•Algo que nadie esperaba.
Mocosos con mocos.
[12 años]
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Yuratchka observa atentamente los movimientos de su madre sin soltar el agarre de la pequeña mano a sus dedos.
Mientras Yuuri quita el pañuelo casi seco de la frente de su hermano menor para mojarlo de nuevo y volver a colocarlo en la piel caliente, Yurio se remueve incómodo.
Está preocupado, está muy preocupado. Katsudon jamás había tenido una fiebre tan alta y no ayuda el hecho de que el médico no llegue gracias a la tormenta invernal que azota Hasetsu.
En Yu-topia la familia Nikiforov-Katsuki se mueve de un lugar a otro buscando remedios y formas para lograr que la temperatura de Yullian baje un poco.
Y él se siente un poco inutil por no poder hacer algo más que agarrar la mano de Ian y es que el pequeño de ojos azules se niega rotundamente a soltarlo aún estando tan débil.
Al escuchar un suspiro saliendo de labios de su madre Yura dirige su atención hacia él. Yuuri se ve preocupado, pero no parece tan desesperado como él.
-¿Katsudon estará bien, mamá?
-Claro que sí -responde Yuuri y Yurio quiere creerle.
-Pero se ve tan mal...
El bebé de un año duerme ahora gracias a que el llanto lo dejó agotado.
Yullian le dio un susto mortal cuando, al pasar junto a la recámara de sus padres -quienes estaban en la sala confiados de que su hijo pequeño dormía plácidamente -, escuchó a su hermano pequeño llorar. Sin embargo no era como el lloriqueo usual de Yullian, se escucha adolorido.
Y efectivamente, cuando entró y sostuvo al pequeño en brazos la piel de su hermano ardía y sus regordetas mejillas estaban muy rojas. Corrió en busca de sus padres con el bebé aferrado a él.
Vió claramente como la mirada de su padre se llenaba de terror, y su madre actuaba con prontitud junto a su abuela.
Minutos después Yullian descansaba en la cama de sus padres con un pañuelo húmedo en la frente después de haber tomado un biberón con agua y gotas para la fiebre.
Su padre había sido enviado por el médico de la familia, pero aún no llegaban y la fiebre no cedía.
-Tranqulizate un poco, gatito. -La dulce voz de su madre lo distrajo de su inspección al rostro de su hermano pequeño.
-Pero...
Se calló al sentir al azabache sentándose junto a él y abrazarlo, ambos cuidando el sueño del bebé.
-Puede que no lo parezca, pero la temperatura está bajando y cuando el doctor llegue le dará medicamentos para que se cure pronto. Él estará bien.
A veces olvida que su madre parece tener todas las respuestas del universo escritas bajo la manga de sus suéteres.
Y también olvida que la mayor parte de las cosas que pasan con Yullian ya las vivieron con él.
-¿Cómo fue mi primer resfriado? -pregunta, acurrucandose mejor en los brazos de Yuuri sin soltar los deditos de Katsudon.
Su madre parece pensar su respuesta antes de soltar un suspiro combinado con una ligera risa.
-Tu padre y yo casi nos matamos entre nosotros en esa ocasión.
Yuratchka frunce el ceño ante esa nueva información.
-¿Por culpa de papá?
-En gran parte, sí.
Yuuri Nikiforov recuerda con lujo de detalles la primera vez que su hijo rubio estuvo enfermo. Era diciembre como en esa ocasión y un manto blanco cubría la ciudad de Tokio donde él se encontraba con su familia.
La academia de ballet que Minako y él dirigían tendría una presentación importante en la gran ciudad y Víctor no tardó en declarar que Yurio y él lo acompañarían.
Fueron un par de horas. Tan sólo eso y cuando terminó de dar los últimos detalles al lugar donde se llevaría acabo la presentación, salió del teatro para recorrer las frías y atascadas calles, pensando solamente en llegar a la habitación del hotel, besar a su esposo, darse un relajante baño caliente y jugar un poco con Yuratchka.
Su pequeño bebé estaba por cumplir los tres años y lo único que podía entretenerlo lo suficiente era que ambos padres jugarán con él.
No era tan difícil, usualmente Yuuri hacía un par de pasos de ballet para que Yurio lo imitara y Víctor se encargaba de grabar todas y cada una de las caídas del menor, su ceño fruncido y la decisión en su cara para repetir el movimiento hasta lograrlo.
