Chapter 3

[...]



Todo el olor putrido invadió mis fosas nasales, el lugar estaba oscuro y era un poco tenebroso. Las aguas grices llegaban hasta mis talones y sentia tanto asco por eso. Había investigado sobre Derry, y con lo poco que habia logrado encontrar llegué a la conclusión de que todas las tuberías en Derry estaban conectadas con aquella casa tenebrosa.

Aquella casa tenebrosa de la que había visto salir el dibujo que le había regalado a Ethan la mañana en la que desapareció. Las tuberías eran grandes por lo que imaginé que él pudo haber caído por allí, y probablemente terminaría en una de las cloacas del bosque. Esa era la razón principal por la que ahora estaba aquí, en las cloacas del bosque de Derry, buscando a mi primo.

Tomé con más seguridad la mochila que llevaba y empuñe mi linterna con más fuerza, como si fuera un arma con la que me defendería. Mi mente solo pensaba en Ethan, ese era mi único propósito. Justo en ese instante logré escuchar un grito que parecía ser de u a mujer, por mi parte yo no podía hacer nada al respecto ya qué la linterna barata que traía en mis manos estaba parpadeando, quizás debido a las pilas y el aparato que ya estaban muy viejas y usadas.

Me detuve al instante cuando escuché las voces de más chicos alrededor, Quizás no estaba tan sola como pensaba.

—Eso es hiedra venenosa—pude oír que decía una voz—eso tambien, y eso tambien.

—¡Solo entra!—había gritado otro.

—Aaaah no, definitivamente no—aclaraba otro—son aguas grices. Ni loco.

Regresé a la entrada de la cloaca con rapidez y buscando la raiz del sonido, me asomé delicadamente a ver quienes eran, tan solo pude ver a cuatro chicos. Dos chicos estaban dentro de la cloaca y otros dos afuera. Parecía que estaban debatiendo entre quién de los otros dos se atrevería a entrar primero. Sin embargo, uno de ellos levantó un zapato apuntandolo con una linterna.

—Quizás ellos puedan prestarme pilas para mi linterna—solté para mi misma.

Me acerqué con más rapidez hacia los chicos que aún no notaban mi presencia y me dispuse a soltar un suspiro. No me apetecía presentarme, no lo creía necesario, yo tan solo quería unas pilas y ya.

—Disculpen—comencé a decir—¿Tienen pilas para mi linterna?—pregunté observándolos con una pizca de curiosidad, todos allí gritaron y yo solo los observé muy confundida. Por sus rostros y sus miradas fijas en mi, entendí lo que les pasaba, los había tomado por sorpresa y desprevenidos.

—¿Q-qui-quién e-eres?—preguntó uno de ellos tartamudeando, lo observé confundida mientras éste soltaba el zapato.

—Necesito pilas para mi linterna, ¿tienen pilas?—seguí preguntando ignorando aquella pregunta del chico castaño.

Sin embargo, nadie me respondió.

—¿Qué estás haciendo aquí?—preguntó uno de los que estaba afuera. Su cabello ondulado y rubio me hacia recordar a Ethan demasiado.

—Oh rayos—pude oír que comenzaba a decir otro—Es una chica rara que está dentro de las cloacas—soltó acomodando sus lentes, inspeccionando mi rostro.

Rei por un instante.

—Quiero recordarte que no soy la única rara que está dentro de la cloaca—finalice mirándolo, los que se mantenian afuera comenzaron a reir.

Salí del asqueroso lugar sacudiendo el polvo que había adquirido pero levanté mi mirada al escuchar que los chicos volvían a gritar. Mi concentración tan solo se enfocó en un chico que caía en el río, ese chico estaba sangrando y se veía muy herido.

—¡Mierda, ¿Qué te sucedió?!—gritó el chico de lentes saliendo de la cloaca, y observando al muchacho.

—Está sangrando y la herida se ve muy mal—dije, percibiendo al instante que el niño estaba adolorido—Debemos ayudarlo, no lo podemos dejar aquí.

—Siganme, yo sé  como.

Todos siguieron al de lentes y observaron al chico mientras este se levantaba. Necesitabamos ayudarlo y según lo que éste había dicho, antes de caer había estado escapando de cuatro bravucónes. Bufé despectivamente sabiendo quienes eran esos bravucones; Bowers y sus amigos, o “pandilla” como yo los conocía, eran prácticamente los que se encargaban de hacerle la vida imposible a todos en la ciudad. No había que razonar mucho, sabía que ellos eran los culpables.

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