6

Judie:

No he tocado la comida.

Al menos no como para llenarme, apenas meto un par de cucharadas a mi boca y vuelvo a sentir el ambiente complicado.

Levanto la mirada y sigue ahí, Scott Bramston mantiene la mirada en mí y no es una que sea muy evidente como para que le quede claro a la mitad de la mesa que está observándome, el disimula muy bien mientras sus ojos me observan de vez en cuando, a veces es un parpadeo y sigue hablando con los pintores que se encuentran a su lado, sin embargo a la hora de mirarme, aunque sea solo un segundo, puedo sentir toda la intensidad que busca trasmitirme.

Decepción, celos, enojo.

¿Cuál de ellos siente más hacia mí?

¿Decepción? Scott Bramston podría sentirse decepcionado de mí y pensar lo peor.

Trago saliva y llevo el vino a mis labios, desde que llegamos, he sido invisible para Zac y aunque me llego a presentar a los caballeros que se encontraban cerca, ignoro mi existencia cuando su conversación se amplió.

Y sigue ignorándome, mientras Scott no puede apartar los ojos de mí.

¿Cómo es posible que con una sola mirada me sienta desnuda?

Cojo la copa y vuelvo a beber, la bajo al notar como Scott se levanta de la mesa, después de darse un apretón de mano con los pintores.

El rodea la mesa y viene en mi dirección, los latidos de mi corazón se aceleran y entonces sin mirarme en ningún momento, pero con claro enojo en sus expresiones, Scott abandona el restaurante.

Y dolor me presiona el pecho.

Los ojos me arden y me odio a mí misma por no decirle esto.

Quiero irme a casa.

—¿Mas vino?.—Nos ofrece un mozo, Zac y los pinores aceptan y mientras el mozo le sirve a ellos, yo me acerco a él.

—Zac, no... no me estoy sintiendo bien.—Definitivamente no lo estoy.—¿Podemos volver a casa?

El rostro le cambia, las cejas se le juntan.

—El vino de aquí no es tan bueno.—Comenta uno de ellos y lo hace luego de que el mozo se retira. Joaquin Hopper. Dos de sus pinturas se encuentran en el museo.

—Conozco un buen bar que tiene los mejores vinos de la ciudad.—Responde George Ruppet, un joven novato quien está en la posición que se encontraba Zac hace poco tiempo.

—¿Deberíamos ir después, no? ¿Zac...

Él les devuelve el gesto.—Claro, solo espérenme un minuto, caballeros.

Zac se levanta tomándome del brazo y me lleva cerca de la puerta, sus dedos ejercen fuerza en mi brazo.

—Zac, espera.

Se detiene.

—¿Por qué estas decidida a arruinarme esto, Judie?

—Zac yo no...

—¿Así es como me pagas después de traerte aquí? ¿Después de todo lo que he hecho por ti?.—Me suelta las palabras bruscamente.—Te pedí una sola cosa, maldita sea.

—Lo siento..—Los ojos se me llenan de lagrimas.—No quise arruinarte esto, yo... no me siento bien y...

Solo quiero ir a casa.

—Por favor.. ¿Podemos ir a casa?

Él se tensa.—Ya oíste.—Me indica.—Me invitaron a un bar. No puedo dejarlos plantados.

—Zac, te estoy diciendo que yo no...

—Toma un taxi.

Los ojos se me abren.

—Si te sientes tan mal toma un taxi y ve a casa, yo me quedo. No voy a dejar que me arruines esto.

—Ni siquiera...¿No vas a dejar que el chofer me lleve a casa?

Zac guarda silencio por un momento y encoge los hombros.—Si dejo que vayas con el coche.. ¿Quién va a llevarme a mí a casa?

Me trago el dolor. Zac me sonríe y regresa a la mesa junto a los pintores.

Trago saliva y mantengo la mirada sobre él, mis labios se aprietan y me doy la vuelta, empujando la puerta con mis manos.

Salgo del restaurante y me odio a mí misma por no traerme un abrigo conmigo. Cruzo los brazos debajo de mis pechos e intento parar un taxi, pero todos pasan de largo.

Camino por la vereda, buscando llegar al paradero próximo. No conozco las calles de esta zona, pero eso no me detiene y cuando estoy por cruzar la pista, mis pies se detienen al reconocer puras figuras masculinas en ese paradero.

Aprieto los labios y echó a andar de regreso, sin embargo detrás de mi escucho los murmullos y al girarme, siento el corazón en la boca.

Están siguiéndome.