En otras ocasiones Víctor lo tomaría en brazos y lo lanzaría a la cama para comenzar una lucha donde Yurio saldría victorioso y su esposo con mordidas en los brazos y rasguños. Ambos despeinados.
Terror fue lo que bañó su cuerpo al comprender que el sonrojo profundo en las mejillas del niño, así como la brillante capa de sudor en su pequeño cuerpo no eran profundo de estar corriendo por la habitación huyendo de su padre.
Víctor hablaba con un médico cuando él llegó y prácticamente los empujó a ambos para tener acceso al lugar y buscar a su hijo.
-¿Qué sucedió? -Preguntó, exigiendo una explicación al estado del rubio -¡Cuando los dejé en el parque él estaba bien, Víctor!
-Si, bueno... -El de ojos azules desvío la mirada, cerrando la puerta tras él -Eso fue antes de que Yurio encontrara un charco y saltara dentro de él.
Muchas veces ha escuchado comentarios burlescos, o mordaces -dependiendo de la persona-, sobre comparaciones de su hijo con los gatos.
Y sí, Yuuri debe considerar aceptar que Yuratchka tiene actitudes semejantes a los felinos. No obstante hay algo que a Yurio logra fascinar que a muchos mininos no.
El agua.
Yuri es adorador de las aguas termales de su casa, de las duchas largas en los días de verano, le gusta nadar en la playa cuando hay buen clima y lo hipnotiza la lluvia. Desde que aprendió a caminar ha tenido que detenerlo cuando los diluvios caen, porque el rubio corre fuera de casa para bailar bajo las lágrimas del cielo.
Y tampoco es la primera vez que se precipita hacia un charco de agua.
-¿Por qué no lo detuviste?
-... Estaba comprando café.
Yuuri abre la boca, indignado y con muchas ganas de gritarle al amor de su vida, pero un casi imperceptible quejido lo detuvo.
-Mami...
-Oh, mi pobre gatito -Dice Yuuri con voz dolida al ver los grandes ojos de su hijo bañados en lágrimas y perdidos en la bruma del resfriado.
Toma el parche frío que tiene en la frente y le pide a Víctor ir por otro.
Esa fue una de las peores noches de su vida. Ninguno de los dos durmió por miedo a que la temperatura subiera.
El rubio tosía, estornudaba y temblaba porque su pequeño cuerpo tenía espasmos de frío.
Cerca del amanecer la fiebre cedió gracias a los paños fríos y las medicinas que el médico recetó. Y Yuuri respiró más tranquilo, dispuesto a despertar al chef del hotel y pedirle prestada la cocina para prepararle sopa a su bebé.
No si antes arrastrar a su esposo, visiblemente tan cansado como él, al pasillo.
-¡Tienes que cuidarlo mejor, Víctor! -Fue lo primero que dijo en apenas un murmullo. Quiere reprenderlo, no que el edificio entero se enterase de sus problemas maritales -¡A veces siento que solamente pasan cosas malas cuando los dejo solos!
Su esposo lo vió con toda la indignación que sus soñolientos ojos le permitían mostrar.
-¡Lo dices como si fuera mi culpa, Yuuri! ¡No es como si yo hubiera empujado a Yurio hacia el charco!
-¡Sabes como es él!
-Tiene tres años, Yuuri, quiere jugar y tú no puedes protegerlo de todo.
Fue el turno del azabache para sentirse herido y con toda dignidad levanta la cabeza, viendo altivo a su esposo antes de soltar un duro y decidido: -¡Claro que puedo!
Y dar media vuelta en dirección a los elevadores.
-Voy a buscarle algo para comer, quedate con él y cuidalo -ordenó, pero se detuvo al instante y le dirigió una mirada indecisa sobre el hombro.
-¡No me veas así, Yuuri!
Quizás fue un poco duro con Víctor en aquella ocasión, pero gracias a ello su esposo aprendió a ser más cuidadoso en cuanto a su hijo se refería y cuando Yullian nació Yuuri sabía que lo único que debía preocuparlo era que su amado esposo llegara a casa en solitario cuando horas antes salía con los niños.
-Papá siempre ha sido muy distraído.
Yuuri ríe ante la afirmación que su hijo da para restarle importancia al hecho de que la mayoría de sus enfermedades son después de llegar empapado a su hogar.
-Mami... 'Atito -Madre e hijo bajan la mirada hacia el bebé recién despierto.
