8• Amigo.
[13 años]
Yuri pasa los dedos por la suave y lisa cabellera rubia de su hijo, que ha crecido a tal punto de casi rozarle los hombros y ciertamente le quedaba muy bien.
Yurio está entrando a la pubertad y eso le favorecía mucho. Su rostro ha perdido todo rastro del bebé que fue para mostrar facciones finas y elegantes, un poco rudas cuando se enfada. Los ojos verdes grandes y expresivos, brillantes.
Mirarlo era como ver a su mejor amiga en versión masculina. Y sin embargo, sus acciones y expresiones lo hacían tan parecido a Víctor y a él de un modo inquietante.
Su hijo también ha forjado su propio toque personal. Puede llegar a ser la dulzura y ternura personificada con su familia y amigos, pero con el resto del mundo era un vándalo con cada letra de la palabra. Rudo e insensible.
Cuando él y su esposo le preguntaron por esa doble personalidad, su niño se limitó a decir que no quería que la gente que sólo ha buscado la forma de dañarlo, conocieran su verdadero ser.
No quiero darles más motivos para seguir lastimándome, dijo. Y el matrimonio Nikiforov no volvió a tocar en tema.
Se dice que los patinadores tienen corazones frágiles, y su hijo no es la excepción.
Yuratchka desborda talento y encanto. Puede llegar a ser demasiado cerrado ante la sociedad, pero es educado y muestra respeto a quién se lo muestra a él.
Pero también tiene su lado suave. Sobretodo con ellos; sus padres y con Yullian.
Y es su corazón frágil lo que ha estado preocupando al azabache en los últimos meses. Desde que Yurio comenzó a caminar y a hablar, lo ha hecho con una seguridad aplastante que él mismo se ha dedicado a fomentar y nutrir para que su hijo no pasara por los mismos problemas de inseguridad e identidad personal que él.
Ahora su niño se ve tan distinto. Se muestra frío frente a la prensa y sus propios fans, pero en cuanto se encuentran solos no hace más que buscar calor en sus brazos y últimamente parece cada vez más y más ensimismado en sus pensamientos.
Sabe que puede preguntar y no lo hace porque no quiere obligar a su hijo a hablarle, esperará a que el propio Yurio lo busque como ha hecho siempre. Y sí lo único que su hijo quiere de él en esos momentos es que lo abrace, lo hará con todo el amor del mundo.
— Deja de preocuparte, Yuri —Le dice su esposo desde el asiento del copiloto —. Sólo nos estás poniendo nerviosos a los niños y a mi.
— ¿Estas preocupado, mamá?
— Tu madre odia venir a Rusia, dice que sólo pasan cosas malas cuando venimos.
Yuri frunce el ceño. Las vacaciones de verano acaban de comenzar y Víctor tuvo la brillante idea de venir a Rusia e inscribir a Yurio al campamento de patinaje de Yakov. Que no era más que cursos de verano para patinaje.
Será bueno antes de la próxima competencia, Dijo sonriente.
Su esposo no lo hizo con la intención de fastidiar a su hijo, como Yurio creé. Víctor también se ha percatado del cambio de animo en su gatito y piensa que un cambio de aires le vendrían bien. Después de todo es verano y Yurio necesita hacer buenos y nuevos recuerdos mientras crece.
Si hijo aceptó una vez que le informaran que el hijo de Pichit iría con ellos. Al menos tendrá alguien con quien hablar.
Así Yuri tuvo que hacer tripas corazón y aceptar ir también a Rusia en unas mini vacaciones.
Él hace un puchero dirigido a su esposo y baja la mirada a su niño quién, recostado en el asiento con la cabeza en su regazo y las piernas en el regazo de Zet, lo ve con curiosidad. Van en taxi, camino al departamento de Víctor. Su hogar en cuanto se casaron hasta que decidieron liberarse y escapar a Japón.
— No creo que sólo pasen cosas malas cuando estamos aquí —Explica sin dejar de acariciar la cabeza de Yurio —, sólo pienso que no salen como deberían.
Vamos, que se enamoró en esa ciudad, San petersburgo, y el mundo entero -o al menos el Deportivo- se opuso a su relación; Denigraron su imagen social y lo hicieron menos por su condición de Omega al decirle que no merecía a alguien como el gran Víctor Nikiforov; Sus mejores amigos murieron en ese lugar y como consecuencia se convirtió en el padre de un niño rubio y maravilloso; y por último tuvo a su segundo hijo en ese país de forma traumante por desprendimiento de placenta y una hemorragia -en medio de las premiaciones donde su hijo era el actor principal-, donde casi no sobreviven él ni Yullian.
— Pero en éste lugar nacieron las tres personas que más amo en el mundo, así que no puedo odiarlo —Confiesa más calmado y se sonroja al recordar que el hijo de su amigo está sentado a su lado. Dirige sus ojos avergonzados al moreno y éste se limita a sonreír con empatia.