Me llevo una mano al pecho y no detengo mis pasos, me alegraría decir que ellos no apresuran sus pasos, sin embargo parece que quieren jugar conmigo como si yo fuera una presa a mitad de la noche, además me queda claro que van detrás de mí cuando empiezan a soltar palabras bastantes vulgares.

Solo camina, Judie. No dejes de caminar.

Las calles son peligrosas. Zac tiene razón.

"Hey, nena, vamos a divertirnos"

Aprieto los ojos y veo el restaurante al abrirlos, no sé si sea mi imaginación, pero escucho la voz de los sujetos más cerca.

Dios mío, no.

"Ven aquí, perra"

Un coche se detiene frente a mí, los sujetos paran a mitad de la pista y el corazón se me acelera sintiendo más miedo, pero eso se vuelve un fugaz mal recuerdo cuando la ventanilla se abre y luego Scott Bramston baja del coche. Su mirada denota enojo, un enojo que va dirigido hacia los hombres que se encontraban siguiéndome.

Y hasta yo puedo sentir la amenaza solo con la mirada.

Luka también baja del coche y los sujetos se retiran. Luka se ve mayor, pero también luce como un hombre muy bien cuidado y un guardaespaldas, de esos que al ver temes enfrentar.

—Señorita Judie ¿Se encuentra bien?.—Me pregunta Luka.

Asiento con la cabeza.—Si... Gracias.

—Luka.

Observo a Scott al escucharlo.

—¿Nos darías un minuto?.—Le habla y Luka asiente.

—Claro, señor.

Ingresa al coche, ya no lo miro porque tengo los ojos en Scott, pero escucho como cierra la puerta.

Una pareja pasa entre nosotros y ni eso aparta mis ojos de Scott, quien está delante de mí y ambos nos encontramos en la vereda.

—Creí que te habías ido.

—¿Qué haces caminando sola a estas horas? Creí que estarías en el restaurante...

No respondo y solo recuerdo las palabras de Zac hace unos minutos atrás, tal vez soy demasiado evidente con lo que siento al recordarlo porque Scott viene directo hacia mí.

Me toma del rostro y siento la calidez de su tacto, los ojos se me cierran y el calor de su aliento me choca en la cara.

Y me besa, Scott se apodera de mis labios con un beso caliente desde el primer segundo y ardiente de deseo. Jadeo tratando de seguir el ritmo y el me aprisiona contra su cuerpo, no tengo escape y no me esfuerzo, ni siquiera pienso en encontrar uno porque ya mis manos se formaron puños sobre su saco.

Recibo la furia, el enojo. Puedo sentir sus celos trasmitiéndome en su violento beso y termino jadeando necesita de aire.

—Scott...—Miro sus ojos. Iguales a los que me miraban en el restaurante, trasmitiéndome lo mismo de entonces.

—¿Qué eres de él, Judie?—Pregunta sobre mis labios y vuelve a recibir otro beso, que yo sigo.—Mi Ninfa...

Rompe el beso nuevamente y va en busca de otro más, mi cabeza se siente pesada y mis piernas débiles.

—Judie... ¿Qué carajos eres de el?

¿Qué soy de Zac?

—Scott...—Jadeo y el maldice volviendo a poseer mis labios.

No hay más preguntas, solo me besa. Estrujándome contra el y luego haciendo retroceder mis pasos hasta tocar la pared.

Sus manos abandonan mi cuerpo y van directo a mi cara, apretando mis mejillas. Su beso no acaba y desquita todo lo que siente de esta forma. Robándome besos tras otros, quitándome la respiración y convirtiendo mis labios en lava caliente.

Arrugo su saco y nuestras bocas se sueltan levemente, la respiración de Scott sube y baja como la mía, pero eso no lo detiene a reclamar mi boca por última vez.

—Judie...—Murmura esta vez parando.

Me mira a los ojos y aunque no hace la pregunta, sé que le debo una respuesta.

—Soy todo lo que él tiene.

Puedo ver la vena de su cuello marcándose, su expresión volviéndose más molesta.

—¿Qué significa eso exactamente, Ninfa?

¿Cómo puede hablar bien después de ese beso? Yo sigo agitada.

—Y nosotros... —Se detiene a mirarme los ojos.

—Es diferente...

Scott guarda silencio.

—No sé qué me sucede contigo, Scott.

Ahora ni siquiera estoy segura si lo que siento por Zac es lo que creo.

¿Yo amo a Zac, no?

Pero si amara a Zac... ¿Por qué beso a otro hombre?

El amar a alguien no es eso... no es.

—Descúbrelo.

¿Lo que siento por Zac no es amor?

