Capitulo 3

  Me gustaría volver a leer todo lo que escribí anteriormente. Quiero empezar y no puedo, como si leerlo hiciera que algunas cosas volvieran a suceder delante de mis ojos, como si eso fuera posible. Algunas cosas las haría distintas. Me río sola pensando que algunas ni las haría. Y entre el diario, las palabras, mi cabeza y yo , haría otras cosas que sí me darían vergüenza después.

  Y fue en el verano. En algún momento del verano. Una noche, sentada en una silla por vez quinientos ochenta y ocho cuando todo empezó a importar poco. Menos que poco. Lo vi a Shiro bailando con la morocha numero catorce desde que habíamos dejado de ser amigos-casi-novios, o lo que sea que hayamos sido mientras duró, que fue poco, y me doy cuenta que ya no dolía. Lo vi como lo venía viendo todos los viernes que juntaba valor para ir a bailar . Esperé que verlo me doliera, como el viernes pasado, como la última vez. Esperé que no pasó nada. No dolió. Porque un día deja de doler. Viste, Shiro, un día deja de doler. Y te importa un carajo. Sí, delicado lo mío. Y no es que me hubiera dejado de gustar él. Porque no. Ese día en la tarima, me seguía gustando pero ya no me dolía. Y ahí mientras no me dolía pero todavía me gustaba, recuperé mi territorio. Como si antes se lo hubiera entregado a él. Como si un poco siempre se lo hubiera entregado a todo el mundo. A papá, a mamá, a Ringo, a Maiko, a Shiro, a los que no me ven y a los que me ven. Y ahí caí. La gente dice: "Me cayó la ficha". Yo soy la ficha que cae. Y fue cuestión de tiempo, días, bueno, un mes , un par de meses, hasta que me di cuenta de que Shiro directamente me había dejado de gustar. Nada. Ni un poco. La sensación de ese instante fue que Shiro, no existía para mi.

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