Chapter 8

[...]

Pude respirar con tranquilidad tratando de relajarme, estaba conciente de que aún habian personas viviendo aquí, en Derry. Pero no sabia quienes eran los que vivían en la antigua casa de mi tía.

Pude acercarme con lentitud hacia mi antigua casa y toqué la puerta, las luces de adentro estaban encendidas y no tenía ni la menor idea de cómo presentarme.

Tragué saliva en el instante en que la puerta se abría lentamente.

—Hey, Hola—saludé, sin embargo era solo un pequeño el que me habia recibido.

—¡Mamá, hay alguien en la puerta!—gritó al instante el niño con una pequeña sonrisa plasmada en su rostro.

Pude escuchar los pasos de una persona más llegando hacia nosotros.

—Hola—saludó la mujer con una sonrisa, pude ver al niño regresar al interior de la casa—¿necesitas algo?—preguntó, asentí.

—Hola, yo solía vi ir aquí, mi nombre es Nira McBride...yo...yo solo vine a...

—¿McBride? ¿De la familia McBride Blessed?—preguntó.

—Si, ¿usted conoció a mi tía?—pregunté.

—si, por supuesto que si—soltó sonriendo—pasa, adelante—murmuró abriendo la puerta.

Asentí lentamente y entré.

La casa lucía diferente, estaba más implementada, habia un televisor en la estancia donde solían estar los cuadros que mi tía se habia llevado de aquí.

Me acerqué a la sala y solo pude ver una mesa, encima de ésta estaban regadas algunas crayolas y unas hojas con dibujos. El pequeño llegó corriendo desde la cocina hasta la mesa cogiendo sus hojas y comenzando a pintar.

—¿Así era tu casa antes?—preguntó la mujer.

Negué avanzando hasta la cocina.

—No, la recuerdo más antigua, el papel tapiz era más palido y definitivamente no teniamos una tele—comenté con una sonrisa. La cocina era lo que no habia cambiado casí en nada—la cocina está igual que antes.

La mujer sonrió.

—¿Quieres un poco Té o un café?—ofreció.

Negué con una sonrisa gentil.

La mujer solo avanzó hasta la sala y me dediqué a seguirla.

—¿y cómo conoce a mi tía? ¿De dónde la conoció?—pregunté, me ofreció sentarme en uno de sillones y asentí.

—De echo no la conozco, pero la he visto en dibujos.

La miré confundida por un instante pero lo recordé vanamente.

Mi tía solía ser muy elocuente, su voz era segura y hermosa, sabia cantar y yo amaba dibujar sobre ella cuando realizaba las cosas que amaba. Luego de la muerte de Ethan lo único que hacia era llorar y traté de sacarla de ese mundo, de verdad lo traté, por eso decidió mudarse, nos mudamos a Cánada dos meses despúes de que Bill se fue a Inglaterra.

—¿Y Cúanto tiempo llevas fuera de Derry?—la pregunta de la mujer me hizo reaccionar.

—Casí 27 años—respondí observandola.

La mujer acarició por un instante la cabeza de su hijo y el pequeño sonrió.

Me sentí incómoda por un instante.

—¿Y usted hace cúanto vino aqui?—pregunté interesada.

—Mi esposo es reportero y le ofrecieron trabajo aquí—comentó—Tenia 38 años cuando me mude aquí—sonrió y acarició a su hijo—él nació aquí—se levantó y sonrio—Tengo algo para tí, ahora vuelvo—asenti con confusión y ella se alejó.

—¿Y cúantos años tienes pequeño?—le pregunté al niño.

El niño despegó la vista de su dibujo y me observó.

—Casi seis años—sonrió de nuevo.

—¿Y tienes amigos?

—Claro, tengo dos. Viven aquí cerca...pero mamá no me deja salir ultimamente por que uno de ellos desapareció.

—¿Ah si?—suspiré—¿puedo ver que dibujas?—el pequeño asintió entregandome algunas de sus hojas, solo me dediqué a tomarlas mientras esperaba a la mujer.

—Para tener solo cinco años dibujas muy bien—solté, el niño solo sonrio.