-Katsudon, ¿te duele algo?
Yuuri ve enternecido la escena. Si él es sobre protector, su hijo mayor es mucho peor si se trata del menor. El amor de hermanos es tan palpable que Yuuri agradece que sea de esa manera, creyó que sería difícil para Yurio convivir con el nuevo integrante de la familia. No contó con que serían él y su esposo quienes debían esperar a que el rubio decidiera compartirles un poco al bebé.
-'Atito... Ian tene 'amble...
-Tu abuela estaba preparando algo, iré a buscarlo -Informa Yuuri, pero su hijo lo detuvo.
-Iré yo, mamá. Tu quedate con Yullian -Y dicho eso salió apresurado en busca de Hiroko. Yuuri sonríe y toma a su hijo menor en brazos, arrullandolo y suspirando con alivio al sentir que la piel de su mejilla está más templada.
-Para cuando tú padre y el doctor lleguen ya estarás mejor, bebé.
Ian no parece escucharlo, entretenido en la tela de su suéter.
Quince minutos después, mientras Yullian es alimentado, Víctor y el médico llegan y Yuuri no se molesta en silenciar las quejas de su hijo hacia el amable viejito de ojos oscuros.
De acuerdo, hay una tormenta afuera, pero pudo haber llegado más rápido, ¿no?
Gracias a Dios lo de Ian no pasó a mayores.
Mientras él recibía los medicamentos que deberá darle al bebé para su pronto alivio, Víctor y Yurio llenan de preguntas y atenciones al menor, quien se limita a sonreír cansado y escucharlos hasta quedarse dormido.
Su familia es singular y un poquito extraña, pero es única y él no la cambiaría por nada.
Sonríe al recordar que le dijo a Yurio que su esposo y el estaban por matarse durante su primer resfriado. Pero lo cierto es que eso fue después y porque Víctor estaba profundamente ofendido.
Y él no daría su brazo a torcer porque, aunque sabía que debía ofrecer una disculpa, aún no recibía una de parte de Víctor.
Así que se ignoraron por tres días.
Cuando la abstinencia de su marido pudo con él prácticamente le saltó encima una tarde, mientras Yurio jugaba con Mari en un parque cercano.
Ambos pidieron disculpas cuando sus cuerpos se unieron.
Pero Yuuri culparía al celo por haber dado su brazo a torcer tan rápido.
⛸
Vas a ser padre.
[32 años]
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Ambos mejores amigos están sonrojados.
Yura sabe que la hermana pequeña de Zet es curiosa, pero jamás pensó que les haría una pregunta de tal magnitud frente a sus familiares.
-¿Cómo supieron que serían padres?
En cuanto la enérgica voz de Soel hizo la cuestión, tanto Otabek como Yullian -al igual que el resto de las personas en Yu-topia- giraron a verlos a ellos dos.
Yurio apretó más a su durmiente hija entre sus brazos y volteó hacia su mejor amigo y su hinchado vientre.
Es genial que se conozcan tan bien porque sólo bastó un asentamiento de cabeza para que el esposo de su hermano entendiera que ni de joda respondería el primero. Y sonrió triunfante al escuchar el carraspeo del de ojos miel antes de respirar hondo.
Yuratchka se sabe esa historia de memoria, porque Katsudon se la contó más de tres veces en el segundo mes de embarazo de Zet.
Yullian Nikiforov había firmado un contrato con una agencia de modelaje bastante buena, sin embargo, dejó en claro que sólo trabajaría cuando el ballet se lo permitiera.
En una ocasión Zet y su estudio fue contratado para sacar las fotografías para una nueva tendencia de moda y grande fue su sorpresa al descubrir que su joven novio sería uno de los modelos principales.
Para Chulanont nunca ha sido problema alguno ser sincero, así que cuando su linda y joven asistente le preguntó por qué parecía que estaba a punto de comenzar a babear él respondería que era gracias a que los pantalones que Yullian estaba usando lo hacían ver delicioso.
Fue un gran tormento para el tailandés ver a su novio pululando de escenario en escenario vestido como el joven sensual que era. Sin duda el look rudo le quedaba muuuy bien.
Una vez la sesión de ese día concluyó y mientras Zet guardaba sus cosas a la velocidad de la luz porque sabía que su Alfa lo esperaba en al entrada de la sala donde fue la última toma e intentaba respirar hondo y calmado para bajar su excitación, su asistente y amiga lo llamó.
