18
Judie:
Me odio y odio a Zac.
Me odio a mi misma por no olvidarme de sus palabras durante toda la noche y lo odio a el por decirlas, por poner..
Ni siquiera quiero decir que es una duda.
Observo a Scott, quien habla con sus compañeros de Arte, me gusta que no me excluya, que me tenga a su lado y se llene la boca hablando de lo afortunado que es tenerme.
¿Por qué dudo?
—Buenas noches, caballeros. —Parpadeo aún mirando su rostro, los hombres se giran en mi dirección y con un gesto, bajando la cabeza, me despido de ellos.
—Te note distraída. ¿Ocurre algo?. —Pregunta el examinándome, lo que hago es negar. —¿Quieres que vayamos a casa?
Giro el rostro. Observo a los hombres y mujeres aún dentro del museo, entonces visualizo a Emir, quien termina acercándose a nosotros.
Saluda a Scott y luego a mi.
—¿Cómo les ha parecido la recepción de las personas?. —Emir coloca la mano sobre mi brazo. —Judie, amaron tu pintura, te amaron a ti.
Una sonrisa crece en mis labios y el me devuelve la suya.
—Y es solo el inicio. Prometo hacer que todos conozcan tu arte.
Un carraspeo nos hace girar la cara, la mirada de Scott se mantienen sobre la mano de Emir en mi brazo. La expresión en sus ojos es de un hombre celoso y posesivo, y solo hace falta un gesto para que Emir aparte la mano.
—Judie tiene deseo de regresar... ¿Es posible que nos retiremos?
Emir busca respuestas en mi. —Claro, mañana les diré como fue el resto de la noche.
—Gracias. —Agradezco, los pies en los tacones me matan.
Emir intenta tomarme el brazo nuevamente, pero otro carraspeo de Scott deja su mano al aire.
Me río.
—Descansa, Judie. —Me dice el, con un carraspeo.
Niego y me vuelvo hacia Scott.
—¿Qué ha sido eso?. —Coloco las manos sobre su pecho.
La chispa de celos en sus ojos sigue ahí y provocan que mi sonrisa crezca.
—¿Sabes qué eres el único hombre en el que pienso, no?
—Y así debe ser, mi ninfa. —Pronuncia tomando mis labios. —Porque tu eres la única para mi.
(***)
Entre jadeo, labios que se tocan y caricias, Scott y yo nos perdemos de camino a casa mientras Luka nos transporta en el coche
Trato de no ser muy pervertida, aunque las manos me ardan y prácticamente me griten que lo toque como el me está tocando a mi, porque Scott a diferencia mía no se limita, sus manos se frotan sobre mi sin pudor y siento como si me tatuara con ellas, dejando su esencia en mi.
El me impulsan a tocarlo más y los fluidos me mojan la entrepierna cuando su dedo roza encima de la tela de mis bragas. Jadeo apartando la boca.
El sonríe. Se ve tan sexy, tan atractivo y yo soy un desastre, la falda del vestido la tengo entre los muslos y las tira del vestido cayendo sobre mis hombros.
Me alegra que la puerta de adelante esté cerrada y Luka no se lleve este espectáculo.
Y prefiero pensar que no está ahí mientras nos toqueteamos.
Scott me devora los labios otra vez y siento que el vestido me incomoda en el busto, tengo los pezones duros, marcando la tela y como si el oyera mi pensamiento, me libera de mi sufrimiento, sacando uno de mis pechos.
—Scott.. —Me río.
Su boca cubre todo mi pezón y comienza a succionar con hambre.
Los tirones me enloquecen, su boca es tan hábil que ahora soy yo la que siente celos de sus anteriores encuentros sexuales.
El lame y no deja de succionar hasta dejar mis pezones rojos, aparta la boca pasándose la lengua por el labio inferior y me sube más la falta.
Coloco la mano sobre la suya cuando de un tiro me baja las bragas.—¿No quieres esperas a que lleguemos?
El coche se detiene y yo sonrio.
