8

Judie:

Fotografías.

Fotos mías y de Scott en la cafetería.

El corazón me palpita rápido y mi cerebro no reacciona, no sé qué decir. No se me ocurre nada más que la verdad.

—¿Y bien, Judie?—Las palabras de Zac me hacen apartar los ojos de las fotos y ponerlas sobre el.—¿Vas a quedarte callada todo el puto día?

—Zac..

—¿Piensas que tengo el tiempo que tú tienes?

Trago saliva.—Solo...

Sus cejas se alzan.

—Conocí a Scott el día de la exposición.—Menciono, aunque no aclaro cual.—Nos hemos visto un par de veces.

Todos los días, Judie.

—Scott, el... está pintándome.

Los ojos se le abren a Zac, pero de inmediato una sonrisa curva sus labios, una sonrisa de burla.

—¿Pintarte?.—Pregunta el y arroja la fotografía sobre la mesa.—¿Quién quisiera pintarte a ti, Judie?

Él lo hace. Scott...

Paso la saliva e ignoro el dolor que siento por sus palabras llenas de burla. Mi mirada baja y Zac se levanta, acercándose a mí.

Me toma del mentón y me obliga a mirarlo.

—¿Esperas que crea eso?

—Es la verdad, Zac. Me está pintando y...

Me callo al notar la profundidad de su mirada. Zac me suelta el mentón de golpe, pero no se aparta de mí.

—Olvidare esto si consigues algo por mí.

Abro los ojos confundida.

—Si te está pintando como dices, entonces también podrás averiguar información para mí.

Mis labios se separan.—¿Qué?

—Encuentra algo con lo que yo pueda usar para desprestigiarlo.—Me pide.—Quiero alguna debilidad suya, exponerla y... bajarlo del pedestal donde lo tienen.

—Zac.

—Podrías copias sus pinturas y hacerlas tuyas.

—Zac eso.. ¿Acaso no confías en el talento de las mías?

Tengo una idea de porque es esto.

Scott y Zac siempre están a la par, ante el mundo de todos las pinturas de Zac a veces superan las de Scott, llamando la atención de más críticos y fotógrafos, periódicos y revistas.

Pero Scott tiene algo que Zac no...

Trayectoria.

—No te hagas la ofendida.—Me exige.—Ambos sabemos que eres buena, Judie. Pero Scott tiene una camino trazado. No importa el número de pinturas que saquen y así sean mejores que las suyas. Así capten su atención o no.

Aun así duele que dude de mi talento.

—Cuando Scott llega, queramos o no, las cámaras van directo hacia el solo por ser hijo de Dominic Bramston.—Aprieta la mandíbula furioso.—Y eso me irrita.

Me mira manteniendo esa expresión.

—Solo haz lo que te digo.

—Zac, no creo..—Paso la saliva.—No creo que haga falta hacer eso, puedo pintar más.

—¿No escuchas lo que te digo, Judie? Te he dado una orden. —Me alza la voz.—Si esta tan interesado en ti como para pintarte, saca provecho de eso. Encuentra una debilidad y házmela saber. ¿Entiendes?

No respondo y él se retira, pero no puedo hacer eso.

No le hare eso a Scott.






(***)







Trazo las líneas sobre el lienzo y acerco el pincel redondo hacia el color rojo, sobre la paleta de colores que llevo en la mano izquierda. Lo deslizo sobre el sombreado dándole un aspecto de brilloso por las luces de los focos.

Sonrio y tomo un poco más, pero esta vez de la combinación de colores, un rojo más bajo y hermoso, que me tome el trabajo de mezclar.

—¿Sigues pintando?

Me sobresalto al oír a Zac, giro el rostro y se encuentra de pie, vestido con unos pantalones oscuros de dormir y no lleva camiseta que cubra sus pectorales.

—Si.. Quizás este sea..—Me detengo un momento cuando llega hasta mí y reclama mis labios. Aparto la boca y lo miro, quiero que escuche.—Este podría ser tu próximo éxito, no tendrías que... —Hago una pausa, las ceja de Zac se juntan.—No tendrías que necesitar desprestigiar a Scot... si yo lo termino.