-Luces ansioso -Dijo ella al percatarse de los graciosos saltitos que daba su jefe mientras acomodaba las lentes de su cámara en el estuche.
-Estoy hambriento.
Zet suelta una carcajada al ver la mirada escandalizada de la muchacha y niega con la cabeza.
-No de eso, malpensada. -Calla. Lo piensa mejor -Bueno, sí. También quiero comérmelo, pero no puedes culparme, ¿Ya viste al monumento a la belleza masculina que tengo por novio? ¡No, no lo veas! -Grita Zet y le cubre los ojos cuando la menor gira hacia la dirección donde Yullian conversa con otro modelo.
Ella ríe y niega una vez que las manos de su jefe abandonan sus ojos.
-Entonces, ¿De qué más tienes hambre?
-Quiero papas fritas con chocolate.
Está de más decir que la pobre chica se asqueó con la simple imagen mental. Chulanont suelta una risita y tiene la amabilidad de sonrojarse porque sabe que su antojo es un tanto escalofriante, pero no puede evitarlo. Mientras pensaba en montar a su novio una vez que estuvieran solos, la imagen de unas papas fritas grandes llegó a su mente, haciéndolo salivar y por algún desconocido motivo su cerebro le dijo que chocolate le vendría bien a las papitas.
Y ahí está. Su estómago gruñendo cuando no hace más de dos horas comió tanto que se asustó él mismo.
-Ya sé, ya sé y creeme, es tan desagradable como se escucha, pero es lo que quiero comer. Sólo se me antojó.
Y ella ríe de nuevo al verlo llevarse la correa del maletín al hombro, dispuesto a salir de ahí y comer su atrocidad junto a su novio de ojos azules.
-Pareces embarazado. -Bromea.
La mandíbula de Zet se desencaja al escucharla y ella se sobresalta ante la expresión del camarógrafo. Pálido y con ojos desorbitados, ni siquiera parece respirar.
-¿Zet...? -Llama y cuando la mirada de él se llena de terror, comprende lo que sus palabras provocaron -No me digas que... tú...
-¡Zet! -El nombrado se sacude, como si lo hubieran electrocutado antes de llevarse un dedo a los labios, implorando silencio por parte de ella y se gira para encarar a su novio -¿Estas listo para irnos, cielo? -Pregunta antes de deslumbrar con su perfecta y blanca sonrisa a su asistente -Hola, Lannie. Gracias por tu trabajo.
Ella asiente y desvía la mirada, sonrojada. Zet la escogió como asistente por ese motivo. Ella es linda y tímida, pero sobre todo es buena en su trabajo. Y no se acerca más de lo necesario a Yullian, a comparación de otras que Chulanont a tenido que mandar de patitas a la calle por sonreírle coquetamente a su hombre.
-B-bien, Lannie... Nos vemos mañana para imprimir las fotografías...
-Buenas noches a ambos -Se despide la menor al verlos irse, dándole una mirada de completo apoyo a su jefe y amigo.
Es imposible, se dice una y mil veces más mientras camina de la mano de su novio, quien habla sobré quien-sabe-qué. No es posible, ¿verdad? Quiere preguntar a nadie en específico, sólo necesita una respuesta.
Pero sí es posible y probablemente sí está pasando.
Yullian y él tienen una muy sana, maravillosa, exquisita y sublime vida sexual. Y aunque no pueden verse muy seguido por aquello de que Ian vive en Londres y él aún radica en Bangkok, se dan el lujo de escaparse de sus obligaciones para viajar y estar con su pareja. Haciendo memoria, la última vez que lo hicieron fue... hace casi un mes.
Zet entregó un trabajo en el que había estado sumergido por más tiempo del que le gustaría y una vez que recibió su merecido cheque y le pagó a sus ayudantes y a su amigable asistente mandó todo a la mierda, cerró bajo llave y candados su estudio y se largó por tres semanas con su lindo novio.
Desde que Seraphine nació, Yulls se tomó su promesa muy en serio y de verdad no parecían cansarle los múltiples y bien recibidos intentos de concepción. Zet quiere una familia y por cosas del trabajo no han podido concretar los planes de su matrimonio, aunque lleven comprometidos casi dos años.
Necesita vacaciones.
Y tal vez sí está embarazado.