Agradece que Yurio tenga un amigo como Zet Chulanont. El chico de 14 años le recuerda tanto a Pichit, incluso jura que es la viva imagen del tailandés, la única diferencia es el par de ojos color miel que resaltan sobre su piel tostada.
Víctor ríe al ver su sonrojo —Mira, Katsudon, mamá está muy rojo —Le dice al bebé en sus brazos. Su hijo menor lo ve sobre el hombro de su padre y sonríe antes de dirigir su mirada azulada al rubio.
— Gatito... — Llama, extendiendo una mano regordeta hacia su hermano mayor.
Yurio le sonríe y elevá un brazo ofreciéndole dos dedos para que Ian los tome.
El corazón del japonés se llena de un calor avasallador al presenciar escenas como esa.
Con casi dos años, Yullian a demostrardo que la persona que más quiere es Yurio. Siempre buscando al rubio primero que a nadie. Acostumbra llamarlo gatito o hermano, dependiendo de la situación y las personas.
Contrario al temor latente que le provocaba pensar que Yurio no aceptaría a Katsudon, ambos hermanos parecen tenerse una devoción adorable.
Pero él sigue siendo la primera persona hacia la que Yuratchka corre en busca de amor y eso lo hace absolutamente feliz.
No quiere pensar en que algún día su bello niño crecerá, se enamorará y lo alejarán de él.
Sonríe. Jamás creyó ser un padre celoso y posesivo, da gracias a Dios porque Yurio sea tan cerrado y no haya tenido el disgusto de hacerlo pasar por celos enfermizos de padre.
Quiere dejarle esos dramatismos a Vitya.
Yuri intenta alejar con todo su ser a esa molesta voz en su mente que le recuerda que hay algo capaz de alejar a su hijo de él, algo más fuerte que el enamoramiento: la verdad.
— Por fin llegamos.
Gira hacia la ventanilla al escuchar la voz de su esposo. El gran edificio gris se alza majestuoso hacia el cielo. Ese lugar fue su hogar hace tantos años y le parece surrealista que regrese una década después, con un hijo puberto y un bebé.
— Lo sé — Dice Víctor como si le leyera el pensamiento, ayudándole a salir del auto —. Es un poco extraño.
Yuri le sonríe, le arrebata al bebé de las manos y besa con ternura los labios de su esposo antes de encaminarse al edificio.
— Me adelanto con Yullian, ustedes encarguense del equipaje.
La sonrisa del azabache se amplía al escuchar la risa musical de su hijo junto a la de su amigo, probablemente burlándose de la mueca incrédula de Víctor.
⛸
— ¡Sonríe, Katsudon!
Quién sonríe es él al escuchar la risa infantil de su hermanito y toma la fotografía en el momento exacto que Yullian alza las manos, feliz.
Zet y él decidieron salir mientras sus padres descansan del vuelo. Yurio sabe que Yuri no es muy bueno con los viajes.
Así que después de un baño rápido, beso las mejillas de sus papás y salieron junto al menor a recorrer las calles.
Yuratchka no tarda en subir la fotografía a sus redes sociales, presumiendo la vestimenta que escogió para su hermano.
Yurio a visto infinidad de fotografías suyas de bebé y agradece que Víctor sea tan infantil porque en cada una de ellas él tiene un nuevo atuendo felino. Incluso aún ahora, su abuela le teje gorros con orejas de gato.
Contrario a él, con Yullian se decidió vestirlo con prendas alusivas a caninos desde aún estaba dentro de su madre, así que Yurio no pierde oportunidad en llevarle la contraria a su padre y vestirlo como un minino de vez en cuando.
La fotografía recientemente tomada muestra a un tierno Ian con un overol gris y una playerita de manga larga azul marino con huellas estampadas, los zapatitos combinando con la playera y uno de sus antiguos gorros gatunos de color gris claro contrarrestando con el color negro de su cabello.
Se tomó la molestia de mandarle también la captura a Víctor como mensaje privado.
— Tu padre va a enfadarse.
— No puede ya que Katsudon se ve adorable.
Yurio sonríe y Zet suelta una carcajada.
Se encuentran en un parque cerca del departamento, Yullian corre de juego en juego y Yurio lo sigue mientras Chulanont toma captura de cada momento.
— Iré a comprar helado.
— Yo quiero vainilla —Responde Yurio mientras se hecha a su hermano al hombro, como un pequeño costal de papas — Que le pongan algo con fresa para éste pequeño engendro —Añade con una sonrisa y palmeando el pañal de su hermano, quitándole algún signo de ofensa al apelativo.
Cuando el tailandés se marcha Yurio baja a su hermano y se sienta en una banca cerca de los columpios, vigilando al bebé que recoge piedras de colores y de vez en cuando corre en su dirección para mostrarle alguna que le guste.
