29

Judie:

—¿Rusia?. —Repito las palabras de Scott, el observa a las chicas de servicio que se encuentran también en la cocina, asiente con la cabeza y ellas se retiran dejándonos solos. —¿Entonces te iras?

—No, mis pinturas irán para allá y tal vez yo para cerrar el acuerdo. —Me aclara.

Bajo la mirada y el me levanta el mentón.

—No será como la última vez, pero...

¿Hay un pero..?

—Quizás más adelante tu y yo...—Me sonríe. —¿Moscú es un buen lugar para establecernos?

Agrando los ojos.

—Solo si tu quieres. —Añade.

—Nunca he salido del país. —Su sonrisa crece y yo miro a ambos lados. —Toda tu vida está aquí. ¿Estás seguro, Scott?

—Mi vida esta donde tu estés. —Menciona acelerando mis latidos, por muy cursi que salieran las palabras. —Aquí, en Francia o en Rusia, mientras estés conmigo mi vida estará completa.

Una sonrisa curva mis labios. —¿De dónde sacas tantas bonitas palabras?

Scott suspira. —Me inspiras con ellas, al igual como inspiras mis creaciones, mi arte.

Le doy un beso, que el devuelve, aunque es corto. Solo asiento con la cabeza y el esta vez me besa a mí.

Mantengo mi sonrisa al romper el beso. —¿Ahora .. vas a cocinarme algo o porque estamos aquí?

Me sonríe por un segundo y niega. —Ahora... Tengo algo que decirte.

Agrando los ojos, esperando oírlo.

—Escucha con mucha atención, Judie.






(***)






—¿Rusia?. —Repite Axa y yo asiento con la cabeza, ambas miramos el salón de clases donde varios estudiantes realizan sus dibujos en el lienzo, incluido Allison.

Ahora Allison ya no se mantiene lejos del resto de sus compañeros.

Sonrio con la creación que realiza, los colores que siempre me recuerdan a mis pinturas.

—Nunca he ido a Rusia.

—No me iré, no ahora. —Añado. Muevo el mentón en dirección de Allison.—Nos comprometimos con Allison.

—Eso habla bien de ti. —Menciona llevándose el café que carga en las manos, sopla y yo vuelvo a hablar.

—A todo esto ¿Dónde está tu estudiante?

Se atora con el café. —Mierda... es cierto, debería estar ahí.

Me rio.

—Te veo después.

Coloca una mano sobre mi brazo y se despide, la sigo con la mirada riendo y regreso mi atención a Allison, cruzada de brazos.








(***)





Estoy retrasada.

Las dos palabras se repiten en mi cabeza mientras espero en la cola de la farmacia. El corazón me martilla el pecho hasta que llego y pido lo que voy a llevar.

Hago el pago y recojo el producto.

—Aquí tienes. —Me responde la mujer con una sonrisa y detrás de la vitrina.

—Gracias.. —Menciono y sigo mi camino de regreso a la fundación, donde espero que Luka no haya llegado, él es como mi sombra y no se separa de mí en ningún momento.

Mientras camino me mentalizo los síntomas y siento un nudo en la garganta.

No he tenido nauseas, más que el día que llego Scott, pero el periodo no me ha bajado y he dejado de cuidarme desde que me fui de casa de Zac.

Mierda...

—Señorita Judie. —Luka me espera, como lo supuse. Y tiene el ceño fruncido. —¿Salió a algún lado?

—A comprar. Tuve un antojo de una barra de chocolate.

El observa mi mano. —¿Y la barra de chocolate?

—Me la comí.

Su mirada regresa a mis ojos, le sonrio.

—¿Nos vamos?

Asiente con la cabeza y me abre la puerta trasera, Scott me mensajea contándome sobre su día y le respondo con palabras cortas, Luka se estaciona frente a la casa y le agradezco antes de bajar, las chicas de servicio me saludan como cualquier día normal y sin perder tiempo subo de inmediato al dormitorio.

Dejo mi bolso y voy directo al baño, hago el procedimiento y salgo para regresar al dormitorio, doy vueltas caminando con el corazón martillando mis oídos y termino rendida sobre la cama, con la mano apretando la prueba, le levanto sobre mi cabeza y observo esperando que una raya salga.

Resoplo y me llevo una mano al vientre. —¿No es muy mala idea, no?

Le doy suaves toques a la zona y acaricio despacio, mientras una sonrisa se eleva en mis labios. Vuelvo a sentarme y entonces visualizo el resultado.

No es lo que esperaba, pero...

Mierda...






(***)




Salgo de la ducha y me cambio enseguida, antes de bajar las escaleras. Scott no ha llegado, Luka tampoco y las chicas ya se fueron a dormir.

Le quito la tapa a la olla que tiene el guiso y busco un cucharon antes de probar directamente de él, mis tripas suenas y el ruido a lo lejos también. Coloco la olla sobre la encimera y me giro a alzar la mano sobre la estufa, en la pared para luego encenderla y colocar la sarten con el aceite calentándose.

Y aunque esperaba que fuera mi imaginación, no es así y lo compruebo al girarme y encontrarme con su rostro frente a mí.

—Esa no es la cara de alguien que esperaba verme después de joderme la vida, Judie.

Zac...

—¿Cómo entraste?. —Logro preguntar.

—Mejor dime tu que es esto. —Coloca la prueba de embarazo sobre la encimera, logrando que retroceda.

El enojo se le marca en su expresión, es notorio en las venas que le marcan el cuello y destello de rabia en sus ojos.

—Te embarazaste, hija de puta. —Escupe.

Mira a ambos lados.

—No te molestes, es bastante tarde ¿No? Y si gritas te juro que vas a arrepentirte.

