33. Abracadabra. Parte 2
Bruno
—Hay algo más que necesito saber, antes de irme —interrumpo y giro hacia Gaspar—. Los demonios que vi esa vez que me rescataste, ¿quiénes eran? ¿Qué querían?
—Se llaman tempestas. Son muy avanzados y se los conoce por sus habilidades en el control mental.
—Iban a convertirte en su esclavo —explica León—. Un arcano, que se halla en la Tierra, es algo muy útil para esos seres, que viven en otras dimensiones. El ejército de los ángeles interrumpió para salvarte.
La garganta se me seca de pronto y bebo algo de té, para aliviarla. Menos mal que esos demonios no me atraparon.
—¿Y por qué no dejaste que me llevaran los ángeles? —le pregunto a Gaspar—. ¿No habían venido a ayudarme?
Antes de contestarme, intercambia una mirada con León, que deja de comer galletitas.
—Porque no estabas preparado para comunicarte con ellos. Y, además, no confiamos del todo en ellos. A veces, no tienen los mejores intereses para la humanidad.
—Los tempestas son diferentes al demonio que vi por primera vez... —les comento, interesado en saber más del asunto—. Aquel era más bajo y musculoso, llevaba ropas de monje y tenía un tatuaje en la muñeca.
—Es posible que fuera de otra tribu. Cada linaje de demonios desarrolló su propia cultura. Muchos usan los tatuajes para reconocerse o para sus ceremonias —explica León.
—¿Y cómo me encontraron?
—Tus sueños los guiaron. Desde sus dimensiones, esos seres pueden leer las mentes humanas y rastrear lo que les interesa—nos revela Gaspar.
Mackster y yo quedamos boquiabiertos ante esta revelación perturbadora, pero recuperamos la compostura enseguida para no demostrar miedo.
—¿Por qué no volvieron por mí, entonces? ¿Pueden seguir leyéndome la mente y encontrarme?
—Te protegimos con magia —afirma el librero.
Mackster larga una exclamación de sorpresa.
—¿Hechizos? ¿Saben hacer magia?
—Era mi especialidad en mi vida como ángel. —Gaspar sonríe. Me quedo tranquilo. Al final, estos arcanos siempre estuvieron protegiéndome—. Tené en cuenta que no todos los demonios actúan de forma violenta, como los tempestas. Otros lo hacen de forma más sutil y quizás busquen convencerte de que trabajes para ellos —me advierte.
—Disculpen, pero no podemos seguir hablando —indica León—. Alguien tiene que ir a abrir el bar y Gaspar prometió ayudarme en el trabajo hoy.
—No te preocupes, está bien. Gracias a los dos. —Asiento.
Nos levantamos para encaminarnos hacia la puerta. Una vez afuera, en el pórtico, disfrutamos de los últimos rayos del sol, que brindan algo de calor en medio del invierno.
—¿Cómo sabeomos que podemos confiar en ustedes? —consulta Mackster, justo cuando estamos por despedirnos—. Quizás también quieren manipularnos, como los demonios que mencionó Gaspar.
Los arcanos adultos se ríen.
—Te dije que me gustaba su forma de pensar —León lo señala al hablarle a Gaspar—. Este chico me cae cada vez mejor. Necesitamos ese nivel de vigilancia si queremos ganar en nuestra lucha contra los demonios que invaden la ciudad.
Codeo a Mackster, que se relaja de mala gana. Por fin siento que nuestra búsqueda se va a encaminar de una vez, gracias a estos guías. Percibo una calidez que emana de ellos y me tranquiliza y aleja las preocupaciones sobre demonios, ángeles y dioses.
—Mañana vamos a investigar a ese demonio que te cruzaste por primera vez, el que dijiste que era tatuado. También, a los zombis azules —me promete Gaspar—. Creemos saber cómo están relacionados y quién está detrás de su presencia en Costa Santa.
Acepto, emocionado, y le doy la mano para despedirme. Entonces, me invade un hormigueo. Observo sus ojos azules, que de pronto parecen magnificarse y cubrirlo todo. Emiten un brillo que me encandila, para luego transformarse en un túnel de rayos multicolores del que sale una fuerza que tira con fuerza de mi ser, hacia su interior. Pero no es mi cuerpo a lo que llama; me hacer salir en forma de espíritu. Soy llevado por la fuerza y viajo a toda velocidad por el túnel hasta llegar a un lugar amplio y repleto de una luz azul. Esta se disipa para revelar que estoy flotando en medio del cosmos. La energía vuelve a llamarme y desciendo rápido hacia un planeta, donde me transporto de un paisaje a otro. Vuelo por campos, templos y bibliotecas con versiones fantasmales de personas que se mueven a tanta velocidad que casi no puedo distinguirlas, aunque comprendo quiénes son. Los padres de Gaspar, sus dos hermanos y dos amigos; un rubio y una morocha, ambos altos y de pelo largo. ¡Aparece León! Me invade un calor inmenso en el pecho.
