Capitulo 2
Listo. Ya está.
Me lo teñi. De una. Venia de salir con las chicas. Prepare el polvo decolorante, la tintura, aplique todo, me bañe y me vi con el pelo con las puntas de un color azul vibrante. De un lado y del otro estábamos las dos tratando de ser una. Parada desnuda delante del espejo principal con mi pelo medio corto, no pude contenerme. Me vi la piel trigueña, los lunares, el pelo negro entre los dedos. Pose mis manos en el lava manos. Me mire al espejo, repetí los mismos movimientos del lado izquierdo. Y volví al derecho, aplique un poco de decolorante debajo de la oreja. Me vi los ojos. Encendidos. Del izquierdo, lo mismo. Sentí que me había dibujado o algo así.
"Completamente loca", alcanzo a murmurar mamá después de descubrirme. Se tapo la boca con las manos, sacudía la cabeza. Y agregó: "Vas a tener que ir igual a la peluquería". Como si hubiera querido evitar el gasto.
-A mi me gusta- me dijo Ringo.
Y eso sonó a desafío. Mamá la fulminó con la mirada. Por un momento escuché en mi cabeza lo que mamá se contenía de decir, "Por lo menos tenías un pelo divino, ahora se te van a notar todavía más los kilos que tenes que bajar". No decía nada pero su mirada fue lo suficiente para decirme todo.
Y cuando pudo, me preguntó:
-¿Era necesario?-.
-Para mi lo era- Le contesté y esa fue mi mayor osadía más que teñirme el cabello.
No había nada más que decir. Esto que hice es mínimo y masivo y vengo pensando en esto de hacer, porque el no hacer parece que lo aprendí y me lo tatué en algún lado. Así que me lo teñi y listo. Por eso me dieron ganas de escribir. Y porque mamá me miró así y pensó de todo, porque le pertenezco, claro, y todo mi ser le pertenece y cualquier decisión que tiene que ver con algo mío parece que tengo que conversarla previamente con ella, como si alguna vez estuviera en casa como para que eso fuera posible, como si habláramos. Bueno, sí, hablamos lo básico, lo necesario para la supervivencia cotidiana, nada profundo, nada que importe, nada real.
Y mi osadías fue teñirme el pelo y no pedirle permiso. Como si hubiera pensado en ella en ese momento. Sí, pensé. Pensé que no me importaba nada lo que dijera o lo que dijeran los demás. Que me importa, sí, pero en ese momento no me importaba y teñirme el pelo fue como volver ese instante permanente. A N I M A R M E.
Y el segunde después caer, y pensar: "¿Y ahora qué?, ¿Me queda bien?". Voy a tener que ir a la peluquería, porque sí, es lindo el color pero no es el color que quería lograr. Y pensar, recién ahí, todo lo que podía llegar a decirme mamá cuando me viera. Hasta me costó bajar, me quedé atrincherada, pelo de color azul, en el cuarto.
Igual creo que lo que más le sorprendió fue que le contesté. Yo no contesto. Todavía debe estar queriendo descifrar que le pasa a su hija que se tiñe el pelo y le contesta, todo en un solo día. Que no me haya podido ver venir es lo que más la debe enloquecer. Mi pequeña, naciente independencia.
Esta, la que se tiñe el pelo de repente y contesta, también soy yo. Esta se parece más a mí que cualquier otra.
Bienvenida, Seiren Hikari.
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