Era cierto, tenía en mis manos sus dibujos. En uno de ellos habia dibujado un pequeño ratón de una caricatura, seguí pasando las hojas y pude ver un hermoso labrador.

Me levanté teniendo en mente decir algo más pero los pasos de alguien acercandose me desconcentraron totalmente, levanté la vista y solo pude ver a la mujer.

—Era tuyo, supongo que lo quieres de vuelta—pude ver el libro que tenía en sus manos, lo cogí y mis ojos se abrieron de la impresión, allí estaban todos los dibujos que habia echo durante mi estadía en Derry. Y no era solo un libro, exactamente eran tres—Mi esposo y yo amamos las antigüedades, y decidimos guardar todo lo que parecia importante de la familia que vivió aquí antes de nosotros—rió un poco—tenemos todo en el sotano, si te interesa—finalizó.

La observé por un instante y solo asentí.

¿Qué si me interesaba? ¡Definitvamente si!

—Cariño, ¿pudes llevarla al sótano?—pidió la mujer mirando a su hijo, el pequeño levantó los hombros restandole importancia, tomó un puñado de sus hojas y avanzó.

—Sigueme—añadió.

Lo seguí mientras éste daba grandes saltos, parecía ser muy feliz aqui.

Caminamos por unos segundos hasta detenernos frente a una puerta, el niño la abrió y bajó sin una pizca de miedo, luego encendió las luces.

—Aqui es—pude observar el lugar, cuando yo vivía aquí no habia un sotano. Nunca lo hubo, habian muchos estantes y unas cuantas cajas apoyadas en una mesa de color caoba—A mi mamá le gusta como dibujabas, yo solía pasar toda la noche viendo ese libro—comentó el pequeño señalando con la mirada el libro que sostenía en mis manos.

Mi vista fue directo a la montaña de cajas qué decian Blessed's stuff, y me acerqué al instante.

—Oye, iré a ver si mi mamá tiene tus otros libros arriba—asentí mientras el pequeño sonreía.

Tomé entre mis manos mi libro de química y lo abrí, sabia perfectamente que lo que habia venido a buscar estaba aquí.

El dibujo estaba intacto, era el dibujo que Ethan me habia echo el último día, antes de que desapareciera para siempre. Lo tomé con fuerza y suspiré recordando todo y doblé el pedazo de papel.

—Fuego, fuego, fuego—giré al instante en que escuché esa voz terrorifica, Pude ver al payaso frente a mi—fuego, fuego, fuego—volvió a reptir burlón.

Dí un paso hacia atrás logrando guardar el pedazo de papel en mi bolsillo y botando de casualidad una caja.

—Tanto tiempo, Nira—habló, solo tragué saliva y lo observé con más detenimiento—¿Cómo se encuentra tu tia?, ¿está bajo la tierra, cierto?—comenzo a reir—justo como tu querido amigo Stanley—volvió a reir más fuerte.

Agaché el rostro por un instante sintiendome culpable por esas dos muertes.

—No salvaste a Ethan, no salvaste a tu tía, no salvaste a Stanley y tampoco salvarás a tus amigos—murmuró riendo y acercándose.

—Callate—solté

Levanté mi rostro y lo observé enojada, sin embargo éste seguía avanzando hacia mi.

—Eres repugnante, le sigues teniendo miedo al fuego, y...—dió un salto mientras reía—y Billy te rompió el corazón—soltó riendo.

Observé el suelo alejandome más de Eso.

—¿Qué?

—Se fue dejandote aquí sola, luego de unos años murió tu tía y luego....¡Bum! lo mismo le pasó a Stanley—comenzó a reir—Estás sola, siempre lo estuviste.

—No, no es cierto—negué tragando saliva—Tengo a mis amigos, tengo a Eddie, a Richie, a Beverly, a Ben, a Mike, a Bill

—¿A Bill?—preguntó riendo—Él ya no te quiere, él volverá a romperte el corazón, a él ya no le importas y solo te usó.

—No—negué una vez más, pude ver el fuego desarrollandose frente a mi—Bill nunca haría eso, Bill no es así.

—Eso crees tú, entonces dime...¿por qué te dejó?

