Epílogo

5 años más tarde

Sophia iba de un lado a otro cargando a la más peque de la casa, Marinette, que apenas tenía 6 meses y ya era la adoración de la familia.

Ese día celebraban los 5 años de los mellizos con una fiesta con sus amiguitos en la mansión Salvatore.

Era por esto mismo que Pia estaba vuelta loca, quería todo perfecto pero Mari estaba de caprichosa y para acabarla Altair estaba desaparecido.

Los niños estaban siendo vestidos por su abuelo mientras ella le daba de comer a Marinette.

Mari era una copia miniatura de Aileen, pero sus ojitos todavía no tenían el característico azul de la familia Salvatore, Sophia podía asegurar que cuando tuviera la edad de sus hermanos, sus ojos serían como los de ellos.

Justo cuando la pequeña parecía conciliar el sueño sintió unos brazos abrazarla con cuidado.

—¿Qué hace señora Salvatore? —Pia suspiró al sentir a Altair—. ¿Y los demonios?

Ella le pego flojo y con cuidado ya que Mari estaba apunto de dormir, sonrió cuando le dijo "Señora Salvatore" , ambos se habían casado cuando Kilian y Aileen cumplieron un año y todavía el título se le hacía extraño.

—Están con tu padre ¿Puedes ver que no les de mucho dulce? No quiero que Leen se enferme.

Altair hizo una mueca, recién le habían detectado a Aileen la misma enfermedad que le había arrebatado a su madre... estaba asustado eso no lo negaba pero su preciosa Leen tenía a muchas personas con ella, que la cuidaban y procuraban su bien.

Altair y Sophia eran especialmente cuidadosos con las medicinas, los alimentos y muchas cosas, pero Alex siempre parecía empeñado en darle a su nieta una vida normal.

Eso había suscitado muchos encontrones entre ambos hombres.

—¡Leen está enferma! ¿No puedes pensar en eso? —Altair se notaba alterado en contraste de su padre que parecía muy tranquilo.

—Escúchame, no puedes proteger a la pequeña toda la vida, tiene que vivir una vida normal... tú madre así lo hubiera querido.

—¡No metas a mamá en esto!

—Altair, ¿Vas a encerrarla en una burbuja? Eso no se puede, ella tiene que vivir su infancia.

Finalmente si bien todavía tenía sus dudas, Altair y Sophia le dieron un voto de confianza al padre de él, sabían que no haría nada que perjudicara a la pequeña, puesto que ella era su adoración.

—Por cierto ¿donde estabas? Llevo todo la mañana buscándote —reto Sophia a su esposo mientras depositaba a una durmiente Marinette en su moisés.

Él se removió incómodo y sonrío con tristeza—. Fui a ver a mamá.

Para Pia no era una sorpresa que tanto Altair como Alex fueran de vez en cuando a ver a Juliette al cementerio; la última vez que habían ido fue cuando se casaron, aunque sabía que su suegro iba mucho más seguido.

—Si bueno...—Altair se rasco la cabeza—. Hace mucho que no iba y yo...

Sophia le puso un dedo en los labios—. Cariño, no tienes porque darme explicaciones, yo te entiendo solo me preocupe al no verte.

Él le sonrió más ampliamente, si bien las circunstancias no habían sido las mejores, conocer, tener hijos y casarse con Sophia era una de las desiciones de las cuales no se arrepentía, claro que extrañaba a su mamá, pero había aprendido a vivir con eso.

De repente Pia cambio de tema radicalmente— ¿Sabes que tu padre está saliendo con alguien? —le dijo casualmente como si estuviera hablando sobre  el clima.

Altair se atragantó con la uva que estaba comiendo en ese momento—. ¿Qué?

Ella alzó las manos en gesto de rendición—. Bueno, tanto así como salir no pero creo que hay alguien, después de todo tu padre se merece rehacer su vida.

El hombre pareció meditarlo un momento, su esposa tenía razón después de todo; Alex no podía guardar luto a Juliette toda la vida.

—¿Y si es una psicopata?

—¡Altair!

—Bueno yo solo decía —se defendió.

Ella negó suavemente con la cabeza pero no pudo decir nada más porque llegaron sus hermosos torbellinos a jalarla del vestido.

—¡Mami, Mami! —ambos mellizos hablaban al mismo tiempo.

Sophia les indico silencio— Mis amores bajen a la voz ¿si? No queremos que Mari se despierte.

Los niños asintieron con energía y solo tiraban de su mamá, Altair río entre dientes al ver sus caritas llenas de chocolate.

—Están hiperactivos.

Sophia solo gruño ante la afirmación de su marido...iba a tener una larga charla con su suegro.

No tuvo que otra más que dejarse guiar por los niños que la llevaban al patio completamente emocionados.

Cuando ambos padres llegaron al patio, sus ojos se abrieron de la sorpresa.

—¡Papá/Alex!

En el patio había toda una colección de juegos inflables para niños y una mesa de dulces con una fuente de chocolate.

Alex solo sonrió inocentemente— ¿Mande?

—¡Esto es demasiado dulce! ¿Y de dónde sacaste todos estos juegos inflables? —Sophia estaba estupefacta, esto había ocurrido delante de sus narices.

—Emm, puede que Massimo y Cassie hayan ayudado un poco.

—¿Qué? —Sophia estaba que echaba humo por las orejas, Altair decidió apartarla de su padre, no fuera a ser que lo estrangulara de lo enojada que estaba.

—¡Altair! ¡Bájame! —al chico no se le ocurrió otra cosa mejor que alzarla en brazos.

—Papá, te quedas a cargo y procura que ningún niño se empache de dulces —Alex le hizo un saludo militar y le guiñó el ojo.

—¡Altair! ¡Te dicho que me bajes! ¡Los invitados llegarán pronto!

Él hizo oídos sordos y siguió su camino hacia su coche donde la sentó y le abrocho el cinturón, para que no se fuera rápido entro al asiento del piloto y puso los seguros.

—¿Qué estás haciendo? ¡Es la fiesta de los gemelos!

Hizo un ademán—. Te aseguro que están más ocupados con los juegos y los dulces que les está dando mi padre, aparte regresaremos para el pastel.

Sin darle tiempo para replicar Altair puso en marcha el auto.

No duraron mucho tiempo cuando el chico se detuvo y Sophia se sorprendió al ver el lugar.

—¿Este lugar es...?

—Donde comenzó todo.

Estaban en el parque donde Salvatore se le había declarado por primera vez.

—¿Sabes? Si mi madre no me hubiera animado, creo que no estaríamos juntos.

—Ella era una persona excepcional y creo que estaría muy feliz de verte en este momento.

—Tengo miedo ¿Sabes? No quiero perder a Aileen.

—Tu madre vivió feliz, te tuvo a ti, Aileen estará bien, es como tú, no se dará por vencida tan fácilmente y siempre estaremos ahí para ella.

—Pia...te amo ¿Lo sabes?

Ella rió—. Siempre lo he sabido Señor Salvatore, en especial desde que te dije que "Somos tres"

Él la beso riendo, amaba a esa mujer, desde la primera vez que la vio.

Gracias por todo mamá —pensó el chico.

A lo lejos, una mariposa voló.

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