• Yuratchka & Yullian
Especial por el día del padre.
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De gatito a hada.
[5 años]
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Yuuri Nikiforov no cabe en sí de la emoción.
Es que siempre supo que su hijo era hermoso, pero verlo vestido así lo hace un ente casi irreal.
Una lástima que Viktor se lo perdiera.
Justo en medio de las competencias nacionales rusas, Yurio tendría una presentación teatral en el jardín de niños. El de ojos azules pataleó y amenazó con abandonar sus competencias solamente para ir a ver a su cachorro, sin embargo tanto Yurio como él lo convencieron de que no era necesario y le desearon suerte.
Yuuri y Minako ayudaron por tardes enteras a Yuratchka con las pocas líneas que recitaría y los ligeros pasos de ballet que debía hacer en su representación de hada.
Yuratchka tenía un papel pequeño, porque era obligatorio que todos los niños de su clase participasen y las maestras saben que el pequeño rubio Nikiforov no soporta hablar en público.
Sin embargo, no podían darle el papel de arbusto porque ya podían apañárselas con el attrezzo.
Así que Yuratchka Nikiforov sería un hada, saldría quizás 1 minuto al escenario y diría al protagonista "Para tí, que tienes la luz del sol primaveral en tu sonrisa" mientras le entrega una corona de flores y saldrá girando grácilmente sobre la punta de sus piecitos. Ese será su debut como actor.
Y aunque para su hijo no era la gran cosa, Yuuri estaba de verdad muy emocionado.
Compró tela brillante en diferentes tonos de verde, todo para que combinaran a la perfección con los ojazos de su bebé y confeccionó él mismo el disfraz del rubio.
El día de la presentación llenó las redes sociales que casi nunca usaba con fotografías de su hijo. Yuratchka lucía como una auténtica criatura divina del bosque. Pequeñito y precioso en su traje verde.
A Yuuri no le importó que a su hijo se le olvidara la línea que debía decir o que, en lugar de colocar la corona de flores en la cabeza del protagonista de la obra, lo pateara y le tirara las flores en la cara.
No le importó, porque Yurio sí danzó a la perfección sobre el escenario. Incluso dio un pequeño salto con giro antes de salir.
No le importó, porque su gatito se negó a quitarse el traje de hada en todo el día y, al preguntarle el motivo, Yuratchka confesó que le había gustado porque su mamá se esforzó mucho haciéndolo.
Seguido de un pequeño besito a la bendita que cubría una herida en su dedo gracias a un mal corte con las tijeras.
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Alto, alto muy alto.
[9 años]
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Viktor Nikiforov sonríe al ver como su hijo hacer vagos intentos por estirarse sin que ellos se den cuenta.
Ese día Yuratchka cumplía nueve años. Tanto su esposo como él sienten el pecho rebosante de la más pura y tierna felicidad. Incluso están un poco orgullosos de sí mismos.
Yurio crece cada día más como un niño talentoso y feliz. Si bien los problemas que tiene de vez en cuando con sus compañeros de escuela pueden llegar a ser tediosos tanto para el pequeño como para ambos padres, Yurio no les da mayor importancia una vez que llega a casa y puede exigir atención y mimos de Yuuri y él.
La escena frente a Viktor es simplemente adorable.
Cada año, desde que Yuratchka descubrió que los números escritos sobre la madera de un pilar de la cocina consistían en las alturas de su madre durante su crecimiento, pidió ser medido constantemente en el mismo lugar.
Aunque para Viktor y Yuuri sea tierno ver que Yurio no crece mucho, el pequeño rubio parece cada vez más frustrado.
Nikiforov sabe que no es culpa del niño, sino de la sangre digna de un hobbit que heredó de Yulia, pero obviamente no puede decirle aquello al pequeño.
—¿Por qué no crezco más, mami? —La voz casi rota de su hijo hace que Yuuri lo abrace con todas sus fuerzas. Aunque el platinado puede ver como su esposo intenta esconder una sonrisa divertida en el cabello de su hijo.
—Es normal, gatito. Muchos niños no crecen tan rápido. A veces, cuando llegan a una determinada edad simplemente se estiran hasta ser muy altos.
—¿Altos, altos, muy altos?
—¡Altísimos! Yuuri ríe y abraza al pequeño para hacerle cosquillas.
Las risas resuenan en la cocina y Viktor piensa que no hay sonido más precioso que la risa de sus amores. Como una canción única compuesta por dos instrumentos divinos.
—¿Yo creceré tan alto como papá? —La pregunta inocente de Yurio haría temblar algo dentro de Viktor, sin embargo no quiere pensar en ello.
Ese es su hijo, preguntándole si llegará a ser como él algún día. Porque es un niño muy curioso que busca siempre cualquier parecido entre ellos y él.
—Puede ser, Yurio, pero para eso deberás esforzarte mucho.
El de ojos azules sonríe al ver como los grandes y verdes ojos de su hijo se iluminan, repentinamente interesado en algún método que lo haga crecer.
—¿Cómo?
La mirada del patriarca de los Nikiforov se pasearía nerviosa esa mañana, recorriendo la cocina en busca de un pretexto creíble para su inocente rubio.
La ayuda divina llega en forma de gato cuando Fluff entra a la cocina, contoneándose cual rey, pasado de sus súbditos y yendo directo a su tazón para mojarse los bigotes.
—¡Debes tomar mucha leche!
Los rostros de madre e hijo forman muecas extrañamente similares. Yuuri porque sabe lo reacio que es su hijo ante los lácteos aunque en lo demás si sea como un gato cachorro. Y Yurio porque la respuesta le da asco, pero se resigna a llevarlo a cabo si con ello crece más, porque está un poco harto de que se burlen de él por ser más pequeño que un japonés promedio.