-Hey, Yulls -llama, deteniendo su caminar alzando el rostro para toparse con las gemas turquesas que el aludido tiene por ojos -, necesito comprar algunas cosas... para preparar la cena y...
-¡Oh! No te preocupes por eso, ayer fui de compras. La despensa está llena.
-¿Tienes papas?
-Si.
-¿Chocolate?
Yullian arrugó la nariz al comprender la clase de asquerosidad que pretendía, pero comprobó una vez más cuanto lo amaba cuando respondió: -Si, tengo.
Ah, mierda. ¿Por qué su Alfa debía ser tan perfecto?
-Ya te digo, el refrigerador está a tope.
Claro, claro, pero tú frigorífico mágico no tiene pruebas de embarazo.
Hizo trabajar a su cerebro. Debía pensar en algo.
-Quiero café.
Ahí esta la expresión que quería y esperaba. Yullian no soporta el café. Le agrada el olor, pero el sabor del brebaje le provoca arcadas.
Culpa totalmente a Yuratchka por ello. El Nikiforov mayor amante del chocolate caliente.
Resignado, Ian lo guiaría al supermercado más cercano y mientras el de ojos azules se entretenía aceptando las degustaciones de algunos productos -valiéndose y aprovechando su capacidad innata para hechizar gente con una sonrisa-, él se acercó al área de farmacia para comprar diez pruebas de embarazo.
Todas y cada una de ellas mostraron dos rayitas bien marcadas. Estaba bien embarazado.
Yullian dejó de freír las papas necesarias para su insano antojo cuando él llegó y dejó caer en la barra de la cocina su decena de aparatitos que comprobaban su tan anhelado deseo.
Fue extremadamente divertido como los sorprendidos ojos de Yulls, tan abiertos que perecía caricatura, iban de las dos rayitas en cada uno de los plásticos hacia los ojos miel, y viceversa.
-¡Ya deja de hacer eso! ¡Si, vamos a ser padres y mis papitas se queman!
Y se quemaron, porque Ian ignoró el humo y el desagradable aroma a aceite chamuscado para ir hacia él, rodearlo con sus fuertes brazos y besarlo como si la vida se le fuese en ello.
O como si acabara de recibir la mejor noticia de su vida.
Todos rieron ante el bochorno de Zet y la expresión soñadora de Katsudon.
Y por supuesto que Yuratchka se removió incómodo en su lugar cuando todos enfocaron su atención hacia él, esperando.
-¿Ya vieron la hora? Deberíamos ir a dormir y...
-¡De ninguna manera! -Puso los ojos en blanco ante la exclamación de Zet -Ya me jodí yo, te toca.
Aunque diga eso, Zet realmente está feliz. Después de saber sobre su inminente paternidad, Yullian le pidió que se mudara con él y se casaron una semana después sin importarles las quejas de Phichit y prometiéndole a Yuuri que después tendrían una gran celebración de la boda.
-No es tan dramático, hámster...
-¡Hablas tú o lo cuento yo!
Estúpido mejor amigo.
No hay secretos entre ese par distorsionado de amigos, nunca lo ha habido y sabe que Chulan... que el nuevo Nikiforov es capaz de revelar sus más oscuros secretos si se lo propone.
O en éste caso su fatídico descubrimiento de embarazo.
Ojos verdes recorren la sala donde sus padres y hermano, los padres de Zet -intenta ignorar la cámara del tío Phichit- y su hermana lo observan, atentos, hambrientos de chisme.
Se junta más la cuerpo de Otabek, quien a permanecido callado y tranquilo. Tan calmado como la bebé durmiendo en sus brazos.
Seraphine Altin es su pequeño y más preciado tesoro. Su cabello liso y negro como la noche enmarca su redonda carita, mejillas con su característico sonrojo eterno y los párpados cerrados con un ligero tono rosa cubriendo las orbes tan verdes como las suyas.
¿Cómo se enteró de su existencia?
No fue tierno para nada. En esos días él se sentía muy frustrado.
Se fatigaba con más facilidad, comía más de la cuenta y lo único que quería hacer era saltarse los entrenamientos y quedarse en cama, esparcir toda la ropa de Otabek en su lecho y acurrucarse para dormir por horas enteras.
Y lo hizo, un par de días. Y cuando decidió que ya era suficiente de tanta flojera y fue al gimnasio a fortalecerse un poco, lo vió. Pequeño pero perceptible, un bulto en su vientre ¡Estaba engordando!
