Chapter 1

Nira McBride

El lugar se veía muy callado y despejado, era muy temprano aún, así que me limité a suspirar pesadamente al regresar mi atención a la realidad y fijé mi vista en mi tía. Aquella mujer me sonreía con un rostro gentil al lado de mi pequeño primo, y me dispuse a sonreir sabiendo que ellos eran las únicas dos personas que me quedaban en la vida.

Hace apenas un par de meses yo acaba de presenciar la macabra escena de ver a mis padres morir en un incendio. Razón por la cuál yo me acababa de mudar a Derry, lugar en dónde vivían solo mi tía y mi primo desde hace mucho tiempo.

—Nira—pude oír que me llamaba gentilmente—¿Estás segura de que puedes ir sola?—preguntó—Yo puedo acompañarte.

—Tia, el colegio está aquí cerca—respondí con una sonrisa—además llegaré tarde si me acompañas.

Justo en ese instante, ella se acercó hacia mi con rapidez y me abrazó con una sonrisa en el rostro.

—Solo es el último día de clases—solté con muchos animos observando a mi pequeño primo—Nos esperan unas hermosas vacaciones.

Con pequeños saltos y muy entusiasmado se acercaba Ethan, mi pequeño primo. Había pasado casi medio año junto a ellos, el niño siempre había sido así. Un pequeño muy animado, humilde y un poco testarudo.

—Nira, yo quiero conocer tu salón—pude oirlo soltar con la voz tierna y suave que siempre lo había caracterizado.

Desde mi sitio, y aún con mi concentración enfocada en él, negué dos veces. El pequeño solo me observó con una cara triste y desganado.

—Cuando seas más grande lo harás—aclaré despeinando su cabello con una sonrisa—ahora tienes solo cinco años, Ethan.

Yo nunca había tenido un hermano menor, a pesar de que siempre habia querido tener uno. Por otro lado yo conocía a Ethan prácticamente desde que nació, el pequeño era como un hermanito para mi cada vez que yo venía de visita a esta ciudad.

Ethan corrió en dirección hacia su cuarto y volvió después de unos instantes con mucha rapidez, se veía que el pequeño tenía muchas energías.

—Nira—me llamó al llegar a mi lado—hice este dibujo para ti—Ethan extendió la mano y me entregó una hoja, sonreí por su pequeña muestra de afecto y miré aquel papel muy interesada en el contenido; Era un hermoso dibujo de mi tía, él y yo—¡Es para ti!, ¿te gusta?

—Serás un gran artista, también tengo algo para ti—afirmé, me acerqué a él y le entregué un dibujo de él con su madre.

—Es hermoso, me encanta—admiró Ethan dando pequeños saltos después de ver el dibujo que yo le había echo.

—iré al colegio, regresaré temprano, Cuidate Ethan—me despedí abrazandolo fuerte, como siempre, mientras acomodaba su pequeña pulsera en su mano, y dedicándole una media sonrisa.


[...]


El clima en el colegio estaba más calmado de lo usual, lo cuál era raro ya que el último día antes de las vacaciones siempre solía ser distinto. Al terminar todas las clases las cuales no escuché, ni entendí, fui al baño. Algo curioso estaba sucediendo frente a mi pero aún así le resté importancia a un grupo de chicas que se había situado a mi lado, todas ellas se veían enojadas.

Me acerqué al lavabo y mojé mi rostro. A travez del espejo miré a una chica llenando agua en una bolsa de basura y justo en ese momento lanzó toda la basura que el tacho tenia dentro de uno de los cubículos que estaban allí. Las otras dos chicas solo se habían empezado a reíar.

—¿Qué demonios haces?—pregunté irritada mirando a una chica rubia.

—Nada—se detuvo a decir antes de despedirse indignada con quién fuese la que estaba allí dentro.

La rubia me miró de pies a cabeza y se fue junto a sus amigas.

—¿Hay alguien adentro?—pregunté, me golpeé internamente ya qué esa pregunta había sido demasiado tonta.

—¡Vete!—gritaron desde adentro de aquel cubículo.

—Te daré algo de ropa—sugerí tratando de ayudarla.

—¡Solo vete!—gritó nuevamente aquella chica.

—Solo quiero ayudarte—afirmé.

Saqué de mi mochila ropa extra que había traído para gimnasia y la dejé en el suelo, muy cerca al cubículo. ¿Qué más podía hacer?, solo quería apoyarla un poco, no la conocía, pero tampoco la iba a dejar a su suerte.

—¡Dije que te vayas!—volvió a gritar la chica.

—Lo haré, adiós—contesté, bufé por unos instantes y me fui.

Al salir, me senté en las gradas de afuera del colegio esperando a que algo interesante pasara, pero nada ocurrió.

Al levantarme pisé una hoja que quedó pegada a una de mis zapatillas, la quité y la observé. Era un simple dibujo de un globo rojo, quizas a algún niño se le habria caido su preciado papel.

Arrugué ese papel sin importancia y salí de allí.

Intrigada por ese pequeño dibujo comencé a caminar hacia la que temporalmente era mi casa. Me topé con esa casa tenebrosa otra vez, la puerta estaba abierta y eso llamó mi atención, nunca la había visto así.

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