—Señor, ya llegamos. —Anuncia Luka.
—Mierda.
Me logro subir las bragas y ocultar mi pecho, al segundo Scott me toma de la mano, mientras con la otra abre su lado de la puerta, me saca desesperados mientras yo río por su desespero.
Como un cavernícola que reclama lo suyo, me levanta colgándome en su hombro. Mis mejillas se tiñen de color y me avergüenzo con Luka, quien solo sonríe, mientras nos adentramos a la casa y aún estoy sobre su hombros cuando el camina llevándome a la alcoba.
Las mucamas y los empleados nos miran, y al final después de tanta vergüenza solo río y me dejo llevar por el.
(***)
Mi vestido cae al suelo y el se agacha, sin quitar la mirada hasta colocar la mano sobre mis piel, levanto un pie y el me quita los zapatos mientras me sujeto de sus hombros. Luego hace lo mismo con el otro y siento los pies más cómodos sobre el suelo.
Levanta la mirada y
—Eres todo lo que deseo, Judie. —Jadea basándome el vestido.
Levanta la mirada y la recibo con una sonrisa, mientras coloco mi cabello hacia atrás de mis orejas. En lugar de levantarse y besarme la boca, Scott me eleva la pierna izquierda y unta los labios sobre ella, un camino inicia hacia mis muslos, viajando con delicadeza y dejando la marca de sus labios en cada zona.
Mi corazón palpita con rapidez cuando llega entre mis muslos y doy un respingón porque sé hasta dónde quieren adentrarse esos besos.
La planta de mi pie vuelve a tocar el suelo y el me da la orden.—Ábrete para mí, Judie.
Sube un poco más y esta vez se adentra a mi coño, no me lame los muslos antes o recoge los fluidos de camino y los que han sido esparcido fuera de mi canal, la boca de Scott me toca mi zona y yo separo las piernas, mientras los costados de mis pies se tambalean sobre el suelo.
—Scott...—Hundo los dedos en su cabello y empujo, lo guio como me gusta y el lame todo.
Dios, me encanta y quiero más.
Quiero que chupe hasta dejarme seca, aunque suene imposible.
Se sacia con mi crema y cuando me siento débil, me toma de las caderas y me acuesta sobre el colchón. No ha terminado, pero con esta postura puedo resistir más y dejar que se llene conmigo sin agotarme.
Y suficiente tengo con los pies adoloridos de los tacones, solo quiero disfrutar.
Scott me abre las piernas y me frota la lengua de arriba abajo, su pulgar roza mi clítoris sin parar, estimulándome más, junto a su boca que no deja de arremeter.
Jadeo y me muevo inquieta, el placer corre por mis venas y tengo un torbellino de sensaciones atacándome ahora mismo, me arqueo y gimo a lo alto, el tacto de sus manos sube y me cubre los pechos con ambas, mientras la boca va a un solo ritmo, subiendo y bajando, con constantes arremetidas, provocando que blanquee los ojos.
Me folla con la lengua y mis caderas reaccionan moviéndose, mis pechos bailan sobre sus manos en cada subida y sus dedos juegan con los pezones.
—Scott, dios, voy a...
—Córrete, mi ninfa. Córrete en mi boca. —Me pide. —No lo detengas.
Sigue con los golpeteos de su lengua y con un ritmo que va más rápido, recibo la primera descarga de orgasmo esta noche.
Respiro entrecortado y mi pecho ahora lleno de sudor sube y baja. Scott levanta la cabeza y nuestros ojos se encuentran, viene hacia mí y le tomo la cara con unos profundos deseos de besarlo.
Lo hago y esta vez no detengo mis manos, dejo que ellas misma me ordenen a mí y así le quito las pocas prendas que tiene, libero su torso duro y desnudo para mí, al igual que su erección que se presiona en mi vientre.
No lo resisto y quiero que se adentre en mí, pero me sorprende el giro de costado. Él se ubica a mi espalda y mi trasero queda contra su erección.
