O2
De nuevo la blancura de la habitación.
Comenzaba a aburrirse de despertar siempre de la misma forma. La mascarilla de oxígeno, como siempre era incómoda. Aunque bueno, no se puede pedir mucha comodidad cuando la prioridad es el oxígeno en los pulmones. Se sentía cansado, como si hubiera dormido por semanas. Podía escuchar con claridad cada aspiración que daba.
Quizá era paz lo que sentía.
Una ráfaga de aire acompañó a su respiración, y detrás de aquellas cortinas traslúcidas color blanco, apoyado en el marco de la ventana, estaba el doctor Jeon con un semblante duro. Sus largos cabellos negros le caían sobre la frente, aunque era cuidadoso de que no le obstruyesen la vista. Un par de anteojos de delgado armazón se posaba sobre su rostro, y tras ellos, un par de largas pestañas yacían somnolientas.
“Tan largas...”
Quizá le gustaban mucho sus pestañas. Quizá le gustaba todo lo concerniente al doctor Jeon.
—Doctor... —musitó. Se sintió ruborizar en el instante en que un solo movimiento, y tenía los orbes de Jeon sobre su cuerpo—. ¿Y las flores?
Jungkook caminó hasta su escritorio y se sentó para trabajar. La silla giratoria le dio la espalda y el sonido del teclado llenó la habitación. Necesitaba que los reportes estuviesen en orden.
—Las tiré —respondió de un tajón. Los ojos de Park se abrieron de par en par, abrió la boca para protestar, pero Jeon no se lo permitió—: También mandé a tirar las de los canteros y las de los jardines. Hasta la última flor. Ahora están prohibidas.
El recuerdo de Yoongi y Jieun plantando las flores y trabajando tan duro para hacerlas crecer, mandó un pinchazo de dolor en el pecho de Park. Sintió a su nariz picar al instante y, sin poder evitarlo, comenzó a llorar.
—Es por mi culpa... —sollozó—. Tanto esfuerzo desperdiciado por mi culpa...
Jeon lo interrumpió con su voz serena y fría de inmediato.
—Los pacientes plantaron esas flores para mí, a pesar de que les dije que no las necesitaba. Así de simple, no es tu culpa.
—P-pero...
—Si te hace feliz, iba a pedir que las retiraran de todas formas, es peligroso para los pacientes. Deja de llorar, si ellos se enteran de que estás triste, también lo estarán... así que sonríe —El rastro de lágrimas no había terminado de desaparecer, pero la idea de que las palabras de Jeon trataban de tranquilizarlo, hizo sentir mejor a Park. Era demasiado bueno con él, ¿Cómo podía estar triste si se lo pedía de esta forma? Se recargó en el camastro y esta crujió bajo sus movimientos. Eso alertó al doctor—. Todavía no te levantes —ordenó.
—Ya me siento bien —canturreó Jimin. Se quitó la mascarilla y suspiró con nerviosismo. Temía que le faltara el aire, pero no lo hizo. En realidad estaba mucho mejor. Jeon giró un poco la silla para reprenderlo, pero antes de que lo hiciese, Park se había lanzado para abrazarlo por la cintura. La silla rechinó ante la fuerza ejercida y Jungkook intentó tomarlo de los brazos para que no cayera—. Sensei... —Su tono era meloso, coqueto. Lo miró desde abajo, aprovechando empaparse del aroma que provenía de su camisa y su corbata bajo esa bata blanca. Park estaba sonrojado hasta las orejas y lo observaba desde abajo con esos orbes brillosos y el cabello revuelto picando en sus mejillas y nariz. No esperó más y robó un casto beso a su doctor—. Sensei, me gustas.
Jeon lo miró fijamente y le sujetó firmemente de la barbilla. Para este punto, Park no sabía si era para mantenerlo cerca, o para mantenerlo alejado, quieto. Lejos de su cuerpo. Entonces el doctor no esperó más y atacó sus labios con fuerza. No fue tímido, ni amable. Exploraba con su lengua todo lo que pudiese. Frotaba la lengua de Park y la llevaba a donde quisiera, lo mejor era que Park parecía dejarse llevar; lo sintió aprensarse de su camisa para aproximarse más y fue entonces cuando el paciente cayó de rodillas, pero esta vez por voluntad propia.
—: Mi pene está palpitando tan fuerte, doctor —dijo, envuelto en el extasis, enterrándo su rostro entre las piernas de Jungkook, tomando cada muslo con suavidad sobre la tela del pantalón —. Ya tengo veinte años. Quiero poder acostarme con usted. Quiero tener sexo con usted. Así que, por favor...
Para cuando Park comenzó a restregar su rostro en la entrepierna de Jeon, este tomó una piruleta del escritorio y la metió en su boca alejándose de su paciente.
—Puedes lamer eso —dijo.
Y Park se quedó allí, pensando que el sabor a fresa de la paleta era muy empalagoso. Jeon Jungkook seguía mirándolo con mucha seriedad y ante el semblante impasible de su doctor, Park se sonrojó. En verdad le gustaba tanto.
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