—¿Por qué me suena a que lo proteges por encima de mí?

Los ojos se me abren.

—Zac, no quiero... Es que yo.—Mi mirada cae.—Yo no soy así, no podría...

No puedo hacerle eso.

—Judie... ¿Vas a empezar a desobedecerme ahora?

Levanto la mirada.

—Solo haz lo que te digo y tendremos más tiempo para nosotros, no tendrás que esforzarte más con las pinturas. Seremos solo los dos ¿No quieres eso?

Me toma del rostro.

—Podrías intentar pintar tu.—Le digo y el se tensa.—Recuerdo tus pinturas... si lo intentas.

—¿Es una broma?

—Claro que no, Zac. Los dos estuvimos en la misma escuela de arte...

—¿Por qué no dejas de decir estupideces?.—Me suelta y pone los ojos en mi lienzo. Me giro hacia él.

Crei que iba a gustarle. Estoy usando nuevos matices.

Pensé que él.

—Y dejas de perder el tiempo aquí.—Pronuncia cerca de mi cuello. Me besa en el lugar, retirando el cabello hacia atrás.

—Zac.—Le pido. Esta noche no tengo ganas.

Quiero pintar.

Sé que puedo hacer algo grande sin necesidad de que tenga que hacerle daño a Scott.

—Zac.—Repito cuando me sujeta más fuerte, enredando los brazos alrededor de mi cintura.

Me obliga a botar la paleta y el pincel, la cual termina cayendo boca abajo sobre el suelo, esparciendo la pintura y malogrando los colores que me he tomado tiempo de mezclar para la pintura.

Colores que no había logrado captar tan claros y bien se que es difícil encontrar el mismo color dos veces, al menos exactamente como el anterior.

—¡Zac!

Aunque elevo la voz, no me oye. Me empuja contra el escritorio después de botar todo mis botes de pinturas, junto a las espátulas y los pinceles al suelo.

Todo mi cuerpo cae hacia adelante y el me sube la falda hasta la cintura. Baja las bragas y su erección se aprieta por detrás.

No hay palabras, solo un gruñido sale de su boca y entonces empuja.

Me penetra, sacudiendo mi cuerpo hacia adelante, apretando mis nalgas y separándolas para hacer ingresar su polla mucho más hondo que en cada embestida anterior.

No lo disfruto, pero tampoco se lo impido.

Y ahí, con la mirada sobre mis materiales de pintura en el suelo, me rindo cerrando los ojos y dejo que Zac acabe.






(***)





—Acuéstate con él.

Me quedo helada al escucharlo y mis bragas quedan a la altura de mis muslos, reacciono y termino de subírmelas, pero las tres palabras en forma de orden siguen en mi cabeza.

—¿Qué?

Zac se sube los pantalones y pone los ojos en mí.

—Hazlo si así consigues información más rápido.—Me da una sonrisa burlona.—Si debes sacrificar eso, hazlo.

El corazón se me estruja dentro del pecho.

Mis sentimientos están rotos y no soy capaz de mirarlo a los ojos. Solo observo mis pinturas, las cuales han manchado la alfombra del estudio.

—¿Vienes a dormir?

Niego aguantándome las ganas de llorar.—Tengo... Debo limpiar todo esto. Te alcanzo después.

—Como quieras.

Sale de la habitación y mis rodillas pierden fuerza, caigo sobre ellas mismas contra el suelo y en silencio empiezo a recoger los materiales esparcidos.

¿A Zac no le importa si me acuesto con otro hombre?

Aprieto los labios y mis dedos tiemblan. Casi de inmediato siento como las primeras lagrimas caen en silencio por mis mejillas.

No le importo.

Mis sentimientos jamás le han importado a Zac.




Duro, pero necesario. Judie finalmente esta abriendo los ojos y conociendo quien realmente es Zac.

Nos leemos.

>>Yiemir.

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