Viktor jamás pensó que una respuesta inocente como aquella sería culpable de un par de cosas, como que Yurio lloraría por casi un día entero gracias al dolor estomacal que le provocó tomarse casi ocho botes de leche, cinco yogures y un licuado.
La inflamada pancita de su cachorro le hizo autoprometerse que jamás daría respuestas al azar a su hijo de nuevo. Después de todo Yurio es la clase de niños que cree ciegamente en sus padres.
Era probable que, si Viktor le hubiese dicho que debía comer nueces para crecer, Yuratchka se habría comido todo el bote que Hiroko resguardaba en la cima de la alacena, importándole muy poco que fuese alérgico.
De esa experiencia todos aprendieron algo.
Yuuri aprendió a no seguirle el juego muy seguido a su esposo si eso ponía en riesgo la salud de su gatito.
Yurio se grabó en la mente que, una vez que su padre le dijera algo, lo mejor sería buscar confirmación de su madre. Para evitar problemas y dolores futuros. Además de que no volvió a quejarse de sus altura durante un tiempo.
Y Viktor supo que, en gran medida, él fue el culpable de que Yurio odiara la leche por el resto de su joven vida. Lo único que su hijo bebería con dicha sustancia consistiría en el chocolate caliente que Yuuri preparaba.
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¡Sonríe!
[Yuratchka 12 — Yullian 7 meses]
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—Mira aquí, Yullian.
El bebé ignora completamente a su padre, gateando en busca de su hermano mayor.
Yuratchka ríe encantado al ver a Katsudon tambaleándose y arrastrando las rodillas, luchando por alcanzarlo al otro lado del estudio.
Viktor y Yuuri se ven genuinamente enternecidos por la escena que presencian.
El estudio de ballet cerró sus puertas al finalizar la jornada diaria, sin embargo Yurio expresó su deseo por extender un poco más su práctica para perfeccionar su flexibilidad.
Así que cuando Viktor llegó por ellos con el pequeño Ian, Yuuri extendió una manta en el suelo de madera y acomodó a su hijo menor en medio de una pequeña barricada de cojines.
No esperó que el bebé fuera tan bueno escalando y para cuando se dio cuenta ya estaba junto a Yurio, viendo embelesado los estiramientos del mayor.
—Katsudon... Katsudon... —Canturreaba Yurio.
Viktor no perdió tiempo para comenzar a grabar y secretamente Yuuri lo agradeció, eso era algo que merecía pasar a la prosperidad.
Cada vez que el rubio cantaba el apodo de Yullian, formaba un arco perfecto con su cuerpo. De puntillas y sosteniéndose de la banda dorada con una sola mano, arqueaba la espalda y besaba la cabeza de su hermanito antes de enderezarse y repetir el movimiento. La risa de Ian sonaba, endulzando el ambiente al recibir tanta atención de su hermano mayor.
Después varios minutos, Yuuri dio por terminada la práctica y la familia salió del estudio.
No obstante, Viktor, poco dispuesto a regresar a su casa los invitó a dar una vuelta por el centro comercial.
Recorrieron jugueterías y heladerías hasta que Yuratchka y Viktor vieron una tienda que les llamó terriblemente la atención.
Al rubio porque en el escaparate se veía un bonito mameluco de leopardo.
Al platinado por el atuendo diminuto de príncipe.
Por unos segundos Yuuri temió por la paciencia de su hijo menor, no obstante no contó con que Yullian Nikiforov parecía tan entusiasmado como sus compatriotas.
¿Era algo entre Nikiforovs?
Siendo la primera vez que llevaba a Yullian a boutiques como esa, el bebé se comportó debidamente. Dejándose cambiar atuendo tras atuendo y sonriendo para las cámaras de los celulares de su hermano y padre.
—Ian es tan fotogénico, ¡podría llegar a ser modelo algún día!
Yuuri ríe ante las ocurrencias de su esposo y ve con total cariño como Yuratchka le muestra a Yullian un par de overoles. Uno con un gato estampado y otro con un oso.
—Después de todo, parece que no pueden estar uno sin el otro. —Susurra el de ojos chocolate a su esposo, sin perder detalle de sus hijos. El terror inicial a que Yuratchka no aceptase al nuevo Nikiforov se extinguió desde la primera vez que el rubio vió al menor. Ambos parecen adorarse sin restricciones.
—Katsudon quiere mucho al Gatito.
Como si superan que hablaban de ellos ambos giran. Yurio con una sonrisa mientras carga a su hermano y el bebé riendo mientras intenta aplaudir.
Para Viktor y Yuuri Nikiforov ese par de niños preciosos son lo más bello y hermoso que hay en el mundo. Por ellos y para ellos son capaces de afrontar todo, cualquier cosa.
Lo que sea con tal de conservar esas sonrisas.
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¿Hola?
Aquí algo pequeño y ligero con motivo del día del padre. —En México, no sé si sea igual en otros países o si la fecha sea cercana—.
Aunque no fue algo directamente de los padres de ésta historia, vimos un poquitito de sus pequeñas y amados engendros.
Es lindo volver a escribir algo de los hermanos Nikiforov en sus tiernas infancias.
Un gran y hermoso GRACIAS a mi preciosa Beta LittleChanik ,por fomentar las ideas para este capítulo. Sin ella y su insistencia no habría especial.
De igual manera gracias a aquellas personas que aún guardan ésta historia en sus bibliotecas y corazón.
Y también a los que probablemente apenas lean.
Muchísimas gracias a todos y cada uno de ustedes. He visto por facebook que aún muchas de ustedes recomiendan Somos tu familia y eso me hace muy feliz.
INFINITAS GRACIAS.
LAS AMO.
ByeByeNya🐾
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