Paso la saliva y sus ojos me examinan, solo apoya las manos en la encimera acercándose a mí.

—Me arruinaste.

Su mirada queda cerca a la mía.

—No me dejaste otra opción. —Le respondo.

—¿Dejar de joderme no era una?. —Se tensa.

—¿Y permitir que le arruinaras la vida a alguien más?

—¿Crees que puedes joderme la existencia, Judie? —Me suelta con los puños apretados. —¿Crees que puedes joderme y seguir tu vida tranquila?

—Tú ya me arruinaste lo suficiente, Zac. Lo que yo te hice no se compara con lo que me hiciste...

—Sí, tienes razón... porque arruinar tus pinturas y tomarme el crédito no es lo peor que he hecho. —Me suelta.

Junto las cejas. —¿De qué estás hablando?

—Tus padres...

Las dos palabras causan un conflicto en mí. El corazón me duele y me duele más cuando el continúa hablando.

—¿Qué esperabas que hiciera exactamente? . —Pregunta, apenas puedo mantenerme en pie, mientras el peso de los recuerdos regresa. —Ellos no te querían conmigo.

Niego con la cabeza.

No... tu dijiste..—Intento recordar.

—Dije que fue un accidente y que me encargaría de todo.

No... no..

—Dije lo que quería que escucharas. —Me interrumpe. —Y eras tan inocente que creíste todo lo que salió de mi boca. Y ahora no eres tan tonta para saber lo fácil que era para mí hacerlo...

Zac, no es...—El dolor me atasca la garganta, los ojos se me nublan ante la verdad.

—Tengo el dinero y tus padres eran un obstáculo, siempre creyendo en su niña, metiéndose donde no los llaman.

Retrocedo y el viene hacia mí, rodeando la encimera.

—Yo fui tu héroe, Judie, pero también fui quien te lo arrebato todo. —Sus manos me cogen el rostro y me paralizo.

Zac me ha quitado, me ha quitado más de lo que creí.

¡Hijo de puta, mil veces hijo de puta!. —Le grito y araño su rostro con mis uñas.

La mejilla de Zac se dobla y termina aprisionándome una mano en la espalda, giro hacia la estufa y el corazón me martilla otra vez el pecho, mientras las lágrimas siguen cayendo. El desespero me obliga a querer soltarme y mi mente ya no sigue el plan cuanto más habla y cuanto más lo tengo cerca de mi.

—No he terminado de hablar. —Continua. —Ya que me arruinaste, arreglaras esto de la mejor manera. Todavía puedes arreglarlo, Judie.

Niego con la cabeza.

—Pero primero nos desharemos de ese engendro que llevas en el vientre.

No..

Se ríe.

¡Tienes el dinero! Solo lárgate! —Sollozo. —¡No me necesitas, lárgate de mi vida, Ya me has hecho mucho daño!

—¿Crees que el dinero es suficiente para mí? ¿De qué sirve tener dinero sino tienes el reconocimiento? ¿De qué sirve si tu imagen intachable ha sido manchada por una malagradecida? Por un vil instrumento.

—¡Mataste a mis padres! —Le grito desde lo más profundo.—¡¿Por qué debo agradecerte eso?!

Ignora mis quejas y sigue.— Vendrás conmigo y volverás a pintar para mí. Encontraremos un lugar donde la imagen de Zac Michaelson siga intacta.

—¡Estás loco!

—Y volveré a hacer que tú lo estés por mí. —Me jura y me suelta haciéndome girar, su cara queda cerca de mí.

Zac me aprieta la mandíbula.

—Empecemos desde ahora. —Su mirada baja a mis labios y su aliento me repugna.— Di las palabras, Judie. Dilas

Te odio, no sabes cuánto te odio.. —Sollozo. —Me has quitado todo.. te odio.

Zac sonríe. —Esas no son las palabras.

Me aprieta la mandíbula causándome dolor.

—Intentémoslo de nuevo. —Me ordena y me da una sonrisa macabra. —Di las palabras, Judie. Dime que me amas.

Me coge la nuca con ambas manos acercándome a sus labios y me grita en la cara, estiro los brazos.

—¡Las putas palabras, Judie!

—No.. —Niego y él se mantiene quieto mirándome los ojos. — ¡Nunca más, Zac!

Mis manos libres alcanzan la encimera, cojo la sarten y le lanzo el líquido aceitoso y caliente en la cara, veo la imagen aterradora de su rostro desfigurándose y el grito estremecedor que sale de su garganta.

Retrocedo paralizada.

—¡Hija de puta!

El corazón me martilla muy rápido, mis pasos se sienten lentos, pero no paro y no miro atrás, empujo la puerta mientras el grito de Zac llena la cocina y despierta a los empleados, pero yo solo corro hasta tocar la calle y entonces unos brazos me atrapan por afuera.

Peleo con la persona que me ha sostenido por la carga de conmoción y adrenalina que experimenta mi cuerpo, pero me relajo al ver al dueño de esos brazos.

Los brazos de la persona que me ha cuidado. Del hombre que amo.

Scott..

Todo está bien, ya paso.

Más de un uniformado entra a la casa y yo rompo a llorar sobre su pecho.

Hice lo que me dijiste, yo...—Trato de hablar. —Active la alarme y...

—Está bien, lo tenemos grabado. Grabe todo lo que dijo... —Me promete y siento un alivio profundo en el pecho. —Ya no, no volverá a hacerte daño. Lo prometo.

Asiento con la cabeza.

—Mis padres, el. yo no sab...

—Shh... ya paso amor. —Me besa el cabello. —Ya todo termino. Todo acabo.

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