—Entonces descúbrelo esta noche conmigo, Judie.





(***)




El estudio de los Bramston.

Me detengo en medio de la habitación, maravillada por el lugar.

El cuarto de estudio es enorme, con dos pisos, en el cual dentro hay una escalera en forma de caracol que conecta la planta alta y donde hay una pequeña biblioteca, mientras en el primer piso hay un escritorio, sofás y no podía faltar las pinturas colgadas en las paredes.

Todas ellas pintadas por Dominic Bramston.

—Es hermoso... es...—No dejo de sonreír.—Es muy hermoso, Scott.

Me vuelvo en su dirección.

—Gracias por traerme.

—No se supone que debería ser hoy.—Responde acercándose a mí y me toma del rostro.—¿Qué excusa se supone que debo tener mañana para volver a verte?

Mi corazón se acelera.—¿Tus pinturas no están aquí?

—Es el estudio de mi padre.

—Entonces mañana puedes mostrarme el tuyo.

Los ojos se le iluminan, amo la sonrisa en su rostro antes de tomar mis labios. Dejo que me bese, que me haga retroceder y me haga sentarme sobre el escritorio.

Incluso que me toque y su tacto suba por mi vestido, liberando la desnudez de mis muslos para sus manos.

—Solo dímelo. Dime que no eres suya.

—Scott...

—Ardo de celos, Judie.—El para y sube las manos a mi rostro.—Te juro que estoy a punto de volverme loco.

Me mira a los ojos.

—Mi ninfa...

—Él es el hombre que ha cuidado de mi todo este tiempo.

Scott intenta comprender mis palabras.

—Y yo soy todo lo que Zac tiene.

—¿Y que tiene el de ti?.—Me suelta confundido.—¿Tiene tu afecto, tu amor...?

—Hace poco creía que sí.

Lo observo apretar la mandíbula.

—No lo sé, yo...—Niego con la cabeza. No se cómo explicarlo cuando ni yo misma se lo que me pasa con él.

Trago saliva.

—No soy ese tipo de mujer... no quiero que tu pienses...

No quiero que le se decepcione de mí.

—Yo no pienso nada, Ninfa.—Me sujeta del mentón y me sonríe.—Para mi tu eres perfecta.

Vuelvo a sentir ese calor en mi pecho y sus dedos hacen presión en mi mejilla.—¿Dices eso porque me tienes aquí, abierta de piernas en tu escritorio y porque quieres acostarte conmigo?

—Quiero acostarme contigo.—No lo niega, me lo confirma.—Pero no solo quiero hacer eso.

Sus ojos se pierden en los míos, con un brillo en ellos mientras me observa.

—Quiero venerar tu cuerpo, hacerlo mío y ser tuyo...

—Scott...

—Quiero ser tuyo, Judie y quiero que seas mía.

¿Cómo puede hacer que mi corazón se acelere? Apenas lo conozco, pero este hombre despierta en mis sensaciones con sus palabras.

Palabras que me hacen sentir tan bien y que ningún hombre me ha dicho antes.

Hago una mueca.—No soy perfecta.

Scott arquea una ceja. —¿Eso piensas?

Hace un gesto hacia la izquierda y mis ojos lo siguen, hay un espejo que adorna los esquineros y mi rostro se refleja en él.

Sonrio despacio.

—Eres perfecta...

Aparto la mirada para observarlo, Scott me toma del rostro y su boca atrapa la mía. Me dejo llevar y me siento segura.

Feliz.

—Tengo que volver.—Jadeo sobre su boca. Aparta los labios y ya no siento el roce de los suyos sobre los míos.

Scott me mira a los ojos.—¿Con él?

—A casa. Solo a casa, no con él.




(***)






Scott permite que Luka me traiga a casa y cuando llego, Zac aun no ha regresado. Voy directo a dormir y no despierto hasta sentir el beso de Zac a mi lado en medio de la madrugada.

Y también sus besos con sabor a Whisky.

¿O tal vez Vodka?

Pero no es vino como prometió.

—Zac, estas borracho.

—¿Y qué con eso?.—Pregunta sujetándome las muñecas. Tengo todo su peso encima de mi y sus ojos mirándome con fuerza.—Eres mía.

Suya...

Sus cejas se juntan y aprieta mis muñecas con fuerza.

—Di las palabras, Judie.

Te amo...

—¿Por qué no las dices tú?—Insisto con el ardor creciendo en mis ojos.

Junta las cejas.—¿No oyes lo que te digo? Judie, dime las jodidas palabras.

Pero no lo hago, no las digo. 

Esa noche no digo las palabras.





Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top