— Ésta es bonita —Observa, tomando la roca que su hermano menor le ofrece. De un extraño color rojizo, irónicamente la piedra tiene abstracta forma de un corazón.
El niño sonríe complacido y se gira para buscar más.
— Se ve bastante alegre —Zet dice al regresar, ofreciéndole un cono con helado de color amarillo y rosa.
Lo toma, agradeciendo y le da una pequeña probada, suspirando ante el dulce bajando por su garganta.
— Es la primera vez que Ian sale de Hasetsu desde que nació —Responde pasados unos minutos.
Y el bebé no salió de Kyushu desde que llegó a Japón por los ataques hacia su familia, el Tailandés se sabe la historia — Así que ambos nacieron aquí en Rusia, ¿No?
— Yo aquí y Katsudon en Moscú.
Iba a añadir algo más cuando un alarido perfectamente reconocible le llegó a los oídos. Asustados ambos se levantaron y buscaron el origen del sonido.
Junto al tobogán un par de niños, al rededor de cinco años, se reían de Yullian; quién estaba arrodillado en el suelo, llorando.
Zet y él llegaron en un par de zancadas y lo primero que hizo fue revisar a su hermano. Su ropa estaba sucia y las palmas de sus manitas tenían un par de raspones.
La furia llenó su pecho al toparse con el par de zafiros que el menor tiene por ojos inundados en lágrimas e inyectados en sangre.
Se giró hacia el par de mocosos. El castaño lo miraba prepotente y el pelirrojo tenía cara de querer salir corriendo.
— ¿Qué le hicieron?
— Fue su culpa —Bufó el castaño regordete — Él se puso en el camino.
Yuratchka se levantó y dió un paso adelante, dispuesto a hacer que él crío comiera tierra cuando alguien jaló al castaño hacia atrás en el momento exacto que Zet lo toma del brazo.
Tras el par de mocosos un chico alto y de unos quince años, mira de marena recriminatoria al castaño mientras lo sujeta por el cuello del suéter.
— Fue tu culpa, te lanzaste del tobogán aún cuando sabías que el niño estaba abajo —Dice con tono ligeramente ronco, propio de alguien en proceso a cambiar de voz — Disculpate con el bebé y largense de aquí.
El infante lo observó con terror y tembló al ver que su compañero pelirrojo había hechado a correr sin él.
— S-si. ¡L-lo siento!
Yurio bufó al ver como su hermano, ya más calmado, asiente.
El niño corrió en cuanto el mayor lo liberó.
— Vaya, que niños tan maleducados —Dice Zet.
Yurio gruñe de acuerdo y se agacha para cargar en brazos a su hermano y llavarlo a una banca.
— Te dije que no te alejaras —Regaña y suspira al ver como el labio inferior del menor tiembla — Ya no llores —Dice y lo abraza. El bebé se aferra a su cuello.
— Iré a conseguir algo para curarlo —Avisa su amigo y da media vuelta.
— Lo siento. Es hijo de mi vecina, le diré a su madre lo que pasó.
Yurio se sorprende al volver a escuchar la voz ronca, sinceramente creía que ya no estaba ahí.
Dirige la mirada al chico y lo observa con detenimiento.
Cabello negro y despeinado, ojos negros, fue lo primero que el cerebro de Yuratchka registro, seguido de la piel ligeramente bronceada y un rostro serio.
Yurio respiró hondo.
Que buen olor...
— No te disculpes, no fue tú culpa —Dijo y se sorprendió de sí mismo. Normalmente le habría dado un vistazo al tipo antes de mandarlo a volar.
Pero había algo en él, en su presencia, que no le incomodaba a Yurio para nada.
— ¿Él está bien? —Pregunta, agachándose junto a Yurio para observar a Yullian.
Su hermano ya no lloraba, algunas gotitas aún permanecen en sus pestañas y la nariz estaba roja, pero ya se había calmado. De hecho, los veía con total atención.
— Sí, sólo un par de raspones —Responde el rubio y algo se sacude en su estómago al ver una ligera sonrisa en labios del chico.
— Que bien.
El rubio observa como el mayor parece recordar algo y mete una mano en su chaqueta para sacar un caramelo, ofreciéndolo a Yullian.
Recuerda vagamente el helado que debe estar derritiéndose en el lugar donde lo dejó caer tras escuchar el llanto de su hermano menor.
Los ojos azules se iluminan y detiene la mano a medio camino para regresarla de inmediato a su pecho. Extrañando a su hermano por un segundo hasta que comprende lo que piensa Katsudon. Yurio ríe, llamando la atención del moreno.
—No, gracias. Mami dice que no puedo aceptar dulces de personas raras... — La dulce voz de Ian informa.
— Personas raras.