No pude responder nada, el payaso comenzó a reir de nuevo, se colgó en una de los estantes de las paredes y comenzó a reir.

—Todos flotarán conmigo, todos tus amigos moriran—soltó—fuego, fuego, fuego—repitió.

El fuego comenzó a expandirse más al rededor de mí y traté de escapar. Pude sentir una de esas chispas quemarme el brazo y solo me limité soltar un grito.

—¡Nadie podrá ayudarte!—gritó, saltó del estante y cayó frente a mi, sus manos tomaron mi rostro acercandome hasta su boca, pude ver sus filosos y verdes dientes. Lo alejé de mi rostro lo más fuerte que pude y éste comenzó a soltar risas escalofriantes—¡Nadie te ayudará!

Me detuve al ver a alguien al lado de nosotros, el payaso se esfumó.

—Nira—escuché la suave voz, Esta vez levanté mi vista y vi a Ethan, sus pequeños rulos aún seguían intactos, me observaba triste. Parecia tan real que lo único que yo queria hacer era abrazarlo, lo habia extrañado demasiado—¡Dejaste de buscarme y por eso estoy muerto!—gritó acercandose a mi.

Pude ver que suspiraba, se acercaba a mi con lagrimas en los ojos mientras sollozaba.

—Nunca me quisiste, nunca—sollozó—por eso dejaste de buscarme.

—¡No, eso no es cierto!—grité observandolo—Te busqué, si te busqué.

El se acercó más a mi pero derepente el fuego lo consumió.

Otra vez pude oir la risa del payaso, que ahora aparecía frente a mi otra vez, el fuego estaba a unos centimetros de mis pies y me cerraba el pase dejandome sin ningún lugar para poder desplazarme.

—Rayos—musité y me agaché debajo de la mesa del lugar sabiendo que esto no me protegería en nada, seguí oyendo las malditas risas escalofriantes y tapé mi rostro con mis manos.

No era real, no lo era, nada de esto.

Sentí que alguien tocó mi hombro y abrí mis ojos dispuesta a gritar pero solo vi a la mujer.

—Oye, ¿estás bien?—preguntó observandome, yo negué y me levanté al instante.

—Toma tus cosas, y vete de Derry junto a tu familia si quieres que tu hijo no desaparezca tambien—solté, la mujer me observó confundida y subí las escaleras rapidamente.

Me dirigí a la salida y seguí corriendo mientras volvía a la calle de Neilbot sin tomar atención a nada.

—Maldición—solté cuando caí suelo al no darme cuenta de una pequeña patineta.

—Lo siento, lo siento—se acercó un pequeño tomando su patineta con cuidado.

—No, no fue tu culpa...es que estaba distraida—solté levantandome.

—Si, eso parece. Los adultos si que están raros hoy—murmuró.

—¿Ah sí?, ¿Por qué?—pregunté sin interes en un instante mientras revisaba que la hoja estuviese en mi bolsillo.

—De echo, acabo de encontrarme con un hombre que dijo que oía voces en la alcantarilla—susurró confundido, lo observé al intante—y me asustó mucho.

—¿Tú has oido, o visto algo extraño?—pregunté observandolo, éste negó.

—No—titubeó cabisbajo, sabía perfectamente, por su rostro, que estaba mintiendo—escuchó voces que me llaman, la mayoría de veces sucede en el baño de mi casa y es la voz de un payaso—soltó timido.

Podia ver lo confundido que estaba, apreté mis puños. Definitamente no dejaría que Eso se llevara una vida inocente más.

—Escuchame—me acerqué—No salgas de tu casa, dile a tus papas que se vayan de aqui, Derry es muy peligroso—susurré.

El niño me observó y se alejó de mi.

—El otro hombre tambien dijo lo mismo—lo observé confundida—es que...mi familia planeaba ir hoy a la feria.

Negué.

—Solo escuchame, ¿si?...Dile a tus padres que se alejen de Derry, lo más pronto posible—murmuré—¡Corre, ve!—grité

El niño solo cogió su patineta y corrió alejandose de mi. Me digné a correr lo más rápido posible hacia el hotel para ver si los demás estaban bien. No dejaría que Eso dañase a mis amigos.

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