Se dedicó de lleno a recuperar su forma física, pero por más abdominales que hiciera, por más que corriera y por más dietas que se auto impusiera cuando nunca en su vida las necesitó porque creía no poder engordar jamás. Ahí estaba su bulto, creciendo.
Asustado le dijo a Beka que lo llevase al médico, porque probablemente tenía alguna enfermedad extraña, quizá un virus extraño crecía dentro de él.
Como la cita médica la tenían en la tarde, Yuratchka no vio problema alguno con ir a la pista, necesitaba perfeccionar los saltos de su rutina. No contó y nadie esperó, que perdiera el conocimiento después de realizar un Axel triple.
Cuando despertó iba en la ambulancia con un muy preocupado Beka. Él se limitó a decirle que estaba bien y que se tranquilizara o le pediría a los paramedicos que lo bajaran y lo dejaran a mitad de camino al hospital.
Soportó pinchazo tran pinchazo, extracciones de sangre y otras revisiones. Mientras sus estudios eran revisados él jugaba piedra, papel o tijeras con Beka. Sentado en la camilla y con una abuelita ocupando la cama junto a la suya no podían hacer algo más... satisfactorio.
Cuando su doctora entró al fin, Yura respiró hondo.
-¿Cómo se siente, señor Nikiforov?
Yurio sonríe al escuchar el bufido de Otabek. No puede culpar a nadie y no piensa corregir a la doctora.
Pasó toda su vida haciendo que el mundo lo reconociera. A él y su nombre. A su familia.
Y de buenas a primeras llega Beka con su propuesta de matrimonio y con su deseo egoísta porque cambie su apellido. Si aceptó fue porque Beka de verdad se veía deprimido cuando le dijo que ni de coña lo haría. Cambiar su apellido, por supuesto.
Accedió cuando sus padres le dijeron que no se preocupara por ellos y que debía ser más considerado con Beka.
Y fue así como pasó de ser Nikiforov a Altin. Al menos para Otabek, porque muchas personas -las que lo reconocían por su carrera en el patinaje artístico y su título como campeón mundial- lo seguían llamando Yuratchka Nikiforov. Él no se queja. Otabek sí.
-Me duele un poco la cabeza. -Admite. Y es que después de semejante golpe contra el hielo no esperaba menos.
La médico asiente y anota algo en el historial que sostiene.
-Voy a darle vitaminas y medicinas para los mareos -dice ella y cuando cambia de hoja sus ojos de achican-, necesita una mejor alimentación, es primordial que suba de peso...
-¡Por supuesto que no!
Tanto la doctora como la enfermera que atiende a la abuelita lo ven sorprendidas ante su grito. Ignora la voz de Otabek pidiéndole que se calme y se centra en la mujer mayor frente a él.
-¿Vitaminas? ¿Comer más? ¿Qué clase de médico es usted? ¡Si es necesario rehacer todos los estudios hagalo pero le aseguro que lo que yo tengo no es una descompensación alimenticia!
-No lo entiendo, señor...
Yura bufa y se señala el estómago.
-Ultimamente no hago más que dormir y comer y éste burlo no deja de crecer. -refunfuña -Tengo mareos y vómitos y por más que hago ejercicio sigo engordando. Creo que debe ser un parásito estomacal o algo... ¿Por qué diablos se está riendo?
Los ojos verdes ven a la doctora como si quisiera aventarla por la ventana. ¡Se está riendo de su posible enfermera terminal!
Iba a decirle que se fuera a la mierda y que presentaría una queja al hospital, pero la mano de Otabek lo silenció.
-¿Sucede otra cosa, doctora? ¿Mi esposo no tiene un... parásito?
-¡Oh, claro que es un parásito! -Canturrea ella, limpiándose las lágrimas que se asomaron por sus ojos -Es bastante singular, de hecho. Verán: éste parásito seguirá creciendo dentro del señor Nikiforov, aproximadamente otros siete meses, hasta que debamos sacarlo. Y aún así su crecimiento seguirá, comerá mucho y domirá tan poco como ustedes, aprenderá a caminar y a hablar, les dirá mamá y papá -o papá y papá, según como lo eduquen- y les pedirá que lo lleven al parque para jugar con otros parásitos.
Fue así. Sin más.
Otabek y Yuratchka se sintieron como un par de idiotas, pero unos idiotas felices.
Embarazo.