Enseguida, me transporto hasta unas montañas y luego entro en unas cuevas llenas de cristales que me recargan de una energía cálida y confortable.
¿Qué es todo esto? ¿Estoy en otra dimensión? ¿Qué son todas estas imágenes y sentimientos? Entonces, lo comprendo: ¡estoy en el alma de Gaspar!
Enseguida, vuelve aquel destello del principio, que me lleva de nuevo al espacio de luz azul. Algo llama mi atención. Es una forma negra, a lo lejos. ¡Una sombra! Soy atraído hacia ella, ¡me arrastra, me succiona como una aspiradora de poder inmenso!
¿Dónde estoy? Lo único que veo son tinieblas. Hace frío y percibo un aroma horrendo.
Poco a poco, algo emerge de la negrura, despejándola con su propio brillo. Es un paisaje de árboles con raíces inmensas y retorcidas que brotan de un lago turbio. Tiemblo cuando aparece un hombre en el centro que me observa con ojos saltones que parecen estar sucios, como si en su interior tuvieran tierra. Al mismo tiempo, hay una pequeña fogata roja en el centro de cada uno. Por fin comprendo lo que veo; los globos oculares de este ser son oscuros, en vez de blancos como en el caso de los humanos, y sus iris... ¡son de fuego!
¿Quién o qué es esta criatura?
Tiene el pelo oscuro, largo, quebradizo, sucio. Su piel es blanca como la de un cadáver y sus labios, rojos como la sangre, apenas logran ocultar los colmillos torcidos.
Lleva una especie de manto negro hecho de harapos mugrientos. ¿El olor nauseabundo vendrá de su ropa? Algunas de sus uñas están rotas y otras, crecidas como garfios.
Me pongo en guardia cuando algo se mueve, muy despacio, a sus espaldas. Son sus alas. Tienen los huesos de los dedos en el exterior, terminados en uñas filosas. Están unidos por una membrana de piel casi transparente, en algunas partes, desgarrada.
Una luz se abre en su pecho... ¡Y me succiona! ¡Entro a su alma!
Rojo; todo es un fondo rojo que después se oscurece. Los músculos y las venas me arden... ¡me queman! Me sacudo. ¡Me está atravesando una electricidad! Hay un olor repugnante a carne asada.
Escucho gritos no humanos y la opacidad se disipa. Hombres de capas rojas se inclinan sobre mí. Oigo truenos; después, un siseo, y surge una nube violeta que me envuelve, con figuras geométricas de luz suspendidas en su interior.
¡AAAHH! ¡De nuevo la electricidad! Respiro sumergido en un líquido amarillento. Golpeo un cristal frente a mí. Desde allí, me observa un monstruo con dos cabezas pegadas, una derretida sobre la otra, que grita al unísono conmigo. Es mi reflejo...
¡AAAAH! ¡Dios mío! ¿Qué mierda es esto? ¡Quiero salir de acá!
Una fuerza me arranca del lugar y vuelvo al pantano fétido. Me llevo una mano al pecho. ¡Sigo en el alma de Gaspar! Noto un hilo violeta que sale del ser de alas rotas y se pierde en el cielo. Eso significa que este monstruo y el librero están unidos de alguna forma.
Intento hablar, pero no puedo. ¡El ser se lanza sobre mí! Me transformo, esquivo las garras y le disparo fuego, hasta que me golpea un destello naranja.
—¡Bruno! —escucho un grito—. ¿Estás loco? ¿Qué te pasa?
Es Mackster, que vuela hacia mí. León nos observa, transformado y en guardia detrás de Gaspar, que viste el traje azul y se defiende con los brazales del fuego que le disparo. Pienso en lo que acabo de ver y me parece imposible. Aterrizo a unos metros de la entrada de la casa del librero. Mi amigo desciende a mi lado.
Me miro las manos, que tiemblan.
—Mackster, hay algo raro en esos tipos.
—Bruno, no creo...
Gaspar me observa con los ojos vidriosos. Frunce el ceño e intercambia una mirada con León, que endurece su expresión.
—Lo siento, chicos. —El barbudo suspira y camina hacia nosotros.
—No estabas preparado para ver eso. —Gaspar se adelanta con una mano extendida.
—¡Mackster! —le advierto.
La palma de Gaspar empieza a brillar. ¡Está por atacarnos! La fuerza de lo que invocó es tan poderosa que lo arroja hacia atrás. León corre a ayudarlo.
En el espacio donde la mano de Gaspar emitió luz surge un humo denso, de color verde esmeralda, que forma una nube. Esta se desplaza flotando hacia nosotros. Retrocedemos alarmados al escuchar los chillidos y gruñidos que provienen de su interior. Entre el vapor, varios pares de ojos naranjas y feroces se enfocan en nosotros. ¡Son monstruos que están por atacarnos!
***
Este es uno de mis capítulos favoritos. Espero que lo estén disfrutando tanto como yo. :)
Saludos!
Mati
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top