Es de noche, y en el cielo infinito la luna cuelga con su collar de estrellas, blancas como las perlas.

Yo las miro en silencio, aquí desde la tierra,
Y no puedo evitar el amargo recuerdo que provoca tu ausencia.

¿Dónde estás compañera?

Posiblemente lejos, viajando en otras sendas,
Persiguiendo tus sueños, allá en el horizonte donde las aves vuelan.

Y es lógico: siempre fuiste vólatil, fugaz y pasajera. Una ráfaga cálida con gusto a primavera, que todo transformaba. Hasta las cosas viejas se iban tornando nuevas.

Yo, en cambio, siempre fui más tranquilo, como  la  calma brisa de una noche serena, que surca un cielo bajo muy cerca de las sierras.

No… no eras mi alma gemela. Un amor tan dispar no puede congeniar. Es un mar sin estelas.

Sin embargo, al mirar el cosmos relucir con su luz de luciérnaga me invade la tristeza y no puedo evitar volverme a cuestionar:  ¡¿Dónde estás compañera?!

Dedicado a Arassha que ve con buenos ojos mis poemas. ¡Gracias!