— Se refiere a desconocidos —Explica Yurio y le sonríe. Se sonroja al percatarse de la acción y fuerza el rostro a volver a su expresión seria. Sin conseguirlo del todo.
— Bueno —Dice la voz ronca — Eso tiene arreglo —Extiene una mano hacia Ian — Me llamó Otabek Altin.
Yurio sonríe al ver la expresión alegre de su hermano al hacer un nuevo amigo y cierra los dedos en torno a los dedos índice y medio del tal Otabek.
— Soy Ian y él es mi hermano.
Yurio ríe ligeramente ante el desconcierto del mayor y decide que no puede ser una mala persona si es capaz de defender a su hermano y regalarle un caramelo. Así que es el rubio quién extiende su mano ahora — Se llama Yullian —Presenta y su corazón salta de forma extraña y vergonzosa en su pecho al sentir el calor de la mano ajena sobre la suya. No está acostumbrado a que nadie fuera de su familia lo toque. — Y-yo soy Yurio... ¡Yuratchka! Nikiforov...
Otabek sonríe de lado y Yurio vuelve a tomar una profunda respiración. Altin pareció hacer exactamente lo mismo.
Realmente es un buen olor...
⛸
— Y luego Ota-Kun jugó en el sube y baja con Gatito.
— ¡No les digas eso, Katsudon!
— Pero es verdad — Interviene Zet con una sonrisa burlesca, alzando su celular — Aquí están las pruebas.
Yuri ríe al ver la pelea amistosa de los niños por el cuerpo del delito.
Cuando sus hijos llegaron al departamento, el sol ya se había ocultado y Víctor estaba por denunciar su desaparición ante la policía.
Sin embargo, lo primero que su hijo menor hizo fue contarles durante la cena sobre el divertido nuevo amigo que acababan de hacer.
Víctor decidió que no podía ser un mal chico si les había ayudado y jugado con ellos.
El de ojos chocolate le llamó la atención a Ian por alejarse de su hermano y a Yurio por no vigilar bien al bebé.
Y todos rieron por las buenas y divertidas tomas en el celular de Zet.
Observando a su bello rubio comer, Yuri sonríe cuando las orbes verdes se topan con las suyas cafés. Los ojos de su hijo brillan de forma adorable. Quizá Víctor tenía razón después de todo y su gatito sí necesitaba un cambio de aires.
Ahora acababa de hacer un nuevo amigo, había jugado toda la tarde y se veía bastante feliz. El sonrojo en sus mejillas es prueba ello.
Extrañaba tanto verlo así.
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— Agh... mmnh... ¡Rayos! ¡¿Qué diablos es ésto, mamá?!
— No digas groserías, cariño.
Yuri se siente horrible al ver a su niño así, cuando hace unas horas estaba tan contento.
Esa noche pasó lo que le sucede a cualquier Omega con edad parecida a la suya.
Su primer celo.
Víctor y él se despertaron exaltados cuando los golpes desesperados en la puerta retumbaron en su habitación.
Era Zet, preocupado.
En cuanto entraron a la habitación de su hijo, Víctor salió corriendo de regreso al cuarto que compartían, con Yullian en brazos.
Las feromonas de su niño invadían el lugar de forma impresionante.
Yuri se tomó un segundo para agradecer infinitamente que Zet fuera un Beta.
El celo estaba muy avanzado para que se calmara sólo con pastillas.
Yuratchka se abraza a sí mismo en posición fetal y tiembla. El sudor recorre su cuerpo y pequeños gemidos salen de su garganta.
— ¿Q-qué... es eso? — Pregunta su niño al verlo acercándose con la inyección.
— Lo siento tanto, mi amor —La voz de Yuri se distorsiona en preocupación —. Sólo ésto te aliviará.
Yurio lloró cuando la aguja atravesó la piel de su pierna y el azabache tuvo que parpadear para deshacerse de sus propias lágrimas.
Esa noche abrazó a su hijo hasta el amanecer, cuando los molestos efectos secundarios del inhibidor de estral desaparecieron de su sistema y el olor del celo quedó solo impregnado en su piel, donde permanecería. Marcándolo como un Omega maduro y listo para un Alfa.
— ¿Cómo se atreve le gente a decir que los Omegas son débiles si no han pasado por ésto? ¡Bola de ignorantes!
Yuri sonríe y besa la frente de su niño, arrullándolo hasta que por fin, ambos, sucumbieron al sueño.
🍒🍒🍒🍒🍒🍒🍒🍒🍒🍒
¡Apareció Otabek!
¿Creen que su presencia tuvo algo que ver con que el primer celo de Yurio llegara?
¡Por supuesto!
Alguien me preguntó sobre el tipo de Yullian. El bebé es Alfa.
Gracias por sus comentarios, los leo todos y cada uno de ellos.
ByeByeNya🐾
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