O1
—Hey, sensei... Me pregunto si morir es doloroso... —El canto natural de la ciudad se encargaba de amortiguar sus preguntas. Descubrió un poco de miedo en aquellas palabras, pero no dijo nada al respecto. De apariencia desalineada y preguntas ansiosas, se aproximaba hasta él con algo que no podías catalogar como esperanza; y aun así...—. Aunque, si soy honesto, más que el dolor, detesto la idea de ser una carga para los demás —Se encogió de hombros, casi como si no importara. El médico no dijo nada. No porque no tuviera nada para decir, al contrario. Tenía tantas cosas dentro del pecho, que temió que, si abría la boca, estas no saliesen de la forma adecuada. Hablar imprudentemente había sido un mal que le tomó muchos años de dolor eliminar de su personalidad. Se concentró en la bruma, en el ruido de la ciudad, en el cielo nocturno que se alzaba sobre sus cabezas. No quería darle una respuesta—. Pero antes de morir me gustaría saber lo que es el amor.
Lo había dicho.
Y de nuevo, al ver el hilo de lágrimas sobre su tersa mejilla, el médico no tenía cómo tranquilizar su dolor.
—¡Jiminie! —exclamó la señora Min—. ¿Despertaste? Lo siento. —La habitación blanca siempre era deslumbrante en las mañanas. Un ligero mareo le siguió al instante en que recuperó la vigilia. Nada aparatoso. Lo normal, de hecho. Dedicó una sonrisa somnolienta, pero radiante a la Señora Min y se recargó en la cama. Se sintió cansado y ligeramente adolorido, como si hubiera dormido realmente mal. Tuvo la sensación de que el sueño que había tenido se sintió muy real, aunque no estaba seguro de poder aclarar sus ideas acerca de lo que había soñado. Todo estaba borroso —. Vine a ayudarte con el baño, ¿crees que puedas levantarte?
La señora Min le dedicó una amplia sonrisa. Siempre había sido una mujer muy amable.
—¡Claro! —respondió animadamente—. Min-san, ¿cómo ha estado? —exclamó Park mientras se rascaba el dorso de la mano con suavidad. Estaba un poco nervioso y no sabía con exactitud la razón. Sin embargo, después de cruzar unas palabras con la señora Min, se sintió mucho mejor.
—La medicina que me dió el doctor Jeon me sirvió de maravilla —dijo ella, completamente agradecida. Tomó uno de los baldes de agua tibia y remojó el paño. Lo exprimía con sus manos con mucha fuerza. Jimin pensó que en serio se había recuperado del todo—. Cuando pensé que me quedaría en la calle después del alta, el doctor Jeon me ofreció un trabajo aquí como ayudante, ¿puedes creerlo? Ahora puedo pagar los medicamentos e incluso me queda algo extra para gastar.
La señora Min le guiñó un ojo al muchacho y este contestó con una sonrisa.
—Eso es muy bueno... Me alegro mucho por usted, Señora Min.
—El doctor Jeon, en verdad es como un dios para gente como nosotros —dijo con amabilidad.
—Señora Min... ¿No será que se ha enamorado del doctor Jeon? —bromeó.
—¿Qué? ¡Para nada! Jamás podría ser rival de amor para ti, Jiminie. Puedes estar tranquilo. Además, Jeon Jungkook no es mi tipo, con esa actitud tan poco amable y ese rostro pesimista.
El baño terminó entre risas, y después de prometerle que le traería algo delicioso a la merienda, la señora Min se despidió. El jovencito se levantó y decidió caminar por los pasillos del hospital para estirar las piernas un poco. El sedentarismo no era nada bueno, le había explicado Jeon.
Jimin estaba enamorado de su doctor de cabecera, Jeon Jungkook. El doctor Jeon era una persona muy amable. No tenía dinero, ni vivía con grandes lujos, pero se las había arreglado para construir aquella clínica para personas como Park. Personas que por alguna u otra razón no podían pagar un tratamiento. Era una persona en verdad compasiva y los pacientes lo querían mucho, así como agradecían su gran corazón.
Había estado internado en varios hospitales, pero este era su favorito por mucho.
—¿Ya florecieron? —preguntó a un par de pacientes también que plantaban flores en el jardín al costado del hospital. Desde la ventana Park los saludó, inclinándose sobre el alféizar para sentir el aroma de los tulipanes. Era delicioso, fresco. Cuando los plantaron, a penas comenzaba a hacer caminatas por el hospital, así que se sentía como que lo acompañaban en su recuperación. A Park le gustaba verlo de esa forma.
Yoongi y Jieun asintieron. Tenían la bata del hospital manchada en las mangas, pero no parecían muy preocupados por eso.
—¡Justo acaban de hacerlo! Hoy amanecieron con buen aspecto.
—Ya que no podemos pagarle al director —exclamó Jieun—, esta es la única forma que tenemos de agradecerle por sus cuidados. Solo queríamos regresarle el favor.
—Oh, Jiminie —exclamó Yoongi, el hijo de la Señora Min. Extendió un gran ramo de tulipanes recién cortados al chico, justo después de sacudirse la tierra de los pantalones. Estaba un poco agitado por el esfuerzo, pero, por la gran sonrisa que le ofreció, parecía de buen humor—. ¿Por qué no se las llevas al director Jeon?
Jimin asintió de inmediato.
—Son tan hermosas, Gigi. Estoy seguro de que al doctor le fascinarán —Park tomó una gran bocanada de aire, disfrutando el dulce aroma de los tulipanes—. Han hecho un gran... —Pero de pronto, comenzó a toser. Al principio, solo fueron dos veces. Yoongi y Jieun se miraron un poco preocupados, pero cuando la tos se intensificó a tal punto, se levantaron alarmados para ayudar al chico—. ¡Cof, cof, cof! E- estoy bien... Perdón... —Pero no terminaba de hablar cuando tosía aún más fuerte, tanto que ya no pudo sostenerse en pie.
—¡Jiminie! —gritó Min al ver sus rodillas colapsar—. ¡Llamen al doctor Jeon!, ¡Jimin está...!
—Lo siento tanto... Estoy bien... —El esfuerzo y el no poder respirar habían dejado rojo su rostro. El sudor se le pegaba a la frente y comenzaba a ver borroso. Quizá en su desesperación trastabilló y esperó el dolor del golpe. Pero al darse cuenta, estaba entre los brazos del doctor Jeon, quien le dedicaba una mirada fría y desaprobatoria.
—¿Traemos la camilla, doctor?
—Una silla de ruedas —ordenó Jeon. Los dos enfermeros que habían llegado por los gritos de Min obedecieron de inmediato. El suave tacto de los tulipanes abandonar sus manos y el agradable aroma del doctor Jeon, fueron lo último que Jimin sintió antes de perder el conocimiento.
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