientras escuchaba música y leía. Sí, leía. Tenía esa costumbre. Recibía muchos regaños por ello, pero ya me había acostumbrado. Además antes de cruzar la calle, siempre miraba a ambos lados. Mi lectura duró unos minutos, para ser exactos al doblar la esquina me vi interrumpida.

Sentí como alguien se puso a mi lado y me tocaba el brazo. Al principio pensé que era Carla y la dejé pasar, pero su tacto removió las mariposas que debían de estar muertas.

—Valeria. —Me quitaron uno de los auriculares y supe de quién se trataba—.Valeria —Volvió a llamarme.

Deje de caminar y lo vi.

Era Pablo. Digo, Gavi.

—¿Qué haces aquí?

—Vine a verte —contestó. En mi otro auricular seguía reproduciendo "Lover".

—Ya, pero que necesidad de interrumpir mi lectura —farfullé fingiendo molestia.

—Un día de estos un auto te va a matar.

—Miró la calle antes de cruzar —aclaré cerrando mi libro.

—Lo sé —murmuró quitándome el otro auricular, tuvo las intenciones de escuchar lo que estaba escuchando, pero le quita el cable antes de que escuchara—. Que concentración la tuya para leer, escuchar música y caminar.

—Un talento.

Me hizo un ademán para seguir caminado. Le hice caso. Íbamos de lado a lado, como meses atrás, salvo que esta vez no íbamos con las manos agarradas.

—Te traje un regalo —habló después de cruzar la calle.

Ladeé mi cabeza para verlo y me fijé en la sonrisita que llevaba y en lo que traía entre sus manos. Yo no me había fijado, pero apenas lo dijo vi el libro que llevaba.

—Pase por una librería... me llamó la atención la portada y pensé en ti.

—Gracias.

El gesto de los libros era un detallazo.

Podía regalarme cualquier cosa costosa, pero él siempre optaba por un mundo entero.

Su sonrisa se amplió, y por un momento, me sentí transportada al pasado, cuando todo era más sencillo entre nosotros. Había algo en su mirada que aún lograba tocarme de una manera especial.

Lo dejé de mirar para no ilusionarme ante el bonito detalle. Pero, al mirar la fachada del local donde nos detuvimos, los recuerdos me invadieron. Intenté mantener la compostura, Gavi ya no era nada mío, él ya no podía ser el causante de que mi corazón latiera rápido, pero...

Mi corazón latía con fuerza.

Volví a mirarlo y en sus ojos cafés noté que el lazo que nos unía, seguía intacto.

Agradecí por el regalo, pero lo que realmente se robaba todo mi aprecio era que él seguía acordándose de esos detalles sobre mí.

—Menudos recuerdos en esta cafetería —Un escalofrío recorrió mi nuca al escuchar y sentir su susurró a un centímetro de mi oído.

Alcé la mirada y vi los ventanales de la cafetería donde nos conocimos. Desde donde estaba se podía visualizar la mesa en la que él y yo siempre compartíamos momentos.

Una ráfaga de recuerdos Agitó mi mente; la primera vez que nos vimos, las citas. Todo. Aquí empezó todo, junto a esos besos infinitos que nos dábamos.

Mientras veía la cafetería, sintiendo el cálido aliento de Gavi en mi oído y sosteniendo el libro entre mis manos, supe que mi corazón aún latía al ritmo de una historia que parecía negarse a cerrar sus páginas.



































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