Que enfermedad ni que mierda.
Embarazado.
Una palabra. Diez letras.
De las cuales cinco son vocales y cinco son consonantes.
Embarazado.
Una realidad. INFINITOS sentimientos.
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Perdidos 2.0
[35 años]
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No es normal. No es sano su deseo por encontrar a su hermano y su padre para torturarlos a ambos. Aún no sabe cómo, pero lo hará.
Está cansado de eso ¡¿Cuantas veces más, Dios?!
Llevában en Hasetsu dos días y al día siguiente se celebraría un cumpleaños importante. Un doble cumpleaños de hecho.
Los hijos de su hermano menor, los gemelos Vadik y Marik cumplirían un año de haber llegado al mundo, así que su madre decidió ir a comprar los últimos detalles al centro de Hasetsu, cosillas como adornos y otras cosas.
Tres minutos, tres minutos fue lo que tardaron Beka y él en ver un par de zapatitos con estampado de leopardo rosa para Seraphine mientras Zet veía algunos globos junto a su madre. Los minutos suficientes para perder de vista a su hermano menor y a su padre.
En otras circunstancias no le importaría mucho. Ya eran grandes y podrían llegar sanos y a salvo a Yu-topia.
Pero en esa ocasión era diferente. Porque no se perdieron solos.
¡La última vez que vió a su bebé Yullian la cargaba en brazos! ¡Y Víctor a Marik!
Desde que Katsudon nació aprendió que, si Víctor decidía salir con el bebé de ojos azules, él los acompañaría, para evitar las perdidas que él vivió.
Sin contar con que Yullian era tan experto en extraviarse solito al igual que su padre. ¿Cuántos dolores de cabeza no le ocasionaron ese par a Yuuri y a él?
Y ahora su hermano estaba en alguna parte del centro de la ciudad con su nena en brazos.
-¿Cómo puedes estar tan tranquilo? -le gruñe a su mejor amigo.
Zet compra helado, con Vadik en sus brazos.
Yuuri se apresura a ayudarle a cargar al bebé mientras toma su compra. Le da uno a su suegro y otros dos a Beka y a él. Y se gira para recuperar a su bebé y señalar unas mesas frente a una cafetería.
-¿Qué tal si descansamos un poco?
-Oye rata...
-Calma, gatito -lo instan su madre al ver que está a nada de arrojarle el cono a su amigo.
Una vez sentados, Zet acomoda a Vadik en la carriola doble y se digna a encararlo por fin.
-No estoy tranquilo, yo también quiero a mi bebé de vuelta, pero no es la primera vez que pasa, Yuri.
Cierto. Uno de los olvidadizos es su esposo. De hecho, probablemente Zet está tan acostumbrado como él y Yuuri a las distracciones de su marido.
-¿Cuántas veces a perdido Katsudon a los bebés?
-Tres. Y apenas tienen un año.
No se atreve a preguntar más. Que vergüenza.
-Lo mejor es esperar en un solo lugar. De nada sirve dar vueltas y eso es lo que ellos están haciendo. Tarde o temprano pasarán por aquí.
-Lo lamento mucho, Zet...
-No, tío Yuuri, no se disculpe. No lo heredó de usted.
Beka soltó una risita que fue opacada por la carcajada de Yura. El rostro de su madre brillaba rojo.
Entonces comenzó el caos. Todos centraron su atención en Vadik. El bebé se removió, regresando del mundo de los sueños. Soltó un pequeño bostezo y se estiró.
Fue tierno e impactante ver el momento exacto en que la manita de Vadik tanteaba a su lado y al no toparse con nada abrió sus ojitos azules. Vió el lugar junto a él vacío, sin su gemelo, sin su otra mitad a su lado. Su diminuto labio inferior tembló, un hipido, un sollozo y su llanto llamó la atención de todos a su alrededor.
-Esperemos que pasen más pronto que tarde. -Habla Otabek al ver como Zet sostiene a su hijo en brazos y Yuuri intentaba entretenerlo con un juguete con forma de pato que Yura ve de mala gana.
El rubio se lleva una mano al vientre, acababa de sentir una patadita. Como si su segundo bebe le diera la razón a su padre y también deseara tener a su hermana mayor cerca lo más pronto posible.
-¿Ese te gusta, Sera?
La niña asiente y se gira cual diva frente al espejo para verse desde todos los ángulos posibles.