—¿Te incomoda? —La pregunta me conmueve. Jamás me han preguntado lo que me gusta o no en el sexo.
Niego, con el nada me incomoda.
Me inclino un poco hacia atrás para verlo, pero no lo logro. —Quiero.
Ubica la palma sobre mi zona íntima y doy un respingón por lo sensible que estoy, Scott me besa el pelo y acerca sus labios a mi oído.
—Seré tierno.
—¿Y si no quiero que lo seas?. —Me muerdo el labio sintiéndome una total pervertida.
Su risa calienta mi corazón. —Primero acostúmbrate a él, Judie.
—Prometo hacerlo.
Es delicado como siempre espere, me abre despacio y aunque se muera por adentrarse en mi primero me estimula con mis propios fluidos, siento su carne rozándome atrás, queriendo entrar, pero Scott lo detiene hasta yo estar completamente a gusta con él.
Me muerdo los labios y los roces delanteros ya han provocado la primera ola de fluidos, la cual ahora está derramándose sobre mis muslos. Muevo las piernas inquietas y separo los labios al sentir el glande ubicándose.
—¿Lista?. —Pregunta contra mi cabello.
Asiento con la cabeza y él se desliza dentro, poco a poco y me acostumbro a tenerlo, tampoco es mi primera vez, aunque si mi primera vez con un hombre como él.
Se siente diferente y mejor. El espera un poco mientras me pasa la mano por la espalda y detalla mi figura con sus dedos.
—Ninfa..
—Quiero. —Gimo y me frota por delante el clítoris.
Entonces empieza a moverse atrás y recibo las arremetidas que al inicio son lentas, pero van creciendo, volviéndose poderosas y para ese momento ya tengo el ano tan sensible como mi sexo, Scott me penetra por ambos lados, sus dedos intentan alcanzar las embestidas que me da su polla y a cierto grado se asemeja por lo bien que mueven, pero sigo prefiriendo atrás y es donde mi mente se concentra más.
De pronto cuando sale, yo misma me veo enterrándome su carne de regreso, mientras el yace quieto. Repito la acción, lo hago salir de mí y entrar mientras el solo me folla con los dedos y maldice en mi oído.
—Joder, eres maravillosa.
Cierro los ojos y espero recibir el placer que tanto anhelo, Gimo excitada bañando mis muslos con una nueva oleada y en ese punto sensible, sus dedos salen de mi vagina para ubicarse en mi clítoris, doy un salto y jadeo.
—Más...—pido, aunque esté a punto de colapsar. —Scott.
Retira los dedos y me pone en cuatro, levantando mi culo y la postura me gusta, aunque mis rodillas y mis manos terminen rojas por la fuerza que ejerzo al sujetarme del colchón. Scott se adentra ahora sin preguntas, solo se hunde y le resulta más fácil con lo abierta que me ha dejado las primeras arremetidas.
El dolor en mi canal posterior no se siente como antes en mis experiencias sexuales con el innombrable porque este es uno que tolero, al que me adapto con lo rápido que empieza a ir.
Scott golpea fuerte moviendo todo mi cuerpo con las arremetidas, me sujeta las nalgas levantándolas y va más hondo con la siguiente estocada que es el inicio de otras cuatro, recibo cada una de ellas y mis rodillas empiezan a perder equilibrio, el deja ir mi nalga, me levanta y mi espalda queda contra su pecho, mientras se apoya en mí.
No ha terminado y sus dedos vuelven a la parte delantera, mantiene un mismo ritmo con las estocadas traseras y el nivel de rapidez por delante. Comienzo a gemir y el sudor en mi frente me hace bajar la cabeza, el roce de sus dedos contra mi carne acelera el orgasmo y con ese mismo ritmo lo recibo, jadeando satisfecha.
Caemos sobre la cama y entre respiraciones entrecortadas escucho su risa antes de besarme la mejilla y dejarse ir a un lado.
Miro su rostro feliz y emocionado.
Y así mis dudas se pierde y me recuerdo que nunca más dudare de Scott Bramston.
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