Capítulo único


Karai se paseaba con impaciencia por la azotea de un alto edificio. Estaba esperando a algún secuaz de Shredder o mejor puestos, al mismo tirano. Todo lo que Karai deseaba era pelear contra él, y vencerle.

Sin embargo, no había ninguna señal de aquel hombre.

Durante semanas, Karai había enviado a sus soldados todos los días en una búsqueda desesperada para encontrarlo. No había noticias, pero ella no renunciaba fácilmente, y eso bien lo sabía quienes la trataban o trataron alguna vez. Como último recurso, escrudiñaba ella misma las noches de Nueva York desde lo alto.

—Karai.

Una voz suave a poco más de un metro de ella se hizo oír. La kunoichi se volvió para mirarla. Apoyada contra la pared, la bruja parecía completamente aburrida.

—¿No crees que esta búsqueda ya es algo un poco...inútil? ¿Desde cuándo no has comido?

—¡Necesitamos encontrarlo, Shini! ¡Necesito encontrarlo!— respondió rápidamente Karai, con tono desesperado.

—Karai— la llamó de nuevo Shinigami con un tacto suave en la voz. Caminó con fluidez hacia ella y le puso una mano en el hombro. Mirándola a los ojos, le dijo: —  Sé lo que significa para ti acabar con Shredder, pero la venganza no debe consumir tu vida.

Karai respiró hondo, tomando en consideración las palabras de su amiga. Cerrando los ojos, reflexionó sobre si la venganza era realmente el camino a seguir. Su padre, su verdadero padre, Splinter, le había dicho que querer venganza la hacía igual que Saki. Pero ella no podía dejarlo así sin más.

—Está bien, Shini, volvamos a casa. Mañana seguiremos.

Shinigami suspiró.

— Estoy contigo, Karai, y lo sabes.

Karai le sonrió. Un calor confortable se adueñó de su pecho. Que bonito era tener a alguien que nunca te fallaría. Alguien a quien considerar familia.

Se diponían a retirarse, pero cuando estaban a punto de dejar el edificio, Karai vio algo en el cielo. Su corazón empezó a latir más fuerte.

—¡Es Tigerclaw! ¡Tras él!

Antes de que Shinigami pudiera darse cuenta, su sempai ya estaba corriendo tras la sombra que volaba en el cielo nocturno.

Karai pudo averiar el propulsor de su enemigo gracias a un shuriken, lo que provocó que el tigre cayera en picado hacia los cristales del techo de una vieja fábrica.
Las chicas entraron en ella, en guardia. Shinigami no tenía apenas problemas para ver, pero la kunoichi no podía en tal oscuro lugar únicamente iluminado por la luz de la luna.
El peligro se palpaba en aquel ambiente tenso. Avanzaban con cuidado.

—¿Puedes verlo, Shini?

—No...

De pronto, las luces se encendieron, y detrás de unas máquinas, aparecieron unos conocidos. Cara de Pez y Razhar. Tigerclaw también. El último soltó una risotada.

—¡Habéis caído en la trampa como ratones en la ratonera!

Ambas chicas se vieron levemente cohibidas, pero esas guerreras no se echarían atrás.

— Uno tiene que seguir vivo para que escupa donde está Shredder— informó Karai a su compañera.

Se lanzaron al ataque.

No les fue del todo bien.

Dejaron a Cara de Pez y Rahzar fuera de combate, pero Tigerclaw consiguió atrapar a Shinigami en el último momento. Le asestó un puñetazo tan fuerte, que se estrelló contra la pared. Karai fue en su auxilio.

— Ah...Karai, no me encuentro muy bien...—le confesó Shinigami, tendida en el suelo y sujetándose el estómago.

Karai soltó una maldición. Ahora tendría que tomar una decisión muy difícil, pero sabía tener en cuenta las prioridades. Dejaría atrás la oportunidad de saber de Shredder por ella.

— Tranquila Shini, te sacaré de aquí. Aguanta. No puedo perder a la poca familia que me queda.

—Déjate de rollos de hermanitas, niña. Tu amiga no se pondrá en pie. Si quieres vengarla, ven a por mí— la incitaba TigerClaw.

"¡Eso es...! Shinigami es mi hermana. Y no dejaré que le ocurra nada. Tengo que retirarme por su bien."— pensó Karai, convenciéndose a si misma para no dejarse influir.

Shinigami también pareció reflexionar sobre la frase del enemigo, y sonrió a Karai.

—Tiene toda la razón, ¿verdad?— dijo a duras penas.— Somos hermanas, y por eso...—Sorprendentemente, Shinigami se puso en pie ante la mirada atónita del tigre.— ¡No dejaré que nada malo le pase a Karai!

—Shini...—murmuró la aludida, conmovida.— No debes Shini, estás en mal estado.

Pero Shinigami parecía estar mejor que antes y parecía que la conmoción se le había pasado. Enderezada, puso sus manos en las caderas y le dijo a TigerClaw:

— ¿Pensabas que un gatito era capaz de acabar tan fácilmente con una bruja? Las brujas tienen gatos de mascota.

Las dos se pusieron en posición de combate, decididas y sonrientes.

— Acabaremos con él. Juntas— sentenció Shinigami.

— Por supuesto. Porque somos...

Y como grito de guerra, corrieron hacia Tigerclaw diciendo al unísono:

— ¡¡Hermanas!!

Fin💕

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top