No quería aceptar que estaba muy perdido en algún lugar y no tuvo que hacerlo porque la niña en sus brazos le señaló de inmediato algo que llamó su atención. El escaparate de una tienda de ropa para niños.
El local se veía pequeño desde afuera, pero una vez dentro era como estar en un mundo lleno de telas, vestidos, disfraces y zapatitos de todos tamaños, colores y brillos.
Las dependientas de la tienda se maravillaron al ver a su sobrina. ¿Cómo no hacerlo? Seraphine es un pequeño ángel. Un poco huraño, pero un ángel al fin y al cabo.
Después de muchos minutos y varios vestidos, los ojos verdes de Sera brillaron al probarse un vestido rosa palo sin brillos, pero con rosas bordadas. Al conjunto se le unió un listón de color crema enmarcando la intrincada trenza que sostenía su melena negra.
-Sera quiere éste, tío Icchan.
Sólo bastó escuchar la afirmación de esa melodiosa voz para que sacara la cartera de su pantalón.
-¿Te lo llevarás puesto, gatita?
Ella sacudió la cabeza, negando para dirigirse de nuevo al probador.
-Sera se lo pondrá mañana, en el cumpleaños de las gotitas.
El pequeño monstruo precioso de ojos verdes frente a él solía decir gotitas para referirse a sus hijos. Demasiado acostumbrada a que Yuratchka dijera que sus gemelos son como dos gotas de agua.
La campanilla del local lo distrajo al momento de recibir la bolsa con el vestido de la heredera Altin. Víctor entraba con Marik, quien no dejaba de llorar, pero ofreció los brazos de inmediato al reconocer a su padre.
-¿Tambien te perdiste papá? -Pregunta Yullian mientras Víctor alza en brazos a Sera.
-No voy a decirte que sí. Llevo muchos minutos intentando hacer que Maricchan deje de llorar, pero es imposible. Pensé en entrar aquí y buscar algo que le guste.
A Yullian no le extrañaba en lo más mínimo. Sus hijos parecen no poder estar separados mucho tiempo.
-Es hora de que nos vayamos. Los demás deben estar preocupados. -Dice su padre y ríe junto a Seraphine al ver como Marik le quita los lentes en medio de su berrinche.
Cuando por fin encontraron a sus familiares, su gatito los acribilló con gritos y reprimendas siendo silenciado por su madre y el recuerdo de que no le hacía bien al bebé que se alterarse tanto.
Zet, en cambio, sólo le dijo que estaba feliz porque regresaran enteros y colocó a Marik junto a Vadik. Todos sonrieron al ver como Vadicchan abrazaba de inmediato a su hermano y los lloriqueos se convertían en pequeños hipidos.
Tanto padre como hijo fueron parcialmente perdonados al mostrar que su pérdida no fue por nada. Sera tenía un nuevo vestido y los gemelos mamelucos esponjosos de osos panda.
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¿Hay alguien aquí con vida? -inserte meme-.
Después de casi... ¿Tres meses? De haber terminado Somos tu familia aún hay gente preciosa que no lo olvida.
Tenía antojo de un especial con Yura enfermo, pero lo había olvidado. Entonces llegó la notificación de Carolina Nuñez diciendo que me había etiquetado en una publicación donde se veía un Yurio enfermo y el Victuuri cuidándolo y dije ¿Por qué no?
Y mi amada Lulu me pidió algo con la reacción de Zet embarazado y pues también lo puse. Junto con el bonus de Yurio.
El extra de Pedidos 2.0 es un desvarío mío(?)
Aquellos que leyeron A través de mi cámara saben quiénes son los retoños y como son.
Para quienes no, explico que Seraphine Altin es, obviamente, hija de Yura y Beka. En el último especial tiene 3 años.
Y luce más o menos así:
Vadik y Marik Nikiforov tienen un año en Perdidos 2.0
Por desgracia no tengo fanarts de los gemelos, pero son muy parecidos a Yullian sólo que con la piel morena de Zet y el cabello de un platinado oscuro. Ojos azules. Exóticos y bellos los engendros.
Aún ahora recibo mensajitos preciosos de gente que relee una y otra vez STF y me da una alegría incalculable saber que les gusta a tal punto. Gracias a todos.
No voy a retomar la historia, solamente quería darles esta pequeña actualización para decirles que no los olvido ni el amor que le dieron a mi historia.
Gracias por todo.
ByeByeNya🐾
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